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Full text of "Revista javeriana"

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I 


Vida  nacional (I) 

(Del  15  de  febrero  al  15  de  marzo) 

Política  internacional 


La  Conferencia  de  Chapaltepec 

Las  cancillerías  de  América  y 
la  prensa  del  continente  se  han  mos¬ 
trado  satisfechas  por  los  resultados 
de  la  conferencia  de  Méjico,  cele¬ 
brada  en  el  castillo  de  Ghapulte- 
pec.  Gomo  se  informó  en  la  cróni¬ 
ca  anterior,  Colombia  estuvo  re¬ 
presentada  por  el  canciller  colom¬ 
biano,  don  Alberto  Lleras  Gamar- 
go,  como  jefe  de  la  delegación,  y 
por  los  doctores  Roberto  Urdaneta 
Arbeláez,  Garlos  Lleras  Restrepo, 
Jorge  Soto  del  Corral,  Alberto 
González  Fernández  y  don  Jorge 
Zalamea,  embajador  en  Méjico.  Co¬ 
lombia  ocupó  un  lugar  destacado  en 
las  deliberaciones.  El  canciller  Lle¬ 
ras  fue  designado  presidente  de  la 
comisión  de  relaciones  interame¬ 
ricanas,  y  decano  de  la  conferencia 
por  sorteo.  En  cuanto  a  proyectos 
suscritos  por  la  delegación  colom¬ 
biana,  figuró  en  primer  término  y 
fue  aprobado,  el  referente  a  la 
proscripción  de  las  agresiones,  cu¬ 
yo  sentido  es  el  siguiente :  toda 
agresión  de  un  estado  contra  la  in¬ 
tegridad  de  su  territorio  es  una 
agresión  contra  los  estados  que  fir¬ 
man  la  declaración;  los  estados  sig¬ 
natarios  de  la  declaración  consul¬ 


tarán  entre  sí  las  medidas  que  ha¬ 
yan  de  tomar  cuando  sean  agredi¬ 
dos  o  se  prepare  una  agresión  o 
se  lleven  a  efecto  actos  de  agresión 
no  previstos  por  los  mismos  esta¬ 
dos  signatarios;  en  este  último  ca¬ 
so  resolverán  sobre  las  sanciones 
aplicables  al  estado  agresor;  como 
estado  agresor  es  calificado  el  país 
que  traspase  las  fronteras  de  otro, 
establecidas  por  tratados  en  vigen¬ 
cia  ;  al  estar  organizada  la  socie¬ 
dad  de  seguridad  mundial  «la  apli¬ 
cación  de  acciones  compulsivas»  se 
aplicará  de  acuerdo  con  las  normas 
prescritas  por  dicha  organización. 
Otros  proyectos  colombianos  de 
importancia  fueron  presentados 
así:  solicitud  a  los  organismos  en* 
cargados  del  encauzamiento  del  co¬ 
mercio  mundial,  para  un  control  de 
los  trasportes  con  el  fin  de  evitar 
monopolios  por  parte  de  compañías 
de  «carácter  puramente  comercial» ; 
proyecto  de  protección  aduanera 
para  las  industrias  por  medio  de  la 
celebración  de  acuerdos  unilatera¬ 
les  o  multilaterales  ceñidos  a  la  re¬ 
ducción  de  barreras  aduaneras,  en 
beneficio  de  países  económicamen¬ 
te  débiles.  El  primero  de  los  pro¬ 
yectos  colombianos  fue  considera- 


1  Periódicos  más  citados:  C.  El  Colombiano ;  D.  La  Defensa;  DP.  Diario  Popular;  E.  El 
Espectador ;  L.  El  Liberal;  P.  El  Pueblo;  Pa.  La  Patria;  R.  La  Razón;  S.  El  Siglo,  T. 
El  Tiempo.  _ 


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do  por  la  conferencia  como  punto 
central  para  una  declaración  con¬ 
junta  y,  de  consiguiente,  hubo  de 
ser  refundido  en  el  documento  que 
se  conoce  hoy  internacionalmente 
con  el  nombre  de  Declaración  de 
C  hapultepec .  Los  primeros  incisos, 
atrás  sintetizados,  quedan  textual¬ 
mente  incluidos  en  la  declaración, 
excepción  hecha  del  primero  cuyo 
encabezamiento  se  aumenta  al  con¬ 
signarse  que  todos  los  estados  so¬ 
beranos  son  jurídicamente  iguales, 
por  lo  tanto  dignos  del  respeto  a  su 
independencia;  y  excepción  hecha, 
también  del  último,  que  se  sustitu¬ 
ye  por  el  considerando  trascrito  a 
continuación: 

Los  estados  signatarios  se  obligan  a  sos¬ 
tener  por  todos  los  medios;  incluso  por  las 
armas,  la  integridad  territorial  y  la  inde¬ 
pendencia  política  de  todos  y  cada  uno  de 
ellos  una  vez  acordado  así  por  la  mayoría 
absoluta  de  todos  los  estados  americanos. 
Cuando  la  invasión  consista  en  la  invasión 
de  fuerzas  armadas  de  un  estado  o  territorio 
a  otro,  traspasando  las  fronteras  estableci¬ 
das  o  cuando  haya  amenaza  cierta  de  inva¬ 
sión,  se  hace  obligatoria  la  acción  inme¬ 
diata  contra  el  agresor  o  presunto  agresor 
por  parte  de  los  demás  estados  americanos. 
Al  constituirse  la  organización  de  seguri¬ 
dad  mundial  la  aplicación  de  las  acciones 
compulsivas  se  llevará  a  cabo  por  los  es¬ 
tados  americanos  en  armonía  con  las  nor¬ 
mas  del  estatuto  de  dicha  organización. 

Esta  declaración  se  conocerá  por  el  nom¬ 
bre  de  Declaración  de  Chapultepec. 

Gomo  Colombia  y  la  República 
Dominicana  presentaron  en  un 
principio  el  proyecto  de  sociedad  de 
naciones  americanas,  en  ambos  paí¬ 
ses  decidieron  a  última  hora  reti¬ 
rarlo,  en  virtud  del  «acta  de  Cha¬ 
pultepec»  y  la  resolución  sobre  or¬ 
ganización  del  sistema  interame¬ 
ricano.  Los  presidentes  de  las  dele¬ 
gaciones  de  Colombia  y  del  Brasil, 
unidas,  presentaron  en  la  sesión  de 
clausura  al  secretario  de  estado  de 
los  Estados  Unidos,  señor  Stetti- 
nius,  una  solicitud  oficial  a  fin  de 


que  se  efectúe  el  aumento  de  pre¬ 
cios  para  el  café  de  las  dos  nacio¬ 
nes.  Stettinius  «prometió  conside¬ 
rar  la  petición,  que  hasta  ahora  Byr- 
nes  y  Vinson  han  rechazado»  (T. 
III-9) .  Dicha  petición  colombo-bra- 
silera  destaca  la  circunstancia  de 
estar  vendiéndose  el  café  a  los  Es¬ 
tados  Unidos,  a  menos  del  costo  de 
producción,  motivo  por  el  cual  exi¬ 
ge  el  aumento.  «Nunca  antes  — dice 
United  Press —  se  ha  entregado  una 
petición  oficial  de  tal  naturaleza 
por  tan  altos  personajes  y  en  cir¬ 
cunstancias  tales  como  la  sesión  de 
clausura  de  la  conferencia  de  Cha¬ 
pultepec».  El  canciller  colombiano 
Lleras  Camargo,  en  nombre  de  to¬ 
dos  los  delegados,  habló  en  el  al¬ 
muerzo  ofrecido  por  el  presidente 
Avila  Camacho,  hizo  ver  la  impor¬ 
tancia  de  la  conferencia  a  través 
de  la  historia  hispanoamericana  y 
relievó  sus  provechosas  conclusio¬ 
nes.  Al  llegar  el  canciller  Lleras  a 
Bogotá  resumió  sus  puntos  de  vista 
sobre  la  conferencia  en  declaracio¬ 
nes  a  la  prensa  (T.  III-15).  Consi¬ 
dera  el  ministro  Lleras  alcanzados 
todos  los  «objetivos»  por  parte  de 
la  república,  objetivos  que  la  re¬ 
pública  había  perseguido  de  tiem¬ 
po  atrás  en  su  política  internacio¬ 
nal.  Los  estados  americanos  no  tie¬ 
nen  nada  que  temer  en  su  sobera¬ 
nía,  en  concepto  de  don  Alberto 
Lleras,  porque  las  declaraciones  de 
la  conferencia  han  expedido  un  me¬ 
canismo  de  «seguridad  de  tal  fuer¬ 
za  y  rigor  que  no  será  necesario 
aplicarlos  a  nuestros  pueblos».  «En 
el  terreno  económico  — agrega  el 
señor  Lleras  Camargo —  se  obtu¬ 
vieron  modificaciones  sustanciales 
al  criterio  que  está  expresado  en 
declaraciones  sucesivas  de  confe¬ 
rencias  anteriores  y  de  reuniones 
de  cancilleres». 


TRICOSAN  J.  G.  B.,  expulsa  parásitos  intestinales. 


(108) 


Oficinas  304,  305  V  306 
Telefono  9230 


J  -  Política  nacional 


Candidaturas  presidenciales 

Los  candidatos  liberales  a  la  pri¬ 
mera  magistratura,  han  definido  su 
posición  en  el  debate,  al  aceptar, 
en  forma  inequívoca,  la  postulación 
hecha  por  sus  respectivos  coparti- 
darios.  Al  mismo  tiempo,  otros  pre¬ 
suntos  candidatos,  se  han  apresura¬ 
do  a  declinar  definitivamente  el 
honor,  por  ejemplo,  el  Dr.  Eduar¬ 
do  Santos,  quien  dice  «no  seré  can¬ 
didato»  (T.  11-24)  en  un  reportaje 
bastante  comentado.  No  siendo 
pues,  candidato  el  doctor  Santos, 
el  debate  se  concreta  hasta  el  mo¬ 
mento,  a  tres  nombres:  Jorge  Elié- 
cer  Gaitán,  Gabriel  Turbay  y  Da¬ 
río  Echandía.  El  doctor  Gaitán  des¬ 
de  su  semanario  Jornada  ha  veni¬ 
do  aclarando  su  situación  desde  ha¬ 
ce  tiempo.  El  doctor  Turbay,  en 
cuyas  correrías  políticas  había 
aceptado  la  candidatura,  pero  sin 
precisar  para  cuál  de  los  cuatrie¬ 
nios,  «con  el  ánimo  de  contribuir 
a  la  claridad  y  robustecimiento  de 
la  política  liberal»  (T.  11-28)  reite¬ 
ra  su  «decisión  de  seguir  a  órde¬ 
nes  del  movimiento  que  ha  acogido 
mi  nombre  como  candidato  y  de 
llevar  a  la  victoria,  con  todos  los 
liberales,  la  bandera  histórica  que 
el  partido  ha  puesto  en  mis  manos». 
El  nombre  del  doctor  Darío  Echan- 
día  fue  acogido  por  un  número  de 
parlamentarios,  en  carta  firmada 
y  enviada  al  candidato,  pero  cuyo 
texto  todavía  es  misterioso  para  los 
comentaristas,  o  mejor,  no  ha  sido 
dado  a  conocer.  «Personalmente, 
lamento  tu  separación  ministerio. 
Otro  punto  de  vista,  compréndola» 
etc.,  dijo  en  telegrama  el  doctor 
Garlos  Arango  Vélez  al  mismo  doc¬ 
tor  Echandía  (L.  11-22)  y  ese  «otro 
punto  de  vista  compréndola»  fue 
calificado  por  algunos  (R.  11-22) 
como  un  mensaje  sibilino  pero,  en 


todo  caso,  como  una  vaga  adhesión 
a  su  candidatura.  También  La  Ra¬ 
zón,  considera  lanzada  por  El  Libe¬ 
ral  (11-23)  dicha  candidatura.  Por 
su  parte  el  doctor  Echandía  acep¬ 
tó  la  distinción  (S.  III-3)  de  manera 
explícita.  «Es  el  candidato  de  las 
izquierdas»  dijo  La  Razón  (III-3), 
«el  candidato  rojo  y  luciferino»; 
y  para  Calibán  (T.  11-24)  se  trata 
del  candidato  «semioficial»  a  cuyo 
favor  intervendrá  el  gobierno  por¬ 
que  «la  neutralidad  en  estas  con¬ 
diciones  es  imposible  e  inhumana», 
lo  cual  no  impide  a  Calibán  consi¬ 
derar  inhábil  al  doctor  Echandía 
para  el  cargo  presidencial  por  ser 
él  — Echandía —  «un  bonzo.  Un 
bonzo  lleno  de  talento,  de  ciencia 
y  de  virtudes,  pero  un  bonzo».  En 
cambio  Turbay,  es  el  candidato 
ideal  de  Calibán  no  solo  por  favo¬ 
recerlo  la  organización  de  su  par¬ 
tido  sino  por  llevar  «como  canasti¬ 
lla  de  bodas»  el  voto  casi  en  masa, 
de  los  Santanderes  y  de  Antioquia. 
Motivos  doctrinarios  enarbola  La 
Razón  (11-28)  al  presentarse  al  de¬ 
bate  del  brazo  de  la  candidatura 
Turbay  de  quien  dice  ha  respondi¬ 
do  las  solicitudes  de  sus  amigos 
«quemando  sus  naves  de  hombre 
permanentemente  presidenciable». 
La  consolidación  de  posiciones  no 
parecióle  oportuna  a  El  Especta¬ 
dor,  vocero  vespertino  del  gobier¬ 
no  (E.  11-28)  por  estar  el  partido 
en  vísperas  de  elecciones  para  re¬ 
presentantes  y  diputados,  si  bien 
es  cierto  que  con  palabras  de  acep¬ 
tación,  el  doctor  Turbay  «aspira 
únicamente  a  realizar  un  acto  de 
cortesía  personal  y  de  lealtad  po¬ 
lítica»  con  uno  de  sus  compañeros 
de  dirección,  también  candidato  a 
la  presidencia.  «Abrigamos,  sin  em¬ 
bargo  el  temor  — agrega  El  Espec¬ 
tador —  de  que  para  la  dirección  na¬ 
cional,  de  que  hacen  parte  los  doc- 


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Benefactores  de  ¡a  Mujer 


tores  Echandía  y  Turbay,  no  sea 
fácil  sino  extraordinariamente  in¬ 
cómodo  mantener  una  actitud  de 
neutralidad  estricta»  en  el  debate 
electoral.  La  incomodidad  a  que  se 
refiere  el  diario  citado,  se  basa, 
principalmente,  en  que  las  eleccio¬ 
nes  para  representantes  tienen  una 
inevitable  conexión  con  el  problema 
de  las  candidaturas,  porque  los  re¬ 
presentantes  elegidos  en  esta  opor¬ 
tunidad,  tomarán  asiento  en  la  con¬ 
vención  nacional  liberal,  y  ella  esco¬ 
gerá,  en  definitiva  el  candidato  a 
la  presidencia.  La  Razón ,  ha  dicho 
que  quien  lleve  mayor  número  de 
representantes  a  la  cámara  será 
el  candidato  elegido.  Abierto  el 
proceso  de  las  candidaturas  con  la 
definición  de  los  aspirantes,  el  li¬ 
beralismo  se  entregó  a  la  organi¬ 
zación  del  debate  electoral.  A  car¬ 
go  del  Dr.  Echandía  estuvo  la  pri¬ 
mera  y  última  conferencia  de  pro¬ 
paganda  (L.  III-3)  eleccionaria,  cu¬ 
yo  texto  versó  sobre  el  continuismo . 
El  continuismo  no  es  la  prolonga¬ 
ción  de  una  oligarquía ,  en  concepto 
del  conferenciante,  sino  debe  ser  la 
prolongación  de  la  obra  liberal  en 
el  poder,  tal  como  la  adelantó  el 
presente  gobierno.  En  seguida  se 
produjeron  las  convenciones  para 
escogencia  de  listas  a  la  cámara  y 
a  las  asambleas.  A  juzgar  por  los 
comentarios  de  la  misma  prensa 
liberal,  las  convenciones  no  fueron 
propiamente  un  modelo  de  desin¬ 
terés  y  pulcritud.  «Nuestras  famo¬ 
sas  convenciones  departamentales, 
organizadas  por  el  estatuto  López, 
para  el  desenfreno  y  la  orgía  del 
manzanillismo  más  inverecundo 
(R.  III-5),  — batieron  ayer —  con 
muy  contadas  y  discutibles  excep¬ 
ciones  el  récord  de  su  capacidad». 
Galibán  es  del  mismo  parecer  (T. 
III-6)  pero  optimista  en  cuanto  al 


porvenir  del  partido  «porque  la  ba¬ 
la  que  ha  de  matar  al  liberalismo  no 
se  ha  fundido  aún».  En  Huila  y  Na- 
riño  (T.  III-9)  hubo  intervención 
oficial,  según  ese  diario,  a  favor  de 
la  candidatura  del  gobierno;  el  se¬ 
cretario  de  la  gobernación  del  Huila 
y  el  de  la  de  Nariño,  intervinieron 
en  las  labores  de  selección  de  listas 
a  favor  del  doctor  Echandía.  «No 
se  vio  en  los  peores  tiempos  de  la 
hegemonía  azul  cinismo  igual»,  ob¬ 
serva  Galibán.  Al  subrayar  el  co¬ 
mentario  de  Galibán  El  Liberal  se 
permite  recordarle  (III-9)  los  tiem¬ 
pos  de  la  administración  Santos, 
cuando  también  hubo  intervención 
oficial  — precisamente  en  Nariño 
dice  ese  diario —  en  contra  de  la 
candidatura  del  doctor  López.  En 
Tunja  (L.  IIi-8)  «en  medio  del 
asombro  de  todos»  el  doctor  Jorge 
Gartner,  antiguo  ministro  de  la  ad¬ 
ministración  Santos,  censuró  al  go¬ 
bierno  del  doctor  López  en  lo  re¬ 
ferente  al  plan  social.  Esta  actitud 
de  Gartner,  en  concepto  de  El  Li¬ 
beral,  está  presidida  por  «la  inten¬ 
ción  que  viene  mostrando  un  gru¬ 
po  liberal  mucho  más  tozudo  que 
numeroso»  de  dividir  al  partido, 
intención  que  lleva  camino  de  for¬ 
mar  mayorías  en  el  próximo  con¬ 
greso  «para  poner  en  jaque  al  go¬ 
bierno».  Gomo  se  ve  es  la  vieja 
pugna  santista-lopista  que  revive 
por  temporadas,  en  opinión  de  El 
C olombiano.  Las  polémicas  no  han 
tenido  fin,  pero  de  todas  maneras  el 
liberalismo  aspira  reunir  la  mayor 
cantidad  de  votos  en  las  elecciones. 

Política  conservadora 

Igualmente  el  directorio  nacio¬ 
nal  conservador  inició  la  organiza¬ 
ción  para  el  debate  electoral,  ter¬ 
minadas  las  sesiones  del  congreso 
extraordinario.  Tampoco  fueron 


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(112) 


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modelo  de  pulcritud  las  convencio¬ 
nes.  La  de  Gundinamarca  (S.  III- 
7)  acogió  como  candidatos  a  la 
asamblea  a  miembros  de  su  seno, 
es  decir,  a  delegados  a  la  propia 
convención.  El  directorio  nacional 
considerando  «contrario  a  la  cos¬ 
tumbre  conservadora  y  a  la  ética 
política»  este  proceder,  anuló  la 
plancha  escogida,  y  eligió  otra  por 
su  cuenta.  En  cuanto  a  puntos  doc¬ 
trinarios,  el  directorio  lanzó  un  ma¬ 
nifiesto  para  invitar  a  las  urnas  to¬ 
da  vez  que  «solamente  por  los  ca¬ 
minos  del  sufragio  puede  nuestro 
partido,  que  es  eminentemente  civil 
y  constitucional,  buscar  la  prepon¬ 
derancia  de  sus  ideales  democrᬠ
ticos.  .  .»  etc.  Principalmente  el  di¬ 
rectorio  conservador  hace  una  ex¬ 
tensa  exposición  de  motivos  por 
los  cuales  el  gobierno  está  equivo-, 
•  cado  en  su  política  social  y,  ade¬ 
más,  traza  la  que  el  conservatismo 
propugna  como  la  mejor  para  el 
progreso  de  las  clases  trabajado¬ 
ras  y  para  la  represión  del  comu¬ 
nismo.  En  la  parte  social  de  esta 
crónica  se  hace  una  síntesis  del  pen¬ 
samiento  del  conservatismo  en  ma¬ 
terias  sociales,  tal  como  la  que  rea¬ 
lizamos  en  entregas  anteriores  so¬ 
bre  el  plan  social  del  gobierno.  La 
totalidad  de  las  listas  acordadas 
por  el  conservatismo  se  ajustaron  a 
las  medidas  del  directorio  nacio¬ 
nal,  excepción  hecha  de  las  de  Gun¬ 
dinamarca  y  Tolima;  en  el  primero 
de  estos  departamentos  se  presen¬ 
taron  dos  disidencias.  En  el  Tolima 
hubo  dos  planchas:  la  directorista 
y  la  encabezada  por  el  doctor  Au¬ 
gusto  Ramírez  Moreno,  destacado 
político  conservador,  quien  según 
declaraciones  enfáticas  trabará  de¬ 
cidida  lucha  contra  el  comunismo. 
La  política  de  los  dos  partidos  tuvo 
una  fuerte  baja  en  interés  infor¬ 
mativo,  a  causa  del  descubrimien¬ 
to  de  un  nuevo  y  frustrado  com¬ 
plot  subversivo. 


La  conspiración 

El  10  de  marzo,  en  las  horas  de 
la  noche,  el  gobierno  emitió  un  co¬ 
municado  oficial  relacionado  con 
el  descubrimiento  de  un  nuevo  com¬ 
plot  subversivo.  De  tiempo  atrás, 
según  el  gobierno,  se  sospechaba  la 
conjura  urdida  «por  algunos  mili¬ 
tares  retirados  y  por  personas  civi¬ 
les,  que  confiaban  en  la  coopera¬ 
ción  de  una  que  otra  unidad  del 
ejército».  También  el  gobierno  sos¬ 
pechaba  que  en  la  Basílica  primada 
había  depósitos  de  armas.  El  go¬ 
bierno  invitó  a  «un  alto  jerarca  de 
la  Iglesia»  a  practicar  una  búsque¬ 
da  en  la  catedral  «con  el  resultado 
de  encontrar  a  un  lado  del  órgano 
de  la  catedral,  varios  centenares 
de  bombas  explosivas  y  de  mano». 
Se  inició  la  investigación.  Fueron 
detenidos,  en  un  principio,  el  R.  H. 
Gilberto  Antonio,  de  las  escuelas 
cristianas,  el  estudiante  Hernando 
Figueroa,  el  presbítero  doctor  Ju¬ 
lio  E.  Duarte,  el  doctor  Lucio  Pa- 
bón  Núñez,  el  médico  homeópata 
José  I.  Bernal,  el  coronel  Manuel 
Agudelo,  el  coronel  César  T.  Re¬ 
yes,  el  teniente  coronel  Alberto 
García  Bonilla,  el  teniente  Fran¬ 
cisco  Palacio.  Sobre  los  primeros 
caía  la  responsabilidad  de  haber 
introducido  las  bombas  a  la  cate¬ 
dral  y  la  fabricación  de  las  mismas. 
Sobre  los  militares,  la  de  estar  en 
conexión  con  miembros  del  ejér¬ 
cito  en  servicio  activo,  para  asegu¬ 
rar  el  golpe  subversivo.  El  primer 
día  ascendió  a  cuarenta  aproxima¬ 
damente,  el  número  de  detenidos. 
El  Excmo.  Sr.  Arzobispo  de  Bo¬ 
gotá  hizo  la  siguiente  declaración: 

Dolorosamente  sorprendidos  y  amargados 
por  el  hecho  delictuoso  y  sacrilego  de  que 
se  hubiesen  depositado  en  el  coro  de  la  Ba¬ 
sílica  Primada,  sobre  la  capilla  en  que  se 
reserva  el  Santísimo  Sacramento,  varios 
centenares  de  bombas  explosivas,  hecho  ple¬ 
namente  comprobado  de  vista  por  altos  fun¬ 
cionarios  eclesiásticos  y  civiles,  y  por  un 
numeroso  grupo  de  testigos,  condenamos  y 
reprobamos  la  violación  del  lugar  sagrado 


(114) 


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y  los  fines  criminales,  cualesquiera  que  ha¬ 
yan  sido,  que  movieron  a  los  autores  dél 
execrable  acto. 

Como  lo  hemos  hecho  en  anteriores  oca¬ 
siones,  reiteramos  ahora,  conforme  a  la 
doctrina  de  la  Iglesia,  la  reprobación  de 
todo  movimiento  subversivo  contra  las  auto¬ 
ridades  constituidas,  o  de  cualquier  atenta¬ 
torio  contra  el  orden  público. 

Nos  reservamos  el  imponer  las  sanciones 
canónicas  convenientes  a  quienes  se  comprue¬ 
be  hayan  sido  responsables  del  acto  criminal 

Invitamos  al  clero  y  a  los  fieles  de  nues¬ 
tra  arquidiócesis  a  ofrecer  homenaje  de  re¬ 
paración  a  su  Divina  Majestad  por  el  sacri¬ 
legio  cometido  y  por  el  escándalo  que  con 
él  se  ha  ocasionado,  y  a  darle  gracias  por 
el  beneficio  de  habernos  librado  del  grave 
peligro  que  nos  amenazaba. 

Arquidiócesis  de  Bogotá  —  Gobierno  ecle¬ 
siástico  —  Bogotá,  marzo  11  de  1945. 

ISMAEL,  Arzobispo  de  Bogotá. 

Carlos  Bermudez  Ortega,  Canciller. 

La  prensa  condenó  el  intento  sub¬ 
versivo.  La  dirección  nacional  li¬ 
beral  emitió  su  manifiesto  con  la 
protesta  de  apoyo  irrestricto  al  go¬ 
bierno.  El  doctor  Gabriel  Turbay, 
que  proyectaba  un  viaje  a  la  costa 
(T.  III-ll)  hubo  de  aplazarlo  por 
«la  gravedad»  del  caso.  Al  día  si¬ 
guiente  fueron  capturados  los  pres¬ 
bíteros  doctores  Alvaro  Sánchez  y 
Daniel  Jordán,  eminentes  figuras 
de  nuestro  clero,  captura  que  se 
efectuó  «violando  el  concordato» 
en  concepto  de  los  diarios  conser¬ 
vadores.  El  Siglo  (III-13)  informó 
que  la  prisión  del  doctor  Jordán  se 
había  realizado  «contra  la  expresa 
negativa  del  obispo  Afanador  y 
Cadena».  El  ambiente  era  tenso, 
cuando  cuarenta  y  ocho  horas  des¬ 
pués,  y  pasada  la  respectiva  inda¬ 
gatoria,  fueron  puestos  en  libertad 
incondicional,  los  doctores  Alvaro 
Sánchez,  Daniel  Jordán  y  Julio  E. 
Duarte,  por  no  existir  motivo  al¬ 
guno  que  los  complicara  en  la  cons¬ 
piración.  «La  detención  fue  un 
error  sí.  Un  lamentable  y  peligro¬ 
so  error  que  habría  sido  muy  fácil 
de  evitar  con  un  poco  de  seriedad 
en  la  investigación,  sin  darles  plena 
fe  a  los  chismes  de  detectives  de 


menor  cuantía»,  en  concepto  de  Ca- 
libán  (T.  III-15).  Pero  El  Liberal , 
en  su  primer  comentario  sobre  el 
suceso,  deslizó  la  sugerencia  de  una 
posible  intervención  eclesiástica  en 
el  complot,  junto  con  una  defensa 
del  comunismo  (L.  III-ll).  Igual¬ 
mente  disparó  contra  un  grupo  li¬ 
beral  que  no  ha  acompañado  al  go¬ 
bierno  en  algunas  de  sus  últimas 
medidas.  Esa  «página  infortunada» 
— dice  El  Tiempo —  causó  «profun¬ 
do  desconcierto  en  el  liberalismo» 
por  no  estar  ajustada  a  las  «ideas 
que  ha  venido  exponiendo  la  direc¬ 
ción  nacional»;  ella  «sería  explica¬ 
ble  en  un  órgano  comunista» ;  ade¬ 
más  «hay  en  esa  desgraciada  página, 
que  no  debió  ser  escrita,  tal  can¬ 
tidad  de  insidias  y  de  veladas  sus¬ 
picacias,  que  no  es  posible  entender 
cómo  pudieron  estamparse  en  un 
diario  que  tiene  para  con  el  par¬ 
tido  responsabilidades  serias...» 
etc.  El  Liberal  insistió  en  sus  pun¬ 
tos  de  vista,  y  El  Tiempo  insistió 
de  nuevo  en  condenarlos.  Con  la 
libertad  incondicional  de  los  men¬ 
cionados  miembros  del  clero,  vol¬ 
vió  la  tranquilidad  y  se  pudo  ade¬ 
lantar  la  investigación  con  más  cal¬ 
ma,  aun  cuando  la  prensa,  exageró 
las  proyecciones  del  complot.  Len¬ 
tamente  fueron  puestos,  asimismo, 
en  libertad  incondicional,  los  mili¬ 
tares  señalados  como  promotores 
del  plan;  las  sospechas  fueron  con-* 
cretándose  al  Hermano  de  las  es¬ 
cuelas  cristianas,  al  estudiante,  y 
al  presunto  fabricador  de  las  bom¬ 
bas,  quien  huyó  hábilmente,  por  un 
descuido  detectivesco.  La  conspira¬ 
ción  parece  circunscrita  al  hecho 
de  la  conducción  de  las  bombas  al 
coro,  asunto  que  no  ha  sido  po¬ 
sible  aclarar.  Cuanto  a  la  tentati¬ 
va  de  sedición  militar,  la  circuns¬ 
tancia  de  haber  quedado  en  libertad 
incondicional  los  supuestos  respon¬ 
sables,  desplaza  toda  probabilidad 
de  que  en  realidad  existiera,  según 
El  Siglo  y  El  Colombiano  (C.  III- 


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19).  Igualmente,  ha  corrido  la  ver¬ 
sión,  publicada  por  varios  periódi¬ 
cos  conservadores,  de  que  en  el  in¬ 
tento  de  conspiración  hubo  una  que 
otra  mano  comunista.  La  versión 
estaba  fundada  en  que  la  casa  del 
señor  Gilberto  Vieira,  jefe  del  co¬ 
munismo  (S.  III-ll)  fue  requisada 
por  las  autoridades.  Asimismo  se 
ha  destacado  en  la  prensa  (G.  III 
-14),  el  hecho  de  que  el  jefe  de  los 
trabajos  adelantados  en  la  basílica 
primada  es  un  exilado  español,  per¬ 


teneciente  al  comunismo  y  cuyo 
viaje  intempestivo,  según  el  diario 
citado,  debe  ser  motivo  de  sospe¬ 
cha.  La  conspiración  (G.  III-16) 
— llamada  hoy  «la  conspiración  del 
órgano» —  no  alteró  en  esta  vez  la 
normalidad  constitucional  del  país* 
la  prensa  continuó  sus  funciones 
como  de  costumbre,  aunque  se  re¬ 
gistraron  casos  aislados  de  censu¬ 
ra  telegráfica.  En  resumen,  el  con¬ 
junto  de  la  conspiración  es  comple¬ 
tamente  nebuloso. 


II  -  Social 


Doctrina  social  conservadora 

En  el  manifiesto  que  el  directo¬ 
rio  nacional  conservador  dirigió  a 
sus  copartidarios  con  motivo  del 
debate  electoral,  están  contenidos 
los  puntos  de  vista  que  en  materia 
social,  propone  el  conservatismo. 
Gomo  en  esta  sección  se  ha  incluido 
el  plan  social  del  gobierno,  hoy  en 
práctica,  no  estará  demás  consig¬ 
nar  las  doctrinas  del  bando  opuesto, 
a  título  de  información.  Esos  pun¬ 
tos  de  vista  son:  el  conservatismo 
defiende  la  propiedad  privada,  pero 
«no  justifica  su  acrecimiento  inde¬ 
finido»;  rechaza  la  política  de  ex¬ 
propiación  sin  indemnización  pre¬ 
via;  condena  la  entronización  del 
sindicato  único,  fin  a  donde  tiende 
el  artículo  39  del  plan  del  gobierno, 
por  ser  una  disposición  típicamen¬ 
te  marxista ;  el  conservatismo  no 
se  opone  a  la  sindicalización,  sino, 
por  el  contrario,  la  fomenta  cuando 
ella  no  persigue  fines  políticos;  de¬ 
fiende  el  fuero  sindical,  pero  hacer 
«extensivas  las  inmunidades  inhe¬ 
rentes  al  fuero»  para  los  futuros  sin- 
dicalizados  de  una  empresa  es  «ex¬ 
tremadamente  peligroso» ;  el  alza 
de  salarios  para  el  conservatismo, 
es  tan  solo  una  forma  de  solucionar 
la  crisis  económica  y  no  es  sino  un 


«espejismo»  mientras  no  vaya 
acompañada  de  medidas  que  esta¬ 
bilicen  el  precio  de  las  subsisten¬ 
cias»  ;  recuerda  el  directorio  que 
el  establecimiento  del  descanso  do¬ 
minical  y  el  descanso  compensato¬ 
rio,  fue  obra  de  la  ley  57  de  1926, 
dictada  bajo  el  mando  conserva¬ 
dor;  al  mismo  tiempo  extiende  el 
recuerdo  a  las  prestaciones  e  in¬ 
demnizaciones  patronales,  a  la 
creación  de  la  oficina  del  trabajo, 
instituciones  estas  que  habían  sido 
propuestas  y,  en  cierto  modo  pues¬ 
tas  en  práctica,  por  los  últimos  go¬ 
biernos  conservadores;  el  conser¬ 
vatismo  no  acepta  que  en  cuestiones 
de  cesantía,  se  coloque  en  un  mis¬ 
mo  pie  de  igualdad  al  obrero  inta¬ 
chable  y  al  «malévolo  y  delincuen¬ 
te»;  estima  imprudente,  por  aho¬ 
ra,  hacer  pesar  todo  el  gravamen 
de  las  prestaciones  sociales  en  un 
mismo  nivel,  sobre  las  grandes  y 
pequeñas  industrias,  por  que  lo  in¬ 
cipiente  de  su  economía  privada 
perjudicaría  a  la  pequeña  indus¬ 
tria;  el  conservatismo  «reclama  pa¬ 
ra  sí»  el  amparo  social  que  se  ha 
dado  a  los  empleados  públicos,  tan¬ 
to  por  haberlo  propuesto  en  tiem¬ 
pos  de  regímenes  conservadores, 
como  por  haberlo  defendido  en  las 


(118) 


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legislaturas  que  acaban  de  ocurrir; 
en  materia  de  huelgas,  el  conser- 
vatismo  opina  que  este  recurso  del 
trabajador  debe  sostenerse,  pero 
con  el  carácter  de  ultima  vatio  has¬ 
ta  agotar  los  medios  jurídicos  pa¬ 
ra  solucionar  los  conflictos  socia¬ 
les  ;  finalmente,  el  directorio  nacio¬ 


nal  aspira  a  que  esta  declaración, 
demuestre  que  el  conservatismo  tie¬ 
ne  programas  definidos  en  mate¬ 
rias  sociales,  contra  el  creer  de 
«muchas  gentes»  ignorantes  de  las 
doctrinas  sociales  de  esta  colecti¬ 
vidad,  en  concepto  del  mismo  di¬ 
rectorio. 


Vida  católica 


Vicario  de  la  Guajira 

Para  reemplazar  al  excelentísi¬ 
mo  señor  Fray  Bienvenido  Alcaide 
y  Bueso,  fue  designado  por  la  San¬ 
ta  Sede,  el  reverendo  Padre  Vicen¬ 
te  Roig  Villalba,  perteneciente  a 
la  Orden  Capuchina:  Fray  Vicente 
Roig  Villalba  portará  el  título  de 
Obispo  de  Aral.  Su  consagración 
se  efectuó  el  11  de  marzo,  en  la 
basílica  primada,  con  asistencia  del 
señor  Nuncio  de  Su  Santidad,  y 
de  nuestros  jerarcas  eclesiásticos. 

Asamblea  misional  en  Bogotá 

Para  los  días  11,  12  y  13  de  ab^il, 
el  excelentísimo  señor  Miguel  An¬ 
gel  Builes,  obispo  de  Santa  Rosa  de 
Osos,  y  presidente  de  la  unión  mi¬ 
sional  del  clero,  convocó  a  los 
miembros  de  esa  entidad  para  una 
reunión  en  que  serán  tratados  te¬ 
mas  relativos  al  desarrollo  y 
progreso  de  las  misiones.  Han  si¬ 
do  invitados  a  esta  conferencia 
el  excelentísimo  señor  Nuncio,  el 
excelentísimo  señor  Arzobispo  Pri¬ 
mado  y  los  obispos  de  San  Gil,  Pam¬ 
plona,  Ibagué,  Tunja,  los  obispos 
auxiliares  de  Bogotá  y  San  Gil,  los 
vicarios  apostólicos  de  Villavicen- 
cio  y  Casanare,  los  prefectos  apos¬ 
tólicos  de  Arauca  y  el  Magdalena, 
así  como  también  los  directores  dio¬ 
cesanos,  los  dirigentes  de  la  pro¬ 
pagación  de  la  fe,  los  profesores 
y  alumnos  de  las  facultades  ecle¬ 
siásticas  de  la  Pontificia  Universi¬ 
dad  Católica  Javeriana,  y,  final¬ 


mente,  a  sus  superiores  y  dos  estu¬ 
diantes  de  los  seminarios  de  Bo¬ 
gotá,  Tunja,  San  Gil,  Ibagué  y  Pam¬ 
plona. 

Escuela  industrial  salesiana 

Los  padres  salesianos  no  dan 
punto  de  reposo  en  llevar  hasta  el 
obrero  los  medios  para  su  mejor 
defensa  en  la  lucha  por  la  vida.  El 
R.  P.  Bertola,  superior  de  los  sale¬ 
sianos  en  Colombia,  Venezuela  y 
Ecuador,  ha  hecho  un  llamamien¬ 
to  a  todos  los  colombianos,  inclusi¬ 
ve  a  las  autoridades  eclesiásticas 
y  civiles,  para  fundar  una  escuela 
industrial  de  altas  proporciones  que 
facilite  a  los  obreros  el  aprendiza¬ 
je  enteramente  gratuito  de  obras 
manuales  en  forma  técnica.  Los  sa¬ 
lesianos  han  fundado  establecimien¬ 
tos  de  esta  clase  en  Cali,  Cartage¬ 
na,  Medellín  e  Ibagué,  con  los  mis¬ 
mos  fines.  Aspiran  con  este  pro¬ 
yecto  los  salesianos,  a  crear  una 
institución  de  enseñanza  industrial, 
equipada  con  los  materiales  más 
modernos  y  con  un  personal  docen¬ 
te  plenamente  capacitado  en  la  di¬ 
rección  de  la  escuela.  El  excelentí¬ 
simo  señor  Arzobispo  dio  su  apro¬ 
bación  para  esta  espléndida  inicia¬ 
tiva  de  los  padres  salesianos. 

Los  73  años  del  Primado 

El  22  de  febrero  cumplió  73  años 
de  vida  el  excelentísimo  señor  Ar¬ 
zobispo  de  Bogotá,  Primado  de  Co¬ 
lombia,  Ismael  Perdomo.  Con  tal 


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motivo,  el  señor  Arzobispo  reci¬ 
bió  un  cálido  homenaje  de  parte  de 
la  ciudadanía.  Sectores  de  la  pren¬ 
sa  y  de  la  sociedad  adhirieron  a  la 
celebración  de  esta  fecha  onomás¬ 
tica  de  nuestro  primado. 

Los  donativos  de  café 

A  cuatro  mil  cincuenta  kilos  de 
café  asciende  hasta  la  fecha,  el  do¬ 
nativo  para  auxiliar  las  víctimas  de 
guerra,  que  por  iniciativa  del  Arzo¬ 
bispo  de  Bogotá,  fue  colectado  en¬ 
tre  diferentes  empresas  cafeteras 
del  país.  Ha  colaborado  especial¬ 
mente  en  el  éxito  de  la  colecta,  la 
Federación  Nacional  de  Cafeteros. 

///  - 

Universidad 

Un  delicado  conflicto  se  presen¬ 
tó  en  la  Universidad  Nacional,  a 
causa  de  la  renuncia  presentada, 
en  masa,  por  los  médicos  del  ins¬ 
tituto  nacional  de  radium.  La  re¬ 
nuncia  fue  causada  por  el  cambio 
de  algunos  estatutos  elaborados  en 
la  decanaturía  de  la  facultad  na¬ 
cional  de  medicina  (S.  III-3).  Ese 
cambio  fue  calificado  por  los  dimi- 
tentes  de  perjudicial  para  las  la¬ 
bores  del  instituto.  El  rector  de  la 
Universidad,  doctor  Gerardo  Mo¬ 
lina,  conocido  político  socialista, 
aceptó  las  renuncias  presentadas  y 
nombró  nuevos  médicos  para  el 
instituto.  La  prensa,  especialmente 
los  diarios  El  Tiempo  y  El  Siglo , 
combatió  severamente  la  actitud  del 
rector,  por  considerarla  apresura¬ 
da  toda  vez  que  los  médicos  dimi- 
tentes  son  considerados  como  irre¬ 
emplazables.  «No  podemos  ocultar 
la  inquietud  que  nos  causa  la  ma¬ 
nera  como  la  Universidad  quiere 
solucionar  estos  problemas»,  dice 
El  Tiempo  (III-7).  Dicho  diario, 
censura  el  acre  sabor  polémico  que 
ha  tomado  el  problema,  y  al  respec¬ 
to  hace  varias  consideraciones;  pe- 


Se  calcula  que  en  la  próxima  cose¬ 
cha  el  donativo  ascenderá  a  mil 
sacos  de  grano  los  que  serán  des¬ 
pachados  a  Roma  inmediatamente. 

Defunciones 

En  la  ciudad  falleció  el  doctor 
Alfonso  Villegas  Restrepo.  El  doc¬ 
tor  Villegas  fue  fundador  de  los 
diarios  El  Tiempo  y  La  República , 
este  último  muy  recordado  por  la 
generación  que  ha  llegado  al  poder 
como  que  en  él  hizo  sus  primeras 
armas.  El  doctor  Villegas  se  distin¬ 
guió  por  su  brillante  estilo  de  po¬ 
lemista.  Falleció  cristianamente  y 
con  todos  los  auxilios  espirituales. 

Cultural 

ro  prescindiendo  de  ellas  el  edito- 
rialista  condensa  su  «inquietud»  en 
estos  términos: 

En  todo  esto  hay,  en  nuestro  sentir,  una 
equivocada  y  lamentable  orientación  univer¬ 
sitaria  que  urge  corregir  cuanto  antes.  Los 
motivos  personalistas  o  políticos  que  expli¬ 
quen  determinadas  actitudes  diametralmen¬ 
te  opuestas  a  las  conveniencias  de  los  es¬ 
tudiantes  y  al  progreso  científico  del  país. 
El  desconocimiento  de  méritos  adquiridos 
es  el  peor  de  los  caminos  que  pudiera  se¬ 
guirse,  y  todo  ello  conduce  a  la  creación 
de  un  ambiente  perjudicial  para  el  progreso 
y  desarrollo  de  la  Universidad  de  Colombia 
y  para  el  fortalecimiento  de  nuestra  inci¬ 
piente  cultura  científica. 

El  motivo  político  sugerido  por 
el  editorialista  se  refiere,  a  juzgar 
por  las  informaciones  de  El  Tiem¬ 
po ,  a  que  en  la  Universidad  se  han 
nombrado  profesores  con  tenden¬ 
cias  social-demócratas,  vale  decir, 
comunistas  (T.  III-7)  aun  ponien¬ 
do  de  lado  profesores  de  reconoci¬ 
da  competencia.  La  información 
aduce  ejemplos  ocurridos  en  las  fa¬ 
cultades  de  ingeniería,  arquitectura, 
derecho  y  hasta  en  la  sección  de¬ 
portiva  de  la  Universidad  donde 
fue  nombrado  un  comunista  espa¬ 
ñol  en  el  cargo  de  director.  El  pro¬ 
blema  del  instituto  nacional  de  ra¬ 
dium  no  volvió  a  tocarse,  posterior- 


(122) 


Nloller  &  Roto,  Ltda. 

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gue,  Río  de  Janeiro. 


LA  EDITORIAL  “PAX” 

ha  editado  el  importante  libro 

La  Iglesia  Católica, 

In mease  Milagro 

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POR  EL  CONOCIDO  POLIGRAFO 

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EDUARDO  OSPINA,  S.  J. 

Obra  científica  y  de  divulgación  al  mismo  tiempo, 
contribución  que  enaltece  la  cultura  católica. 


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mente  a  las  declaraciones  hechas 
por  el  nuevo  director  en  las  cuales 
advirtió  que  el  instituto  continua* 
ría  su  marcha  normalmente.  Lenta¬ 
mente  iba  extendiéndose  el  conflic¬ 
to,  pero  su  actualidad  fue  disminu¬ 
yendo  al  descubrirse  el  presunto 


intento  subversivo,  que  vino  a  des¬ 
plazar  a  otros  planos  este  y  otros 
temas  de  discusión.  En  concreto^,  ha 
quedado  la  dimisión  de  los  médicos 
del  instituto  nacional  de  radium, 
la  aceptación  de  la  misma,  y  el  nom¬ 
bramiento  de  reemplazos. 


¡V  -  Económica  ■ 


Descongelación ,  Comercio, 

Industrias,  etc. 

El  presidente  López  realizó  hace 
poco  tiempo  un  viaje  al  departa¬ 
mento  de  Antioquia,  uno  de  los 
centros  comerciales  más  importan¬ 
tes  del  país.  A  ese  viaje  se  le  dio 
especial  importancia  económica, 
porque  el  presidente  y  los  minis¬ 
tros  de  economía  y  trabajo,  se  en¬ 
trevistaron  con  los  industriales  an- 
tioqueños  e  hicieron  declaraciones 
de  trascendencia.  El  doctor  Sanz 
de  Santamaría  (D.  III-6)  hizo  una 
descarnada  exposición  sobre  el  es¬ 
tado  actual  económico  del  país.  No 
es  optimista  ese  análisis  del  minis¬ 
tro.  Sus  tesis  son  estas:  hay  una 
gran  deficiencia  entre  la  producción 
y  el  consumo  nacionales ;  el  sistema 
tributario  tiene  inexactitudes  que 
es  preciso  corregir,  o  de  lo  contra¬ 
rio  «el  país  se  precipita  a  una  crisis 
industrial  que  no  se  sabe  a  dónde 
lo  llevará»;  también  hay  deficien¬ 
cias  en  el  régimen  aduanero  donde 
se  abusa  de  las  exenciones ;  el 
gobierno  está  impedido  para  subir 
todavía  más  el  sueldo  de  sus  em¬ 
pleados,  pero  cree  solucionará  es¬ 
te  problema  con  un  empréstito  de 
cincuenta  millones ;  finalmente  hi¬ 
zo  el  elogio  del  instituto  nacional 
de  abastecimientos.  El  ministro 
Arriaga  Andrade  se  refirió-  a  las 
excelencias  del  plan  social,  sin 
emitir  concepto  nuevo  al  respecto. 


El  presidente  López,  exaltó  el  re¬ 
greso  a  la  normalidad  después  del 
10  de  julio,  exaltó  igualmente  el 
plan  social,  y  anuncio  la  desconge¬ 
lación  de  fondos  en  esta  forma: 
cincuenta  por  ciento  de  ios  fondos 
congelados  será  devuelto  a  las  per¬ 
sonas  que  estén  bajo  este  régimen, 
para  que  atiendan  al  pago  de  los 
impuestos  nacionales  y  de  importa¬ 
ción  ;  el  resto  será  devuelto  en  paga¬ 
rés  de  forzosa  suscrición  que  el  go¬ 
bierno  amortizará  al  cabo  de  tres 
años.  El  presidente  advirtió  (P. 
III-6)  que  la  descongelación  total 
de  fondos  no  es  posible  inmediata¬ 
mente,  hasta  tanto  no  exista  una  fir¬ 
me  estabilidad  económica,  depen¬ 
diente,  asimismo  de  los  sucesos  in¬ 
ternacionales.  En  las  conversacio¬ 
nes  habidas  entre  el  presidente,  sus 
ministros  y  los  industriales  de  Me- 
dellín,  encabezados  por  los  docto¬ 
res  Gonzalo  y  Cipriano  Restrepo 
Jaramillo,  se  trataron  problemas  de 
trascendencia  económica,  como  los 
relativos  a  la  tributación,  minería, 
café,  prestaciones  sociales  etc.,  con¬ 
versaciones  sobre  las  cuales  han 
quedado  satisfechas  las  partes.  Ac¬ 
cidentalmente,  el  presidente  López 
tocó  el  tema  de  la  colaboración  con¬ 
servadora  en  el  gobierno,  la  que 
volvió  a  ofrecer  «libre  de  prejui¬ 
cios»  (L.  III-6).  Sobre  dicho  tema 
el  conservatismo  se  abstuvo  de  ha¬ 
cer  comentarios. 


No  habrá  digestión  penosa,  tomando  DIGESTIVOSA  (J.  Gr.  B.) 


\ 


(124) 


Empréstito 

El  gobierno  nacional,  después  de 
un  detenido  estudio,  e  investido  por 
facultades  extraordinarias,  expi¬ 
dió  un  decreto  por  medio  del  cual 
se  autoriza  un  empréstito  interno 
de  diez  millones  de  pesos,  con  fi¬ 
nes  de  «defensa  nacional»  (T.  III- 
1).  El  contrato  para  realizar  el  em¬ 
préstito  fue  celebrado  con  el  Ban¬ 
co  de  la  República.  En  la  defensa 
nacional,  entran  las  sumas  destina¬ 
das  a  vías  de  comunicación.  El  mi-' 
nistro  de  obras  públicas,  de  acuer¬ 
do  con  el  de  guerra,  estima  en 
$  4.600.000  la  suma  que  debe  apor¬ 
tarse  para  el  adelanto  de  las  carre¬ 
teras.  Para  equipos  militares  se  de¬ 
dicará  la  suma  restante  del  em¬ 
préstito,  o  sean  $  5.400.000. 

Labores  del  /.  N.  A. 

El  ministro  Sanz  de  Santamaría, 
en  la  conferencia  que  dio  a  los  in¬ 
dustriales  de  Medellín,  explicó  el 
alcance  y  el  objeto  del  instituto  na¬ 
cional  de  abastecimientos  de  crea¬ 
ción  reciente.  El  ina,  dijo  el  minis¬ 
tro,  «no  es  un  leviatán  que  intenta 
la  destrucción  de  la  iniciativa  par¬ 
ticular».  Se  trata,  agrega  el  minis¬ 
tro,  de  un  propósito  del  gobierno 
tendiente  a  invertir  en  forma  téc¬ 
nica  varias  sumas  de  dinero  en  per¬ 
secución  de  un  mayor  progreso  eco¬ 
nómico,  de  la  «tecnificación»  de  la 
agricultura,  y  de  una  lógica  distri¬ 
butiva  en  los  productos.  Una  de 
las  primeras  entradas,  si  se  permi¬ 
te  la  expresión,  que  tendrá  el  ins¬ 
tituto,  será  la  de  cinco  millones  de 
kilos  de  trigo,  cuya  importación  se 
hará  en  breve  tiempo,  dentro  de  las 
normas  que  para  exportación  ri¬ 
gen  en  los  Estados  Unidos.  El  tri¬ 
go  será  uno  de  los  artículos  de 
primera  necesidad  que  fortalecerá 
las  reservas  del  instituto,  para  ase¬ 


gurar  la  efectividad  de  la  misión 
deseada  por  el  gobierno,  al  crearlo. 
Al  INA  se  habrá  de  incorporar  la 
federación  nacional  de  trigueros, 
entidad  hoy  casi  de  tanta  importan¬ 
cia,  como  la  de  cafeteros. 

Prosperan  miel  y  panela 

Una  nueva  alza  han  registrado  los 
mercados  de  panela  y  miel  en  la 
mayoría  de  las  plazas  del  país,  con 
especialidad  en  las  de  Cundinamar- 
ca,  después  de  haber  atravesado 
una  crisis  bastante  aguda  durante 
dos  años.  El  precio  de  la  panela,  ha 
subido  su  nivel,  lo  cual  vino  a  pro¬ 
vocar  en  cierto  modo  la  crisis  del 
azúcar.  La  carga  de  panela  se  co¬ 
tiza  hoy  a  $  27,00  contra  $  16,00, 
cotización  anterior ;  es  decir,  el 
aumento  es  de  $  11,00.  La  carga  de 
miel,  está  a  $  20,00,  contra  $  14,00, 
precio  anterior.  En  cuanto  al  azú¬ 
car  se  informa  que  viene  un  nuevo 
despacho  de  10.000  sacos.  Ultima¬ 
mente  no  se  ha  hecho  tan  escaso  es¬ 
te  artículo,  ni  su  precio  ha  sido  mo¬ 
tivo  de  especulación. 

Crédito  oñcial 

El  gobierno  está  en  vías  de  darle 
un  vuelco  a  la  organización  del 
crédito  oficial  (E.  11-26),  a  base  de 
centralizar  todas  las  prestaciones 
por  este  concepto,  en  el  Banco  Agrí¬ 
cola  Hipotecario  y  la  Caja  de  Cré¬ 
dito  Industrial  y  minero.  El  go¬ 
bierno  dictó  un  decreto,  considera¬ 
do  como  el  primer  paso  en  la  cen¬ 
tralización  del  crédito,  en  que  auto¬ 
riza  a  las  entidades  mencionadas 
para  fusionarse.  Es  decir,  la  Caja 
de  Crédito  administrará  bienes  del 
banco.  Esta  negociación  está  prác¬ 
ticamente  concluida.  La  política  so¬ 
bre  crédito  oficial  que  aspira  a  se¬ 
guir  el  gobierno,  es  la  de  amplia¬ 
ción  de  las  prestaciones.  El  capi- 


Si  es  propenso  a  los  catarros;  EL  PECTORAL  SAN  AMBROSIO. 

(Producto  J.  G.  B.). 


(125) 


tal  del  Banco  Agrícola,  se  calcula 
en  diez  millones  de  pesos ;  al  ingre¬ 
sar  esta  suma  a  las  arcas  de  la  Ca¬ 
ja  de  Crédito,  quedará  esta  con  un 
capital  de  cuarenta  millones,  capaz 
de  satisfacer  el  proyecto  de  un  cré¬ 
dito  en  grande  escala.  Para  que  la 
caja  pueda  funcionar  con  menos 
impedimentos,  se  le  suprimen  algu¬ 
nas  secciones,  como  la  del  departa¬ 
mento  de  provisión  agrícola  y  otras, 
que  pasarán  a  formar  parte  del  ins¬ 
tituto  nacional  de  abastecimientos. 
Uno  de  los  reclamos  más  justos  de 
los  agricultores  en  pequeño,  consis¬ 
te  en  la  falta  de  un  crédito  amplio 
y  de  facilidad  en  el  pago.  Parece 
que  el  plan  del  gobierno  tiende  a 
solucionar  estos  problemas  funda¬ 
mentales  de  la  agricultura. 

Plan  quinquenal 

Para  la  agricultura  se  estima  co¬ 
mo  de  extraordinario  porvenir,  la 
aprobación  que  el  congreso  dio  al 
proyecto  del  gobierno,  sobre  plan 
quinquenal.  Así,  al  menos,  opina  su 
autor,  doctor  Garlos  Sanz  de  San¬ 
tamaría,  ministro  de  economía.  El 
ministro,  ha  expuesto  al  país  los 
puntos  esenciales  del  plan,  y  que 
son  en  síntesis:  la  necesidad  del 
plan  descansa  en  una  misión  agrí¬ 
cola  de  largo  alcance,  que  no  esté 
interferida  por  el  cambio  de  los 
ministros,  ni  sujeta  a  diferentes  ini¬ 
ciativas  ;  esta  dolencia  nacional,  se 
ha  notado  principalmente  en  la 
agricultura;  el  plan  trazado,  con 
la  colaboración  de  los  agrónomos 
oficiales,  abarca  un  término  de  cin¬ 
co  años  que  contempla  la  investi¬ 
gación,  experimentación  y  fomento 
de  estos  productos :  trigo,  centeno, 
papa,  arroz,  caña,  tabaco,  algodón, 
ajonjolí,  maní,  coco,  cacao,  árbo¬ 
les  frutales,  y  algunos  otros;  sobre 
un  costo  de  producción  actual  sobre 


el  país,  para  todos  los  renglones 
agrícolas  de  $  624.836.605,00,  el  mi¬ 
nistro  y  sus  asesores  concluyen  que 
al  cabo  de  cinco  años  de  trabajo 
perseverante,  se  llegará  a  una  pro¬ 
ducción  o  valorización  equivalente 
a  $  1.068.243.318,00,  suma  que  re¬ 
presenta,  o  mejor,  que  demuestra 
la  capacidad  del  país  para  bastarse 
a  sí  mismo,  contando  además  con 
renglones  de  exportación.  En  mate¬ 
ria  presupuestal,  el  plan  contempla 
dos  aspectos:  el  primero  se  relacio¬ 
na  con  la  investigación  y  experi¬ 
mentación  agrícolas,  para  lo  cual 
se  ampliarán  los  servicios  del  ins¬ 
tituto  de  biología  y  las  secciones  co¬ 
rrespondientes  en  las  granjas  expe¬ 
rimentales;  creación  de  estas  don¬ 
dequiera  que  falten,  y  ampliación 
de  las  deficientes;  creación  de  la 
sección  de  suelos  y  la  de  ingeniería 
agrícola;  el  segundo  aspecto,  con¬ 
cierne  a  los  servicios  de  fomento  y 
extensión  agrícola,  cuya  aspiración 
es  la  de  impulsar  la  inversión  de 
capitales  en  la  agricultura,  pero 
conforme  a  un  criterio  técnico  y 
proteccional,  para  que  el  inversio¬ 
nista  no  pierda  su  dinero  por  falta 
de  orientación ;  las  secciones  de 
economía  rural  y  de  sanidad  vege¬ 
tal,  previstas  en  el  plan,  irán  a  coo¬ 
perar  con  los  agricultores  para  el 
fin  expuesto;  también  se  creará  un 
consejo  técnico  de  administración, 
como  cuerpo  asesor  y  consultivo 
de  la  dirección  nacional  de  agricul¬ 
tura,  cuerpo  que  estará  dividido  en 
zonas  para  atender  las  necesidades 
de  cada  región.  A  todos  los  hom¬ 
bres  de  empresa  en  el  país,  a  los 
agricultores,  a  los  trabajadores  y 
a  «los  hombres  de  buena  voluntad» 
hace  un  llamamiento  el  ministro 
de  la  economía  nacional  para  que 
apoyen  el  plan  quinquenal  del  go¬ 
bierno,  ya  en  marcha. 


Para  granos,  bubones,  furúnculos,  recuerde: 
JARABE  DE  GITALANDAY.  (Producto  J.  G.  B.). 


(126) 


•  *Y  ■  .  . 


Crónica  de  Venezuela 


Elección  presidencial 

El  problema  está  ya  planteándo¬ 
se  con  14  meses  de  antelación.  Los 
venezolanos  se  están  moviendo  en 
todas  direcciones  y  con  un  idén¬ 
tico  propósito  aparente:  destacar 
su  propio  candidato.  Unos  con  ma¬ 
yor  publicidad  y  visibilidad  que 
otros,  con  más  o  menos  eficacia 
en  los  métodos  de  acción,  se  aglu¬ 
tinan  elementos  en  torno  a  nom¬ 
bres  que  representan  una  realidad, 
un  ideal,  una  esperanza.  Se  bara¬ 
jan  candidatos,  se  sacan  a  relucir 
aptitudes  e  ineptitudes,  se  habla  de 
patriotismo,  bolivarianismo,  digni¬ 
dad,  preocupación  social,  democra¬ 
cia,  post-guerra. 

Los  hombres  honestos  desean 
que  la  marcha  de  la  república  con¬ 
tinúe  por  el  camino  de  una  recta 
interpretación  de  la  democracia,  sin 
desviaciones  y  sin  pusilanimidad  en 
su  aplicación.  Existe  una  tradición 
cívica  en  el  país  que  crea  derroteros 
y  marca,  por  ende,  el  mejor  cami¬ 
no.  Muerto  el  presidente  Gómez, 
López  Gontreras  inició  en  nuestra 
patria  una  ruta  que,  abierta  en  di¬ 
ciembre  del  35,  pareciera  haberse 
adelantando  a  los  acontecimientos 
actuales,  preñados  de  espectativa 
y  precursores  de  grandes  innova¬ 
ciones  para  el  mundo. 

Concretando  la  cuestión  de  la 
elección  presidencial,  la  opinión  pú¬ 
blica  destaca  a  varios  elementos  de 
grande  valía  y  significación  políti¬ 
cas.  Se  habla  del  Dr.  Diógenes  Es¬ 
calante,  embajador  de  Venezuela  en 
Estados  Unidos;  del  doctor  G.  Pa- 
rra-Pérez,  actual  canciller,  quien 
acaba  de  realizar  una  admirable  la¬ 
bor  de  armonización  continental 


por  Germán  Borregales 

en  la  conferencia  de  cancilleres  de 
Méjico;  del  doctor  Arturo  Uslar 
Pietri,  vigorosa  mentalidad  vene¬ 
zolana,  hombre  nuevo  y  brillante, 
secretario  del  presidente  Medina 
Angarita.  De  todos  los  candidatos, 
el  ex-presidente  López  Gontreras 
se  lleva  las  mayores  simpatías  y 
hoy  por  hoy  es  el  candidato  de  ma¬ 
yores  posibilidades,  pese  a  la  cam¬ 
paña  de  desprestigio  de  los  mar- 
xistas. 

Relaciones  con  la  Unión  Soviética 

El  gobierno  nacional  ha  estable¬ 
cido  relaciones  con  la  Unión  Sovié¬ 
tica.  Por  la  primera  vez  en  la  his¬ 
toria,  Venezuela  enviará  a  Moscú 
un  representante  y  Rusia  su  emi¬ 
sario  a  Caracas.  Se  planteará  un 
problema  más  al  país  con  la  pre¬ 
sencia,  en  nuestra  capital,  de  un 
agente  oficial  de  la  III  Internacio¬ 
nal  comunista.  50  o  más  secretarios, 
peritos  en  todas  las  materias,  lle¬ 
garán  a  nuestro  país.  Si  nos  atene¬ 
mos  a  la  historia,  hechos  de  innega¬ 
ble  veracidad,  la  nueva  legación  se¬ 
rá,  a  la  vez,  nueva  central  de  sub¬ 
versión  y  sabotaje.  No  han  hecho 
más  tales  representaciones  en  otra 
parte.  Están  en  su  lógica  función 
revolucionaria;  por  tanto,  ellos 
los  comunistas,  son  consecuentes. 
¿Ahora,  nosotros,  el  gobierno? 
¿Cómo  quedan  nuestras  leyes 
prohibitivas  terminantes  del  comu¬ 
nismo? 

Estudiada  la  cuestión  desde  el 
punto  de  vista  comercial,  nadie  sa¬ 
be  cuáles  serían  las  ventajas  de  ta¬ 
les  relaciones.  Ni  aun  los  comu¬ 
nistas  las  han  hecho  relucir.  Ni  el 


(127) 


gobierno  para  calmar,  un  poco  si¬ 
quiera,  el  revuelo  y  la  unánime  ac¬ 
titud  de  rechazo. 

15.000  hombres  comulgaron  el  martes 

santo 

Las  juventudes  católicas  venezo¬ 
lanas,  aguerrida  asociación  que  se 
viene  perfilando  en  nuestro  país 
como  la  mejor  fuerza  organizada 
entre  las  buenas,  está  trabajando 
por  la  gran  comunión  de  hombres 
que,  anualmente,  viene  teniendo  lu¬ 
gar  el  martes  santo  en  la  Plaza  Bo¬ 
lívar  de  Caracas.  Se  calcula  que  la 
comunión  del  martes  27  de  abril  al¬ 
cance  la  suma  de  15  mil  hombres, 
en  la  sola  Plaza  Bolívar.  Reina 
grande  animación,  se  ven  cartelo- 
nes  en  todas  partes,  los  cuadros  mi¬ 
litantes  de  la  JC  se  desplazan  día 
y  noche  por  todas  partes  y  en  el 
centro  de  la  ciudad  como  en  las 
más  humildes  barridas  populares, 
no  falta  el  cálido  llamamiento  al 
cumplimiento  pascual. 

15.000  hombres  probarán  el  mar¬ 
tes  santo  que  Venezuela,  a  pesar 
de  la  propaganda  impía  y  malsana 
de  los  traidores  de  la  patria,  sigue 
fiel  a  su  brillante  y  gloriosa  tradi¬ 
ción  hispana. 

Admirable  desarrollo  de  Caracas 

Nuestra  capital  se  trasforma  de 
manera  hermosa  y  formidable.  La 
posteridad  tendrá  que  rendir  al  es¬ 
fuerzo  gubernativo  concretado  en 
la  reurbanización  de  El  Silencio  el 
más  justiciero  encomio.  Fue  aquí 
el  punto  de  partida  del  embelleci¬ 
miento  y  modernización  de  la  capi¬ 
tal  de  Venezuela.  Habían  tenido  lu¬ 
gar  ciertos  ensayos  de  urbanismo, 
pero  su  propia  timidez  limitaba  sus 
proporciones  y  no  les  daba  pro¬ 
yecciones.  El  Silencio  es  la  mejor 
urbanización  de  América.  3.000 
apartamentos  se  construyen  a  todo 
vapor  que  están  haciendo  bella  y 
trocando  la  manera  de  vida  del 
hombre  de  clase  media,  sufrido 
trabajador  de  nuestro  conglomera¬ 


do.  Después  de  esta  obra,  se  reali¬ 
zan  innumerables  más.  Por  todas 
partes,  Caracas,  la  vieja  Caracas, 
da  la  impresión  de  una  ciudad  si¬ 
tiada  por  el  progreso,  que  la  de¬ 
rrumba  y  la  ataca  en  todas  sus  di¬ 
recciones.  Millones  de  bolívares  se 
invierten  en  edificios  de  10  y  12 
pisos.  Recientemente  el  gobierno 
distrital  decretó  la  construcción  de 
la  avenida  Bolívar,  que  atravesará 
la  ciudad  por  todo  su  corazón  de 
este  a  oeste;  le  siguen  en  los  cos¬ 
tados  de  la  capital  oirás  avenidas 
en  construcción,  la  Sucre  y  la  San 
Martín. 

El  metro  de  terreno  en  el  centro 
de  Caracas,  Plaza  Bolívar,  se  ven¬ 
de  al  precio  fabuloso  de  5  mil  bolí¬ 
vares.  Hay  quien  diga  que  aquí  la 
tierra  vale  más  que  en  la  5?  aveni¬ 
da  de  Nueva  York.  8  mil  habitacio¬ 
nes  se  han  construido  en  los  úl¬ 
timos  3  años. 

Congreso  a  las  puertas ,  sus  tareas 

El  19  de  abril  se  instalará  el  con¬ 
greso  nacional,  al  que  le  tocará  des¬ 
empeñar  una  excepcional  tarea  his¬ 
tórica.  Reformas  constitucionales, 
declaración  de  la  guerra  al  eje,  re¬ 
forma  agraria  etc.  Sobre  el  desarro¬ 
llo  de  su  funcionamiento,  nada  po¬ 
demos  apuntar.  Hablamos,  sí,  de 
su  tremenda  responsabilidad.  Si  la 
corte  federal  no  les  anula  la  elec¬ 
ción,  por  la  primera  vez  irán  este 
año  al  congreso  dos  o  tres  diputa¬ 
dos  comunistas,  electos  en  las  úl¬ 
timas  elecciones  del  19  de  enero 
próximo  pasado. 

Recordamos  que  estos  diputados 
en  función  serán  los  últimos  que 
van  al  congreso  por  elecciones  de 
segundo  grado,  esto  es,  por  votos  de 
concejales.  La  reforma  constitucio¬ 
nal,  que  recibirá  en  abril  la  tercera 
y  última  discusión,  establece  las 
votaciones  directas  en  el  país. 

De  modo  que  el  próximo  congre¬ 
so  será  electo  por  el  pueblo  direc¬ 
tamente. 


(128) 


En  cada  PIELROJA  se  encuentra  el  agra¬ 
do  completo  de  fumar  bien.  Este  cigarrillo,  fabrica¬ 
do  especialmente  para  agradar,  ofrece  todos  los 
días  el  delicioso  soborde  los  tabacos  maduros  más 
finos  de  Colombia.  Fumar  bien  contribuye  a  vivir 


mejor. 

IM I  I  ROJA 


Crónica  musical 


A  propósito  del  ballet  ruso 


Poderosamente  impulsados  por 
el  deseo  de  presenciar  el  espectácu¬ 
lo  constituido  por  el  Ballet  Ruso 
que  con  tan  adecuado  y  razonable 
éxito  ha  estado  actuando  en  esta  ca¬ 
pital,  en  la  noche  del  día  7  de  los 
corrientes  concurrimos  al  Teatro 
de  Colón,  en  donde  nos  tocó  en 
suerte  disfrutar  de  los  innegables 
atractivos  de  la  mencionada  enti¬ 
dad  artística  de  exaltación  del  rit¬ 
mo,  acerca  de  cuyo  alcance  y  tras- 
cendentalidad,  y  con  el  propósito 
de  contribuir  a  evitar  errores  de 
apreciación  por  parte  de  la  ciuda¬ 
danía,  haremos  a  continuación  al¬ 
gunas  consideraciones  precedidas 
de  una  breve  reseña  de  su  origen, 
como  también  respecto  de  los  mo¬ 
tivos  más  o  menos  fundados  para 
que  el  ballet,  en  la  época  presente, 
sea  equivocadamente  considerado 
por  muchos  como  la  más  elevada, 
satisfactoria  y  completa  de  las  ma¬ 
nifestaciones  artísticas. 

El  arte  destinado  a  indicar  o  pre¬ 
cisar  el  ritmo  por  medio,  del  gesto 
o  los  movimientos  del  cuerpo,  y 
que  en  Francia  recibe  el  nombre 
de  chironomie,  tuvo  su  origen  prin¬ 
cipalmente  entre  los  antiguos  grie¬ 
gos  a  quienes  se  les  ocurrió  que 
los  sucesivos  actos  de  levantar  el 
pie  y  bajarlo  nuevamente  al  andar, 
respectivamente  constituían  lo  que 
denominaron  arsis  y  tesis,  que  a  su 
vez  representaban  el  tiempo  dé¬ 
bil,  el  primero,  y  el  tiempo  fuerte 
la  segunda. 

Aplicada  al  canto  esta  fórmula, 
los  maestros  de  coro  determinaban 


por  R.  Mariño  Pinto 

el  movimiento  rítmico  por  medio 
de  una  elevación  y  descenso  de  la 
mano  derecha,  que  en  tal  operación 
solía  describir  una  especie  de  cur¬ 
va  precedida  de  uno  o  más  sonidos 
de  los  que  hoy  representan  lo  que 
se  llama  anacrusa.  De  modo  que 
según  esto  tenemos  que  existen  es¬ 
trechas  vinculaciones  entre  el  ritmo 
y  los  movimientos  materiales  hu¬ 
manos. 

Progresivamente  adelantado  el 
arte  a  través  de  los  siglos,  en  la 
época  moderna  hubo  de  quedar 
constituida  y  caracterizada  la  mú¬ 
sica  pura,  o  sea  la  música  instru¬ 
mental  desprovista  de  plasticidad, 
pero  que  dentro  del  ramo  sinfóni¬ 
co  es  la  que  evoca  visiones  convir¬ 
tiéndose  en  trascendental,  puesto 
que  por  sí  misma  y  en  aras  de  la 
perfección  de  los  instrumentos,  re¬ 
presenta  el  amor,  la  vida,  la  natu¬ 
raleza  y  todo  cuanto  es  capaz  de 
responder  a  las  aspiraciones  y  an¬ 
helos  de  los  compositores;  mas, 
comoquiera  que  es  propio  de  la 
humana  tendencia  el  no  darse  por 
satisfecha  sino  con  lo  real  y  mate¬ 
rialmente  tangible,  a  complacer  tal 
tendencia  muy  probablemente  es 
a  lo  que  obedece  el  que  en  la  época 
contemporánea,  y  tal  vez  un  poco 
antes,  a  algunas  mentalidades  inge¬ 
niosas  se  les  haya  ocurrido  valerse 
del  sorprendente  perfeccionamien¬ 
to  adquirido  en  la  técnica  del  bai¬ 
le,  con  el  objeto  exclusivo  de  dar 
mayor  realce  a  la  música  con  la  coo¬ 
peración  de  todo  un  cortejo  de  re- 


(130) 


cursos  con  que  hoy  cuenta  la  mí¬ 
mica. 

Llevado  a  la  práctica  el  espec¬ 
táculo  en  la  forma  indicada,  lo  na¬ 
tural  y  lógico  es  que  las  gentes  ma¬ 
nifiesten  un  delirante  entusiasmo 
ante  la  precisión  de  los  movimien¬ 
tos  ajustados  al  ritmo  de  las  respec¬ 
tivas  obras;  ante  los  contrastes  de 
luz  y  el  innegable  atractivo  de  la 
indumentaria  y  decorado,  a  veces 
muy  suntuosos. 

Con  referencia  a  esto  último  se 
nos  ocurre  pensar  que  hace  ya  va¬ 
rios  años,  no  muy  descarriadas  an¬ 
daban  algunas  distinguidas  damas 
bogotanas,  quienes,  como  doña 
Agustina  Tanco  de  Mancini,  solían 
manifestarse  partidarias  siquiera 
fuese  de  una  modesta  plasticidad 
cada  vez  que  con  laudables  fines  se 
les  ocurría  llevar  a  cabo  un  con¬ 
cierto  en  el  teatro  de  Colón ;  plasti¬ 
cidad  esa  que  casi  siempre  se  tradu¬ 
cía  en  la  intervención  de  cuadros 
simbólicos  con  el  auxilio  de  varie¬ 
dad  de  luces  de  diversos  colores,  y 
otras  ocurrencias  que  no  por  lo  es¬ 
pontáneas,  eran  menos  simpáticas. 

Mas,  con  relación  al  asunto,  aquí 
precisamente  se  presenta  lo  intere¬ 
sante  y  decisivo. 

Dadas  las  cualidades  altamente 
apreciables  del  espectáculo,  y  con¬ 
siderando  el  ballet  meramente  en 
abstracto  y  como  entidad  artística, 
ocurre  preguntar:  ¿es  el  ballet  la 
más  trascendental  y  encumbrada 
manifestación  del  arte  musical  en 
los  actuales  tiempos?  Rotundamen¬ 
te  no;  pero  es  necesario  demostrar 
el  por  qué. 

No  obstante  las  vinculaciones 
existentes  entre  el  ritmo  y  los  mo¬ 
vimientos  del  cuerpo,  y  a  pesar  de 
los  considerables  progresos  de  la 
mímica  dentro  de  la  ultramoderna 
danza,  el  ballet,  tal  como  hoy  se 
presenta  en  el  escenario  artístico 
mundial,  con  todo  su  cortejo  de 


virtuosismos  de  malabarismo  cor¬ 
poral,  no  representa  más  que  un 
mero  aditamento  o  agregado  inge¬ 
nioso,  al  que  en  manera  alguna  pue¬ 
de  ni  debe  estimarse  como  la  cima 
o  cumbre  de  la  música  trascenden¬ 
tal;  y  esto  es  tanto  más  verdadero, 
cuanto  más  se  considera  que  a  nin¬ 
gún  compositor,  al  producir,  por 
ejemplo,  una  sinfonía,  en  ningún 
momento  se  le  ocurre  tener  en 
cuenta  para  nada  el  que  su  obra 
pueda  ser  realzada  con  las  mate¬ 
riales  contorsiones  de  los  cuerpos, 
así  sean  ellos  los  de  las  más  bellas 
mujeres  de  este  mundo,  puesto  que 
para  eso  cuenta  con  todos  los  re¬ 
cursos  que  le  brinda  su  erudición, 
adecuada  y  oportunamente  auxi¬ 
liada  con  las  características  de  las 
diversas  familias  de  instrumentos 
de  orquesta. 

Guando  un  compositor  quiere 
cristalizar  de  manera  apropiada 
cualquier  concepción  dramática, 
en  lo  primero  que  piensa  es  en 
producir  una  ópera,  en  vez  de  acu¬ 
dir  a  la  muda  elocuencia  de  la  gim¬ 
nasia  rítmica,  que  cuando  más  le 
serviría  a  modo  de  cortina  de  hu¬ 
mo,  en  donde,  como  por  encanto, 
se  desvanecerían  las  espirituales 
emanaciones  de  su  música. 

En  la  partitura  de  una  de  las 
sinfonías  de  Beethoven,  y  al  mar¬ 
gen  del  comienzo  de  un  movimien¬ 
to  descriptivo,  el  autor  tuvo  a  bien 
consignar  para  los  primeros  violines 
la  insinuación  siguiente:  «Atién¬ 
dase  más  al  sentimiento  que  a  la  fi¬ 
gura»,  con  lo  cual  brevemente  está 
demostrado  lo  que  quería  expresar. 
Si  este  gran  genio  que  tan  alto  con¬ 
cepto  poseía  respecto  de  la  excel¬ 
situd  del  bien  entendido  amor  hu¬ 
mano,  hoy  existiera,  ni  por  un  ins¬ 
tante  se  le  ocurriría  encomendar 
a  una  bailarina  el  dar  realce  a 
una  de  las  arias  de  su  ópera  Fidelio , 
para  que  la  interpretase  valiéndose 
del  ángulo  agudo  formado  por  la 


(131) 


colocación  de  una  de  las  piernas 
a  la  altura  de  la  cabeza,  en  un 
compás  ternario,  en  vez  de  confiár¬ 
sela  a  una  gran  cantatriz  que  pu¬ 
diera  representar  a  Leonora.  Eso 
sería  grotesco. 

Decididamente,  cuantos  en  obe¬ 
decimiento  a  los  dictados  de  cier¬ 
to  espíritu  de  caprichosa  novedad, 
abrigan  la  esperanza  de  que  ante 
las  excelencias  del  ballet  llegue  a 
ser  eliminada  la  ópera,  andan  muy 
equivocados,  desde  luego  que  para 
ello  se  necesitaría  que  el  elemento 
dramático  dejara  de  formar  parte 
integrante  del  árbol  genealógico  de 
la  música. 

En  consecuencia  de  lo  expuesto, 
por  medio  de  las  presentes  líneas  en 
manera  alguna  hemos  pretendido 
desconocer  el  mérito  artístico  que 
caracteriza  al  Ballet  Ruso  que  aho¬ 
ra  actúa  en  la  ciudad,  con  innega¬ 
ble  y  merecido  éxito,  sino  sencilla¬ 
mente  impedir  que  por  personas 
cultas,  pero  no  suficientemente  en¬ 
teradas,  se  continúe  atribuyendo 
ai  ballet,  como  entidad  artística,  una 
importancia  y  trascendencia  que 
no  le  corresponden. 

Música  vocal 

Con  el  objeto  de  proveer  a  la  ca¬ 
pital  de  la  república  de  una  enti¬ 
dad  artística  operática  para  la  re¬ 
presentación  de  obras  lírico-dramᬠ
ticas,  en  esta  ciudad  se  han  realiza¬ 
do  ya  dos  laudables  intentos,  o  sean 
los  de  1932  y  1943  a  1944,  con  un 
éxito  artístico  proporcionado  a  la 
circunstancia  de  ser  casi  entera¬ 
mente  improvisado  el  respectivo 
elenco  cuyo  personal  carecía  de 
un  proceso  adecuado  para  su  for¬ 
mación,  aunque  en  su  mayor  par¬ 
te  revelaba  capacidades  excelentes. 

Indudablemente  la  suspensión  de 
representaciones,  en  una  y  otra 
ocasión,  ha  obedecido  a  la  carencia 
de  los  necesarios  recursos  para  su 
sostenimiento  permanente  por  par¬ 


te  del  Estado,  ya  que  en  tal  sentido 
y  por  diversas  razones,  muy  poco 
o  casi  nada  era  lo  que  podía  espe¬ 
rarse  del  público. 

El  constante  mantenimiento  de 
una  entidad  artística  en  tales  con¬ 
diciones,  y  nada  más  que  para  la 
representación  de  óperas  italianas 
del  siglo  xix,  desde  el  punto  de  vista 
trascendental  artístico  no  corres¬ 
pondería  al  esfuerzo  pecuniario 
que  realizara  el  Estado  en  caso  de 
resolverse  a  ello,  habida  considera¬ 
ción  de  que  el  exclusivo  predomi¬ 
nio  de  esa  música,  no  sería,  como 
no  es,  el  verdaderamente  apropia¬ 
do  para  la  difusión  de  la  positiva 
cultura  artística;  y  también  por¬ 
que  por  la  circunstancia  anotada, 
y  a  pesar  de  los  subsidios,  el  con¬ 
junto  operático  no  dejaría  de  tener 
el  carácter  de  empresa,  en  vez  del 
de  escuela,  que  es  el  que  debería 
corresponderle,  toda  vez  que  entre 
nosotros  no  ha  habido  tradición  de 
procedimiento  al  respecto. 

Dada  la  conveniencia  de  que  la 
capital  y  el  país  cuenten  con  una 
entidad  artística  vocal  para  la  cons¬ 
titución  y  desarrollo  de  la  positiva 
cultura,  lo  cuerdo  y  acertado  se¬ 
ría  que  dentro  de  la  asignatura  de 
canto,  el  conservatorio  nacional 
propendiera  por  dar  mayor  impor¬ 
tancia  a  la  formación  de  una  enti¬ 
dad  coral  compuesta  de  los  alum¬ 
nos  más  adelantados  de  dicha  asig¬ 
natura  y  de  la  de  solfeo,  para  la 
interpretación  de  obras  polifónicas 
clásicas  y  modernas,  con  el  corres¬ 
pondiente  colorido  emanado  de  la 
acertada  disciplina  en  el  manejo  del 
conjunto  que  en  no  lejano  día  po¬ 
dría  llegar  a  ser  una  institución  res¬ 
petable,  que  con  sus  actuaciones 
educara  e  ilustrara  trascendental¬ 
mente  al  público,  disponiéndolo  pa¬ 
ra  apreciar  un  arte  musicalmente 
más  sólido  y  robusto  que  aquel  en 
que.  predominan  los  consabidos  di¬ 
vos  en  la  ejecución  de  sempiternas 


(132) 


ES  EL  NOMBRE 
QUE  HA  HECHO 
FAMOSO  EL 
NOMBRE  DÉ  LA 


CERVEZA 

COLOMBIANA 


arias,  en  las  que  la  orquesta  no  va 
más  allá  de  representar  el  triste 
papel  de  un  guitarrón.  Todo  ello 
sin  perjuicio  de  ir  calmadamente 
disponiendo  el  personal  adecuado 
para  la  representación  de  óperas 
clásicas  y  modernas,  como  también 
italianas. 

El  cine  y  la  música 

A  la  caduca  y  efímera  existencia 
de  las  películas  cinematográficas, 
probablemente  es  a  lo  que  se  debe 
el  que  la  música  que  en  algunas  de 
ellas  se  emplea  vse  caracterice  de 
ordinario  por  la  trivialidad  e  intras¬ 
cendencia,  tanto  desde  el  punto  de 
vista  de  un  estructural  esmero,  co¬ 
mo  de  su  espíritu  e  índole,  total¬ 
mente  desprovistos  de  elevación 
y  de  nobleza,  aun  cuando  se  trate 
del  realce  de  muy  sanas  y  emocio¬ 
nantes  escenas  en  que  el  bien  en¬ 
tendido  amor  humano  podría  en¬ 
contrar  en  la  música  algo  que  lo 
exaltase  y  lo  diferenciase  de  ese 
otro  amor  puramente  pasional  y 
rastrero,  de  la  manera  como  supie¬ 
ron  hacerlo  en  sus  obras  algunos 
grandes  maestros. 

Guando  hace  unos  tres  años  las 
empresas  cinematográficas  exhi¬ 


Crónica 


El  éxito  del  ballet  ruso  estuvo  a 
la  altura  de  su  fama,  si  bien  es 
cierto  que  en  la  propaganda  — co¬ 
mo  en  casi  toda  propaganda —  hu¬ 
bo  regulares  dosis  de  exageración. 
Desde  las  primeras  bailarinas,  has¬ 
ta  los  directores  de  orquesta,  el  ba¬ 
llet  es  todo  un  conjunto,  un  conjun¬ 
to  espléndido  y  armónico.  Sin  es¬ 
fuerzo  puede  entreverse  la  discipli¬ 
na  que  le  ha  impuesto  su  director, 


bieron  la  película  denominada  La 
novia  inmortal  de  Beethoven ,  era 
de  admirar  cómo,  con  el  objeto  de 
proporcionar  a  las  gentes  un  entre¬ 
tenimiento  baladí,  sustrayéndolas 
de  todo  lo  sustancial  y  provechoso, 
el  autor  o  autores  de  la  película  no 
se  preocuparon  más  que  de  agregar 
rellenos  frívolos  y  fantásticos,  a  los 
pocos  episodios  amorosos  de  la  vida 
del  gran  hombre,  a  quien  además 
de  representársele  como  una  espe¬ 
cie  de  peón  sentado  al  piano  para 
estropear  y  profanar  sus  propias 
obras,  se  le  hacía  aparecer  como 
otro  Juan  Tenorio  afanoso  única¬ 
mente  de  hacer  conquistas  entre 
los  corazones  femeninos,  a  los 
cuales  la  película  se  esmeraba  en 
poner  en  ridículo,  sin  tener  en 
cuenta  para  nada  la  esencia  del 
verdadero  amor,  cuando  del  tema 
se  habría  podido  derivar  algo  tras¬ 
cendental  y  benéfico  para  la  hu¬ 
manidad. 

Tales  son  los  prodigios  de  la  pre¬ 
dilección  por  el  dinero,  que  valién¬ 
dose  de  los  adelantos  mecánicos,  no 
tiene  reparo  alguno  en  menoscabar 
y  situar  en  un  bajo  nivel  todo  lo 
que  Dios  ha  concedido  al  hombre 
para  su  dignificación  en  este 
mundo. 


teatral 

por  Artús 

el  coronel  de  Basil,  y  que  lo  ha  lle¬ 
vado  al  puesto  artístico  que  hoy 
ocupa  en  los  teatros  del  mundo. 

No  es  el  ballet  un  espectáculo 
para  grandes  públicos.  Por  razón  de 
su  estilo,  el  ballet  tiene  su  campo 
limitado  para  gustos  especiales.  La 
mitad  de  su  fuerza  está  en  la  mú¬ 
sica  y  la  otra  mitad,  en  la  inter¬ 
pretación  coreográfica.  Bien  poco 
valen  en  sí,  los  argumentos.  Mas. 

(Pasa  a  la  página  139) 


(134) 


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LIBROS  COLOMBIANOS . 


/.  yllüarez,  S.  J.  .  .  .  129 

) 

Rafael  ¿Maya  .  ...  1 37 

'Vicente  Dáüila  .  .  .  .  151 

Julián  de  ballesteros  .  .  1 56 

¿ duardo  Ospina  ....  /  62 

J.  M.  Uña . / 69 

e Ttfíanuel  deV  Jllcázar  .  .  178 

. .  188 

........  192 


SUPLEMENTO : 

Vida  nacional  -  Crónica  de  Venezuela  -  A  nues¬ 
tros  amigos  -  El  avance  protestante  en  América 
latina  -  Crónica  de  la  Universidad  -  Crónica 

teatral  -  El  Ballet  raso  -  Revista  de  revistas  . (106  a  152) 


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Orientaciones 


La  Religión  en  Rusia 

por  Juan  Alvarez,  S.  J. 

En  tiempo  de  los  Zares 

La  política  centralista  de  los  zares  velaba  ante  todo  por  mantener 
la  hegemonía  de  la  religión  del  Estado.  Toda  otra  religión  estorbaba  sus 
planes.  Ello  no  impidió  para  que  Catalina  II  tolerara  dos  o  tres  colegios 
de  Jesuítas.  Pablo  I,  el  gran  maestre  de  la  Orden  de  Malta,  dejó  ver 
muchas  veces  sus  simpatías  por  la  Iglesia  universal.  Alejandro  I  mostró 
durante  años  tolerancia  con  los  católicos.  Pero  si  los  zares  tuvieron  a 
veces  blandura  con  los  católicos,  no  faltaban  políticos  anónimos  que  mo¬ 
vían  toda  clase  de  resortes  para  restar  fuerza  al  catolicismo,  fundando 
su  patriotismo  en  impedir  a  la  Iglesia  católica  su  expansión  en  Rusia. 

Desde  luego  el  antiguo  régimen  usaba  de  todos  los  medios  para  im¬ 
pedir  la  propaganda .  El  principal  factor  de  la  máquina  anticatólica  era 
la  iglesia  ortodoxa,  que  de  las  hogueras  y  trabajos  forzados  pasaba  a  dis¬ 
posiciones  ridiculas  como  prohibir  sentarse  a  la  mesa  con  un  católico,  y 
usaba  ritos  especiales  para  purificar  los  objetos  que  venían  de  los  países 
de  maldición  de  la  Europa  católica. 

Las  leyes  eclesiásticas  que  eran  leyes  del  Estado,  ponían  cerco  ce¬ 
rrado  al  católico.  Pasarse  a  la  Iglesia  católica  era  un  crimen  de  estado. 
El  católico  que  sabiendo  que  su  abuelo  había  sido  ortodoxo  se  empeña¬ 
ra  en  seguir  siendo  católico,  caía  bajo  la  misma  ley.  El  católico  que  ayu¬ 
dara  a  un  ortodoxo  a  pasarse  a  la  Iglesia  romana  quedaba  privado  de  to¬ 
do  derecho  y  era  arrojado  a  las  temiblas  cárceles  de  Siberia  o  agregado 
a  los  batallones  disciplinarios.  El  sacerdote  que  admitiera  al  catolicismo 
a  un  niño  ortodoxo  debía  dimitir  su  puesto,  y  si  reincidía  era  despojado 
de  su  dignidad  sacerdotal  (lichen  sana),  aprisionado  y  obligado  a  renun¬ 
ciar  en  adelante  a  todo  ministerio.  Y  ¡ay  del  obispo  que  intentara  defen¬ 
derlo!  Había  prohibición  absoluta  de  ritos  religiosos  públicos,  procesio¬ 
nes,  cantos,  emblemas,  entierros  etc.  Para  levantar  una  cruz  o  una  capi¬ 
lla  se  requería  permiso  muchas  veces  del  zar  mismo,  y  siempre  del  mi¬ 
nistro  de  cultos  que  tenía  demasiadas  preocupaciones  dogmáticas,  por 


130 


ORIENTACIONES 


lo  que  a  veces  tardaba  la  extensión  de  tales  permisos  veinte  y  hasta 
treinta  años. 

El  obispo  católico  no  podía  abandonar  su  sede  sin  anuencia  del  go¬ 
bernador,  y  cuando  lo  hacia,  iba  vigilado  por  é®^darmes,  Tampoco  podía 
habitar  en  ciudades  importantes.  Tales  eran  las  restricciones  a  los  cató¬ 
licos,  que  al  instaurarse  la  libertad  de  cultos  en  1905,  un  ortodoxo,  K. 
Arseniev,  decía:  «Sobre  el  sacerdote  católico  pendía  la  espada  de  Damo- 
cles  en  forma  de  multas,  por  motivos  muchas  veces  incomprensibles». 

Difícilmente  un  obispo  o  sacerdote  católico  conseguían  pasaporte  pa¬ 
ra  Rusia  zarista.  En  los  consulados  rusos  de  Europa  se  leía:  «En  Rusia 
no  se  admiten  jesuítas  sean  de  la  orden  religiosa  que  sean».  El  gobierno 
del  zar  juzgaba  al  catolicismo  un  estado  peligroso  para  la  tranquilidad 
del  imperio.  Así  lo  manifestaba  el  embajador  ruso  a  Pío  IX,  lo  que  le 
valió  esta  enérgica  respuesta  del  Papa:  Vial 

Ya  desde  el  siglo  pasado  un  ruso  convertido,  el  jesuíta  Iván  Gaga- 
rin,  proponía  en  una  revista  europea  el  dilema  que  se  presentaba  a  sus 
compatriotas:  «O  catolicismo,  o  revolución».  Y  vino  la  revolución  mer¬ 
ced  a  la  corrupción  de  la  burguesía,  al  sentimentalismo  en  religión  fo¬ 
mentado,  por  la  ortodoxia,  a  la  indiferencia  de  las  clases  altas.  Años  antes 
de  la  revolución  del  17,  escribía  S.  Bulgakov:  «En  ningún  país  de  Euro¬ 
pa  las  clases  cultas  han  sido  tan  atacadas  de  indiferentismo  religioso  co¬ 
mo  entre  nosotros.  Es  un  verdadero  contagio  en  masa. . .  Una  mentali¬ 
dad  racionalista  y  atea  es  toda  la  fe  en  esos  medios,  donde  desde  la  niñez 
y  adolescencia  se  adoptan  los  dogmas  del  ateísmo  con  pasmosa  facilidad. 
Nuestros  políticos  no  son  calculadores  prácticos  que  tienden  progresiva¬ 
mente  a  un  fin,  son  unos  exaltados  impacientes  por  una  mañana  que  ha 
de  realizar  el  reino  de  Dios  sobre  la  tierra...  Rusia,  salvo  raras  excep¬ 
ciones,  no  ha  tenido  clases  cultivadas  cristianas». 

El  catolicismo  bajo  el  Soviet 

Entre  los  límites  territoriales  que  están  hoy  bajo  el  Soviet,  había 
el  año  de  la  revolución  614  iglesias  católicas  en  servicio;  había  581  capi¬ 
llas;  había  810  sacerdotes;  eran  7  los  seminarios;  y  8  los  obispos  que 
estaban  al  frente  de  la  grey  católica  rusa.  En  ese  mismo  año  existían 
43.000  parroquias  ortodoxas  en  toda  la  santa  Rusia.  El  número  de  adep¬ 
tos  católicos  el  año  17,  era  de  2.071.612. 

Veamos  ahora  la  realidad  actual  de  la  situación  religiosa  rúsa. 

El  primer  dogma  del  bolcheviquismo  es  que  no  hay  dogma.  «La  re¬ 
ligión  es  el  opio  del  pueblo».  Lenín  escribió:  «Si  las  religiones  se  limita¬ 
ran  a  una  simple  creencia  individual  o  colectiva  que  no  tuviera  necesi¬ 
dad  de  templos,  ni  ritos,  ni  sacerdotes,  podría  tolerarse.  Pero  es  de  todo 
punto  inadmisible  que  un  partido  político  que  alcance  el  poder  para  ve¬ 
rificar  las  necesarias  reformas  en  pro  de  las  clases  hasta  hoy  desvalidas, 
tolere  el  dañino  influjo  que  ejercen  sobre  muchos  hombres  crédulos,  no 
los  dogmas  de  las  religiones  positivas,  sino  los  hombres  encargados  de 


JUAN  ALVAREZ 


131 


explicar  esos  dogmas,  que  se  arrogan  el  derecho  de  dirigir  las  concien¬ 
cias  de  quienes  creen  las  patrañas  que  propalan  a  fin  de  darse  buena  vida, 
dedicarse  a  la  holganza  y  ejercer  influencia  decisiva  muchas  veces  en 
el  gobierno  de  los  estados. 

*  «El  partido  bolchevique  pide  no  la  libertad,  sino  la  supresión  de  to¬ 
dos  los  cultos  porque  considera  que  todos  ellos  acarrean  perjuicios  a 
la  colectividad». 

Así  fue  que  al  instalarse  la  revolución  rusa  vino  la  persecución  a 
la  fe  cristiana,  y  en  particular  a  cuanto  tuviera  carácter  de  católico.  Dí¬ 
galo  si  no  la  deposición  del  Patriarca  Tikón,  que  murió  en  la  prisión  por 
su  entereza  en  protestar  contra  los  abusos  del  régimen. 

Tuve  ocasión  de  visitar  dos  exposiciones  ilustradas  con  numeroso 
material  ruso,  la  una  en  el  Colegio  Rúsico  de  Roma,  y  la  otra  en  Holanda. 
Allí  aparecían  las  fotos  de  procesiones  carnavalescas  que  satirizaban  la 
religión  y  sus  ceremonias.  Multitud  de  periódicos,  y  algunas  muestras  de 
los  millones  y  millones  de  impresos,  folletos,  libros,  hojas  volantes  que 
salían  anualmente  de  las  prensas  del  Estado,  en  los  que  se  recogía  toda 
la  basura  de  viejas  calumnias,  y  esto  no  en  ruso  sino  en  todas  las  lenguas 
europeas,  conforme  al  plan  universalista  del  Komintern.  Las  infames 
caricaturas  de  los  dogmas  cristianos,  del  Papa  y  de  los  ritos,  daban  una 
lejana  idea  de  la  propaganda  antirreligiosa  oficial  en  los  museos  y  en 
los  centros  de  enseñanza.  Por  otra  parte,  sabemos  de  sobra  que  toda  en¬ 
señanza  religiosa  estaba  vedada  antes  de  los  18  años.  , 

Que  la  persecución  amainó  en  algunas  épocas  es  bien  sabido,  pero 
para  desencadenarse  con  más  fuerza  luégo,  y  siempre  por  motivos  de 
táctica  explicables.  Pero  es  un  hecho  que  hasta  el  22  de  junio  de  1941, 
la  religión  ortodoxa  en  Rusia  padeció  persecución  sistemática  que  puede 
probarse  con  la  fría  elocuencia  de  los  números.  De  las  43.000  parroquias 
ortodoxas  existentes  en  1917,  era  imposible  encontrar  más  de  doscientas 
iglesias  abiertas  al  culto  en  toda  Rusia.  Todos  los  monumentos  habían  si¬ 
do  clausurados.  Todas  las  propiedades  de  la  Iglesia  fueron  confiscadas 
conforme  al  decreto  soviético  del  23  de  enero  de  1918,  cuyo  artículo  12  dice: 
«Ninguna  iglesia  ni  grupo  religioso  tiene  derecho  a  la  propiedad  privada. 
Ellos  no  gozan  del  derecho  de  personería  jurídica». 

Respecto  a  la  Iglesia  Católica  en  la  actualidad,  podemos  adelantar 
que  en  toda  Rusia  no  existen  más  que  dos  templos  católicos:  uno  en  Mos¬ 
cú,  la  famosa  iglesia  de  San  Luis  dependiente  de  la  embajada  francesa 
y  servida  por  un  sacerdote  canadiense,  y  otro  en  Leningrado  sin  sacerdote 
que  lo  atienda.  No  queda  un  solo  seminario.  Está  prohibida  la  entrada 
al  clero  católico.  Sabemos  que  en  las  cárceles  de  Siberia  yacen  centena¬ 
res  de  sacerdotes  católicos  y  varios  obispos.  A  este  respecto  vamos  a  to¬ 
mar  datos  de  una  publicación  oficial  de  la  Santa  Sede  que  no  deja  lugar 
a  dudas.  El  Anuario  Pontificio  de  1943,  nos  proporciona  estas  noticias 
textualmente : 

«Mohilev.  Administrador  apostólico  de  Mohilev:  S.  E.  R.  Monseñor 


132 


ORIENTACIONES 


Boleslao  Sloskan,  obispo  titular  de  Cilio,  administrador  apostólico  de 
Minks;  nombrado  el  13  de  agosto  de  1926  (en  la  cárcel  por  la  fe  desde 
el  10  de  agosto  de  1927,  después  relegado  a  Siberia,  y  ahora  exilado). 

Administrador  apostólico  en  Moscú,  S.  E.  R.  Monseñor  Pío  Eugenio 
Neveu,  de  los  agustinos  de  la  Asunción,  obispo  titular  de  Citro;  nombra¬ 
do  el  5  de  setiembre  de  1926  (ahora  en  París). 

Administrador  apostólico  en  Leningrado . 

Auxiliar  del  administrador  apostólico:  S.  E.  R.  Monseñor  Teófilo 
Matulionis,  obispo  titular  de  Matrega,  nombrado  el  8  de  diciembre  de 
1928  (en  la  cárcel  por  la  fe  de  1923  a  1926  y  de  1926  a  1929,  y  ahora 
exilado). 

Administrador  apostólico  en  Karkov:  Reverendísimo  don  Vicente  II- 
gin,  nombrado  el  15  de  agosto  de  1926  (en  la  cárcel  por  la  fe  y  después 
exilado). 

Administrador  apostólico  en  Kazán,  Samara  y  Simbirsk:  Reverendí¬ 
simo  don  Miguel  Juodokas,  nombrado  el  1®  de  setiembre  de  1926  (en  la 
cárcel  por  la  fe  desde  abril  de  1929,  después  exilado  y  residente  en  Li- 
tuania).  r 

Vicario  general  o  exarca  para  los  católicos  del  rito  bizantino  en 
Moscú . . 

Kamieniec.  Administrador  apostólico:  R.  Juan  Swidereski  (en  la  cár¬ 
cel  por  la  fe  desde  enero  de  1930  y  después  exilado  a  partir  de  setiem¬ 
bre  de  1932). 

Vicario  del  administrador  apostólico:  Reverendísimo  Alejandro  Wuers- 
bicki  (en  la  cárcel  por  la  fe  desde  1932). 

Minsk.  Administrador  apostólico:  S.  E.  R.  monseñor  Boleslao  Slos¬ 
kan  (Ver  Mohilev). 

Tiraspol.  Administrador  apostólico  de  Odessa  para  la  parte  meri¬ 
dional  de  la  diócesis . 

Administrador  apostólico  del  Volga:  monseñor  Agustín  Baumtrog, 
nombrado  el  «23  de  mayo  de  1926  (en  la  cárcel  por  la  fe  desde  agosto 
de  1930). 

Administrador  apostólico  de  Tiflis  y  Georgia . 

Vicario  ad-interim:  Reverendísimo  don  Esteban  Demurof. 

Administrador  apostólico  para  los  armenios  católicos  de  toda  Rusia... 

Vicario  ad-interim:  Monseñor  Caparet  Dirkughian». 

Estos  datos  bastan  para  desmentir  toda  propaganda.  La  Iglesia  ca¬ 
tólica  no  tiene  libertad  en  Rusia. 

¿Ha  cambiado  la  cuestión  religiosa  en  Rusia? 

Así  nos  lo  dice  todos  los  días  una  intensa  campaña  gráfica  y  de 
prensa.  El  boletín  de  la  legación  soviética  de  Bogotá,  ha  publicado  varios 
artículos  en  torno  a  este  tema  que  resultan  deliciosamente  irónicos.  Pero 
no  son  más  que  artículos  de  exportación  y  propaganda. 

El  oportunismo  de  la  política  soviética  y  los  cambios  de  táctica  en¬ 
tran  también  de  lleno  en  la  cuestión  religiosa  como  vamos  a  probarlo. 


JUAN  ALVAREZ 


133 


Es  cierto  que  ha  habido  cambio  en  la  actitud  oficial  del  soviet  res¬ 
pecto  a  Ja  Iglesia  ortodoxa.  Desde  el  otoño  de  1943  se  la  ha  concedido 
la  tolerancia  oficial.  ¿Implica  ello  un  cambio  fundamental  en  la  actitud 
comunista  respecto  a  la  religión,  o  es  mas  bien  un  compromiso  impuesto 
por  las  circunstancias?  Antes  de  responder  me  permito  recordar  lo  que 
afirma  Stalin  en  los  Fundamentos  del  Leninismo ;  «Los  bolcheviques  sabe¬ 
mos  mejor  que  nadie  que  en  cierto  sentido  lo  poco  ayuda  mucho,  y  que 
bajo  ciertas  condiciones  son  útiles  y  necesarias  ciertas  reformas  en  gene¬ 
ral,  y  ciertos  pactos  y  compromisos  en  particular...».  (Pág.  102  de  la 
edición  inglesa). 

Es  de  todos  sabido  que  Hitler  invadió  a  Rusia  bajo  el  mote  de  una 
«cruzada  santa»  por  la  libertad  de  la  iglesia,  campaña  preparada  con 
sobra  de  habilidad  desde  mucho  antes  dentro  de  los  círculos  ortodoxos 
del  extranjero,  cuyo  baluarte  estaba  en  Belgrado.  Y  es  también  sabido 
que  la  política  atea  del  soviet  a  pesar  de  su  empeño  tenaz  y  poderoso, 
ha  fracasado  en  Rusia.  El  censo  de  1937  demostró  que  después  de  20 
años  de  campaña  atea  una  tercera  parte  de  la  población  urbana  y  dos 
terceras  partes  de  la  del  campo  eran  todavía  cristianas. 

El  arma  esgrimida  por  el  invasor  alemán  iba  tomando  efectos  oe 
tragedia.  La  Iglesia  ortodoxa,  postrada  y  perseguida  (diga  lo  que  diga  la 
propaganda)  hasta  el  22  de  junio  de  1941,  empezó  a  sentir  la  simpatía 
y  el  apoyo  oficial.  La  campaña  atea  bajó  el  tono,  la  biblia  empezó  a  im¬ 
primirse  por  primera  vez  desde  la  revolución,  se  suprimieron  los  perió¬ 
dicos  ateos  Bezbozhnik  y  Antir eligió znik ,  se  disolvió  la  asociación  de  los 
sin  Dios  que  contaba  más  de  cinco  millones,  y  el  propio  Emiliano  Gubel- 
man,  mejor  conocido  por  el  apellido  Yaroslavski,  deploraba  desde  las 
columnas  de  Pravda  de  20  de  enero  de  1942,  la  destrucción  de  los  monu¬ 
mentos  religiosos  rusos . . . 

Pero  hay  más.  La  mitigación  de  las  leyes  respecto  a  la  Iglesia  orto¬ 
doxa  ha  recibido  otra  interpretación  internacional  que  es  bien  verosímil: 
se  recuerda  que  los  griegos,  los  búlgaros,  los  serbios  de  Yugoeslavia  y 
4  millones  de  polacos  pertenecen  a  la  igesia  ortodoxa  rusa.  , 

Pues  bien.  No  obstante  los  actos  de  aparente  benignidad  y  las  mara¬ 
villas  con  que  trata  de  deslumbrarnos  la  propaganda,  como  el  libro  des¬ 
conocido  casi  en  Rusia  sobre  la  no  persecución  religiosa  y  prologado  por 
el  Patriarca  Sergio,  las  cosas  no  han  cambiado  sustancialmente.  Sigue 
vigente  la  legislación  antirreligiosa,  la  propiedad  eclesiástica  no  ha  sido 
devuelta  sino  en  porción  minúscula  (el  despojo  subía  a  la  suma  de  1.500 
millones  de  dólares),  proscritas  como  delictuosas  las  asociaciones  juve¬ 
niles  de  educación  espiritual,  no  se  encuentran  en  el  mercado  libros,  es¬ 
tampas  ni  objetos  religiosos.  Todo  esto  lo  comprueba  un  testigo  ocular 
que  pudo  visitar  a  Rusia  en  septiembre  de  1942,  quien  ha  redactado  al 
respecto  un  detenido  informe  de  que  nos  valemos  aquí. 

«Sólo  podremos  entender  a  Stalin  sobre  una  base  de  equidad  e  in¬ 
teligencia,  dice  el  periodista  americano  H.  W.  Ghamberlin,  avezado  du- 


134 


ORIENTACIONES 


rante  diez  años  de  corresponsalía  en  Moscú,  si  prescindimos  de  la  pro¬ 
paganda  y  de  la  censura,  y  aceptamos  al  jefe  soviético  por  lo  que  es,  o 
sea,  un  dictador  astuto,  tenaz  y  oportunista,  que  ha  mudado  de  política 
con  frecuencia  en  el  pasado,  y  puede  cambiarla  en  el  futuro,  cuyo  prin¬ 
cipio  conductor  es  lo  que  él  concibe  como  conveniente  para  si  o  para 
su  país». 

Según  el  informe  aludido,  de  las  454  iglesias  ortodoxas  existentes  en 
Moscú  al  tiempo  de  estallar  la  revolución,  están  hoy  abiertas  solo  25  in¬ 
cluyendo  las  de  la  llamada  Iglesia  «roja».  De  estos  25  templos,  el  más 
grande  tiene  espacio  para  unos  dos  mil  fieles,  mientras  los  24  restantes 
solo  pueden  albergar  de  500  a  1000  personas.  Se  calcula  que  solamente 
1/60  de  los  fieles  moscovitas  pueden  tomar  parte  en  las  funciones  del 
culto.  En  cuanto  al  clero,  no  llegan  a  50  los  sacerdotes,  los  cuales- deben 
actuar  en  una  masa  de  1.500.000  fieles  que  se  dice  hay  en  Moscú.  Y  como 
tampoco  podrían  escuchar  las  confesiones  de  todos,  suelen  impartir  la 
absolución  general  después  de  leer  en  voz  alta  una  lista  de  los  pecados 
contra  los  mandamientos  de  Dios. 

¿Y  la  Iglesia  Católica? 

El  director  del  consejo  soviético  de  asuntos  religiosos,  de  reciente 
creación,  afirmó  hace  poco  que  los  católicos  gozaban  de  los  mismos  de¬ 
rechos  que  las  demás  agrupaciones  religiosas.  Si  a  eso  se  añade  que  el  pú¬ 
blico  occidental  se  informa,  que  por  ejemplo,  el  general  de  Gaulle  oyó 
misa  en  Moscú,  tenemos  completa  la  noticia  para  la  exportación. 

Pero  vamos  a  examinar  la  actitud  de  Moscú  respecto  al  Vaticano. 
(En  cuanto  a  la  misa  del  general  de  Gaulle  tuvo  lugar  en  la  iglesia  per¬ 
teneciente  a  la  embajada  francesa,  como  vimos,  la  única  que  está  actual¬ 
mente  en  servicio  en  toda  Rusia). 

He  perdido  ya  la  cuenta  de  los  ataques  rusos  al  Vaticano  en  los  últi¬ 
mos  meses.  Es  una  hostilidad  sistemática  y  llena  de  tendencias  y  embus¬ 
tes.  Enumero  los  que  recuerdo: 

Primero:  Ataque  de  Estrella  Roja ,  órgano  del  ejército  ruso,  fundado 
en  citas  del  folleto  escrito  por  un  ex-comerciante  alemán  que  asevera  que 
no  habrá  verdadera  paz  en  Europa  hasta  que  no  se  liquide  toda  influen¬ 
cia  del  Vaticano. 

Segundo:  Ataque  de  Izvestia  en  que  acusa  al  Vaticano  de  pro-fascis¬ 
ta,  porque  dizque  no  protestó  contra  el  golpe  italiano  a  Francia.  Ata¬ 
que  por  cierto  desafortunadísimo,  pues  suscitó  una  oleada  de  protesta 
en  todos  los  círculos  británicos  y  americanos.  A  propósito  de  él  dijo  el 
Washington  Post  que  Rusia  «teme  la  oposición  del  Vaticano  a  sus  proyec¬ 
tos  sobre  Polonia  y  en  consecuencia  trata  de  desacreditarlo».  Agregó 
que  Rusia  calcula  mal  al  lanzar  estos  ataques  contra  la  Iglesia,  y  «lo 
que  es  más  característico,  justifica  y  renueva  el  ataque  con  citas  de  pu¬ 
blicaciones  anticatólicas  estadounidenses,  como  si  nuestra  prensa,  que 
disfruta  de  libertad,  y  su  prensa  amordazada,  no  reclamaran  la  debida 
distinción».  Rusia  olvidó  además  que  ella  tampoco  protestó,  olvidó  que 


JUAN  ALVARBZ 


135 


los  barcos  que  invadieron  Abisinia  se  surtieron  de  petróleo  en  Bakú, 
que  no  ha  protestado  por  el  trato  de  los  japoneses  a  prisioneros  ameri¬ 
canos,  y  que  gracias  a  ella  se  desató  la  guerra  hitleriana.  Todo  esto  le  re¬ 
cordaron  en  esta  ocasión. 

Tercero:  Ataques  lie  Pravda,  de  La  Guerra  y  las  Clases  trabajadoras , 
que  llaman  a  la  política  del  Vaticano  «sombra  siniestra». 

Cuarto:  Ataque  del  periodista  soviético  X.  Gofman,  que  llama  a 
Pío  XII  «predicador  de  una  paz  suave». 

Quinto:  Ataque  del  Ex-embajador  Bosir  Stein,  quien  afirmó  en  re¬ 
ciente  conferencia  en  Moscú,  que  el  Vaticano  «con  su  poderosa  organi¬ 
zación  internacional,  enorme  fortuna  y  astuta  diplomacia,  es  un  peligro 
considerable  para  la  paz  del  mundo  y  la  seguridad  de  la  post-guerra».  Y 
exhorta  a  renglón  seguido  a  que  se  estudien  detalladamente  la  historia 
y  los  métodos  del  Vaticano  para  evitar  riesgos. 

Con  razón,  comentando  estos  ataques,  afirma  el  Osservatore  Romano: 
que  «semejantes  revelaciones»  que  pretenden  ser  noticias  sensacionales 
ofrecidas  a  la  opinión  mundial,  «han  de  calificarse  entre  los  frecuentes 
ataques,  arbitrarios,  falsos  y  calumniosos  que  desgraciadamente,  cierta 
clase  de  propaganda  ha  venido  empleando  en  el  pasado.  No  existe  el  me¬ 
nor  fundamento  por  imperceptible  que  sea,  en  los  informes  anteriores. 
(Se  refiere  al  resumen  de  un  artículo  aparecido  en  The  Protestant  que 
hace  referencia  al  importante  control  del  Vaticano  en  la  economía  argen¬ 
tina,  a  un  depósito  de  un  conocido  banco  etc.).  «Es  de  esperarse,  añade 
Osservatore ,  que  se  abandonen  por  lo  menos  ciertos  métodos  de  osada 
animosidad  antirreligiosa,  después  de  las  numerosas  y  convincentes  prue¬ 
bas  que  la  Santa  Sede  ha  dado  de  su  amplia  solicitud  e  incansable  cari¬ 
dad  para  remediar  los  horrores  de  la  guerra  y  para  aliviar  los  sufrimien¬ 
tos  incalculables,  obra  en  la  que  ha  empleado  el  auxilio  de  fuentes  mate¬ 
riales  que  constantemente  disminuyen,  y  que  serían  absolutamente  inade¬ 
cuadas  si  no  las  robusteciera  la  generosidad  de  los  fieles  de  muchas  na¬ 
ciones.  Pero  al  parecer,  aún  se  halla  en  boga  el  método  abusivo  de  in¬ 
ventar  informes  fantásticos,  para  vilipendiar  e  injuriar.  Verdaderamen¬ 
te  es  imposible  erigir  sobre  estas  bases  un  orden  eficiente  y  duradero, 
cuando  todavía  hay  quienes  persisten  en  sacrificar  la  verdad  a  las  pa¬ 
siones  sectarias». 

En  cuanto  a  la  información  de  Poliansky  anotaremos  con  E.  Walsh, 
presidente  de  la  Universidad  de  Georgetown:  «La  aseveración  de  Po¬ 
liansky,  de  que  los  católicos  reciben  el  mismo  trato  amplio  que  otros  dis¬ 
frutan,  es  tan  solo  una  mera  aseveración  de  que  aún  agoniza  la  verdadera 
libertad  religiosa  en  Busia,  y  que  las  viejas  medidades  de  opresión  no  han 
cambiado  en  lo  sustancial.  No  importa  cual  sea  el  alivio  que  estimóse 
conveniente  conceder  a  la  iglesia  ortodoxa  en  la  persecución  religiosa,  no 
hay  libertad  para  los  católicos  en  la  forma  en  que  la  Carta  del  Atlántico 
consignó  las  libertades  fundamentales,  garantizadas  por  las  Naciones  Uni¬ 
das.  Poliansky  evita  cuidadosamente  toda  referencia  a  la  sofocante  red 


136 


ORIENTACIONES 


de  reglamentos  que  aún  se  hallan  vigentes  y  cuyo  fin  es  eliminar  por 
medios  consagrados  por  la  ley  la  fe  católica,  poco  a  poco.  No  menciona 
la  destrucción  planeada  de  los  templos,  sin  posibilidad  de  reemplazarlos, 
pues  no  lo  permiten  las  aplastantes  condiciones  impuestas  por  la  ley.  No 
menciona  la  eliminación  progresiva  de  los  sacerdotes  católicos,  ni  el  nú¬ 
mero  de  los  que  todavía  se  hallan  presos  en  la  isla  de  Solovetsky,  o  en 
los  campos  de  concentración  a  los  que  jamás  llega  ningún  corresponsal 
americano.  De  los  800  o  más  sacerdotes  que  en  una  iglesia  magníficamente 
organizada  bajo  la  jurisdicción  de  seis  obispos,  laboraban  cuando  nació 
el  Estado  comunista  en  1917,  ¿cuántos  de  ellos,  o  de  sus  sucesores,  gozan 
ahora  de  libertad?  Poliansky  tampoco  menciona  el  exiguo  y  lamentable¬ 
mente  escaso  número  de  sacerdotes  que  aún  quedan  — probablemente 
no  más  de  una  docena — ;  como  tampoco  menciona  el  hecho  de  que  ni 
reemplazos,  ni  ordenaciones,  ni  instrucción  en  los  seminarios  han  sido 
permitidos  por  la  unión  de  las  repúblicas  soviéticas  socialistas. 

«Poliansky  menciona,  con  ostentación,  el  hecho  de  que  los  padres 
pueden  proporcionar  un  bocado  cuidadosamente  revisado  de  instrucción 
religiosa  a  sus  hijos,  en  la  intimidad  de  los  hogares.  Pero  omite  mencio¬ 
nar  el  importante  hecho  de  que  todo  el  poder  y  prestigio  del  gobierno  se 
ha  lanzado  contra  la  religión,  a  través  de  su  política  oficial,  de  sus  siste¬ 
ma  educativo,  y  por  la  prohibición  contra  las  reuniones  usuales  de  grupos 
religiosos,  con  la  libertad  con  que  otras  naciones  los  aceptan.  No  se  pue¬ 
de  dar  instrucción  religiosa  a  los  menores  en  las  iglesias,  dice  el  funcio¬ 
nario  ruso,  porque  está  prohibido  por  la  ley.  En  verdad  ésta  es  la  más 
reveladora  de  todas  las  declaraciones,  indica  que  el  lugar  en  que  preci¬ 
samente  debería  difundirse  la  instrucción  en  materia  de  fe,  es  el  lugar 
en  que  está  excluida  por  prohibición  expresa.  Si  el  gobierno  soviético 
fuese  sincero  en  sus  aseveraciones  de  tolerancia  religiosa,  haría  mucho 
mejor  en  prohibir  la  instrucción  religiosa  si  así  lo  quiere,  en  todo  otro 
lugar  menos  en  la  iglesia.  Ese  es  el  lugar  preciso  para  la  instrucción,  se¬ 
gún  lo  reconoce  con  diafanidad  la  costumbre  honesta  y  universal  de  los 
pueblos . . . 

«La  sugerencia  del  señor  Poliansky,  de  que  el  gobierno  soviético  no 
se  opondrá  a  la  celebración  de  una  junta  católica  en  Moscú  para  la  elec¬ 
ción  de  un  Cardenal,  es  una  mañosa  evasión  del  problema  capital,  y  una 
completa  ignorancia  de  la  historia  de  los  Conclaves.  Estoy  seguro  que 
los  católicos  de  Rusia  cambiarían  de  mil  amores  una  púrpura  cardenali¬ 
cia  por  un  jirón  de  verdadera  libertad  de  cultos. 

«Un  último  comentario.  La  cuestión  no  ha  sido  suscitada  por  los  ca¬ 
tólicos  de  los  Estados  Unidos,  que  muy  por  el  contrario  han  demostrado 
una  notable  cooperación  con  Rusia  en  la  conducción  de  una  guerra  co¬ 
mún,  contra  un  enemigo  común.  El  asunto  fue  traído  ante  la  opinión  pú¬ 
blica  por  el  mismo  gobierno  soviético,  en  la  persona  del  señor  Poliansky. 
Nuestra  cooperación  militar  permanece  invariable,  pero  no  se  nos  pida 
que  cometamos  un  suicidio  intelectual». 


/ 


Un  Poeta  Filósofo 

por  Rafael  Maya 

Nació  José  Eusebio  Caro  en  Ocaña,  en  1817.  Murió  en  Santa  Marta 
en  1833.  Treinta  y  seis  años  apenas  vivió  este  hombre  excepcional,  que 
supo  dejar  huella  profunda  en  el  pensamiento  colombiano.  Y  decimos 
esto  no  sólo  al  referirnos  a  la  obra  poética  del  hijo  de  Ocaña,  obra  que 
no  ha  perdido  su  virtualidad  lírica  con  los  años,  y  antes  bien  se  acendra ; 
lo  decimos  pensando  en  su  formidable  obra  filosófica,  cuyas  consecuencias 
se  extienden  hasta  nuestros  días,  como  trataremos  de  demostrarlo  más  tar¬ 
de,  y  en  su  labor  política,  que  tiene  vigencia  actual  inobjetable,  pues  Caro 
echo  las  bases  morales  e  ideológicas  de  uno  de  los  dos  partidos  históricos 
de  Colombia  que,  durante  tantos  años,  se  ha  disputado  la  soberanía  social 
de  la  República.  No  fué,  ni  podía  ser,  extensa  la  obra  escrita  de  Caro.  Es, 
por  el  contrario,  muy  breve ;  pero  de  rara  intensidad.  Caro  fué  de  esos 
escritores  que,  en  pocas  páginas,  suelen  dejar  tesoros  de  doctrina  y  de  ex¬ 
periencia,  a  imitación  de  ciertos  productos  sintéticos  que,  bajo  exigua  apa¬ 
riencia,  contienen  extraordinaria  energía  vital.  Quizás  tuvo  el  presentimien¬ 
to  de  su  fin  prematuro,  y  quiso  vengarse  de  la  brevedad  de  su  vida  conden¬ 
sando  toda  la  vitalidad  mental  de  que  era  capaz  en  páginas  duraderas,  de 
sentido  inexhausto.  Corta  es  su  obra  poética,  corta  es  su  obra  científica, 
corta  es  su  obra  filosófica;  todo  eso  ha  podido  reunirse  en  un  volumen  de 
poco  más  de  doscientas  páginas.  Pero  quien  toma  en  sus  manos  ese  libro, 
y  comienza  a  leer  esas  páginas  compendiosas  y  sabias,  saca  la  impresión 
de  que  Caro  no  fué  un  pensador  de  nuestra  raza,  tan  habituada  al  derroche 
verbal,  ni  un  poeta  de  sangre  americana,  tan  propensa  a  la  vaciedad  lírica, 
ni  un  escritor  de  lengua  castellana,  tan  ocasionada  a  las  exageraciones,  hi¬ 
pérboles  y  redundancias,  sino  un  escritor  de  mentalidad  sajona,  alumno 
de  una  universidad  creadora  de  grandes  scholars  y  de  investigadores  cien¬ 
tíficos.  Todo  nos  hace  pensar  en  esa  procedencia.  La  seriedad  de  su  vida, 
el  método  de  sus  discursos,  la  racionalización  de  su  inteligencia,  el  siste¬ 
mático  proceso  de  todas  sus  investigaciones  y  la  manera  trascendental  co¬ 
mo  contempló  todos  los  problemas  del  mundo  y  del  espíritu.  Su  misma  poe¬ 
sía  es  un  modelo  de  orden  y  de  simetría,  como  ya  lo  veremos.  De  manera 
que  de  dos  maneras  es  sintético  el  talento  de  Caro.  Por  la  condensación 
a  que  tuvo  que  sujetar  todos  los  asuntos  que  cayeron  bajo  la  consideración 
de  su  inteligencia,  y  por  el  método  verdaderamente  científico  que  supo  apli¬ 
car  a  sus  reflexiones.  Lo  uno  pedía  lo  otro,  y  Caro  halló  la  más  cabal  con¬ 
cordancia  entre  ambas  exigencias.  Fué  metódico  porque  fué  compendioso, 
y  fué  compendioso  para  adaptarse  a  las  necesidades  de  su  método.  Inte¬ 
ligencia  perfecta,  diríamos  nosotros,  ya  que  es  difícil  encontrar  estas  dos 
cualidades  reunidas  en  el  espíritu  de  los  grandes  escritores.  Los  unos,  por 
ser  breves,  caen  en  el  esquematismo  trivial,  y  los  otros,  por  aparecer  orga¬ 
nizados,  degeneran  en  la  mecanización  sistemática.  De  ambos  extremos 
estuvo  alejado  Caro,  porque  el  artista  que  había  en  él  le  dejó  entrever  el 
punto  de  intersección  de  ambas  tendencias  y  el  momento  en  que  semejan¬ 
tes  antagónicas  facultades  encontraban  su  punto  de  equilibrio  para  dar 
origen  a  la  creación  literaria  perfecta. 


138 


UN  FILOSOFO  POETA 


Caso  admirable  de  precocidad  fué  don  José  Eusebio  Caro.  Comenzó 
su  obra  literaria  a  los  diez  y  ocho  años,  aunque  antes  había  escrito  ver¬ 
sos  ;  pero  es  a  partir  de  aquella  edad  cuando  ya  comienza  a  manifestarse 
claramente  su  talento  literario.  A  los  veinte  estaba  éste  casi  en  su  total  des¬ 
arrollo,  y  al  mismo  tiempo  era  dueño  ya  de  varios  idiomas  extranjeros  y  de 
una  cultura  literaria  tan  sólida  que  defendía,  con  pasmo  de  sus  profesores, 
uno  de  los  cuales  era  el  doctor  Ezequiel  Rojas,  el  principio  de  utilidad  de 
Bentham,  doctrina  a  la  cual  estuvo  afiliado  en  sus  mocedades  y  que  indu¬ 
dablemente  fue  impuesta  a  su  conciencia  de  estudiante  por  el  ilustre  hijo 
de  Miraf lores.  Ya  veremos  como  más  tarde  adoptó  la  posición  contraria  y 
escribió  la  más  brillante  y  contundente  refutación  de  esa  doctrina,  formando 
entre  los  grandes  adalides  de  la  idea  católica,  durante  el  siglo  diez  y  nueve. 

Por  esta  misma  época  presentó,  frisando  en  los  diez  y  nueve  o  veinte 
años,  exámenes  lucidísimos  de  Legislación,  ciencia  que  enseñaba  el  men¬ 
tado  doctor  Rojas,  y  de  Derecho  Civil  patrio,  todo  ello  precedido  de  sendos 
discursos  que  fueron  muy  aplaudidos.  Por  aprobación  unánime  obtuvo  el 
título  de  bachiller.  Un  poco  antes,  hacia  1836,  había  fundado  en  unión  de 
sus  primos  hermanos  Francisco  Javier  y  Antonio  José  Caro,  y  de  don  Jo¬ 
sé  Joaquín  Caro,  un  periódico  exclusivamente  literario,  el  primero  que  de 
tal  índole  se  editaba  en  el  país,  llamado  La  Estrella  Nacional . 

Terminados  sus  estudios  universitarios,  pues  nunca  quiso  recibirse  de 
abogado,  ni  ejercer  la  profesión,  se  dedicó  al  estudio  de  la  filosofía  y  de  la 
literatura.  Como  casi  todos  los  hombres  de  ese  tiempo,  sufrió  la  influen¬ 
cia  espiritual  de  los  enciclopedistas  franceses,  a  quienes  leyó  apasionada¬ 
mente.  Voltaire,  el  barón  de  Holbach,  Condorcet,  Volney,  etc¿  fueron  sus 
autores  favoritos,  hasta  que  sus  naturales  inclinaciones  espiritualistas  y 
su  espíritu  profundamente  cristiano,  circunstancias  a  las  que  ayudaron 
apologistas  católicos  de  la  importancia  de  Balmes,  Bonald  y  De  Maistre, 
lo  hicieron  volver  al  redil  de  la  Iglesia  de  Roma  y  a  las  creencias  de  sus 
mayores  que,  valga  la  verdad,  no  habían  sido  desarraigadas  de  su  corazón. 
Pero  es  que  filósofos  como  Bentham,  cuyas  doctrinas  fueron  implantadas 
en  el  país  por  el  general  Santander,  que  había  sido  amigo  personal  del  pen¬ 
sador  inglés  y  que  aquí  eran  enseñadas  oficialmente  y  tenían  propagadores 
tan  inteligentes  y  tan  hábiles  como  el  doctor  Ezequiel  Rojas,  no  podían 
menos  de  cautivar  a  los  temperamentos  juveniles,  tanto  más  cuanto  que  esas 
doctrinas,  buscando  la  línea  de  menor  resistencia,  pues  hacen  consistir  el 
bien  en  la  utilidad  y  la  moral  en  el  placer,  explotan  las  flaquezas  huma¬ 
nas  y  como  que  sistematizan  las  naturales  tendencias  del  instinto.  El  pre¬ 
dominio  de  estas  teorías  fué  fugaz  en  el  ánimo  de  Caro,  como  ya  lo  di¬ 
jimos,  y  el  entusiasmo  con  que  las  profesó  en  su  tiempo  no  fue  compara¬ 
ble  nunca  al  vigor  dialéctico  y  al  coraje  de  ánimo  con  que  supo  combatirlas 
en  la  época  de  su  madurez  intelectual. 

En  el  orden  de  las  ideas  literarias  y  poéticas,  sufrió  Caro  una  evo¬ 
lución  tan  radical  como  la  que  tuvo  en  el  campo  religioso.  En  los  comien¬ 
zos  de  su  inspiración  lírica,  era  partidario  del  seudoclasicismo  francés, 
y  de  su  reflejo  en  España.  Efectivamente,  sus  autores  predilectos  eran 
Moratín,  síntesis  consumada  de  aquel  espíritu,  y  Martínez  de  la  Rosa, 
que  había  escrito  también  una  Arte  P o  ética ,  a  imitación  de  la  de  Boileau, 
y  que,  no  obstante  sus  amagos  románticos,  ya  que  se  le  puede  considerar 
en  España  como  precursor  de  esta  gran  revolución,  todavía  era  partida¬ 
rio  de  las  tres  unidades  y  demás  dogmas  de  la  preceptiva  francesa  del  si- 


RAFAEL  MAYA 


139 


glo  diez  y  ocho.  Mas  tarde  lee  Caro  a  los  grandes  poetas  italianos  y  france¬ 
ses,  como  Tasso,  Alfieri,  Lamartine,  Hugo,  etc.  y  éstos  descubrieron  a  su 
inteligencia  regiones  desconocidas  y  dieron  a  su  canto  un  timbre  augusto, 
hasta  entonces  desconocido  en  la  lírica  castellana.  Caro  aceptaba  y  pro¬ 
piciaba  todas  estas  evoluciones  de  su  pensamiento  moral  y  de  su  estética 
literaria,  porque  era  eminentemente  un  hombre  nacido  para  la  verdad, 
y  un  temperamento  ávido  de  conquistas,  sin  que  hubiese  pactado  nunca 
con  la  rutina  ni  con  las  ideas  hechas  o  los  principios  muertos.  Quería  vi¬ 
vificarlo  todo.  Ya  en  los  últimos  años  de  su  vida,  y  estando  en  la  ciudad 
de  Nueva  York,  sujetó  a  rigurosa  revisión  toda  su  obra  poética  y  la  re¬ 
fundió,  sin  desfigurarla,  como  suele  acontecer  en  estos  casos,  antes  bien 
x  dándole  un  mayor  sentido  rítmico  y  adaptándola  a  las  más  altas  armonías 
de  su  espíritu.  ¡  Ejemplo  admirable  de  movilidad  interior  y  de  curiosidad 
de  espíritu! 

Sabía  Caro  que  su  obra  literaria  no  tendría  ni  la  eficacia  ni  el  alcan¬ 
ce  de  las  inspiraciones  clásicas  si  no  las  animaba  y  encendía  en  genio  del 
idioma,  y  por  esta  razón  consagró  al  estudio  del  castellano  buena  parte  de 
6U  actividad  intelectual.  Leyó  ávidamente  la  gramática  de  Bello  y  la  co¬ 
mentó  en  forma  luminosa.  Dejó  entre  sus  originales  varios  apuntes  sobre 
temas  absolutamente  gramaticales,  y  formuló  la  verdadera  teoría  del  ver¬ 
so  castellano,  cuando  dijo:  «Lo  que  constituye  el  verso  esencialmente  es 
la  distribución  de  los  acentos  en  series  regulares;  eso  es  lo  que  se  llama 
ritmo.  Quien  dice  ritmo  dice  verso.  La  medida  no  es  una  cualidad  primiti¬ 
va  en  el  verso  sino  una  consecuencia  del  ritmo.  Así  pues  la  diferencia 
esencial  que  hay  entre  el  verso  y  la  prosa,  es  la  misma  que  existe  entre  la 
marcha  militar  y  el  paso  ordinario,  la  igualdad  de  los  compases  que  hay 
en  aquélla  y  falta  en  ésta.  Lo  que  hay  de  común  entre  el  verso  y  la  músi¬ 
ca  es  el  compás.  Lo  que  hay  de  más  en  la  música  es  el  tono.  La  conver¬ 
sación,  o  sea  la  prosa,  carece  de  ambas  condiciones».  No  se  puede  ser  ni 
más  preciso,  ni  más  claro,  ni  más  exacto  en  la  definición  de  un  concepto. 

Hubo  en  Caro  una  curiosa  diversidad  de  talentos  y  de  facultades  al 
parecer  antagónicas.  Fué  poeta  al  mismo  tiempo  que  matemático  insigne; 
lírico  a  par  de  filósofo.  Bueno  será  recordar  aquí,  que,  siendo  empleado 
de  la  dirección  de  crédito  público,  reformó  la  contabilidad.  Oigámoslo, 
porque  el  dato  es  curioso.  «Las  incoherencias  y  confusos  métodos  plan¬ 
teados  en  aquella  oficina  por  su  primer  director,  me  obligaron  a  estudiar 
profundamente  el  método  de  contabilidad  universalmente  seguido  en  el 
comercio  y  conocido  con  el  nombre  de  partida  doble».  Mas  la  partida  doble, 
fundada  en  ficciones  semejantes  a  las  legales  de  los  romanos,  no  podía 
satisfacer  a  un  espíritu  acostumbrado  al  ejercicio  del  análisis,  a  la  preci¬ 
sión  de  la  nomenclatura  y  a  la  exactitud  de  los  resultados.  «Esto  me  con- 
dujo  a  meditar  más  y  más  sobre  los  verdaderos  principios  de  la  contabili¬ 
dad,  y  después  de  muchos  esfuerzos,  ensayos  y  trabajos,  creo  por  fin  ha¬ 
berlos  descubierto». 

Creo  oportuno  reproducir  aquí  también  su  concepto  acerca  del  co¬ 
mercio:  Dice  así:  «Si  el  abrazar  una  profesión  fuese  negocio  de  elección 
y  de  voluntad,  la  profesión  que  yo  habría  abrazado  seria  el  comercio.  Es 
una  profesión  independiente,  moral  y  lucrativa.  Independiente,,  porque  un 
comerciante  de  nadie  depende  sino  de  su  honradez,  de  su  actividad  y  de 
sus  cálculos.  Moral,  porque  el  comercio  contribuye  a  desenvolver  todos 
los  hábitos  de  orden,  de  frugalidad  y  de  economía.  Lucrativa,  porque  en 


140  UN  FILOSOFO  poeta 

el  comercio  es  donde  regularmente  se  han  acumulado  las  grandes  fortunas 
y  es  la  carrera  cuyo  horizonte  presenta  más  halagüeñas  y  largas  perspec¬ 
tivas  para  una  ambición  honrada.  Además,  el  comerciante  es  viajero  y  en 
los  viajes  halla  la  más  favorable  ocasión  para  ensanchar  su  inteligencia, 
para  instruirse  en  las  lenguas,  leyes  y  costumbres  de  los  diferentes  pueblos ; 
para  adquirir  la  prudencia  que  calcula  los  peligros  y  la  intrepidez  que  los 
arrastra  para  estudiar  a  los  hombres,  para  comparar  unos  países  con  otros, 
y  presenciando  el  espectáculo  de  la  libertad  y  de  la  civilización  a  que  han 
llegado  los  unos,  comprender  el  punto  final  a  que  pueden  encaminarse 
los  otros». 

Por  otra  parte,  no  ha  sido  rara  en  Colombia  esta  especie  de  autono¬ 
mía  que,  dentro  de  su  espíritu,  han  ofrecido  varios  poetas  colombianos. 
Don  Miguel  Antonio  Caro,  hijo  de  don  José  Eusebio,  fué  igualmente  un 
hombre  dotado  de  los  talentos  poéticos  y  de  las  disciplinas  filosóficas  y 
jurídicas,  bien  que  su  inspiración  lírica  no  tuvo  nunca  el  vuelo  de  la  de 
su  progenitor;  don  Rafael  Núñez  fué  un  romántico  ardiente  y  un  poeta 
de  lira  apasionada,  al  mismo  tiempo  que  pensador  filosófico  y  profundo 
sociólogo;  don  Diego  Fallón  es  el  autor  de  una  arrobadora  poesía  a  la 
luna,  que  recuerda  el  idealismo  de  los  poetas  ingleses,  y  cultivaba  las  ma¬ 
temáticas  no  como  aficionado  sino  como  hombre  de  ciencia  y  era  también 
músico  insigne;  a  Silva  no  lo  favorecieron  las  circunstancias  para  desarro¬ 
llar  sus  certeros  y  bien  calculados  proyectos  industriales;  en  los  tiempos 
actuales,  el  maestro  Valencia  fué  muy  versado  en  asuntos  médicos  y  en 
cuestiones  de  economía  y  de  ciencias  naturales.  De  modo  que  es  tradi¬ 
cional  en  Colombia  esta  multiplicidad  de  facultades  de  sus  grandes  poetas, 
y  por  eso  nada  de  extrañó  tiene  que  José  Eusebio  Caro  fuese  un  contabi¬ 
lista  de  genio  original  dentro  de  esta  árida  rama,  al  mismo  tiempo  que  un 
poeta  de  soberano  arranque  lírico. 

Esta  multiplicidad  de  faci^ltades,  aparentemente  antagónicas,  le¬ 
jos  de  haber  conducido  a  Caro  al  campo  de  la  dispersión  intelectual  y  de 
la  anarquía  de  los  instintos,  hizo  de  él  un  ser  dotado  de  espléndida  unidad 
moral,  y  le  dio  un  sentido  casi  heroico  de  la  personalidad.  Porque  es  esta 
personalidad  lo  que  descuella  principalmente  en  Caro,  ya  se  trate  del  hom¬ 
bre  o  bien  del  poeta.  Sus  versos  no  se  confunden  con  los  de  ningún  otro 
bardo  americano.  Llevan  profundamente  marcado  el  sello  de  su  carácter 
austero,  lógico  pero  al  mismo  tiempo  sensible  y  capaz  de  todas  las  ternu¬ 
ras  humanas.  Dentro  de  la  numerosa  variedad  de  temas  y  de  asuntos  que 
despuntan  en  la  poesía  de  Caro,  cualquier  lector  inteligente  adivina  la 
unidad  de  espíritu  y  de  doctrina,  que  no  estorban  a  la  diversidad  de  tonos 
líricos.  Pero  hay  siempre  una  nota  fundamental  en  esta  poesía,  nota  que 
la  suministra  el  propio  autor,  tomándola  de  lo  más  profundo  y  entrañable 
de  su  personalidad.  Es,  repito,  su  carácter  de  hombre,  que  viene  a  ser  co¬ 
mo  el  elemento  másculo  de  su  poética.  En  una  carta  fecha  en  Nueva  York 
y  dirigida  a  don  Julio  Arboleda  (5  de  julio  de  1852)  nos  da  Caro  una  es¬ 
pecie  de  resumen  de  su  doctrina  lírica,  que  puede  servir  de  método  crí¬ 
tico  para  juzgar  e  interpretar  su  propia  obra.  Dice  así: 

«La  poesía  es  el  canto  del  hombre,  y  nada  más.  En  ese  canto  hay  dos 
cosas:  la  voz  y  el  sentimiento;  las  dos  juntas  son  la  poesía.  La  voz  sin  el 
sentimiento  expresado,  es  solo  música;  el  sentimiento  sin  la  voz  es  solo 
pasión.  El  poeta  no  es  solo  un  hombre  apasionado,  porque  entonces  todos 
los  hombres  que  tienen  fuertes  y  nobles  pasiones  lo  serían;  ni  es  solo  un 


RAFAEL  MAYA 


141 


músico,  porque  entonces  lo  serían  todos  los  músicos.  El  poeta  es  un  hom¬ 
bre  que  canta  lo  que  siente.  Guando  no  canta  lo  que  siente,  sino  cuenta  lo 
que  inventa,  baja  de  poeta  a  novelista,  y  en  este  descenso,  así  pierde  el 
carácter  de  poeta  como  lo  perdería  si  no  cantando  lo  que  siente  sino  rea¬ 
lizando  lo  que  inventa,  pasase  de  poeta  a  ingeniero». 

Esta  cita  es  preciosa,  pues  nos  da  la  clave  de  la  poesía  de  Caro.  Esta 
clave  consiste  en  buscar  en  ella,  ante  todo,  valores  humanos,  vale  decir, 
sentimientos  e  ideas,  realizados  estéticamente  por  medio  de  la  música. 
A  eso  podríamos  reducir  la  lírica  de  Caro,  como,  en  general,  toda  poesía 
lírica,  que  no  es  ni  debe  ser  más  que  la  trascripción  melódica  de  la  sensi¬ 
bilidad  exaltada  en  contacto  con  la  vida.  La  poesía  lírica  es  choque  vital, 
que  lleva  sus  resonancias  a  todos  los  ámbitos  de  la  conciencia.  Efectiva¬ 
mente,  en  lo  que  concierne  a  Caro,  podemos  rastrear  todas  las  circuns¬ 
tancias  de  su  existencia  en  sus  poemas,  que  casi  siempre  tienen  carácter 
autobiográfico,  pero  tomada  esta  palabra  no  como  recuento  de  menuden¬ 
cias  diarias,  sino  como  la  historia  de  un  espíritu,  p  si  se  quiere,  la  fábula 
de  un  alma.  Caro  identificó  sus  versos  y  su  alma,  y  comunicó  a  sus  poe¬ 
sías  todas  las  grandes  inquietudes  que  hicieron  de  esa  alma  un  escena¬ 
rio  grandioso  por  donde  pasaron  todas  las  imágenes  del  amor  y  de  la 
muerte,  ante  la  presencia  de  Dios  y  bajo  el  presentimiento  de  la  eter¬ 
nidad.  ¿Cómo  no  había  de  tener  unidad,  y  unidad  perfecta,  una  lírica 
que  se  nutría  siempre  de  las  eternas  fuentes  humanas  que,  en  todos  los 
siglos,  le  han  prestado  vigor,  frescura  y  perennidad  al  arte  de  los  hombres? 

Gomo  hombre,  hay  en  Garó  un  cierto  equilibrio  de  temperamento 
que  recuerda  la  sólida  sencillez  de  la  columna  dórica.  Profundamente 
apasionado,  de  temperamento  ardiente,  no  tuvo,  sin  embargo,  arrebatos 
emocionales  ni  linaje  alguno  de  intemperancias,  ya  se  tratase  de  sus 
ideas,  de  su  arte  o  de  su  carácter.  Fue  firme  siempre,  sin  arrogancia  va¬ 
na,  y  orgulloso  sin  vanidades  pueriles.  En  varias  circunstancias  de  su  vi¬ 
da  demostró  estas  cualidades  de  su  alma,  aún  a  costa  de  graves  peligros 
personales.  Combatió  el  despotismo  demagógico  del  general  José  Hilario 
López  con  ruda  franqueza.  Impugnó  abiertamente  a  quien  había  sido  su 
profesor  en  las  aulas  universitarias,  el  doctor  Ezequiel  Rojas,  propagador 
:  en  la  Nueva  Granada  de  las  teorías  de  Bentham,  contra  las  cuales  volvió 
¡  Garó  todo  el  vigor  de  su  dialéctica  apretada  y  poderosa,  pues  ya  apunta¬ 
mos  cómo  el  pensamiento  lógico  predominaba  en  Garó  sobre  sus  otras 
facultades  mentales.  Desde  un  punto  de  vista  estrictamente  personal,  dió 
muestras  claras  de  su  sangre  fría  en  cierta  ocasión  en  que  fue  retado  a 
un  duelo.  Oigámoslo: 

«El  Señor  X,  a  consecuencia  de  ciertas  expresiones  relativas  a  él  que 
se  hallan  en  el  último  número  de  (aquí  el  nombre  de  un  periódico)  me  ha 
hecho  decir,  hoy  lunes  21  por  la  tarde,  en  el  altozano  de  la  catedral,  por 
medio  del  señor  XX  que  exige  una  satisfacción  de  mi  parte,  por  aquellas 
expresiones.  Yo  he  dicho  al  señor  XX  que,  a  pesar  de  la  repugnancia 
que  siento  de  entrar  en  relaciones  con  el  señor  X,  estaba  pronto  a  darle 
aquella  satisfacción.  Esto  quiere  decir  que  el  señor  X  considerando  que 
aquellas  expresiones  mías  deben  tomarse  en  un  sentido  que  no  le  es  hon- 
I  roso,  desea  o  que  yo  las  explique,  o  las  retire,  o  las  reitere,  poniéndome 
t  en  peligro  de  ser  herido  o  muerto  por  él.  Yo  no  puedo  explicarlas  sino 
t  en  un  sentido  que  le  es  desfavorable.  Tampoco  puedo  retirarlas.  Estoy, 

1  pues,  dispuesto  a  reiterarlas  en  situación  de  poder  ser  muerto  por  el  se- 


142 


UN  FILOSOFO  POETA- 


ñor  X.  Este  tirará  contra  mí  hasta  dos  pistoletazos,  con  bala,  con  las  pis¬ 
tolas,  en  el  lugar  y  a  la  distancia  que  determine  el  señor  A.  de  acuerdo 
con  el  señor  B.  a  quien  doy  poder  al  efecto.  Si  quedare  yo  vivo,  reiterare 
lo  que  he  dicho,  explicando  como  explico  ahora  que  aquellas  palabras  sig¬ 
nifican.  ....  Esta  declaración,  repetida  dos  veces,  equivaldría  a  los  dos  pis¬ 
toletazos  que  yo  hubiera  de  tirarle.  Yo  no  puedo  ni  debo  hacer  contra  el 
otra  especie  de  tiro.  No  tengo  deseo,  ni  interés  ni  obligación  de  herir  o 
matar  al  señor  X;  bien  al  contrario.  Pero  sí  tengo  ínteres  y  obligación 
positiva  de  sostener  en  todo  caso  lo  que  he  dicho,  porque  es  la  verdad. 
El  señor  X  tiene  derecho,  según  la  opinión,  a  que  yo  lo  satisfágales  de¬ 
cir,  a  que  lo  deje  satisfecho  de  que  lo  que  he  dicho,  lo  dije  sin  ligereza 
de  pasión,  antes  bien  con  toda  premeditación  y  con  el  pleno  conocimiento 
de  causa,  y  resuelto  a  correr  todas  las  consecuencias  de  mi  dicho,  es  de¬ 
cir,  al  peligro  de  ser  herido  o  muerto  por  el  señor  X.  Esta  especie  de  sa¬ 
tisfacción  tengo  mucho  gusto  en  dársela  al  señor  X.  y  en  dársela  com¬ 
pleta.  Bogotá,  21  de  enero  de  1850.  José  Eusebio  Caro».  «Y  así  se  veri¬ 
ficó  el  duelo  —continúa  el  autor  del  estudio  crítico  del  cual  hemos  co¬ 
piado  este  documento,  que  figura  sin  nombres  propios  salvo  que  ^el  se¬ 
ñor  Z.  no  disparó  sino  una  sola  vez,  dejándole  desarmado  la  extraña  re¬ 
solución  de  su  adversario». 

Cumplimos  con  un  deber  de  lealtad  literaria  manifestando  que  tanto 
esta  declaración  de  Caro  como  otros  documentos  que  figuran  en  este  es¬ 
bozo  crítico,  pertenecen  al  prólogo  que  don  Miguel  Antonio  Caro  escri¬ 
bió  para  la  edición  de  las  obras  de  su  padre,  don  José  Eusebio,  edición 
que  fue  hecha  en  1873,  como  tomo  primero  de  una  Biblioteca  de  Autores 
Colombianos,  publicada  por  los  redactores  de  El  Tradicionista .  El  estu¬ 
dio  de  don  Miguel  Antonio  Caro  es  una  de  sus  más  completas  y  sagaces 
páginas  de  crítica  literaria,  y  es  guía  indispensable  para  quien  pretenda 
comprender  la  obra  del  autor  de  La  Bendición  Nupcial,  o  escribir  sobre 
él.  Hay  otro  rasgo  que  pinta  a  lo  vivo  el  carácter  de  José  Eusebio  Caro. 
Aquí  cedemos  la  palabra  al  ya  citado  prologuista: 

«Cuando  en  1844  se  discutía  en  la  cámara  de  representantes  el  pro¬ 
yecto  de  división  territorial  del  doctor  Ospina,  proyecto  que  José  Eusebio 
Caro  defendió  con  todas  sus  fuerzas;  habiendo  hecho  el  señor  Julio  Ar¬ 
boleda  la  suposición,  en  el  autor  del  proyecto,  de  maquiavélicos  fines  con¬ 
tra  la  constitución  nacional,  indignado  Caro  le  observó  al  señor  Arbo¬ 
leda  que  no  era  a  un  propietario  de  esclavos  a  quien  correspondía  supo¬ 
ner  a  nadie  enemigo  de  la  libertad.  El  señor  Arboleda,  no  halló  a  mano 
otra  cosa  qué  replicar  sino  inculpar  a  Caro  .como  parasito  de  la  adminis¬ 
tración  Herrán,  aunque  a  éste  Caro  le  había  tratado  de  nulo,  y  aunque 
sus  antecedentes  en  la  misma  Gamara  y  su  conocido  carácter  lo  ponían 
a  cubierto  de  toda  tacha  de  adulación;  como  nadie  adula  al  poder  ejecu¬ 
tivo  si  no  es  por  algún  empleo,  y  como  él  «prefería  (son  sus  expresiones) 
al  silencio  la  palabra  y  a  la  palabra  el  acto»,  hizo  allí  mismo  renuncia  del 
destino  que  ocupaba  en  la  secretaria  de  interior  (aprovechando  la  pre¬ 
sencia  del  señor  secretario,  el  doctor  Ospina,  amigo  suyo,  quien  la  acep¬ 
tó  incontinenti) ;  y  prometió  no  desempeñar  cargo  alguno  público  duran¬ 
te  aquella  administración. . .  En  cuanto  al  señor  Arboleda,  a  pocos  días 
sg  presentó  en  su  casa,  deseoso  de  una  reconciliación ;  a  invitación  suya 
recitó  cada  uno  algunas  de  sus  poesías  favoritas,  y  concluyo  la  entrevista 
con  un  afectuoso  abrazo». 


i,:- ' 


RAFAEL  MAYA 


143 


No  son  frecuentes  estos  rasgos  en  la  época  que  alcanzamos ;  por  eso 
mismo  nos  parecen  heroicos.  Ese  era  José  Eusebio  Caro,  desde  el  punto 
de  vista  de  la  etica  personal.  jTodo  un  hombre!  Y  es  eso  lo  que  da  a  sus 
versos,  por  encima  de  la  calidad  artística,  un  valor  eterno,  que  traspone 
los  términos  de  las  escuelas  literarias  o  de  las  concepciones  estéticas,  que 
los  sitúa  en  ese  campo  de  universal  eficacia  donde  el  arte  no  es  más  que 

en  el  sentido  de  lo  eterno.  No  concebía  Caro  la 
poesía  sino  como  expresión  de  anhelos  perdurables.  Nunca  hizo  versos 
ocasionales,  ni  canto  temas  de  suyo  frivolos.  Permaneció  siempre  frente 
a  los  más  graves  problemas  del  alma  y  del  universo,  no  en  la  actitud  del 
esceptico  ni  del  que  niega,  toda  metafísica,  sino  como  creyente  en  Dios ; 
pero  esta  creencia  no  le  impidió  sentir  frecuentemente  ese  estremecimien¬ 
to  de  temor  humano,  demasiado  humano,  que  sacude  las  fibras  del  espí¬ 
ritu  ante^  la  contemplación  del  misterio.  El  soplo  del  abismo  siempre  eriza 
los  nervios  por  más  que  oigamos,  en  su  fondo,  las  consoladoras  voces  de 
la  esperanza.  Hay  en  la  muerte  una  parte  de  terror  fisiológico  al  que  no 
pueden  sustraerse  los  espíritus  más  firmemente  anclados  en  la  fe  ultra- 
terrena.  El  sol  de  la  creencia,  iluminando  el  espíritu,  proyecta  sobre  la 
tierra  la  sombra  del  triste  animal  humano.  Esta  sombra  aparece  también 
en  los  versos  de  Caro,  como  en  los  escritos  de  todo  gran  pensador.  Pero 
no  es  desesperación  ni  miedo,  sino  santa  melancolía  que  nace  de  la  mis¬ 
ma  limitación  de  la  inteligencia  para  abarcar  lo  absoluto.  Lfa  misma  verdad 
es  triste  en  el  sentido  de  que  solo  sirve  para  hacernos  conocer  el  error 

y  el  engaño  que  nos  rodea.  Algo  de  lo  dicho  se  traspira  en  estas  estrofas 
de  Caro : 

Tristes y  mortales  córrense  mis  días; 

Hoy  como  ayery  mañana  igual  a  hoy; 

Campos ,  montañaSy  cielos ,  todo  cambia; 

Pero  no  cambia ,  nó,  mi  corazón . 

Pronto  quizá. . .  la  muerte  cerca  tengo. . . 

La  odiosa  muerte  vaga  en  mi  redor . 

Es  alta  noche . . .  el  enemigo  en  frente. . . 

Tal  vez  mañana  callará  mi  voz. 

La  inspiración  de  Caro  es  esencialmente  lírica.  Se  le  cuenta  entre 
los  románticos,  por  relación  a  la  época  en  que  se  desarrolló  su  genio  poé¬ 
tico,  que  corresponde  exactamente  al  esplendor  de  aquella  escuela  poé¬ 
tica;  pero  Caro  del  romanticismo  no  tomó  más  que  algunos  elementos 
que  están  implícitos  en  la  esencia  lírica,  y  que  se  habrían  desarrollado  fa¬ 
talmente  dentro  de  su  poesía,  fuese  cualquiera  la  época  en  que  hubiera 
nacido  y  escrito.  El  sentido  religioso  de  la  existencia  y  la  inquietud  de 
origen  metafísico,  son  aspectos  muy  característicos  del  romanticismo,  y 
en  Caro  constituyen  la  base  de  su  tendencia  poética.  También  es  román¬ 
tico  el  hecho  de  identificar  la  vida  con  el  arte,  y  ya  vimos  que  es^ésta 
una  de  las  notas  predominantes  en  el  arte  de  Caro.  En  cambio  la  orde¬ 
nación  metódica  de  las  ideas  y  hasta  de  las  emociones;  la  racionalización 
del  sentimiento  — si  se  me  permite  la  expresión — ;  la  justeza  de  la  for¬ 
ma,  que  se  adapta  casi  científicamente  al  pensamiento,  y  otras  circunstan¬ 
cias,  tan  notorias  en  Caro,  son  de  procedencia  y  extracción  clásicas. 

En  general,  la  crítica  ha  llamado  a  José  Eusebio  Caro  el  poeta  filó¬ 
sofo.  Así  lo  denominan  su  propio  hijo  que  es,  al  mismo  tiempo,  su  mejor 
crítico,  y  don  Marcelino  Menéndez  y  Pelayo,  que  siguiendo  las  huellas 


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UN  FILOSOFO  POETA 


de  don  Miguel  Antonio,  formuló  acerca  del  autor  de  El  Bautismo  uno 
esos  juicios  definitivos  y  fervorosos  que  quedan  como  paginas  clasicas 
en  la  historia  literaria  de  los  países.  Por  el  entusiasmo  con  que  esta  juz¬ 
gado  Caro  en  esta  ocasión,  esa  página  critica  nos  recuerda  el  estudio  qu 
el  mismo  Menéndez  hizo  sobre  Heine,  aunando  los  fervores  de  la  admi¬ 
ración  personal  a  la  severidad  del  juicio  justiciero  y  exacto.  Puede  a  ír- 
marse  que  sobre  muy  pocos  poetas  españoles  escribió  Menendez  con  tan¬ 
to  amor  como  sobre  José  Eusebio  Caro.  Quizás  (o  sin  quizas)  contribuyo 
a  ésto  la  efigie  moral  del  poeta  ocañero,  en  el  cual  vio  reflejadas  Menen¬ 
dez  muchas  de  las  virtudes  cristianas  y  de  las  cualidades  de  carácter  que 
a  él  mismo  lo  enaltecían,  y  que  hicieron  de  su  crítica  no  solo  una  escueta 
de  alta  literatura,  sino  una  cátedra  de  moral  religiosa  y  de  etica  mte.ee- 
tual.  Pues,  bien;  Menéndez  también  califica  a  Caro  de  filosofo,  con  es¬ 
tas  palabras:  «Ningún  poeta  ha  santificado  con  tan  nobles  acentos  de 
filosofía  religiosa  los  goces  y  dolores  del  hogar,  ni  ha  dicho  palabras  mas 
elocuentes  sobre  Dios  y  la  eternidad,  sin  que  el  verbo  inflamado  de  la 
poesía  lírica  perdiera  nada  de  su  color  al  contacto  de  la  materia  filosó¬ 
fica.  Nadie  podrá  dividir  en  Caro  el  poeta,  el  filósofo  y  el  hombre. . .» 


Gómez  Restrepo,  en  su  no  menos  entusiasta  y  hermoso  estudio  sobre 
el  impugnador  de  las  doctrinas  utilitaristas,  habla  también  de  la  profun¬ 
didad  metafísica  do  su  poesía  y  Pombo,  en  su  poesía  panegírica,  que  es 
también  uno  de  los  juicios  más  acertados  y  justos  sobre  don  José  buse- 
bio,  repite  frecuentemente  las  palabras  metafísica  y  filosofía  aplicadas 
al  autor  que  motivó  grandioso  elogio  lírico.  No  hay  duda,  pues,  acerca 
del  carácter  filosófico  de  la  poesía  de  José  Eusebio  Caro. 

¿Pero  es  el  autor  de  Estar  Contigo  predominante  y  exclusivamente 
un  vate  metafísico,  un  formulador  de  teorías  rimadas  sobre  Dios,  el  al¬ 
ma  el  universo,  o  un  pensador  sistemático  que  hubiese  desarrollado  en 
anuncie  que  tenéis  un  hijo)—  queréis  que  esa  pluma  la  queme.  No;  no  pue- 
ta  del  amor,  o  más  concretamente,  el  cantor  de  una  sola  mujer,  de  la  m- 
mortal  Delina,  quien  fue  luego  su  esposa.  La  trayectoria  de  esta  pasión 
puede  seguirse  paso  a  paso  a  través  de  sus  poemas,  ya  que  cada  uno  de 
ellos  es  como  una  estancia  o  jornada  en  la  historia  de  este  amor.  Prime¬ 
ro,  el  encuentro  inicial  y  los  tímidos  balbuceos  de  la  pasión  que  nace; 
después  la  incertidumbre  ante  un  rival  que  aparece  designado  en  muchas 
de  esas  poesías,  y  ante  el  cual  el  poeta  siente  los  naturales  celos  de  la 
pasión  insegura  de  su  objeto;  más  tarde  la  hora  en  que  la  mujer  dilecta 
corresponde  a  su  apasionado  admirador;  posteriormente,  en  serie  no  in- 
terrumpida,  la  proposición  de  matrimonio,  la  bendición  nupcial,  la  ven¬ 
tura  doméstica,  el  anuncio  del  primogénito  y  el  bautizo  de  éste.  Hay 
que  advertir  que  me  he  valido,  para  esta  enumeración,  de  los  mismos  tí¬ 
tulos  de  las  poesías  de  Caro.  La  historia  es  completa.  Algunas  poesías 
que  no  caben  literalmente  dentro  de  esta  enumeración  ascendente,  se  re¬ 
fieren  a  episodios  de  esos  que  no  faltan  nunca  en  estos  grandes  dramas 
del  corazón;  el  poeta  teme  no  ser  correspondido;  el  amante  ha  ofendido 
involuntariamente  a  su  prometida;  una  ligera  contrariedad  nubla  el  ros¬ 
tro  de  ésta,  y  el  joven  novio  se  intranquiliza  indagando  la  causa  de  seme¬ 
jante  circunstancia,  etc.  En  su  mas  vasto  conjunto,  los  poemas  de  Caro 
son  la  historia,  pues,  de  su  enamoramiento  y  de  su  matrimonio,  referido 
todo  con  ardorosa  pasión,  en  términos  de  varonil  y  a  veces  extraña  fran¬ 
queza,  como  acontece  con  la  poesía  que  el  autor  dedica  a  su  hijo  por 


RAFAEL  MAYA 


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nacer.  Se  necesita,  como  dice  Menéndez  y  Pelayo,  cierto  heroico  candor 
para  abordar  líricamente  un  tema  como  éste;  pero  Caro  lo  hace  en  tér¬ 
minos  que  aparecen  como  sublimes.  Y  aquí  hace  al  caso  recordar  que 
unos  críticos  chilenos,  de  cuyo  nombre  no  quiero  acordarme,  tildaron 
esa  poesía  de  obscena,  cuando  es  de  una  magnífica  pureza  y  de  una  inspi¬ 
ración  casi  religiosa.  Veamos  cómo  respondió  Caro  a  los  tales  o,  mejor 
dicho,  a  cierto  personaje  colombiano  que  había  repetido  la  imputación 
de  los  chilenos: 

«Me  acusa  V.  S.  de  haber  escrito  versos  obscenos.  ¡Ah!  ¿V.  S.  tam¬ 
bién  quiere  darme  lecciones  de  moralidad  y  de  rigidez  de  costumbres? 
Creo  estar  soñando,  porque,  en  fin,  entre  el  desorden  de  los  cuarteles, 
entre  los  relajamientos  de  las  campañas,  V.  S.  ha  visto  mis  costumbres, 
como  yo  he  visto  las  suyas.  Impuse  mis  manos  paternales  sobre  el  seno 
que  encerraba  el  fruto  de  un  amor  legítimo,  para  bendecirlo,  desde  en¬ 
tonces,  en  nombre  de  Dios;  y  la  imaginación  de  V.  S.  empañada  con  su¬ 
cias  nubes,  ¿no  ve  en  este  acto  sublime  de  un  padre  sino  el  acto  indecente 
de  un  libertino?  Y  quiere  que  la  pluma  con  que  escribí  mis  mejores  ver¬ 
sos  — versos  para  siempre  grabados  en  vuestra  memoria  a  despecho  de 
vuestros  rencores  (sí;  porque  esos  versos  no  los  olvidaréis  jamás  y  los 
repetiréis  involuntariamente  como  una  oración  cuando  vuestra  esposa  os 
anuncie  que  tenéis  un  hijo) —  queréis  que  esa  pluma  la  queme.  No;  no  pue¬ 
do  quemarla...  Esa  pluma  la  guardo  para  legársela  a  mi  hijo;  la  guardo 
para  que  conozca  la  pluma  con  que  su  padre  escribió  los  versos  en  que 
le  bendecía  desde  el  seno  de  su  madre». 

Veamos  ahora  quién  era  la  mujer  que  despertó  en  Caro  tan  profun¬ 
dos  sentimientos.  El  mismo  la  describe  en  las  siguientes  líneas: 

«Yo  me  he  acercado  a  las  más  celebradas  mujeres  de  Bogotá;  he 
visto  a  las  más  hermosas,  he  tratado  a  las  más  inteligentes.  Algunas  ha¬ 
brán  podido  divertirme;  ninguna  habría  logrado  sorprenderme.  En  ella, 
solo  en  ella,  he  podido  admirar  aquella  exquisita  finura  de  observación 
que  sabe  caracterizar  con  una  palabra  el  objeto  a  que  se  aplica;  aquel 
tacto  de  las  actuaciones,  tan  raro  como  precioso,  por  el  cual  adivina  más 
bien  que  descubre,  el  mejor  procedimiento  en  cada  caso  dado;  aquel  en¬ 
tendimiento  despejado  y  sin  nubes,  que  sin  envanecerse  y  sin  humillarse 
sabe  poner  cada  consejo,  cada  recomendación,  cada  elogio,  en  el  lugar 
que  le  corresponde;  aquella  sagacidad  penetrante  que,  de  una  sola  ojea¬ 
da,  y  deduciendo  de  uh  solo  rasgo  el  carácter  entero  de  una  persona,  en 
una  acción  toma  principio  para  desenvolver  una  conducta. . .  Su  maravi¬ 
llosa  hermosura  es  la  menos  notable  de  sus  cualidades,  la  menor  de  sus 
perfecciones». 

Tal  era  la  hija  del  doctor  Tobar,  ministro-juez  que  fue  de  la  alta 
corte  de  justicia,  y  «uno  de  los  fundadores  de  la  independencia  america¬ 
na».  Tal  era  Delina ,  nombre  poético  con  que  Caro  la  inmortalizó  en  sus 
poemas.  Este  amor  resistió  inalterable  a  la  convivencia  conyugal.  Bastan¬ 
tes  años  después  de  casado,  todavía  escribía  Caro  a  su  mujer,  desde  Car¬ 
tagena,  sitio  de  donde  tuvo  que  devolverse  a  los  Estados  Unidos,  al  saber 
que  el  despotismo  demagógico  reinaba  todavía  en  su  patria:  «Mi  corazón 
nació  para  amar  y  para  amarte  a  ti.  Después  de  haberte  conocido  me  era 
imposible  dejar  de  amarte,  me  era  para  siempre  imposible  ser  feliz  sin 
tu  amor.  En  cualquier  estado  que  te  hubiera  conocido,  te  habría  amado 
natural,  instantáneamente,  te  habría  amado  como  te  ame,  como  te  amo 


l 


146 


UN  FILOSOFO  POETA 


ahora,  como  te  amaré  hasta  el  día  de  mi  muerte».  Es  oportuno  puntuali¬ 
zar  aquí  que  este  día  trágico  para  la  Nueva  Granada,  cuyos  rumbos  po¬ 
líticos  habrían  sido  distintos  si  Caro  vive  más  tiempo,  según  lo  afirma 
Suárez,  este  día  de  luto  para  las  letras  castellanas  llegó  tres  años  después 
de  escrita  esta  carta,  cuando  Caro  contaba  apenas  treinta  y  cinco  años  de 
edad.  Murió  lejos  de  su  hogar,  según  lo  había  presentido,  víctima  de  la 
persecusión  política  contra  él  decretada,  y  que  le  obligo  a  expatriarse  a 
los  Estados  Unidos.  Por  cierto  que  fue  en  la  patria  de  Franklin  donde 
escribió  su  poesía  titulada  La  Libertad  y  el  Socialismo  que  Menéndez 
Pelayo  considera  «la  mas  arrogante  y  magnifica  de  sus  inspiraciones  lí¬ 
ricas».  En  esas  estrofas  dio  Caro  respuesta  a  sus  enemigos  y  dejó,  al 
mismo  tiempo,  un  tremendo  cuadro  del  estado  social  de  la  Nueva  Grana¬ 
da  hacia  1849. 

Con  raras  excepciones,  pues,  las  poesías  de  José  Eusebio  Caro  son 
amorosas  y  se  refieren  a  la  mujer  a  quien  posteriormente  condujo  al  al¬ 
tar.  Entonces,  ¿cómo  es  Caro  poeta  filósofo?  Podemos  afirmar  que  la 
filosofía  fue  en  Caro  una  derivación  de  su  sentido  erótico.  Sin  la  muerte, 
difícilmente  se  hubiera  filosofado,  decía  Schopenhauer,  y  lo  mismo  podría 
afirmarse  del  amor,  que  se  funda  precisamente  en  el  sentimiento  de  que 
todo  perece  y  se  extingue,  y  lucha  contra  esta  oscura  y  bella  fatalidad. 
Consideradas  humanamente  las  cosas,  en  un  mundo  en  el  que  no  existie¬ 
ra  la  muerte,  tampoco  existiría  el  amor,  y  sin  éste,  la  metafísica  no  ha¬ 
bría  nacido,  puesto  que  es  esa  pasión  la  que  nos  lleva  a  la  consideración 
de  lo  absoluto.  El  amor  aspira  a  la  totalidad  y  a  la  inmortalidad.  El  amor 
es  como  la  síntesis  suprema  de  la  actividad  cósmica.  Por  el  amor  ascen¬ 
dió  Caro  a  las  regiones  de  la  filosofía.  Esa  la  fuerza  que  lo  impulsó  a 
buscar  la  explicación  última  de  los  seres,  y  la  razón  del  espíritu.  Y  en 
el  ápice  de  aquella  escala  de  interrogaciones  encontró  siempre  la  idea  de 
Dios,  como  clave  última  del  misterio  terreno.  El  amor,  en  Caro,  es  religio¬ 
so,  más  que  filosófico.  La  suya  es  una  especie  de  teología  del  corazón, 
mejor  que  una  concepción  de  su  inteligencia.  Delina,  como  Beatriz  a  Dan¬ 
te,  le  enseñó  los  misterios  ultraterrenos  y  abrió  a  sus  ojos  las  puertas 
del  paraíso. 

Podría  objetarse  que,  desde  este  punto  de  vista,  el  amor  fue  en  José 
Eusebio  Caro  una  concepción  intelectualista  y  religiosa,  y  que  adhirió 
a  él  como  se  adhiere  a  una  tesis  abstracta,  por  simple  determinación  del 
entendimiento.  No  hay  tal.  Caro  sentía  el  amor  con  pasión  de  hombre  y 
efectivamente  hay  pasión  ardiente  en  sus  versos;  pero  al  trasladar  al 
arte  esa  pasión,  el  amor  se  intelectualizaba,  se  convertía  en  idea,  sin  per¬ 
der  por  eso,  sus  raíces  sentimentales.  Admirablemente  bien  expresó  es¬ 
te  fenómeno  don  Miguel  Antonio  Caro  cuando  dijo: 

«El  amor  inspiraba;  la  razón  escribía.  Caro  esgperimentaba  la  pa¬ 
sión  más  intensa,  y  sinembargo  sus  versos  no  son  la  obra  directa  de  esa 
pasión.  Formulábalos  mediante  la  reflexión,  sin  que  por  eso  se  resientan 
de  frialdad,  a  manera  de  un  pintor  que  hiciese  un  buen  retrato,  ausente 
el  original.  Sus  versos  no  son  la  expresión  espontánea,  el  grito  de  sus 
sentimientos;  son  una  imagen  bella  y  pura  de  esos  mismos  sentimientos 
convertidos  en  ideas;  pero  imagen  que  lleva  el  calor  y  el  aroma  de  un 
corazón  apasionado». 

Así  se  explica  la  aparente  antinomia  que  había  entre  Caro  hombre 
y  Caro  poeta,  desde  el  punto  de  vista  de  la  pasión  amorosa.  La  más  alta, 


RAFAEL  MAYA 


147 


completa  y  profunda  de  sus  poesías  es  la  que  lleva  como  título  La  bendu 
ción  nupcial,  e scrita  con  ocasión  de  su  matrimonio,  como  se  infiere  del 
título.  Los  críticos  chilenos,  a  que  me  he  referido  antes,  se  admiraban  de 
que  un  hombre,  en  ocasión  semejante,  se  hubiese  puesto  a  escribir  un  tra¬ 
tado  de  metafísica,  en  vez  de  pensar  en  la  consabida  «luna  de  miel»,  en 
el  hotel  de  moda  para  pasarla,  o  en  el  usual  «viaje  de  bodas»  como  cual¬ 
quier  petimetre  adinerado.  Pensaba  en  sus  responsabilidades  de  hombre, 
de  marido  y  de  futuro  padre;  pensaba  en  la  generación  que  de  él  saldría, 
y  en  la  vasta  cadena  humana  a  que  daría  origen  su  enlace  con  la  mujer 
predilecta  de  su  corazón;  pensaba  en  la  incertidumbre  del  porvenir,  en 
la  suerte  misma  de  su  amor,  en  la  inevitable  cosecha  de  desengaños  que 
es  la  vida,  en  los  azares  de  su  vida  de  político  y  de  combatiente  por  los 
ideales  de  la  cultura  cristiana,  en  época  adversa  a  la  religión;  pensaba  en 
su  muerte,  en  la  suerte  de  su  hogar  y  de  su  nombre,  una  vez  desaparecido 
el,  y  en  otras  cuestiones  por  el  estilo  que,  si  deben  ser  la  preocupación 
de  todo  hombre  sensato  en  aquel  temeroso  trance,  en  Caro  revestían  gra¬ 
vedad  suma,  porque  su  imaginación  todo  lo  agrandaba,  y  su  inteligencia 
dramatizaba  las  ideas  al  proyectarlas  sobre  la  eternidad. 

¿Es  posible,  decimos  ahora,  desde  un  punto  de  vista  abstracto,  la 
poesía  filosófica?  ¿No  se  oponen,  por  definición,  estas  dos  materias?  ¿No 
tiene  objetos  y  fines  distintos?  En  rigor  lógico,  pudiérase  contestar  afir¬ 
mativamente  a  estas  interrogaciones.  Efectivamente,  el  filósofo,  en  tér- 
minos^  generales,  busca  la  verdad,  y  el  poeta  la  realización  de  la  belleza. 
El  filosofo  especula  racionalmente  y  el  poeta  intuye  por  medio  de  la  ima¬ 
ginación.  La  filosofía  generaliza  y  la  lírica,  como  todo  arte,  parte  de  lo 
concreto  y  personal.  En  toda  filosofía  hay  envuelto  cierto  rigor  sistemᬠ
tico,  que  sujeta  a  método  estricto  el  raciocinio;  la  poesía  es  un  libre  di¬ 
vagar  que  no  tiene  como  norma  sino  la  verdad  de  las  asociaciones  y  la 
analogía  de  los  símiles,  todo  ello  de  acuerdo  con  la  fantasía  del  poeta.  La 
filosofía  da  la  explicación  de  las  cosas,  por  medio  de  sus  últimas  razones; 
la  poesía  nada  explica  porque  no  le  interesa  remontarse  a  la  ley  del  fe¬ 
nómeno,  sino  ofrecer  este  mismo  fenómeno  en  el  plano  de  la  simple  con¬ 
templación  estética,  dentro  de  su  inmediata  y  simple  realidad.  Tales  son, 
entre  otras,  las  diferencias  entre  la  actividad  filosófica  y  la  creación  poéti¬ 
ca.  Pero  si  nos  salimos  de  este  rigor  dialéctico,  y  contemplamos  las  cosas 
con  más  amplitud  de  criterio,  veremos  cómo  sí  puede  haber  una  especie  de 
filosofía  lírica  o  de  poesía  filosófica,  según  la  manera  como  el  poeta  abor¬ 
de  los  problemas  fundamentales  de  la  filosofía. 

Poetas  ha  habido  que,  de  hecho,  han  tocado  en  sus  versos  temas  per¬ 
tenecientes  a  alguna  rama  de  la  especulación  trascendental,  por  ejemplo, 
Lucrecio,  que  puso  en  verso  las  teorías  cosmológicas  de  Epicuro.  Otros 
han  tratado  líricamente  asuntos  más  concretos,  pero  que  caen,  de  hecho, 
dentro  de  la  técnica  filosófica,  como  los  que  han  cantado  al  hombre  en  ge¬ 
neral,  y  allí  está  el  caso  de  Lamartine;  al  tiempo,  a  la  inmortalidad,  o  se 
han  referido  a  ciertos  aspectos  morales  de  esas  mismas  cuestiones,  como  la 
justicia,  la  verdad,  la  inestabilidad  de  las  cosas  humanas,  la  fuga  de  las 
pompas  y  honores,  etc.  Esta  poesía  de  carácter  moral  es  muy  española,  y 
caracteriza  casi  íntegramente  los  primeros  siglos  de  la  literatura  castella¬ 
na,  desde  Berceo  hasta  Jorge  Manrique.  Entre  nosotros  no  ha  tenido 
cultivadores  de  mayor  mérito  ni  ha  producido  obras  que  merezcan  ser 
mencionadas.  Quizás  nos  falta  a  los  colombianos,  y  en  general,  a  los  es- 


148 


UN  FILOSOFO  POETA 


critores  de  Hispanoamérica,  ese  sedimento  que  depositaron,  en  el  alma 

tico,  dentro  de  la  libertad  lírica.  En  Colombia  es  notable ,  por ^este  aspe^ 
to  el  doctor  Núñez,  que  hizo  entrar  en  los  dominios  de  la  poet 
dé  entraña  filosófica  y  aun  científica,  con  el  natural  perjuicio  que  de  allí 
derivaron  por  igual  la  lírica  y  la  ciencia,  pues  ni  esa  poesía  alcanza  toda 
su  expresión  estética,  por  una  lado,  ni,  por  otro,  llega  a 

demostraciones  científicas,  siendo  apenas  una  expres.on  rudimentana  d 

estos  problemas,  expresados  por  medio  del  balbuceo  lírico.  Muchas  de 
las  poesías  de  Núñ'ez  son  exposiciones  prosaicas  de  temas  “Mtificos,  e  - 
eritas  en  renglones  cortos.  La  materia  de  otras  resulta  mas  inteligible  si  se 
convierten  en  prosa  las  estrofas.  Muchos  de  estos  temas,  asi  refundidos 
podrían  entrar,  por  derecho  propio,  en  los  asuntos  sociales  y  sociológicos 
que  Núñez  manejó,  con  tanta  destreza,  dentro  de  su  labor  periodística. 

Otros  poetas,  por  el  contrario,  lejos  de  proponerse  asuntos  propios  de 
la  especulación  racional,  consideran  las  ideas  y  los  sentimientos  desde  su 
punto  de  vista  más  universal  y  trascendente,  partiendo  siempre  de  casos 
concretos  que  han  herido  su  sensibilidad.  Tal  es  el  caso  de  José  Euseb.o 
Caro.  Casi  ninguno  de  los  asuntos  de  su  poesía  pudiera  servir  de  tema  de 
estudio  en  alguna  clase  de  metafísica  o  de  ciencias  naturales,  como  si  acon¬ 
tece  con  algunos  mitivos  líricos  de  Núñez;  pero  todos  ellos  entran  en  esa 
serie  de  incitaciones  universales  que  siempre  han  movido  la  inteligencia 
de  los  hombres  hacia  consideraciones  de  índole  general.  Solo  hay  un  caso 
en  que  Caro  usó  de  un  motivo  propio  exclusivamente  de  las  ciencias  po- 
líticas,  y  es  en  su  poesía  llamada  La  Libertad  y  el  Socialismo,  que  es  un 
ejempló  casi  único  de  refundición  lírica  de  un  tema  prosaico  de  suyo 
¿Pero  con  qué  donaire  supo  sortear  el  poeta  los  escollos  propios  de  esa 
clase  de  intentos  literarios!  La  adaptación  de  la  expresión  al  tema  no  pue- 
de  ser  más  armónica  Hay  estrofas,  en  esa  poesía  que  son  P^  ectas  desde 
el  punto  de  vista  del  equilibrio  guardado  entre  la  dureza  del  tema  y  su 
traslación  a  la  escala  poética.  Véanse  algunos  ejemplos: 


Que  esa  ambiciosa  inquieta  hipocresía 
no  es  menos  vil  que  la  falaz  piedad / 

No  hay  opresión  cual  esa  tiranta 
que  usurpa  con  sacrilega  ironía 
tu  nombre ,  Libertad . 

Los  hombres  todos  por  su  ser  iguales 
ante  una  ley  universal  de  amor , 
y  solo  por  sus  obras  desiguales , 
como  lo  son  las  almas  inmortales 
delante  del  Señor . 

El  hombre  nunca  a  hombre  degradando , 
rey  de  sí  mismo  y  de  sus  cosas  rey . 

El  fin  del  hombre  el  fin  de  Dios  llenando 
la  Ley  del  hombre  santa  reflejando 
de  Dios  la  santa  ley . 


RAFAEL  MAYA 


149 


* 

Estos  ejemplos  bastan  para  demostrar  cómo  el  genio  poético  de  Caro 
sabía  dar  ligereza  y  arrebato  a  temas  pesados  por  naturaleza  y  que  otro, 
menos  audaz  o  menos  consciente  de  sus  fuerzas  artísticas  no  se  habría 
atrevido  a  tocar.  Caro  no  se  arredra  ante  la  natural  aridez  del  tema,  ni  an¬ 
te  la  casi  imposibilidad  de  poetizar  un  capítulo  de  sociología  y  de  historia 
política  colombiana.  Se  lanza  al  tema  con  toda  la  arrogancia  del  caso,  y 
sale  en  verdad  victorioso,  pues  la  poesía  de  Caro  se  lee  siempre  con  gusto, 
a  causa  de  esa  conciliación  estética  y  científica  de  que  hablamos  ya,  tan 
hábilmente  lograda.  Don  Julio  Arboleda  también  escribió  versos  análo¬ 
gos,  casi  en  las  mismas  circunstancias  políticas  de  Caro  y  contra  el  mismo 
general  José  Hilario  López,  y,  sinembargo,  los  versos  del  cantor  de  Pu- 
benza  han  envejecido  más  que  los  de  Caro,  y  solo  pueden  leerse  con  cri¬ 
terio  retrospectivo.  La  oda  de  Caro  es  de  perpetua  actualidad,  como  lo  es 
el  caso  político  allí  contemplado,  y  su  doctrina  sigue  y  seguirá  vigente, 
dentro  del  espiritualismo  cristiano,  como  una  de  las  bases  más  inconmovi¬ 
bles  de  la  filosofía  católica  frente  al  problema  social.  ¡Ese  fue  el  acierto 
de  Caro!  Contempló  el  problema  apenas  con  referencias  circunstanciales 
a  la  historia  política  de  Colombia,  desarrollando  la  tesis  doctrinal  en  un 
sentido  válido  para  todas  las  épocas  y  circunstancias  del  mundo. 

Pero  dejando  a  un  lado  esta  poesía,  que  es  de  fondo  estrictamente  cien¬ 
tífico,  los  demás  poemas  de  Caro  pertenecen  a  esa  filosofía  general  de  la 
vida  que  puede  formularse  cualquier  espíritu  reflexivo,  aun  cuando  Caro 
sí  meditó  en  obras  de  exposición  doctrinaria  y  en  amplios  desarrollos  de 
tesis  metafísicas,  pero  esto  corresponde  a  su  labor  en  prosa,  y  en  esto  no 
nos  quedan  más  que  esbozos.  Bien  sabido  es  que  proyectó  una  Filosofía  del 
Cristianismo ,  cuyo  plan,  según  don  Miguel  Antonio  Caro,  concuerda  bas¬ 
tante  con  el  de  los  Estudios  Filosóficos  de  Augusto  Nicolás.  Pero  no  nos 
corresponde  investigar  esta  faz  del  talento  filosófico  de  José  Eusebio  Caro. 
Su  filosofía  poética,  pues,  es  libre  especulación  sobre  cuestiones  vitales, 
pero  desarrollada  en  veces  en  forma  casi  silogística,  por  la  precisión  del 
pensamiento  y  la  exactitud  de  las  expresiones  e  imágenes.  Todo  el  dogma 
de  la  supervivencia  del  espíritu,  por  ejemplo,  está  condensado  en  estos 
dos  versos  maravillosos: 

El  hombre  es  una  lámpara  apagada. 

Toda  su  luz  se  la  dará  la  muerte. 

Difícilmente  se  puede  ser  más  «matemático»  díganlos  asi,  en  la  expo¬ 
sición  de  una  idea,  y  difícilmente  pueden  juntarse,  con  arte  igual,  el  pensa¬ 
miento  trascendental  y  la  imagen  poética  que  lo  simboliza.  Aquí  se  revela 
esa  perfecta  armonía  de  facultades  que  había  en  Caro,  principalmente  do¬ 
nes  de  pensador  y  sus  atributos  de  lírico.  Oigamos  ahora  estas  estrofas 
de  La  bendición  Nupcial: 

Oye:  Oios  es  aun  mas  alia  del  mundo 
y  antes  Que  el  mundo  fuese >  El  existía  ;  i 
al  resplandor  del  sempiterno  dta 
goza  feliz  de  su  inmortal  Beldad. 

Sabio  y  fuerte ,  benévolo  y  fecundo , 
quiso  manifestar  su  omnipotencia , 
y  aún  más  que  su  poder  y  vasta  Ciencia 
quiso  fuese  alabada  su  Bondad. 


150 


UN  FILOSOFO  POSTA 


El  era  Dios .  De  Padre  quiso  el  nombre ; 
y  creó  cuanto  envuelve  el  ancho  cielo , 
cuanto  lleva  la  tierra  en  su  gran  vuelo , 
cuanto  esconde  el  abismo  mugidor. 

Del  mundo  rey  formó  por  fin  al  hombre , 
libre ,  feliz,  inteligente  y  bello , 
y  en  lo  hondo  de  su  ser,  con  vivo  sello, 
la  imagen  estampó  de  su  Creador . 

Mas  el  Perfecto,  el  Infinito  es  uno: 

El,  do  todo  principia  y  se  termina, 

El  solo  al  vago  porvenir  domina 
del  centro  de  la  inmoble  eternidad. 

Ni  al  Hombre,  hijo  de  Dios,  ni  a  ser  alguno, 
dar  pudo  Dios  lo  que  es  de  Dios  tan  solo: 

¡En  la  mano  abarcar,  de  polo  a  polo, 
del  tiempo  y  la  creación  la  eternidad t 

¡Sí,  solo  Dios  es  Dios!  mas,  en  su  ciencia, 
sin  igualar  así  su  criatura, 
dióle  la  libertad  y  ley  segura 
para  regir  su  propio  corazón. 

¡Oh  sumos  bienes:  libertad,  conciencia, 
por  los  cuales  al  hombre  limitado, 
no  lo  salva  o  condena  el  resultado, 
mas  lo  salva  o  condena  la  intención! 

Esta  es  la  regla,  la  alta  ley  es  esta: 
no  conseguir  el  bien  sino  buscarlo, 
que  en  buscarlo  de  veras,  no  en  hallarlo, 
el  mérito  consiste  y  la  salud 

¡Oh!  ¡gloria  a  Aquél  por  quien  la  ley  fue  impuesta 
que  en  esa  ley  que  todo  lo  reparte, 
cada  cual  se  llevó  la  mejor  parte: 

Dios  el  poder,  el  hombre  la  virtud! 

Afirma  Don  Miguel  Antonio  Caro  que,  en  sus  últimos  años,  don 
José  Eusebio  redactaba  primero  sus  poesías  en  prosa,  y  luego  las  trasla¬ 
daba  al  verso.  El  procedimiento  no  fue  de  la  exclusiva  invención  del  autor 
de  la  Bendición  Nupcial  que  antes  había  sido  empleado,  y  posteriormen¬ 
te,  un  poeta  francés  radicalmente  opuesto  a  Caro  en  ideas  y  en  sensibilidad 
artística,  Garlos  Baudelaire,  también  se  sirvió  de  él  para  componer  mu¬ 
chas  de  las  poesías  de  Las  Flores  del  Mal.  En  las  estrofas  de  don  José 
Eusebio  Caro,  arriba  trascritas,  es  visible  este  procedimiento,  es  decir, 
el  de  una  primera  y  sosegada  elaboración  reflexiva,  a  la  cual  siguió  des¬ 
pués  el  simple  engaste  poético.  De  otra  manera,  es  decir,  si  Caro  aboca 
^directamente  el  asunto,  difícilmente  habría  logrado  tan  extraordinaria 
precisión  de  conceptos.  Gomo  los  escultores,  modelo  primero  sus  ideas 
en  la  dúctil  arcilla  de  la  prosa,  que  se  presta  a  todas  las  rectificaciones,  y 
luego  las  trasladó  a  la  materia  poética  definitiva,  al  duro  y  perenne  bronce 
de  sus  versos. 


Rincones  mejicanos 

La  Bahía  de  Acapulco 

Por '  Vicente  Dávila 

Cuando  Hernán  Cortés,  conquistador  y  fundador  de  la  nacionalidad 
mexicana,  se  entrevistó  en  Toledo  con  el  emperador  Carlos  V,  iba  car¬ 
gado  de  merecimientos  de  sus  obras,  y  de  calumnias  y  persecuciones  de 
sus  émulos  y  de  sus  envidiosos.  Ante  el  monarca  casi  pesaron  más  las 
segundas  que  los  primeros,  no  obstante  el  ser  inusitados. 

No  se  le  concedió  lo  que  solicitaba  con  el  dereého  de  la  espada, 
que  es  el  supremo  don  de  los  conquistadores.  Era  el  gobierno  de  la  Nue¬ 
va  España,  su  empresa  de  audacia,  coraje  y  sacrificios,  en  donde  Ñuño 
de  Guzmán,  Matienzo  y  Delgadillo,  tres  pequeños  envidiosos,  incapaces 
de  hacer  obra  de  aliento,  atropellaban  contra  todo  lo  que  era  de  Cortés. 

El  emperador  no  quiso  atender  a  las  justas  reclamaciones  del  magno 
conquistador  y  dejó  que  otros,  incapaces  de  ofrecer  tierras  conquistadas 
a  la  corona,  hicieron  trizas  el  nombre  glorioso  del  fundador  del  más  vasto 
império  del  nuevo  mundo. 

Le  concedió  el  título  de  Marqués  del  Valle  de  Oaxaca  y  propiedades 
de  hasta  23.000  mil  vasallos;  y  le  nombró  Capitán  General.  Antes  de  re¬ 
gresar  de  España  se  unió  en  matrimonio  con  doña  Juana  de  Zuñiga,  so¬ 
brina  del  duque  de  Béjar.  Este  enlace,  según  el  cronista  Bernal  Díaz  del 
Castillo,  le  menguó  el  apoyo  decidido  de  su  gran  defensora  en  ta  corte 
doña  María  de  Mendoza,  esposa  del  comendador  mayor  de  León,  fa¬ 
vorito  de  Carlos  V.  Porque  defraudó  las  esperanzas  matrimoniales,  na¬ 
cidas  en  el  pecho  de  doña  Francisca  de  Mendoza,  hermana  de  aquella, 
al  calor  del  cortejo  amoroso  de  Cortés. 

Lo  cierto  es  que  éste  y  su  mujer  regresaron  a  México  por  los  anos 
de  1530  y  pasaron  a  vivir  a  Cuernavaca,  tierras  de  su  jurisdicción.  Allí, 
construyó  un  palacio,  que  junto  con  las  iglesias,  es  casi  lo  único  que  visita 
el  extranjero,  con  suma  dificultad  por  sus  calles  tan  mal  empedradas  y 
tan  sucias.  El  palacio,  que  debe  ostentar  la  estatua  del  fundador,  sirve  de 
casa  de  gobierno.  Menos  mal  que  en  estos  últimos  tiempos  se  le  han  he¬ 
cho  algunas  reparaciones. 

Para  llenar  el  vacío  de  su  menguada  autoridad  dio  impulso  a  la  agri¬ 
cultura,  cría  y  pequeñas  industrias,  pero  como  su  vocación  y  tendencias 
no  eran  las  de  un  hacendado,  se  enfrascó  de  nuevo  en  las  conquistas,  hia- 
bía  traído  capitulaciones  de  la  corte  para  expedicionar  al  mar  del  sur. 
Empezó  por  construir  navios  en  los  puertos  de  Tehuantepec  y  Acapulco, 
y  lanzó  a  las  aguas  a  sus  tenientes.  Pero  el  fracaso  le  perseguía  y  fueron 
sus  naves  a  estrellarse  contra  las  olas  irritadas  del  Pacifico.  En  1535  re¬ 
suelve  ponerse  él  mismo  al  frente  de  nueva  expedición,  en  busca  de  tie¬ 
rras  al  Occidente.  Dio  con  las  de  California,  adonde  arribo  todo  desmán* 
telado.  Que  de  los  dos  barcos  San  Miguel  y  San  Marcos,  construidos  en 
Acapulco,  y  salidos  en  la  expedición  con  Diego  Hurtado  de  Mendoza  en 
1532,  ya  tenía  conocimiento  del  fracaso  y  pérdida  de  estos. 


152 


LA  BAHIA  DE  ACAPULGO 


Agarrado  como  el  Ayax  de  la  Ufada,  a  la  península  californiana,  le 
encuentran  las  cartas  de  su  mujer  y  de  don  Antonio  de  Mendoza,  el  nue¬ 
vo  virrey  de  México.  Le  llaman  urgentemente.  A  su  regreso  fue  cuando 
permaneció  en  la  selvática  bahía  de  Acapulco.  Desde  allí  regreso  a  Guer- 
navaca.  Cortés  aparece,  en  esos  años,  un  esforzado  marino  en  la  nave¬ 
gación  de  aquellas  costas. 

Más  tarde,  por  marzo  de  1803,  otro  de  los  grandes  hombres  de  la  hu¬ 
manidad,  el  sabio  Alejandro  de  Humboldt,  llegó  a  sus  playas  en  compa¬ 
ñía  de  otro  sabio,  el  francés  Aimé  Bompland.  El  viajero  alemán  ante 
la  belleza  salvaje  de  las  rocosas  cumbres  y  de  sus  agrios  peñascales,  ex¬ 
clama:  «Acapulco,  la  más  hermosa  bahía  del  Pacífico,  parece  una  inmen¬ 
sa  hoya  tallada,  por  la  mano  del  hombre,  en  montañas  de  granito».  De  en¬ 
tonces  para  acá  esta  observación  se  confirma  cada  día.  Para  el  suscrito 
sólo  le  supera  la  encantadora  bahía  de  Guanabara  de  Río  Janeiro,  en  la 
costa  del  continente  americano.  Pero  en  las  playas  de  la  Copacabana  bra- 
sileira  la  mano  del  hombre  ha  completado  la  obra  del  Creador. 

Allí  empezó  Humboldt  su  labor  de  coordinados,  que  luego  llevo  a 
cabo  en  el  territorio  mexicano.  Dejó  un  plano  del  puerto,  que  ilustra  este 
escrito.  Acapulco  fue  durante  la  colonia  la  rada  adonde  arribaron  los  ga¬ 
leones  que  desafiando  los  mares  de  la  China,  Japón,  India  y  Filipinas 
venían  cargados  de  mercancías  vistosas:  sedas,  que  semejaban  enjam¬ 
bres  de  mariposas ;  lozas,  jarrones,  y  tibores  de  múltiples  dibujos  y  co¬ 
lores,  especies  orientales  donde  abundan  la  canela  olorosa  y  el  incienso 
que  sahúma  el  ámbito  sagrado  de  los  Iconos  votivos. 

Todo  era  animación  y  bullicio  en  las  polvorientas  calles  de  aquel 
pueblucho,  de  ranchos  coloniales  y  jacales  indígenas.  Una  que  otra  casa 
de  teja  y  de  estrechos  portales,  asomaba  acá  y  allá.  Quizás  las  mismas 
que  hoy  se  ven.  La  escasa  población  de  negros,  inditos,  mestizos  y  blan¬ 
cos,  se  duplicaban  a  cada  arribo  de  galeón.  Esto  constituía  una  feria. 

Pasó  la  vida  colonial,  y  la  república  independiente,  después  de  las  re¬ 
friegas  sangrientas  de  la  emancipación,  dejo  languidecer  el  comercio  de 
aquella  costa.  Y  quedó,  durante  más  de  un  siglo,  en  completo  abandono 
de  Dios  y  de  los  hombres.  Ni  siquiera  un  muelle. 

Cuando  el  visitante  recorre  el  centro,  donde  se  extienden  las  ventas 
del  mercado  en  las  calles  sucias,  mal  empedradas,  llenas  de  aguas  y  des¬ 
perdicios,  causa  la  más  triste  impresión  por  el  desaseo  y  atraso  de  aquel 
puerto,  que  tiene  por  marco,  para  guarecer  su  bahía,  las  rocas  más  be¬ 
llas  y  caprichosas  del  mar. 

Estos  graníticos  peñascos,  cortados  a  bisel,  de  hasta  60  metros  de  al¬ 
tura,  formados  por  desgarraduras  violentas  de  conmociones^  sísmicas,  en 
donde  se  cuentan  más  de  30  ensenadas,  reclama  la  atención  pública  de  par¬ 
te  de  los  gobernantes. 

Que  en  esa  especie  de  valle  que  empieza  en  la  conocida  con  el  nom¬ 
bre  de  La  Quebrada ,  y  que  se  alarga  en  declive  y  luego  se  explaya  en  una 
planicie  hasta  donde  la  estribación  de  la  cordillera  va  a  morir  cerca  de 
la  playa,  se  halla  el  viejo  poblado. 

Y  no  obstante  el  haberse  iniciado  una  activa  fabricación  de  quintas 
en  los  cerros,  donde  sobre  las  enhiestas  rocas  cimentan  los  arquitectos 
las  bases  de  sus  construcciones,  que  semejan  blancos  palomares .  en  los 
picos  acantilados  de  la  abrupta  serranía,  el  pueblo  permanece  sucio,  des¬ 
tartalado  y  polvoriento. 


VICENTE  DAVILA 


153 


Toca  al  gobierno  nacional  atender  al  llamamiento  urgente  de  las  en¬ 
senadas  y  bahías  más  caprichosas  de  un  puerto.  En  primer  término  debe 
enviar  un  ingeniero  constructor,  que  trace  la  ciudad  que  comprenda  to¬ 
dos  los  caseríos,  que  viajando  de  La'Quebrada  sigan  por  la  hondonada  y 
cerros  hasta  donde  termina  el  casquillo,  detrás  del  hotel  Papagayo. 

Esta  ensenada  tiene  unos  tres  kms.  de  larga  por  unos  dos  de  ancha 
desde  la.  pláya  hasta  las  faldas  de  la  serranía  que  la  limita  al  Norte.  Abar¬ 
ca  los  muelles,  el  castillo  de  San  Diego,  playa  Hornitos  y  la  primera  par¬ 
parte  de  Hornos.  Unos  pequeños  morros  frente  a  una  especie  de  derruía 
do  torreón  limitan  esta  hermosa  playa  de  los  bañistas. 

La  malyor  parte  de  este  valle,  que  será  el  asiento  de  la  ciudad,  es 
plana  con  pequeñas  eminencias  donde  hay  casuchas.  Algunas  canteras 
que  sirven  para  la  construcción.  Al  fondo,  en  las  faldas  del  cerro,  la  ver¬ 
tiente  Santa  Cruz,  que  alimenta  el  acueducto  del  puerto.  Más  al  oriente, 
en  una  mancha  de  árboles,  un  pequeño  ojo  de  agua.  Siguiendo  la  serra¬ 
nía  se  pasa  la  estribación  que  forma  el  casquillo,  por  donde  viene  la  tu¬ 
bería  de  agua  potable,  traída  de  gran  distancia,  para  aumentar  el  volumen 
de  agua  del  acueducto. 

Convendría,  que  antes  de  trazar  el  plano  de  la  ciudad,  el  gobierno 
nacional  enviase  al  ingeniero  a  hacer  un  estudio  práctico  a  Rio  de  Janei¬ 
ro,  donde  la  obra  del  h#mbre  científico  ha  trazado  una  población  tan  be¬ 
lla  como  su  bahía  de  Guanabara. 

Luego  sigue  una  segunda  ensenada,  de  solo  un  km.  de  playa  que  se 
adentra,  hasta  donde  muere  la  serranía,  en  unas  cuantas  centenas  de  me¬ 
tros.  La  limita,  en  el  mar,  el  farallón  de  los  Alcatraces.  Este  promontorio 
pétreo  evoca  en  el  recuerdo  del  viajero  de  40  años  atrás,  «El  centinela 
farallón  del  Pampatar»,  puerto  de  la  isla  de  Margarita.  Fecundo  vivero 
desde  la  colonia  por  sus  ricas  ostras,  sus  preciosas  perlas  y  sus  variados 
peces.  ¡Mexicanos,  cuando  viajéis  por  el  Oriente  de  Venezuela,  acercaos 
a  las  playas  de  Margarita  donde  en  las  hermosas  de  Pampatar  hallaréis 
brisas  saludables  para  el  organismo  y  una  dulce  quietud  para  el  espíritu 
agitado !  ' 

Frente  al  farallón  de  los  Pelícanos,  en  Piedras  Blancas  hacia  la  serra¬ 
nía,  se  estrecha  la  playa  de  modo  que  no  hay  ensenada  alguna.  Este  te¬ 
rreno  escabroso  tiene  unos  dos  kms.  de  largo.  Pero  los  últimos  dos  kiló¬ 
metros,  hasta  la  Playa  loaros,  donde  está  la  base  naval,  vuelve  una  ense¬ 
nada  a  dar  cabida  a  la  extensión  de  la  ciudad. 

De  toda  esta  playa,  en  su  primera  parte  de  tres  kilómetros,  el  inge¬ 
niero  constructor  bien  podrá  hacer  algo  semejante  a  la  célebre  playa  e 
Copacabana,  en  Río  de  Janeiro,  con  sus  cinco  kilómetros  de  larga.  Son 
dos  grandes  avenidas,  Atlántida  y  Copacabana,  con  edificios  de  unos  sie¬ 
te  pisos,  que  contienen  una  población  de  mas  de  40  mil  almas. 

Una  cosa  vital  en  estas  fundaciones  de  puertos  es  el  drenaje  de  las 
aguas  limpias,  sucias  y  lluviosas.  Todo  este  sistema  debe  estar  no  so  o  tra¬ 
zado  sino  construido,  antes  que  los  ingenieros  cimienten  los  muros  de 
los  edificios  y  casas  de  particulares. 

Como  las  casas  de  La  Quebrada  y  caseríos  de  los  cerros  hasta  los 
muelles  tienen  fuerte  declive,  bien  puede  llevarse  un  colector  principal 
por  la  calle  de  entrada  al  centro,  que  pasando  por  frente  del  hotel  Las 
Hamacas,  vaya  a  vaciarse  en  el  colector  central,  que  desde  allí,  siga  orí- 


154 


LA  BAHIA  DE  ACAPULCO 


liando  la  playa  hasta  llevarlo  detrás  de  los  pequeños  promontorios  que  se 
levantan  frente  al  hotel  Papagayo .  A  ese  colector  matriz  caerán  todas  las 
alcantarillas  de  la  nueva  ciudad,  para  así  mantener  limpias  las  aguas  del 
puerto  y  las  de  Hornos  que  utilizan  diariamente  los  bañistas.  El  final  del 
colector  debe  prolongarse,  más  afuera,  por  una  tubería  que  vaya  al  fon¬ 
do  de  la  bahía.  El  modus  operandi  depende  del  sistema  de  cloacas  que  es¬ 
time  más  conveniente  el  ingeniero  constructor  del  puerto  Los  america¬ 
nos  del  norte  en  esto,  como  en  todo  lo  pertinente  a  la  higiene  de  las  ciu¬ 
dades,  son  hábiles  maestros. 

El  anclaje  de  los  barcos,  que  custodia  el  castillo  de  San  Diego,  y  don¬ 
de  el  gobierno  nacional  ha  construido  unos  200  metros  de  muelles,  está 
llamado  a  recibir  los  navios  de  todo  el  Pacífico.  Por  de  contado  que  fal¬ 
tan  más  muelles  y  los  almacenes  correspondientes,  que  la  obra  se  halla 
en  mantillas. 

Hay  otro  sitio,  que  se  encuentra  al  voltear  un  pequeño  cabo  que  limi¬ 
ta  al  puerto  principal,  llamado  la  Bahía  de  Santa  Lucía ,  hoy  Manzanillo, 
muy  cómoda  para  un  astillero.  Detrás  de  esta  enorme  península  de  gra¬ 
nito  se  hallan  Caleta  y  C atetilla,  a  donde  acuden  los  bañistas.  Frente  está 
la  isla  grande  de  la  Roqueta  que  forma  otra  entrada  del  mar  a  la  Bahía 
de  Hornos,  llamada  Boca  Chica.  Contigua  queda  Boca  Grande,  o  La  Bo¬ 
cona  como  le  dicen  los  acapultecos,  la  cual  tiene  unos  dos  kilómetros  de 
anchura. 

Esta  configuración  de  entradas  de  barcos  semeja  a  las  dos  de  Carta¬ 
gena  de  Indias  en  Colombia.  Allá  Boca  Grande  fue  obstruida,  en  parte, 
para  los  navios  de  los  piratas  y  bucaneros  que  infestaban  la  bahía.  Sólo 
quedó  libre  Boca  Chica,  de  fácil  defensa  por  los  dos  castillos  a  su  entra¬ 
da.  En  Cartagena  de  Indias  el  viajero  admira  las  murallas  más  grandes 
y  mejor  defendidas,  con  sus  castillos  y  caminos  subterráneos,  que  deja¬ 
ron  los  conquistadores  en  América. 

En  el  morro  que  separa  las  playas  de  Caleta  y  C atetilla  acaba  de 
construir  una  hermosa  quinta  el  señor  general  Maximino  Avila  Cama- 
cho,  cuya  vista  da  un  sugestivo  panorama.  El  terraplén  que  le  hizo  para 
dar  entrada  a  los  autos  fue  un  bien.  Quedó  desde  luego  separada  la  pla¬ 
ya  de  C atetilla,  donde  son  los  baños,  de  Caleta  adonde  llegan  forzosa¬ 
mente  las  aguas  sucias  de  las  quintas  que  la  rodean.  Sólo  que  debe  pro¬ 
hibirse  a  los  bañistas,  que  ignoran  esto,  el  que  usen  las  aguas  de  Caleta . 

Puesto  que  ya  el  secretario  de  comunicaciones  y  obras  públicas  posee 
una  vistosa  residencia  en  Acapulco,  a  él  le  toca,  en  el  desempeño  de  sus 
atribuciones  administrativas  tomar,  como  cosa  propia,  la  construcción  del 
moderno  puerto  con  su  pintoresca  ciudad.  Debe  desde  luego  echar  por 
tierra  todo  lo  malo  que  hay  en  el  desmantelado,  polvoriento  y  sucio  case¬ 
río  de  gitanos,  que  lleva  el  nombre  de  Acapulco. 

Las  doscientas  y  más  quintas  que  se  miran  recientemente  en  los  ce¬ 
rros,  y  unos  cuantos  hoteles  en  las  playas,  ya  están  en  su  lugar  hermo¬ 
seando,  como  blancos  palomares,  aquellas  abruptas  y  salvajes  rocas  que 
circundan  las  diversas  ensenadas.  El  gobierno  de  la  revolución  mexicana, 
que  con  su  carretera  asfaltada  de  450  kilómetros  dio  impulso  a  las  nuevas 
construcciones,  debe  terminar  la  obra. 

El  aumento  del  turismo,  tanto  nacional  como  extranjero,  se  marca 
cada  año.  Esto  da  una  vida  al  puerto  de  Acapulco,  desconocida  antes 
de  la  carretera.  Tal  es  el  valor  real  de  las  buenas  vías  de  comunicación 


VIGENTE  DAVILA 


155 


entre  los  pueblos.  Pero  esta  vía,  que  es  la  continuación  de  la  carretera 
Laredo-México,  adolece  de  algunas  deficiencias.  Tanto  a  la  entrada  de 
Tasco  como  a  la  salida,  por  ser  entre  cumbres,  las  curvas  son  forzadas. 
Deben,  desde  luego,  ampliarse,  cortando  las  salientes  en  cada  vuelta.  Es¬ 
to  mismo  sucedió  en  los  cuarenta  kilómetros  de  la  carretera  macadamizada 
entre  La  Guaira  y  Caracas,  de  curvas  estrechas,  como  que  la  vía  es  tam¬ 
bién  de  meras  cumbres.  Los  choques  que  destrozaron  vidas  fueron  fre¬ 
cuentes,  hasta  que  el  gobierno  nacional  amplió  las  curvas.  Además,  en  la 
de  Acapulco,  antes  y  después  del  Cañón  de  Zopilote  asoman  de  nuevo 
las  curvas,  con  su  estrechez  amenazante. 

Guando  se  sale  en  lancha  de  vapor  por  Boca  Grande  se  halla,  a  poco 
tiempo,  la  Bahía  del  Marqués  resguardada  también  por  sus  graníticas 
cumbres.  Esta  se  comunica  por  un  canal  ensombrecido  con  las  ramas 
de  los  manglares,  cuyas  raíces  dan  a  las  aguas  un  rojizo  color.  Afuera 
una  enorme  playa  abierta,  donde  las  olas  se  estrellan  con  la  misma  vio¬ 
lencia  y  el  estrepitoso  fragor  de  las  ondas  del  Caribe  en  Venezuela.  Es  des¬ 
de  luego  peligrosa  para  los  imprudentes  bañistas  que  se  alejan  demasia¬ 
do  de  sus  orillas. 

Hay  otras  ensenadas  en  la  parte  opuesta  al  casquillo  que  forma  la 
gran  bahía.  Entre  las  principales  se  nombran  La  Quebrada,  de  gigantes 
peñones  cortados  a  bisel.  Desde  una  altura  de  hasta  30  metros  los  chama¬ 
cos,  ejercitados  desde  muy  chicos,  se  lanzan  al  fondo  del  canal.  Esta  di¬ 
versión  de  los  clavados  constituye  uno  de  los  números  más  pintorescos 
de  aquella  caverna,  que  Humboldt  admiró  por  la  estrepitosa  algazara  de 
sus  olas  al  romperse  en  sus  duros  acantilados. 

Contigua  está  el  Abra  de  San  Nicolás  donde  la  Bahía  de  la  Langosta 
sirve  para  el  paso  refrescante  de  las  brisas  del  mar.  Luego  un  saliente  ro¬ 
coso  que  se  alarga  a  la  manera  de  un  diente  de  una  rueda  de  granito,  la¬ 
brada  en  la  roca  viva  por  la  mano  del  Artífice  Supremo.  Otra  bahía,  la 
del  j Fatal;  y  así  hasta  dar  con  las  playas  de  Caleta  y  Coletilla .  En  los  sa¬ 
lientes  que  son  pequeñas  penínsulas,  se  construyen  febrilmente  quintas 
caprichosas.  Muchas  de  ellas  de  centenares  de  pesos.  Entre  las  más  cu¬ 
riosas  se  hallan  la  de  un  lord  inglés  y  la  de  don  Manuel  Clamón  Acosta, 
hijo  de  la  pintoresca  ciudad  de  Zacatecas. 

Al  visitarlas  semejan  grandes  barcos  que  se  lanzan  a  las  hondas  ba¬ 
hías  que  casi  las  circundan.  Sólo  la  proa  queda  asida  al  continente.  El  pa¬ 
norama  que  rodea  a  estas  quintas,  es  no  solo  atractivo  sino  de  un  encan¬ 
tamiento  aterrador.  El  ánimo,  saturado  de  esencias  marinas,  se  siente 
suavemente  atraído  por  la  desnudez  de  aquellas  rocas  y  sus  cortantes 
acantilados. 

Bien  cuadran  sobre  el  marco  de  este  gigantesco  anfiteatro  de  cum¬ 
bres,  que  forman  la  salvaje  y  encantadora  bahía  de  Acapulco,  las  esta¬ 
tuas  de  granito  de  dos  representativos  humanos:  Hernán  Cortés,  el  con¬ 
quistador  y  el  primer  armador  de  buques  en  la  rada  de  Acapulco;  y  Ale¬ 
jandro  de  Humboldt,  que  empezó  allí  sus  trabajos  científicos  de  a  .Nue¬ 
va  España  *. 

Caracas,  enero  de  1945. 

1  A  los  datos  personales  se  agregan  algunos  de  los  que  traen  Bernal  Díaz  del  Cas¬ 
tillo  en  la  «Conquista  de  la  Nueva  España»,  2  tomos;  Alejandro  de  Humboldt  en  el 
«Ensayo  sobre  el  reino  de  la  Nueva  España»,  5  tomos;  Salvador  de  Madanaga  en  «Hernán 
Cortés»;  y  Eduardo  Ríos  en  «Fray  Juan  de  San  Miguel». 


El  año  literario  en  Chile 

por  Julián  de  Ballesteros 

Ha  sido  este  año  de  gracia  de  1944,  que  acaba  de  terminar,  algo  escaso 
en  producción  literaria,  en  parte  por  la  agitación  política  que  zarandeó 
al  país  de  sur  a  norte  y,  en  parte,  por  el  alud  de  obras  de  todo  género  que 
nos  envió  el  continente  americano,  principalmente  Argentina,  con  sus 
prolíferas  editoriales  y  Méjico,  que  avanza  como  un  gigante  para  conquis¬ 
tar  el  mercado  literario  de  Hispanoamérica. 

Se  ha  dicho  que  los  chilenos  son  inclinados  a  la  historia  en  sus  diver¬ 
sas  formas,  que  los  poetas  y  novelistas  son  escasos  y  los  ensayistas  y  fi¬ 
lósofos  apenas  asoman  la  meditabunda  faz  por  el  mundo  de  las  letras  y 
tal  vez,  para  confirmación  de  lo  dicho,  el  año  se  ha  abierto  con  un  libro 
de  memorias  históricas  y  se  ha  cerrado  con  una  grave  historia  de  un  so¬ 
lemne  y  agudo  historiador. 

Las  memorias  de  don  Ricardo  Cox  Mendes  abren  la  marcha  con  su 
libro  Recuerdos  de  la  Revolución  del  91  en  que  el  autor,  ya  veterano  en 
las  lides  del  pensamiento,  refiere  con  verbo  ágil,  pintoresco,  las  aventuras 
de  su  mocedad  en  la  malhadada  revolución  del  91.  Es  una  crónica  de  una 
amenidad  suma  que  realmente  cautiva  y  muestra  un  aspecto  doloroso  de 
una  revolución  que  no  logró  transmutar  nuestros  hábitos  sociales. 

Don  Francisco  Encina  termina  el  ciclo  de  las  obras  históricas  de  este 
año  con  el  tercer  volumen  de  su  Historia  de  Chile ,  erudita,  y  al  mismo 
tiempo  de  alto  interés  humano.  Estudia  en  este  libro  la  colonia  con  sus 
gobernadores  guerreros  y  las  intrigas  de  palacio  que  hacen  sonreír  en  es¬ 
tos  tiempos  de  triunfante  democracia.  Es  lástima,  sin  embargo,  que  su  arre¬ 
ligiosidad  y  espíritu  liberal  antiguo  le  haga  cometer  injusticias  con  la  Igle¬ 
sia  y  sus  hombres  y,  como  de  paso,  trate  despectivamente  a  varones  es¬ 
cogidos  que  han  realizado  ardua  labor  social  como  el  Padre  Luis  de  Val¬ 
divia. 

Tras  de  la  historia  camina  la  biografía  de  personajes  de  alto  coturno; 
la  inicia,  el  primero,  don  Pedro  Lira  Urquieta  escribiendo  una  bella  bio¬ 
grafía  del  Padre  jesuíta  Alonso  O  valle,  una  gloria  de  Chile  y  de  la  Com¬ 
pañía.  Es  el  primer  escritor  chileno  de  la  colonia,  de  pluma  elegante  y  de 
colorido  estilo;  amó  a  su  tierra  con  afecto  entrañable  y  lo  demostró  pre¬ 
sentándola  con  orgullo  a  la  faz  del  mundo  como  una  tierra  de  gran  belle¬ 
za  y  de  clima  ideal.  Acompañan  a  la  biografía  escogidos  trozos  de  la  obra 
como  una  confirmación  en  que  Lira  Urquieta  apoya  su  tesis. 

Un  alma  cumbre  es  la  biografía  de  doña  Juana  Ross  de  Edwars,  alma 
critiana  de  plenitud  de  vida  interior,  que  asombra.  La  autora,  señora  Car¬ 
men  Valle,  ya  conocida  en  Colombia,  ha  sabido  presentar  a  su  heroína  en 
el  panorama  del  país  y  en  una  mansión  suntuosa  y  envuelta  en  las  costum- 


JULIAN  DE  BALLESTEROS 


157 


bres  y  en  la  atmósfera  de  ese  tiempo,  sencilla  y  a  la  vez  grandiosa.  Doña 
Juana  Ross,  era  una  santa;  en  medio  del  boato  de  su  casa  señorial  vivió 
en  una  pobreza  absoluta.  Su  familia  y  sus  hijos  fueron  los  pobres  a  quie¬ 
nes  consagró  su  vida  entera.  Se  lee  con  sumo  agrado  esta  vida  y  no  sólo 
con  deleite,  sino  con  mucho  provecho. 

Detrás  de  tan  delicada  matrona  desfila  Miranda  escrito  por  don  Emi¬ 
lio  Rodríguez  Mendoza,  diplomático  de  antiguos  blasones  que  ha  trazado 
cuadros  históricos  y  semblanzas  de  conquistadores  y  de  magistrados  y  de 
guerreros.  El  distintivo  del  diplomático  escritor  es  el  vigor  con  que  pinta, 
nada  de  finura  en  los  rasgos  ni  delicadeza  en  la  pincelada,  su  pincel  es  una 
brocha  que  deja  un  trazo  rojo  o  azul  y  hace  vibrar  el  color  y  hace  saltar 
la  figura  de  su  personaje  fuera  del  lienzo.  Por  eso  a  Miranda  visionario, 
el  terrible  caudillo  venezolano,  de  múltiples  facetas,  le  convenía  este  for¬ 
midable  biógrafo  que  hace  rugir  a  su  personaje  tal  como  acontecía  en  los 
heroicos  tiempos  en  que  vivió. 


En  pos  viene  El  C onquistador  de  Pascua ,  el  Hermano  de  los  Sagra¬ 
dos  Corazones  Eugenio  Eyraud,  que  convirtió  la  isla  con  su  virtud  heroica 
evangelizándola  totalmente,  después  de  trágicas  aventuras.  Obra  escrita 
por  el  capellán  del  ejército;  el  capellán  visito  la  isla  con  detenimiento  y  ha 
sabido  extraer  de  las  exóticas  tierras  de  oceanía  la  esencia  misma  de  la  raza 
presentando  al  hermano  misionero  en  lucha  contra  todos  los  elementos  hos¬ 
tiles:  el  clima,  el  paganismo,  la  miseria,  las  supersticiones,  y  la  feroz  hostili¬ 
dad  de  algunos  caudillos.  Obra  — tal  vez  un  poco  larga —  pero  de  mucho  in¬ 
terés,  pues  logra  coger  el  ánimo  hasta  darle  uno  cima  a  la  lectura. 

Una  raza  militar  es  como  la  biografía  de  Arauco  escrita  por  el  general 
don  Indalecio  Téllez.  El  autor,  general  del  ejército,  es  un  apasionado  por  la 
belicosa  raza  araucana;  la  conoce  íntimamente,  porque  la  ha  estudiado  si¬ 
guiéndola  en  toda  su  larga  trayectoria.  En  este  libro  prueba  el  carácter 
distintivo  de  esta  raza,  muestra  las  antiguas  guerras  en  que  se  distinguió 
y  pone  de  relieve  a  Lautaro,  a  quien  le  da  el  epíteto  de  genio  militar,  pues 
sin  ningún  elemento  indígena  crea  un  ejercito  y  las  armas  apropiadas  y, 
por  intuición  y  observación  asidua,  coloca  ante  las  tropas  españolas  una 
legión  disciplinada  e  irreductible  que  muchas  veces  pone  en  serios  apu¬ 
ros  a  los  capitanes  de  la  conquista. 

Don  Alejandro  Vicuña,  sacerdote  ya  avezado  en  este  género  biográfi¬ 
co,  corona  su  labor  con  esta  duodécima:  El  Bautista . 

La  austera  y  penitente  figura  del  precursor  salede  los  capítulos  de 
.este  libro  con  un  vigoroso  realismo.  Vicuña  se  encariña  con  su  personaje, 
lo  medita  largo  tiempo  viviendo  en  su  constante  compañía,  estudia  con 
paciencia  el  ambiente  social  y  familiar  en  que  el  personaje  vivió  y  después 
se  lanza  a  la  obra  para  darle  término  con  halagador  éxito. 


Si  Alejandro  Vicuña  fuera  amigo  de  las  sonajas  y  del  bombo,  ya  esta¬ 
ría  su  nombre  en  todos  los  labios  de  la  América  hispana  y  seria  rico  y 
famoso:  es  sacerdote,  y  con  esto  está  dicho  todo.  Sin  embargo  ha  logrado 

imponerse. 


Cierra  el  cortejo  histórico  una  monografía  de  mucha  enjundia  escri¬ 
ta  con  limpio  estilo  castizo  por  el  reverendo  P.  Juan  de  Guermca  y  se 
llama  Historia  del  Monasterio  de  Clarisas  de  Nuestra  Señora  de  la  Vic¬ 
toria.  Su  solo  nombre  evoca  la  época  romántica  de  la  Colonia,  cuando  os 


158 


EL  AÑO  LITERARIO  EN  CHILE 


capitanes  eran  austeros  y  piadosos  como  unos  monjes  y  en  los  regimientos 
del  rey  se  rezaba  el  Angelus  y  se  respiraba  un  ambiente  puro  de  cris¬ 
tianismo. 

El  libro  es  copioso,  erudito,  de  ochocientas  páginas,  y  documentos 
rancios  y  actas  y  necrologías  y  listas  de  religiosas.  Al  comenzar,  el  lector 
tiembla  pensando  que  aquello  le  va  a  resultar  una  mole  aplastante,  de  que¬ 
brantarle  los  huesos!  y  se  equivoca,  es  lectura  de  rara  amenidad,  bien 
coordinados  los  capítulos,  y  en  estilo  fluido,  como  de  un  narrador  ya  ave¬ 
zado  que  sabe  presentar  a  los  personajes  y  sus  hazañas  desde  un  ángulo 
amable. 

Hay  tres  libros  patrióticos  en  el  año  literario:  uno  solemne  y  monu¬ 
mental  del  historiógrafo  de  la  Academia  de  Historia  don  Garlos  Peña 
Otaegui  y  se  llama  Santiago  de  siglo  en  siglo . 

Peña  Otaegui  ha  mirado  con  cariño  la  aldea,  que  en  el  siglo  dieciséis 
fundara  don  Pedro  de  Valdivia  (1541),  capital  del  reino,  Santiago  del  Nue¬ 
vo  Extremo. 

La  aldea  va  creciendo,  se  va  desarrollando  tal  como  una  criatura, 
con  lentitud,  pero  con  seguridad:  Así  como  las  enfermedades  y  las  pes¬ 
tes  arruinan  a  los  niños  y  los  dejan  raquíticos  y  macilentos,  que  causan 
lástima,  tal  le  aconteció  a  la  aldea,  cuyo  nombre  le  quedaba  grande,  San¬ 
tiago  del  Nuevo  Extremo ,  pero  vinieron  los  años,  los  inviernos,  los  lus¬ 
tros  y  aquello,  deforme  y  desorbitado,  se  fue  convirtiendo  en  la  gran  ca¬ 
pital  que  ostentaba  cierta  agreste  belleza  cordillerana  al  comenzar  el  siglo  xx. 
Gori  dibujos,  planos  y  documentos,  el  cronista  ameno  va  narrando  esa 
historia  y  el  libro  deja  una  impresión  de  una  cosa  bien  lograda. 

El  segundo  libro  patriótico  es  un  curioso  Diccionario  Aíilitar  para  los 
profesionales  y  para  los  que  desean  internarse  por  esos  campos  en  cuyo 
lejano  horizonte  luce  la  patria.  El  autor  es  el  capitán  Kaplan,  oficial  dis¬ 
tinguido  del  estado  mayor,  que  entrega  con  su  obra  su  experiencia  militar 
en  este  diccionario. 

Y  el  tercer  libro  es  El  llamado  de  la  patria  que  bajo  el  patrocinio  de  la 
vicaría  militar  publica  el  capellán  mayor  don  Julio  T.  Ramírez  O. 

Es  un  breve  código  de  moral  para  el  conscripto  que  entra  a  los  cuar¬ 
teles  sin  saber  nada  de  lo  que  le  aguarda.  El  capellán  le  presenta  con  su¬ 
ma  claridad  los.  deberes  patrióticos,  religiosos  y  morales  y  le  muestra  las 
ceremonias  militares  y  los  fastos  heroicos  que  se  van  presentando. 

La  novela  ha  tenido  pocos  cultores,  pues  los  que  presiden  el  grupo 
son  ya  antiguos  y  fogueados  maestros  de  este  discutido  género. 

El  primero  es  Pedro  Prado,  un  clasico  de  las  letras  castellanas.  Ma¬ 
neja  un  estilo  original  de  forma  elegante,  coloreado  de  una  poesía  de  la 
tierra  que  embellece  delicadamente  los  capítulos.  Es  considerado  el  pri¬ 
mero  de  los  escritores  de  Ghile,  pues,  apesar  de  que  lleva  más  de  treinta 
años  en  ía  brecha,  mantiene  el  entusiasmo  de  la  mocedad. 

Este  ano  íeproduce  una  famosa  novela,  Alsino ,  que  tuvo  un  largo  pe¬ 
riodo  de  actualidad  y  es  una  especie  de  fabula  poética  en  que  el  protago¬ 
nista,  un  jovenzuelo  del  pueblo,  siente  que  le  brotan  unas  extrañas  alas 
que  le  permiten  volar. 

.  ^n,  seéuida,  viene  don  Mariano  Latorre,  autor  premiado  con  el  pre¬ 
mio  mas  grande  de  nuestra  literatura  y  que  ha  conquistado  un  lugar  emi¬ 
nente  en  las  letras  nacionales. 


JULIAN  DE  BALLESTEROS 


159 


Mariano  Latorre  es  el  primero  de  los  pintores  de  nuestros  campos  y 
montañas;  describe  con  una  pericia  original,  con  una  fuerza  y  una  luz  que 
deslumbra;  apesar  de  todo,  los  paisajes  parecen  aplastar  al  hombre;  de 
aquí  que  los  huasos,  pescadores  y  labriegos  y  mozas,  posean  un  alma  in¬ 
definida,  vagarosa,  como  si  fueran  sombras. 

Latorre  ha  publicado  este  año  Tierra  de  pellines  con  las  mismas  ca¬ 
racterísticas  de  sus  demás  obras:  paisajes  de  maravilla  y  sombras  de 
humanos . . . 

Eduardo  Barrios,  ex-ministro  de  educación,  ex-rector  de  la  biblioteca 
nacional,  autodidacto,  estilista  delicado,  de  elegante  forma,  arreligioso  por 
formación  intelectual,  y  por  el  medio  social  en  que  se  ha  desarrollado  su  per¬ 
sonalidad,  ha  lanzado  este  año  una  novela  titulada  Tamarugal,  después  de 
un  largo  silencio  de  quince  años. 

Este  nombre  indígena  Tamarugal  es  el  de  una  estéril  pampa  del  nor¬ 
te  de  Chile,  en  donde  el  salitre  — el  precioso  abono  — es  purificado  des¬ 
pués  de  una  serie  de  procedimientos  largos  de  enumerar  y  difíciles  de 
describir.  Allí  viven  en  su  ambiente  turbio,  seco,  calcinante,  los  obreros 
del  salitre  en  medio  de  la  hostilidad  de  la  naturaleza  y  de  los  hombres; 
pues  bien,  esto  lo  ha  novelado  Barrios  con  maestría,  pintando  a  un  grupo 
de  personajes  que  allí  viven  y  florecen  en  el  abandono  espiritual  más  ab¬ 
soluto.  Como  de  paso,  ha  trazado  cuadros  vivientes  de  aquella  industria, 
del  paisaje  tétrico,  de  la  pampa,  y  de  ese  tráfago  de  pasiones  mezquinas 
o  soberbias  que  alienta  en  los  hombres. 

El  escritor  criollo  don  Luis  Durand  ha  recogido  sus  escritos  en  un 
libro:  Casa  de  la  Infancia .  Son  narraciones  muy  sencillas  del  campo  chi¬ 
leno,  con  personajes  y  paisaje  bien  escogidos,  y  el  lenguaje  del  huaso  y  del 
obrero  chileno. 

Pese  a  que  ni  el  esilo  ni  el  asunto  son  cosas  muy  selectos,  ni  de  alta  li¬ 
teratura,  hay  sinembargo  observación  aguda  de  la  realidad  y  personajes 
sencillos  que  comienzan  a  experimentar  el  descontento  que  la  demagogia 
ha  sembrado  en  las  clases  populares. 

Olegario  Laso  Baeza  es  un  capitán  de  caballería  en  retiro,  que  escri¬ 
be  cuentos  militares  con  mucho  arte,  presentando  el  medio  ese  tan  cerra¬ 
do  para  el  mundo,  con  una  trasparencia  y  una  verdad  que  seduce. 

Es  lástima  que  los  conflictos  que  allí  estallan  y  se  desarrollan  con 
mayor  frecuencia,  sean  esos  conflictos  pasionales  en  que  el  amor  sensual 
aparece  con  un  relieve  violento,  rudo,  que  hiere  la  pupila  y  está  en  pug¬ 
na  con  el  sentido  moral.  El  novelista  sólo  ha  retratado  lo  que  ha  podido 
contemplar  en  su  breve  paso  por  los  cuarteles,  pero  así  y  todo,  el  escritor 
católico  debe  hacer  sentir  su  doctrina  moral  en  sus  escritos  y  enseñar 
con  la  elocuencia  con  que  lo  han  hecho  los  maestros  de  la  pasada  genera¬ 
ción,  tal  como  Bourget,  Bazin,  Pereda,  Goloma,  Caballero,  etc. 

Otro  autor  guerrero  es  el  poeta  aviador  Diego  Barros  Ortiz,  que  ha 
reunido  en  un  volumen  relatos  fantásticos  de  escenas  de  ultratumba,  apa¬ 
riciones  extrañas  de  fantasmas,  muertos  que  penan,  etc. 

Diego  Barros  es  un  poeta  de  fuste  y  también  escribe  en  prosa  con 
elegante  despreocupación;  por  eso  sus  Cuentos  de  ultratumba  han  sido  bien 
acogidos  por  la  crítica,  pero  todos  hubieran  deseado  conocer  sus  expe¬ 
riencias  sobre  el  espacio  y  lo  relativo  a  las  impresiones  del  mortal  cuando 
va  cruzando  el  éter  en  alas  del  avión. . . 


160 


LE  AÑO  LITERARIO  BN  CHILE 


La  didáctica  tiene  pocos  cultores:  el  primero  es  el  profesor  de  la 
Universidad  de  Chile,  doctor  de  la  Gregoriana,  don  Carlos  Hamilton. 
Ha  escrito  Derecho  Canónico ,  magnífico  texto  bien  ordenado,  escrito 
con  claridad  meridiana,  y  la  Historia  del  Derecho ;  ambos  son  textos  guias 
en  que  las  diversas  materias  han  sido  presentadas  no  solamente  de  acuerdo 
con  las  normas  pedagógicas,  sino  con  un  acopio  abundante  de  doctrina  pa¬ 
ra  satisfacer  al  más  exigente  de  los  juristas. 

La  poesía  tiene  esclarecidos  representantes:  el  primero  es  el  capellán 
del  ejército  don  Bernardino  Abarzúa  vastamente  conocido  en  toda  la  Amé¬ 
rica  Hispana  por  su  bien  cortada  pluma  de  periodista  y  por  sus  vibrantes 
discursos  políticos. 

El  capellán  Abarzúa  es  delicado  poeta.  Ya  cuenta  a  su  haber  algunos 
volúmenes  de  bellas  composiciones  inspiradas  en  que  el  brío  de  la  imagen, 
la  emoción  y  la  fluidez  del  verso  compiten  dando  la  impresión  de  la  be¬ 
lleza  lírica. 

La  última  obra  Remanso  vesperal  ostenta  en  la  portada  un  paisaje 
que  armoniza  con  el  contenido  del  libro:  un  ciprés  meditabundo,  sobre 
un  remanso  —  en  un  atardecer  de  otoño:  todo,  en  un  ambiente  de  paz 
y  de  dulzura. 

En  medio  del  torbellino  moderno,  en  que  se  retuercen  los  conceptos, 
y  las  estrofas  simulan  acertijos  y  los  cuadros,  alucinaciones  de  enfermo,  es¬ 
tá  serenidad  del  poeta-sacerdote,  cautiva.  Por  eso  el  autor  proclama  su 
ideal : 

¿Ves?  El  remanso  guarda  su  deseo, 
y  su  rostro,  que  cede  al  devaneo 
de  las  auras,  sonríe  a  las  estrellas. . . 

Hay  en  la  redondez  de  su  recodo 
viveza  de  pupila  transparente, 
que,  apesar  del  tumulto,  la  corriente 
no  ha  salpicado  en  ribereño  lodo . 

El  remanso  contempla  de  este  modo, 
siempre  joven,  la  bóveda  esplendente 
y,  reiterando  sus  miradas,  siente 
que  el  cielo  en  ellas  se  estremece  todo. 

Otro  poeta  religioso,  Fray  Damasceno  Espinosa  ha  publicado  este 
año  una  colección  de  selectas  composiciones  místicas  con  el  título  de  Ecos 
del  camino . 

El  dulce  Francisco  de  Asís  ungió  a  su  discípulo  con  su  ingenuidad 
y  le  ha  comunicado  la  virtud  de  mirar  el  mundo  con  los  ojos  limpios  y 
serenos  del  que  contempla  en  las  criaturas  un  reflejo  de  la  hermosura 
del  Señor. 

Por  eso  Fray  Damasceno  en  medio  de  sus  tareas  de  maestro,  de  pre¬ 
dicador  y  de  director  de  obras  sociales  y  de  beneficencia  va  diciendo  sus 
estrofas  cristalinas  en  que  palpita  el  amor  de  Dios.  Así  cantando  y  re¬ 
zando  el  camino  se  acorta  y  la  sangre  se  refresca  y  queda  en  el  aire  un 
cántico  del  cielo. 

Gomo  síntesis  de  toda  la  poesía  chilena  se  presenta  el  libro  del  joven 
bardo  y  periodista  don  Garlos  René  Correa.  Su  título  es  Antología  de 
Poetas  chilenos  1557-1944. 


JULIAN  DE  BALLESTEROS 


161 


Ha  recogido  todos  los  cantos  y  poemas  y  romances  de  los  portaliras 
que  han  pasado  por  estas  tierras  hurañas  del  Nuevo  Extremo  desde  la 
epopeya  de  Ercilla  hasta  los  gritos  histéricos  de  los  vanguardistas  de  es¬ 
ta  hora  tenebrosa  en  que  vivimos.  Hay  de  todo,  himnos  clásicos  y  leves 
canciones  modernas,  cosas  magníficas  que  elevan  el  alma  y  estertores  que 
maltratan  el  oído  y  hieren  el  alma.  * 

Es  lástima  que  el  libro  se  resienta  de  una  ligereza  y  de  una  levedad 
que  no  se  comprende  y  muchos  errores  de  fechas  y  de  crítica  deslustran 
el  conjunto  que  merece,  por  el  esfuerzo,  un  voto  sincero  de  aplauso. 

La  crítica  ha  recibido  la  obra  con  displicencia  y,  a  veces  con  suma 
acritud  y  se  explica,  como  el  poeta  Correa  hace  de  juez  literario  en  la 
prensa  y  muchas  veces  dictamina  con  severidad,  la  juventud  le  ha  hecho 
pagar  caro  los  juicios  adversos.  ¡Así  va  el  mundo! 

Coronan  el  año  dos  libros  religiosos  de  autores  ya  consagrados  por 
la  opinión  pública:  Fátima ,  el  primero  de  ellos,  escrito  por  el  rector  de 
la  Universidad  Católica,  monseñor  Carlos  Casanueva  O. 

Monseñor  Carlos  Casanueva  es  el  sacerdote  más  activo  y  más  apos¬ 
tólico  de  la  nación:  humilde,  sencillo  y  ágil,  con  largos  años  de  profesorado 
y  de  intensa  vida  de  predicación,  su  laboriosidad  es  proverbial:  Se  le  en¬ 
cuentra  en  todas  partes  ya  rigiendo  con  admirable  tino  la  Universidad 
Católica,  ya  visitando  algún  tugurio  o  predicando,  o  en  una  antesala  de 
algún  personaje  para  pedir  alguna  gracia  para  algunos  de  sus  universita¬ 
rios,  siempre  juvenil,  siempre  escondido  va  dejando  tras  de  si  un  reguero 
de  bendiciones. 

Hombre  de  tan  asombrosa  actividad  ha  encontrado  tiempo  para  es¬ 
cribir  esta  obra  del  moderno  mensaje  de  la  Virgen  al  mundo,  el  mensaje 
de  la  Virgen  de  Fátima.  Y  lo  ha  escrito  con  unción  y  con  amenidad  de  tal 
manera  que  se  lee  con  deleite . . . 

El  mensaje  de  María  debe  ser  escuchado  de  tales  labios  sacerdota¬ 
les! 

¿Y  el  último  libro?  Obras  selectas  de  un  orador  sagrado  que  ha  hecho 
resonar  los  púlpitos  de  la  metrópoli,  don  Jorge  Salcedo  Rossel. 

Escribe  de  broma  dos  o  tres  prólogos  graciosos  y  presentado  por  un 
erudito  sacerdote,  entra  en  materia  con  un  solemne  discurso  a  la  Virgen 
Santísima  del  Carmen  cuyo  trono  erigido  a  la  orilla  del  mar  parece  desafiar 
la  adversidad  y  el  tiempo. 

Este  libro  sustancioso  y  leve  cierra  el  año  literario  de  1944. 

Relacionado  con  la  literatura  merece  una  loa  entusiasta  la  revista  ju¬ 
venil  y  universitaria  que  con  el  título  sugestivo  de  Orientaciones  publican 
los  jóvenes  católicos  de  Valparaíso  bajo  los  auspicios  de  los  religiosos  de 
los  Sagrados  Corazones. 

En  verdad  el  material  es  nutrido,  los  colaboradores  están  pertrechados 
con  la  sólida  filosofía  de  nuestra  fe  cristiana  y  por  eso  abordan  con  claridad 
los  problemas  que  nos  preocupan  en  esta  hora  tenebrosa  en  que  vivimos 

¡Ad  multos  annos! 


t 


Un  proyecto  notable  de  ornamentación 

templaría 

por  Eduardo  Ospina,  S.  J. 

De  la  interesante  exposición  pictórica  presentada  por  Mme.  Andrée 
de  Sobocka  de  Groot  en  el  salón  de  la  Biblioteca  Nacional  (marzo  7-21 
de  1945)  quisiéramos  considerar  sólo  el  proyecto  trazado  por  la  artista 
para  la  iglesia  de  la  Sagrada  Familia,  regentada  por  los  PP.  de  Santo  Do¬ 
mingo  en  Curazao.  . 

El  proyecto  contempla  solamente  el  testero  principal  de  la  n^ve 
mayor  y  espacios  contiguos.  Sus  partes  están  dispuestas  por  grupos  ter¬ 
narios  y  cuaternarios,  apropiados  para  la  composición  monumental. 

En  el  triple  lienzo  vertical  del  testero  se  desarrollan  en  un  tríptico 
las  escenas  culminantes  en  la  vida  y  en  la  obra  del  Mesías,  así: 

A)  Su  manifestación  (Epifanía),  B)  Su  sacrificio  salvador  (el  Calva¬ 
rio),  C)  Su  triunfo  (la  Ascensión,  (Figuras  A),  B)  y  C). 

En  los  plementos  de  la  bóveda  y  sobre  aquel  tríptico  van  tres  cam¬ 
pos  con  figuras  especialmente  relacionadas  con  cada  una  de  las  partes 
de  él:  a  lado  y  lado  Isaías  (figura  a),  el  profeta  del  nacimiento  virginal 
y  manifestación  del  Mesías,  y  David  (figura  c),  el  profeta  de  la  glorifi¬ 
cación  del  mismo  Mesías.  En  medio  de  estas  dos  figuras,  la  Santísima 
Trinidad  (figura  b):  el  Padre,  en  su  imagen  tradicional  del  Anciano,  y 
el  Espíritu  Santo,  la  Paloma  divina,  contemplan  extasiados  la  Hostia  sa¬ 
grada,  cumbre  del  Sacrificio  y  Gloria  de  Jesús. 

En  la  bóveda  también  y  más  lejos,  pero  equidistantes  del  centro: 
cuatro  Santos  dominicos  (Santo  Domingo,  Santo  Tomás,  San  Jacinto  y 
el  mártir  Van  Gorken  ( figura  d),  y  cuatro  Santas  de  la  Orden  femenina  (San¬ 
ta  Catalina,  Santa  Rosa  de  Lima,  Santa  Imelda  y  Santa  Inés)  (figura  e). 
Recuérdese  que  el  proyecto  es  para  un  templo  dominicano. 

Bajo  esos  dos  grupos,  en  lienzos  verticales,  dos  escenas  alusivas  a 
la  sagrada  Eucaristía:  a  la  izquierda  del  altar,  el  profeta  Elias  (figura 
f)y  recibiendo  del  ángel  el  pan  que  restauró  sus  fuerzas,  y  a  la  derecha 
los  peregrinos  de  Emaús  a  la  mesa  (figura  g). 

Por  el  sólo  agrupamiento  de  los  temas  se  advierte  ya  la  grandiosa 
síntesis  religiosa  de  esta  composición  trascendental.  Pero  ella  se  com¬ 
prende  mejor  por  el  desarrollo  de  cada  parte. 

Consideremos  primero  el  tríptico  central. 

A)  La  Manifestación  del  Mesías .  Esta  se  lleva  a  cabo  en  el  momento 
típico  de  la  «Epifanía»  (palabra  griega  que  significa  «manifestación»), 
y  la  composición  da  a  la  Epifanía  su  sentido  más  trascendente:  en  la  par¬ 
te  central,  Jesús  en  brazos  de  su  Madre  abre  los  suyos  para  acoger  a 


* .  • 


Figura  A  Figura  B  _  Figura  C 

La  Manifestación  del  Mesías  El  Sacrificio  del  Mesías  El  Triunfo  del  Mesías 


164 


UN  PROYECTO  DE  ORNAMENTACION  TEMPLARIA 


los  que  vienen  a  adorarle.  Y  an¬ 
te  todo  a  las  almas  inocentes,  re¬ 
presentadas  por  un  grupo  de  ni¬ 
ños  de  primera  comunión.  Luego 
los  sencillos  pastores  y  los  ma¬ 
gos  espléndidos,  cuyos  cortejos 
se  ven  aproximarse  desde  diver¬ 
sos  puntos  del  horizonte  para  in¬ 
dicar  la  variedad  de  naciones  que 
vienen  a  la  Iglesia.  En  la  parte 
superior,  los  ángeles  entonan  el 
Paz  a  los  hombres  tan  amados 
de  Dios. 

B)  El  Sacrificio  salvador  del 
Mesías .  Esta  es  una  de  las  par¬ 
tes  más  ricas  en  contenido  dog¬ 
mático  y  en  fuerza  sintética. 

En  su  parte  inferior  se  expre 
sa  la  realidad  de  la  vida  cristia¬ 
na  en  la  fecunda  fórmula  Ora 
et  labora .  La  oración  está  perso¬ 
nificada  en  la  plegaria  de  la  fa¬ 
milia:  el  padre  recogido,  en  pie, 


Figura  a)  El  profeta  Isaías 


la  madre  arrodillada  y  los  peque- 
ñuelos  en  actitudes  bien  caracteri¬ 
zadas.  El  trabajo  está  expresado  por 
una  escena  de  pescadores. 

En  la  parte  media  se  desarrolla 
el  purgatorio,  vida  intermedia  en¬ 
tre  la  de  este  mundo  y  la  otra  defi¬ 
nitiva.  La  disposición  de  sus  figu¬ 
ras  toma  como  un  movimiento  espi¬ 
ral  que  recuerda  algunas  obras  de 
Rubens  y  de  Tintoretto,  y  que  ex¬ 
presa  bien  la  naturaleza  transitoria 
y  ascendente  de  la  purificación  ul- 
traterrena.  Esta  parte  está  también 
esbozada  de  tamaño  natural  en  un 
gran  cartón  (3x4  metros)  donde 
las  figuras  en  muy  variadas  actitu¬ 
des  expresan  felizmente  un  senti¬ 
miento  complejo  típicamente  cristia¬ 
no:  el  íntimo  sufrimiento  resignado 
junto  con  el  intenso  anhelo  de  libe¬ 
ración. 

En  lo  alto  de  esta  parte  central 
domina  la  escena  del  Calvario.  Su 


Figura  b)  La  Santísima  Trinidad. 


EDUARDO  OSPINA 


165 


ejecución  es  realista,  pero  su 
colocación  sintética  le  da  una 
trascendencia  dogmática:  es  el 
sacrificio  redentor  que  trasfor¬ 
ma  la  vida  orante  y  laboriosa 
en  eternidad  feliz  y  redime  con 
su  virtud  expiatoria  las  almas 
aún  detenidas  en  el  fuego  puri- 
ficador. 

Es  notable  el  estudio  de  ca¬ 
da  personaje  para  esta  escena 
superior:  el  suave  y  ardiente 
San  Juan  contempla  en  silen¬ 
cio,  una  de  las  santas  mujeres 
aterrorizada  parece  echar  pie 
atrás,  la  Virgen  María,  fuerte 
y  amorosa,  se  abraza  a  la  cruz 
con  ternura  y  serenidad.  Y  así 
las  demás  figuras. 


G)  La  Glorificación  del  Me¬ 
sías .  Es  la  gloria  misma  de  la 
ascensión  a  los  cielos  en  com- 


FlGURA  d)  Grupo  de  Santos  dominicanos 


posición  que  recuerda  la  asunción 
de  la  Virgen  por  Rafael  y  la  aún 
más  grandiosa  de  Tiziano.  En  la 
parte  inferior  se  agrupan  los  após¬ 
toles  presididos  por  la  Madre  de 
Jesús,  como  una  personificación 
de  la  Iglesia  que  se  extasía  en  el 
triunfo  del  Redentor.  Arriba,  Je¬ 
sús  glorioso  entre  el  cortejo  de 
los  grandes  personajes  del  Anti¬ 
guo  Testamento. 

Las  dos  figuras  superiores,  Isa¬ 
ías  (figura  a)  sobre  la  Manifesta¬ 
ción  del  Mesías  y  David  (figura 
c )  sobre  su  Glorificación,  son  bue¬ 
nas  figuras  decorativas. 

En  cambio  la  figuración  de  la 
Santísima  Trinidad  (figura  b)  sa¬ 
le  de  lo  ordinario  como  concep¬ 
ción  original  y  como  ejecución. 
Como  concepción  original,  porque 


166 


UN  PROYECTO  DE  ORNAMENTACION  TEMPLARIA 


será  talvez  la  primera  vez  que  en  una  representación  visible  de  las  tres 
Personas  divinas,  el  Hijo  está  figurado  por  la  Hostia  eucaristica.  esta 
muy  bien!  Más  relación  tiene  la  Hostia  como  figura  simbólica  y  plástica 
con  el  Dios  sacrificado  que  la  figura  del  Anciano  con  el  Padre  Eterno 
o  la  figura  de  la  Paloma  con  el  Espíritu  Santo.  Pero  en  la  presente  com¬ 
posición  dogmático-litúrgica  la  Hostia  eucarística  como  realidad  teoló¬ 
gica,  como  forma  simbólica  y  aún 
como  figura  geométrica  tiene  un 
alto  sentido.  La  Eucaristía  es  la 


Figura  e) ,  Grupo  de  Santas  dominicanas 


perpetuación  de  la  oblación  reden¬ 
tora  de  Jesús  (el  Sacrificio  in¬ 
cruento:  realidad  geológica) ;  la 
Comunión  es  la  comunicación  su¬ 
prema  que  en  esta  vida  tenemos 
con  la  divinidad  en  virtud  del  Sa¬ 
crificio  de  Jesús  (el  Pan  de  Vida: 
realidad  simbólica),  y  la  Hostia, 
visualmente,  es  no  sólo  un  foco 
de  blancura,  suma  de  todos  los 
colores,  sino  también,  geométrica»- 
mente,  es  el  círculo,  el  foco  de  la 
regularidad  monumental,  la  figu¬ 
ra  perfecta  por  su  concentración 
y  por  su  radiante  equilibrio.  Así 
colocada  la  Hostia  en  la  cumbre 
central  de  esta  gran  composición 
viene  a  ser  como  la  plenitud  de 
la  síntesis  ideológica  y  como  una 
aurora  cándida  que  todo  lo  en¬ 
vuelve  en  su  purificante  ilumina¬ 
ción. 

i  *  *  * 

Esta  obra,  como  estilo,  tiene  sus 
caracteres  propios. 

La  primera  nota  característica 
que  llama  la  atención  en  ella  es  el 
denso  sentido  dogmático. 


Se  necesita  una  inteligencia  profunda  y  muy  formada,  para  intuir  la 
admirable  belleza  de  los  misterios  cristianos  y  la  excelsa  armonía  con 
que  se  asocian  unos  con  otros.  Solo  una  fuerte  preparación  doctrinal  y 
una  meditación  penetrante  puede  envolver  en  vínculos  tan  firme  y  sen¬ 
cillamente  enlazados  esos  hechos  descollantes  en  la  vida  del  Salvador. 
No  conocíamos  obras  de  tanto  vigor  varonil  creadas  por  una  mente  feme¬ 
nina.  Obras  de  tanto  aliento  teológico  honrarían  a  un  gran  artista  cristiano. 


La  profundidad  doctrinal  comunica  a  esta  alma  de  artista  y  de  cris¬ 
tiana  un  impulso  místico,  superior  al  entusiasmo  estético.  Solo  que  no¬ 
sotros  quisiéramos  dar  a  la  palabra  místico  un  sentido  religioso  y  cristia¬ 
no,  aunque  no  para  significar  la  comunicación  extraordinaria  en  el  or¬ 
den  sobrenatural.  La  intensa  luz  que  brota  de  las  profundidades  del  dog¬ 
ma  cristiano  se  hace  llama  de  afecto  en  una  personalidad  que  lleva  en  sí 
el  fuego  de  la  raza  francesa  y  la  recóndita  y  dolorosa  pasión  de  las  razas 


EDUARDO  OSPINA 


167 


eslavas.  Ese  sentimiento  místico  se  advierte  en  todas  las  partes  de  la  com¬ 
posición.  Pero  nos  parece  condensarse  de  manera  especial  en  la  figura¬ 
ción  de  la  Santísima  Trinidad.  Esta  es  una  intuición  tan  alta  y  original 
que  merecería  ella  sola  ser  realizada  en  una  gran  vidriera  de  catedral 

gótica. 

De  esta  intimidad  de  sentimiento  cristiano  procede  otro  carácter  de 
la  composición  total:  el  dramatismo ,  que  en  algunos  casos  se  llamaría 
dinamismo  con  una  ex¬ 
presión  tal  vez  más  exac¬ 
ta.  Es  dramática  la  esce¬ 
na  de  la  Crucifixión  por 
la  variedad  y  fuerza  de 
las  actitudes.  Es  dinámi¬ 
co  el  Purgatorio  por  la 
unidad  y  ardor  del  sen¬ 
timiento  general.  Esta 
realidad  de  intenso  mo¬ 
vimiento  haría  las  com¬ 
posiciones  de  Mme.  de 
Groot  realmente  popula¬ 
res  en  un  ambiente  cris¬ 
tiano  y  las  aproxima  a 
las  composiciones  orna¬ 
mentales  de  la  Edad  Me¬ 
dia. 

*  *  * 

Y  todas  estas  condicio¬ 
nes  de  fondo  ideológico, 
sentimiento  religioso  y 
¡movimiento  dramático, 
explica  en  buena  parte 
la  técnica  de  esta  origi¬ 
nal  artista.  Esas  condicio¬ 
nes  la  impelen  a  buscar 
la  expresión  general  de 
las  escenas  y  por  eso  ela¬ 
bora  más  la  disposición 
del  conjunto  que  la  per- 
feción  de  los  detalles.  En 
este  sentido  posee  uno 

£  dd  en  las  exposiciones  religiosas  de  Rem- 

brandt:  a  la  intensidad  dramática  se  .ordenan  y  casi  dinamos  se 
sacrifican  los  detalles.  Pero  con  frecuencia  la  obsesión  deaideaydl 
sentido  total  deja  imperfectas,  tal  vez  incorrectas,  las  formas  pa  t  cu  a 
res  En  esto  nos  parece  ver  un  influjo  de  su  maestro  Georges  Desvallie- 
res  tan  amable  por  su  noble  pasión  religiosa  y  tan  extraño  y  borrascoso  en 
su  ejecución  En  esas  obras  no  hay  que  buscar  rostros  y  manos  hermosas, 
ni  actitudes  arrogantes,  sino  facciones  y  ademanes  expresivos  en  todo  el 
realismo  y  humildad  de  su  verdad  humana. 

El  procedimiento  preferido  para  la  ejecución  de  esta  obra  es  e  res- 
co:  el  austero  fresco  sobre  superficies  de  cemento  gris  que  da  al  f  n 


1 


Figura  f)  El  profeta  Elias 


168 


UN  PROYECTO  DE  ORNAMENTACION  TEMPLARIA 


su  color;  el  fresco  que  exige  rapidez  de  labor  y  desecha  el  pulcro  detalle 
para  realizar  grandes  efectos  de  tonalidad  y  movimiento.  Este  es  el  pro¬ 
cedimiento  predilecto  para  esta  artista  que  trabaja  con  tanto  afán  como 
si  se  hubiera  apoderado  para  siempre  de  su  alma  el  sentimiento  angus¬ 
tioso  de  la  fuga  hacia  el  destierro  ignoto  en  los  vehículos  precipitados 
bajo  el  fuego  de  los  aviones  invasores. 

#  *  * 

Creemos  que  pocos  de  los  visitantes  de  esa  exposición  se  dieron  cuen¬ 
ta  exacta  del  gran  sentido  encerrado  en  aquellos  sencillos  dibujos,  rᬠ
pidos  y  esquemáticos, 
y  aquellos  imperfectos 
esbozos  en  tamaño  na¬ 
tural,  que  hablan  muy  * 
poco  al  público  ordina¬ 
rio,  no  preparado  para 
la  comprensión  inter¬ 
pretativa  de  un  boceto  e 
impresionable  sólo  con 
las  obras  acabadas  y 
con  los  colores  defini¬ 
tivos.  Algunos  juicios 
oídos  al  azar  nos  han 
confirmado  en  nuestro 
principio  de  que  los  ar¬ 
tistas  no  deben  mostrar 
al  vulgo  sus  borradores, 
so  pena  de  la  incom¬ 
prensión  x.  Pero  no  du¬ 
damos  que  los  espíri¬ 
tus  preparados  com¬ 
prendieron  la  capacidad 
artística  de  la  persona,  la  profundidad  de  su  idea,  el  empuje  de  su  eje¬ 
cución  y  la  valentía  de  su  profesión  de  fe  religiosa. 


Esto  lo  decimos  del  vulgo;  pero  no  esperábamos  de  un  artista  semejante  incom¬ 
prensión.  Don  Gonzalo  Ariza,  joven  pintor  de  grandes  disposiciones,  de  estilo  pictórico 

muy  original  e  interesante  que  no  nos  proponemos  analizar  ni  discutir  censura  acremen¬ 
te  esta  exposición  en  un  artículo  de  El  Tiempo  (18  de  marzo).  A  vueltas  de  ideas  abstrae- 
tras  y  vagas,  más  o  menos  defendibles  o  vulnerables,  que  nos  hacían  recordar  las  palabras  de 
Roberto  Pizano:  ¡Los  artistas  no  somos  filósofos /,  escribe  como  reproche  de  esta  exposi¬ 
ción  predominantemente  religiosa:  «Un  aspecto  excepcionalmente  importante  de  la  pintura 
es  su  uso;  el  arte  religioso  para  que  sea  un  arte,  vivo,  debe  desempeñar  su  función,  y  re¬ 
sulta  un  poco  absurda  una  exposición  de  pintura  con  cuadros  religiosos  que,  lógicamente, 
deben  tener  su  sitio  en  los  templos».  Según  tal  mentalidad  sería  un  desatino  exponer  en 
un  salón  un  lienzo  religioso  de  Rafael  o  de  Ribera;  habría  que  retirar  la  mayor  parte  de 
los  óleos  que  enriquecen  el  Museo  de  Arte  Colonial  de  Bogotá  y,  lo  que  es  más  grave, 
habría  que  suprimir  las  secciones  más  valiosas  de  los  museos  del  Louvre  en  París,  del 

Prado  en  Madrid  y  de  la  Galería  Nacional  en  Londres.  Aplicado  el  principio  en  rigor, 

un  bodegón  pintado  para  un  comedor  no  debería  exponerse  sino  en  su  comedor,  uña  esta¬ 
tua  tallada  para  un  mausoleo,  no  podría  mirarse  sino  en  el  cementerio.  Más  aún  no  de¬ 
berían  hacerse  los  llamados  «Salones  de  artistas»,  pues  ningún  artista  realiza  sus  obras 
para  dejarlas  en  ellos  perpetuamente . 


* 


Figura  g)  Los  discípulos  de  Emaús 


Instrucción 

que  debe  ser  observada  por  los  tribunales  diocesanos 
en  las  causas  de  nulidad  de  matrimonios 

y  por  José  María  Urta,  S.  J. 

Art.  35,  §  1® — Son  hábiles  para  acusar  el  matrimonio: 

1)  Los  cónyuges,  a  no  ser  que  ellos  mismos  hubieren  motivado  la  cau¬ 
sa  del  impedimento; 

2)  El  promotor  de  justicia,  cuando  se  tratare  de  los  impedimentos 
por  su  naturaleza  públicos,  en  virtud  de  su  propio  derecho  (Comm.  Pont» 
17  Iil.  1933  ad  rv),  y  sin  necesidad  de  previa  denuncia;  y  si  ésta  hubiere 
tenido  lugar,  en  cualesquiera  otros  impedimentos,  siempre  que  el  denun¬ 
ciante  careciere  del  derecho  para  entablar  la  acción  encaminada  a  obte¬ 
ner  la  declaración  de  nulidad  de  su  matrimonio,  salvo  con  todo  lo  que  se 
prescribe  en  los  artículos  38  y  39  de  la  presente  Instrucción. 

§  29 _ Todos  los  demás,  aun  cuando  fueren  consanguíneos,  no  tienen 

derecho  para  acusar  el  matrimonio,  sino  tan  sólo  para  denunciar  la  nu¬ 
lidad  del  matrimonio  o  al  Ordinario  del  lugar  o  al  promotoi  de  justicia 

(can.  1971). 

§  39 — Los  acatólicos,  tanto  los  bautizados  como  los  no  bautizados,  no 
podrán  desempeñar  el  papel  de  actor  en  las  causas  matrimoniales.  Con 
todo,  si  se  presentaren  razones  especiales  que  persuadan  su  admisión,  se 
deberá  recurrir,  en  cada  uno  de  los  casos,  a  la  Sagrada  Congregación  del 
Santo  Oficio  (v.  la  respuesta  de  la  Sagrada  Congregación  del  Santo  Oficio, 
del  día  27  de  enero  de  1928). 

Art.  36 — En  aquellas  diócesis,  en  las  cuales  los  oficios  de  promotor 
de  justicia  y  defensor  del  vínculo  se  acumulen  en  la  misma  persona  (y.  el 
can.  1588),  si  la  causa  hubiere  sido  instituida  por  el  promotor  de  justicia, 
se  designará  otra  persona,  que  desempeñe  el  cargo  de  defensor  del  vinculo. 

Art.  37,  §  l~ El  cónyuge  es  inhábil  para  acusar  el  matrimonio,  si 
hubiere  motivado  él  mismo  la  causa  culpable  o  del  impedimento  o  de  la 
nulidad  del  matrimonio. 

§  29_ El  que  hubiere  verificado  la  causa  honesta  y  lícita  del  impedi¬ 
mento,  es  hábil  para  acusar  el  matrimonio. 

§  39 — También  son  hábiles  para  acusar  el  matrimonio  los  cónyuges, 
que  se  hubieren  casado  bajo  la  presión  del  miedo  o  de  la  coacción. 

§  49 _ Los  que  son  inhábiles  para  acusar  su  matrimonio,  pueden  muy 

bien  denunciar  la  nulidad  del  mismo  o  al  Ordinario  del  lugar  o  al  promo¬ 
tor  de  justicia  del  tribunal  competente  (v.  el  can.  1971  ^  2^  y  la  bomm. 


170 


INSTRUCCION  SOBRE  LAS  CAUSAS  DE  NULIDAD  DEL  MATRIMONIO 


Pont.,  12  mart.  1929;  17  feb.  ^1930,  y  17  iul.  1933,  en  respuesta  a  las  pre¬ 
guntas  primera,  segunda  y  tercera). 

Art.  38,  §  l9 — Guando  la  denuncia  de  nulidad  hubiere  sido  presenta¬ 
da  por  uno  de  los  cónyuges  o  por  ambos,  sobre  la  base  de  que  uno  de  ellos 
o  los  dos 

a)  excluyeron  con  acto  positivo  de  voluntad  el  mismo  matrimonio 
o  todo  derecho  al  acto  conyugal,  o  alguna  de  las  propiedades  esenciales 
del  matrimonio;  o 

b)  pusieron  alguna  condición  en  pugna  con  la  sustancia  del  matri¬ 
monio, 

el  promotor  de  justicia  no  acuse  el  matrimonio,  sino  avise  con  todo 
encarecimiento  al  cónyuge  o  a  los  cónyuges,  que  miren  por  su  conciencia, 
y  que  si  fuere  posible,  quiten  la  causa  del  impedimento,  verbi  gratia,  pres¬ 
tando,  de  acuerdo  con  la  ley  canónica,  nuevo  y  válido  consentimiento. 

§  29 — Guando  la  nulidad  del  matrimonio  en  referencia,  hubiere  lle¬ 
gado  a  ser  pública  con  grave  escándalo  de  los  fieles,  y  el  denunciante  hu¬ 
biere  dado  señales  de  arrepentimiento  sincero,  a  juicio  del  Ordinario; 
y  la  causa  de  nulidad  denunciada  se  apoyare  en  razones,  o  de  hecho  o  de 
derecho,  tan  ciertas  y  válidas,  que  la  nulidad  del  matrimonio  aparezca  del 
todo  probable ;  entonces  el  promotor  de  justicia  tiene  el  derecho  y  a  la  vez 
la  obligación  de  acusar,  conforme  a  las  leyes,  el  matrimonio  denunciado. 

Art.  39 — Si  la  nulidad  del  matrimonio  fuere  denunciada  por  el  cón¬ 
yuge  o  los  cónyuges,  que  hubieren  sido  la  causa  culpable  o  del  impedimen¬ 
to  o  de  la  nulidad  del  matrimonio,  exceptuados  los  casos  de  que  se  trató 
en  el  artículo  precedente,  el  promotor  de  justicia  no  entablará  acción,  si 
no  verificaren  estas  tres  cosas: 

a)  que  se  trate  de  un  impedimento  que  por  una  parte  hubiere  llegado 
a  ser  público,  y  por  otra  que  se  apoye  en  argumentos,  o  de  hecho  o  de  de¬ 
recho,  tan  ciertos  y  poderosos,  que  no  pueda  dudarse  con  seriedad  de  la 
existencia  del  impedimento; 

b)  que  el  bien  público,  esto  es,  la  remoción  del  escándalo,  así  lo  pidie¬ 
re,  de  acuerdo  con  el  juicio  del  Ordinario; 

c)  que  no  sea  posible,  una  vez  cesado  el  impedimento,  celebrar,  con¬ 
forme  a  las  leyes,  el  matrimonio. 

Art.  40 — El  Ordinario,  aun  cuando  hubiere  recibido  la  denuncia  de 
nulidad,  nunca  acuse  por  sí  mismo,  sino  más  bien  defiera  el  asunto  al 
promotor  de  justicia  de  su  tribunal,  quien  procederá  conforme  a  las  nor¬ 
mas  que  antes  se  establecieron. 

Art.  41,  §  l9 — Las  denuncias  presentadas  por  escrito,  cuyos  autores  no 
puedan  ser  interrogados  personalmente,  podrán  en  circunstancias  especia¬ 
les,  y  a  juicio  del  Ordinario,  considerarse  causa  suficiente  para  entablar 
proceso,  pero  entonces  se  deberán  hacer  con  todo  esmero  y  a  tiempo  las 
oportunas  averiguaciones. 

§  29— No  se  tomarán  en  cuenta  ora  las  denuncias  anónimas,  salvo 
que  éstas  suministren  pruebas  de  hecho  positivas  y  graves,  ora  las  no 
anónimas,  cuando  el  derecho  de  acusar  competa  a  los  cónyuges,  y  no  se 
trate  de  impedimentos  por  su  naturaleza  públicos  (v.  el  art.  35  §  l9  n.  2). 


JOSE  MARIA  URIA 


171 


§  3? _ Si  la  denuncia  hecha  por  otros  contuviere  pruebas,  de  las  cua¬ 

les  parezca  colegirse  la  nulidad  probable  del  matrimonio  ;  el  Ordinario 
o  el  promotor  de  justicia  verán,  después  de  haber  interrogado  con  cautela 
y  secreto  a  los  denunciantes,  si  se  puede  y  debe  proceder  a  la  acusación 
€x  officio,  conforme  a  la  norma  establecida  en  los  artículos  38^  y  39,  o  si 
por  el  contrario  habrá  que  obtener  dispensa  para  la  revalidación  del  ma¬ 
trimonio. 

§  4? _ El  promotor  de  justicia  retirará  la  acusación,  si  más  tarde  lle¬ 

gare  a  convencerse  de  que  ésta  no  se  puede  sustentar  sólidamente  con  ra¬ 
zones  basadas  en  derecho  o  en  hechos. 

Art.  42 — El  matrimonio  que,  en  vida  de  ambos  cónyuges,  no  hubiere 
sido  acusado;  una  vez  acontecida  la  muerte  de  ambos  o  de  uno  de  ellos, 
de  tal  manera  se  presume  que  fue  válido,  que  no  se  admitirán  pruebas  en 
contra  de  la  referida  presunción,  a  menos  que  la  controversia  a  que  nos 
referimos,  se  presentare  en  los  tribunales  de  manera  incidental  (can.  1927). 

TITULO  IV 

DE  LOS  PROCURADORES  Y  ABOGADOS 

Art.  43,  §  l9 — Aun  cuando  la  parte  litigante  pueda  por  sí  misma  accio¬ 
nar  y  responder  en  juicio,  conviene  sin  embargo  que  tenga  un  abogado,  o 
elegido  por  la  misma  o  dado  por  el  presidente  del  tribunal,  conforme  a  las 
normas  que  siguen. 

§  29 — El  presidente,  oído  el  colegio  de  los  jueces,  podrá  también  de¬ 
signar  otro  abogado,  si  las  circunstancias  así  lo  pidieren,  v.  gr.,  en  los  ca¬ 
sos  de  ser  muy  negligente  el  abogado  que  eligió  la  parte  (v.  can.  1655,  §  29). 

§  39 — Si  ambos  cónyuges  pidieren  la  declaración  judicial  de  nulidad, 
bastará  que  uno  de  ellos  constituya  abogado,  a  menos  que  la  otra  desee  tam¬ 
bién  constituir  el  suyo  propio,  o  el  presidente  así  lo  creyere  oportuno. 

§  49 — La  parte  demandada,  que  se  oponga  a  la  nulidad  del  matrimonio, 
podrá  constituir  su  abogado,  por  más  que  interviniere  en  la  controversia 
el  defensor  del  vínculo,  quien  debe  propugnar  su  validez,  y  tendrá  la  obli¬ 
gación  de  suministrarle  argumentos  y  pruebas. 

Art.  44,  §  l9 — La  parte  puede  asimismo  nombrar  procurador  distinto 
del  abogado. 

§  29 — Es  propio  del  procurador,  representar  a  la  parte,  y  exhibir  al 
tribunal  los  libelos  y  recursos  de  cualquier  género;  mas  lo  que  se  refiere 
a  la  defensa,  se  reservará  siempre  al  abogado. 

Art.  45 — Por  más  que  el  actor  o  el  reo  hubieren  constituido  su  procura - 
dor  o  abogado,  con  todo  deberán  siempre  presentarse  en  persona  ante  el 
tribunal,  cuando  el  derecho  o  el  juez  así  lo  pidieren  (can.  1647). 

Art.  46 — Guando  la  causa  hubiere  sido  entablada  por  el  promotor  de 
justicia,  conforme  a  la  norma  de  los  artículos  35,  §  l9  n.  2,  38  y  39,  el  cónyuge, 
que  no  tiene  derecho  para  acusar  el  matrimonio,  podrá  constituir  su  aboga¬ 
do;  mas,  si  el  promotor  de  justicia  retirare  la  acusación  o  si  no  apelare  con¬ 
tra  la  sentencia  del  tribunal,  cesará  también  el  oficio  del  referido  abogado. 

Art.  47,  §  l9 _ La  parte  no  puede  elegir  sino  tan  solo  un  procurador, 

y  este  no  podrá  darse  sustituto,  a  no  ser  que  se  le  hubiere  concedido  para 
hacerlo  facultad  expresa  (can.  1656  §  l9). 


172  INSTRUCCIONES  SOBRE  LAS  CAUSAS  DE  NULIDAD  DEL  MATRIMONIO 

§  2® — Y  si,  por  motivo  justo  y  con  anuencia  del  presidente,  hubieren 
sido  deputados  más  de  uno  por  la  parte,  el  nombramiento  se  considerará 
hecho  de  tal  manera,  que  sea  posible  entre  los  varios  elegidos  la  prevención 
(can.  1656  §  2*). 

§  39 — Los  abogados,  firme  lo  establecido  en  el  artículo  46,  pueden  ser 
varios  (can.  1656  §  39). 

§  49 — El  procurador,  a  menos  que  el  presidente  conceda  lo  contrario 
en  atención  a  circunstancias  especiales,  deberá  residir  en  la  misma  ciudad, 
en  la  cual  se  hallare  radicado  el  tribunal,  o  al  menos  en  un  lugar  cercano. 

Art.  48,  §  l9 — El  procurador  y  el  abogado  deberán  ser  «atólicos,  mayo¬ 
res  de  edad  y  conspicuos  por  su  honestidad  y  fama  de  religión;  el  acatólico 
no  podrá  ser  admitido,  a  no  ser  por  excepción  y  por  necesidad  debidamen¬ 
te  comprobada  (v.  el  can.  1657  §  l9). 

§  29 — El  abogado  debe,  fuera  de  lo  dicho,  ser  doctor  al  menos  en 
derecho  canónico  (v.  can.  1657,  §  29),  y  haberse  ejercitado  laudablemen¬ 
te  por  tres  años  en  las  prácticas  judiciales  eclesiásticas ;  y  sería  muy  de 
desear  que  esto  se  hiciera  en  el  tribunal  de  la  Sagrada  Rota  Romana. 

§  39 — El  procurador  deberá  ser  al  menos  licenciado  en  Derecho  Canó¬ 
nico,  y  haber  cumplido  laudablemente  el  aprendizaje  — noviciado,  le  lla¬ 
ma  la  Instrucción—  del  cual  se  habla  en  el  párrafo  29. 

§  49— E  procurador  y  abogado,  para  que  puedan  ser  admitidos  a  ejer¬ 
cer  sus  respectivos  cargos,  necesitan  la  aprobación  del  Ordinario,  la  cual 
podrá  ser  o  general  para  todas  las  causas,  o  especial  para  alguna  determi¬ 
nada  (v.  el  can.  1658  §  29).  Con  todo,  los  abogados  del  S.  Consistorio,  o  los 
que  figuran  en  el  catálogo  de  la  S.  R.  Rota,  no  necesitan  dicha  aprobación, 
pues  tienen  derecho  para  ejercitar  la  abogacía  en  cualesquiera  tribunales 
diocesanos,  a  menos  que  el  Obispo  lo  prohibiere  por  grave  motivo,  caso  en 
el  cual  se  permitirá  el  recurso  a  esta  Sagrada  Congregación  encargada  de 
la  disciplina  sacramental. 

Art.  49,  §19 — El  procurador  no  será  admitido  por  el  presidente,  si 
primero  no  hubiere  depositado  en  el  tribunal  el  mandato  escrito  y  especial 
para  pleitear.  Este  mandato  deberá  también  figurar  al  pie  del  libelo  y  de 
la  citación,  en  ambos  casos,  con  la  firma  del  mandante.  Dicho  mandato, 
para  que  sea  válido,  deberá  contener  las  indicaciones  del  día,  mes  y  año 
en  el  cual  se  otorgó,  y  además  la  firma  deberá  ser  reconocida  por  el  párroco 
o  por  la  Curia  (v.  el  can.  1659  §  l9). 

§  29 — Y  si  el  mandante  no  supiere  escribir,  habrá  constancia  de  ello 
en  la  escritura,  y  será  necesario  que  el  párroco  o  el  notario  de  la  Curia 
o  por  lo  menos  dos  testigos,  cuyas  firmas  hubieren  sido  reconocidas  por  el 
párroco  o  por  la  Curia,  pongan  su  firma  al  pie  del  mandato  (v.  el  can. 
1659  §  29). 

§  39 — El  mandato  del  procurador  deberá  conservarse  en  las  actas  de 
la  causa  (can.  1660). 

§  49 — El  abogado  no  podrá  hacerse  cargo  de  la  defensa,  si  no  hubiere 
recibido  comisión,  a  manera  de  mandato  procuratorio,  o  de  la  parte  o  del 

presidente  (v.  el  art.  43) ;  de  todo  lo  cual  deberá  quedar  constancia  en  lasi 
actas  (can.  1661). 


JOSE  MARIA  URIA 


173 


Art.  50 — El  procurador,  si  no  tuviere  mandato  especial  para  ello,  no 
podrá  renunciar  a  la  acción,  instancia  o  a  los  actos  judiciales,  y  generalmen¬ 
te  realizare  aquellas  cosas,  para  las  cuales  se  requiere  mandato  especial 
(v.  el  can.  1662). 

Art.  51 — Tanto  el  procurador  como  el  abogado  pueden  ser  rechazados 
por  el  tribunal,  expidiendo  decreto,  ora  ex  officio,  ya  a  petición  de  parte, 
mas  sólo  por  razones  justas  y  graves,  y  salvo  el  derecho  de  recurso  al 
Obispo. 

Art.  52,  §  l9 — Los  abogados  y  los  procuradores  pueden  se  removidos 
por  aquel ,  de  quien  recibieron  su  nombramiento,  salva  la  obligación  de  pa • 
garles  los  honorarios  que  les  sean  debidos;  mas  para  que  la  remoción  sur¬ 
ta  efecto,  será  menester  que  se  les  notifique,  y  que  si  se  llevó  a  efecto  la 
contestación  de  la  demanda,  tanto  el  presidente  del  tribunal  como  la  par¬ 
te  contraria  hubieren  tenido  noticia  auténtica  de  la  remoción  (can.  1664 

§  i9). 

§  29 _ El  mandato  expira  tan  pronto  como  hubiere  sido  resuelta  por 

sentencia  definitiva  la  causa,  salvo  el  derecho  y  la  obligación  de  interponer 
dentro  del  espacio  de  diez  días  la  apelación,  a  no  ser  que  el  mandante  se 
opusiere  a  ello  (v.  el  can.  1664  §  29). 

Art.  53,  §  l9— Es  de  la  incumbencia  del  Obispo  publicar  el  catálogo 
o  el  álbum,  en  el  cual  figuren  los  abogados  y  procuradores  admitidos  en  su 
tribunal.  En  dicho  catálogo  se  mencionará  el  derecho  que  tienen  para  ejer¬ 
citar  el  patrocinio,  de  acuerdo  con  la  norma  establecida  por  el  articulo 
48  §  49,  tanto  los  abogados  del  S.  Consistorio,  como  los  que  figuren  apro¬ 
bados  en  la  S.  R.  Rota. 

§  29 — Los  abogados  inscritos  en  el  catálogo  tienen  la  obligación,  por 
virtud  del  mandato  que  les  hubiere  impartido  el  presidente  del  tribunal,  de 
prestar  el  patrocinio  gratuito,  o  por  lo  menos  la  gratuita  asistencia  a  las 
personas,  que  hubieren  recibido  este  beneficio  del  tribunal  (v.  los  arts. 

237-240). 

Art.  54 — Los  abogados  y  procuradores  no  pueden: 

1)  Exigir  en  forma  pacticia  emolumentos  exorbitantes;  y  si  lo  hi¬ 
cieren,  el  pacto  se  considerará  nulo  y  se  les  aplicarán  las  penas,  de  las 
cuales  se  trata  en  el  can.  1665  §  29; 

2)  Traspasar  los  cánones  de  la  profesión,  o  por  dádivas  o  promesas 
o  por  otra  cualquier  causa,  bajo  las  penas  de  las  cuales  se  hab  a  en  e 

canon  1666; 

3)  Renunciar  al  mandato,  hallándose  aún  pendiente  la  controversia, 
sin  justo  motivo  que  deberá  ser  aprobado  por  el  presidente. 

Nota:  can.  1665  §  29.  Los  pactos  de  que  se  trata  en  el  primer  párrafo 
del  canon,  serán  inválidos,  y  quienes  los  celebraren,  podran  ser  castigados 
con  multa  por  el  juez  o  por  el  Ordinario.  Ademas  el  abogado  que  llegare 
a  faltar  en  esta  materia,  podrá  ser  suspendido  del  oficio,  y  si  reincidiere 

también  destituido  y  privado  del  titulo.  .  ,  . ,  , 

Can.  1666.  Los  abogados  y  procuradores  que  prevaricaren  dejándose 
sobornar  con  dádivas  o  promesas,  o  de  otra  cualquier  manera  hicieren 
traición  a  las  obligaciones  propias  de  su  oficio,  deberán  ser  removidos ;  y, 
fuera  de  la  reparación  de  los  daños,  deberán  ser  castigados  con  multas  y 
otras  sanciones  proporcionadas  a  su  falta. 


174 


INSTRUCCIONES  SOBRE  LAS  CAUSAS  DE  NULIDAD  DEL  MATRIMONIO 


TITULO  V 

DEL  LIBELO  INTRODUCTORIO  DE  LA  CAUSA 

(Nota:  En  castellano  diríamos  sencillamente  de  la  introducción  de 
la  causa). 

Art.  55,  §  l9 — La  causa  de  nulidad  de  matrimonio  solamente  podrá 
ser  introducida  por  las  personas,  que  tengan  derecho  para  acusar  el  ma¬ 
trimonio,  conforme  a  las  normas  establecidas,  de  las  cuales  se  trata  en  el 
título  m  de  esta  Instrución. 

§  29 — Quien  deseare  acusar  el  matrimonio,  deberá  presentar  el  libe¬ 
lo  ante  el  tribunal  competente,  y  en  dicho  libelo  se  propondrá  el  objeto 
de  la  controversia  y  se  pedirá  la  intervención  del  juez,  para  declarar  la 
nulidad  del  matrimonio  (v.  el  can.  1706). 

Art.  56 — Si  el  actor  no  supiere  escribir,  o  se  hallare  impedido  legí¬ 
timamente  para  presentar  el  libelo,  podrá  proponer  de  palabra  su  peti¬ 
ción  ante  el  tribunal.  Y  cuando  esto  aconteciere,  el  Oficial  mandará  al  ac¬ 
tuario  que  escriba  la  referida  defensa,  y  una  vez  escrita,  deberá  ser  leída 
al  demandante,  para  que  la  apruebe  y  ponga  al  pie  de  ella  la  señal  de  la 
cruz  en  testimonio  de  aprobación;  de  todo  lo  cual  dará  fe  el  notario  (v. 
el  can.T707  §  1  y  3). 

(Nota:  Can.  1707  §  l9.  La  demanda,  por  regla  general,  se  propondrá 
por  escrito.  Con  todo,  si  el  actor  no  supiere  escribir  o  se  hallare  impedido 
legítimamente  para  proponer  por  escrito  su  demanda,  la  propondrá  de  pa¬ 
labra  ante  el  tribunal.  §  2r  Además,  en  las  causas  de  fácil  investigación 
o  de  menor  cuantía  y  que  han  de  ser  resueltas  con  rapidez,  podrá  el  juez, 
según  su  prudente  arbitrio,  permitir  que  el  actor  presente  la  petición  oral¬ 
mente.  §  39  Pero  en  ambos  casos  corresponde  al  juez  ordenar  que  el  no¬ 
tario  escriba  la  demanda  y  que  sea  leída  al  demandante,  para  que  éste 
la  apruebe). 

Art.  57 — El  libelo  se  redactará  de  esta  manera: 

1)  Se  expresará  el  tribunal,  ante  el  cual  se  pretende  introducir  la  cau¬ 
sa,  verbi  gratia,  ante  el  tribunal  ordinario  eclesiástico  de  la  diócesis  N. ; 

2)  Se  indicara  la  petición;  conviene  a  saber,  que  se  declare  nu’o  el 
matrimonio,  por  este  o  aquel  capítulo,  verbi  gratia,  por  razón  de  impo¬ 
tencia  o  miedo  etc.,  o  por  muchos,  si  los  capítulos  de  nulidad  fueren  más 
de  uno; 

3)  Se  expondrá,  al  menos  de  manera  general,  en  qué  derecho  se 
apoya  el  actor  para  comprobar  lo  que  se  alega  y  se  afirma.  No  es  nece¬ 
sario,  ni  conviene,  desarrollar  con  esmero  y  prolijidad  los  argumentos, 
ya  que  esto  pertenece  a  los  períodos  de  prueba  y  defensa;  basta  que  se 
vea  que  la  petición  no  carece  de  fundamentos  sólidos. 

4) .  Deberán  también  presentarse-los  datos  que  se  relacionan  con  el 
domicilio,  cuasi-domicilio,  y  la  residencia  actual  de  las  partes,  con  el  ob¬ 
jeto  de  que  el  tribunal  sepa  si  es  o  no  competente  en  la  causa,  de  acuer¬ 
do  con  los  cánones. 


JOSE  MARIA  URIA 


175 


5)  El  libelo  deberá  estar  suscrito  por  el  actor  o,  si  éste  hubiere  sido 
en  él  nombrado,  por  su  procurador,  salvo  lo  que  se  prescribe  en  el  artí¬ 
culo  56,  añadiendo  el  día,  mes  y  año,  y  además  el  lugar  en  el  cual  el  actor 
o  su  procurador  dijeren  que  habitan  o  residen,  al  efecto  de  recibir  los 
autos  (v.  el  can.  1708). 

(Nota:  Can.  1708.  El  libelo,  por  medio  del  cual  se  introduce  la  cau¬ 
sa,  deberá: 

1)  Expresar  delante  a  *>uál  de  los  jueces  se  introduce  la  causa,  qué 

se  pide,  y  contra  quién.  , 

2)  Indicar  brevemente  y  en  general  en  qué  derecho  se  apoya  el  actor, 
para  comprobar  la  verdad  de  lo  que  alega  y  afirma. 

3)  Ser  suscrito  por  el  demandante  o  por  su  procurador,  con  la  indi¬ 
cación  del  día,  mes  y  año,  y  del  lugar  en  que  habitan  o  dicen  habitar  en 
orden  a  recibir  las  notificaciones  del  tribunal). 

Art.  58 — El  Oficial  de  la  Curia  procurará  que  conste  de  la  identi¬ 
dad  de  la  persona,  que  acusa  el  matrimonio,  de  acuerdo  con  la  Instrucción 
emanada  de  esta  Sagrada  Congregación  el  día  27  de  marzo  de  1929. 

Hé  aquí  la  Instrucción  a  que  se  refiere  el  artículo  58  :~ 

Normas  que  deben  observarse  en  los  procesos  sobre  matrimonio  rato 
y  no  consumado  para  precaver  la  dolosa  sustitución  de  las  personas . 

En  el  curso  de  los  procesos  sobre  matrimonio  rato  y  no  consumado 
puede  suceder  a  veces  por  desgracia  que,  al  presentarse  una  persona  ante 
el  tribunal  para  deponer,  o  para  someterse  al  examen  de  médicos  peritos 
se  sustituya  con  dolo  a  otra  persona  llamada  al  tribunal,  o  que  por  .cual¬ 
quier  título  interviene  en  el  proceso.  Principalmente  en  las  grandes  ciu¬ 
dades,  en  las  cuales  es  tan  fácil  y  a  la  vez  tan  frecuente  el  traslado  de 
un  lugar  a  otro,  hay  que  precaver  el  mencionado  crimen. 

Por  tanto,  esta  Sagrada  Congregación,  solícita  por  conservar  la  san¬ 
tidad  de  tan  gran  Sacramento,  y  para  que  la  investigación  judicial,  cuyo 
objeto  es  el  descubrimiento  de  la  verdad,  no  sirva  para  maquinar  fraudes, 
decretó  que  en  esta  clase  de  procesos  se  observen  las  normas  siguientes: 

I — 1)  Los  Oficiales  encargados  de  la  instrucción  de  estas  causas,  pro¬ 
curen  con  toda  diligencia  investigar  en  la  instrucción  del  proceso  la  iden¬ 
tidad  de  las  personas,  que  actúan  en  el  tribunal,  y  en  primer  lugar,  la  del 
actor  y  la  de  la  parte  demandada;  y  para  lograrlo,  exigirán  el  documento 
emanado  de  la  potestad  eclesiástica  o  de  la  civil,  conforme  a  las  normas 
legales,  en  su  original  o  en  copia  auténtica,  que  deberán  guardarse  en 
las  actas. 

2)  La  copia  auténtica,  si  no  contuviere  las  señales  particulares  de  las 
personas,  que  suelen  requerirse  en  dichos  documentos,  como  por  ejemplo, 
su  fotografía,  al  menos  deberá  expresar  cuanto  se  exige  para  distinguir 
a  una  persona  de  otro  sin  lugar  a  equivocaciones. 

3)  Y  si  no  fuere  posible  obtener  documentos  de  esta  naturaleza,  se 
asegurará  la  identidad  de  las  personas  por  otros  procedimientos  equiva¬ 
lentes,  o  también  por  testigos ;  y  semejantes  documentos  y  deposiciones  se, 
guardarán  de  igual  manera  en  las  actas. 

4)  Mas  si  el  juez  instructor  o  el  defensor  del  vínculo  o  el  actuario 
conocieren  muy  bien  a  la  parte  que  demanda  o  a  la  que  es  demandada;. 


176 


INSTRUCCIONES  SOBRE  LAS  CAUSAS  DE  NULIDAD  DEL  MATRIMONIO 


omitido  todo  lo  referente  al  documento  de  identidad,  darán  fe  en  las  ac¬ 
tas  del  conocimiento  que  poseen. 

II —  En  el  curso  de  la  investigación  judicial,  se  observarán  las  mismas 
cautelas  en  lo  referente  a  las  personas  de  los  testigos  y  peritos,  y  de  las 
comadronas. 

III —  Las  cautelas,  de  que  venimos  hablando»  se  deberán  observar 
con  especial  cuidado,  conforme  a  lo  que  pidiere  la  calidad  de  las  personas, 
cuantas  veces  la  parte  que  demanda  o  la  que  es  demandada,  o  los  testigos 
o  los  peritos  son  examinados  en  otra  Curia  por  virtud  de  exorto. 

IV — 1)  Cuantas  veces  la  parte  demandante  o  la  demandada  tengan  que 
ser  examinadas  por  los  médicos,  se  entregarán  a  éstos  o  a  las  comadronas 
los  documentos  acerca  a  la  identidad  de  la  persona,  que  se  guardan  en  las 
actas,  con  el  objeto  de  que  no  haya  lugar  a  fraudes. 

2)  Cuando  los  peritos,  las  comadronas  o  la  matrona,  respectivamen¬ 
te,  que  intervienen  en  el  examen,  conozcan  personalmente  a  la  que  va  a 
ser  examinada,  en  términos  que  sea  inútil  recurrir  a  los  mencionados 
documentos,  bastará  que  se  dé  fe  de  esta  circunstancia  en  las  actas  del 
proceso. 

3)  Una  vez  llevado  a  cabo  el  examen,  mientras  se  hacen  las  pregun¬ 
tas  acostumbradas  a  los  peritos  o  a  las  comadronas,  se  citará  también  a 
la  persona  que  fue  examinada,  para  que  comparezca  ante  el  tribunal,  y  pa¬ 
ra  que  se  le  hagan  las  preguntas  encaminadas  a  poner  fuera  de  toda  duda 
la  identidad  de  la  persona. 

4)  Si  la  persona  no  quisiera  o  no  pudiere  comparecer,  se  harán  de 
igual  manera  las  preguntas  en  torno  a  la  identidad  de  la  persona  exami¬ 
nada,  habida  cuenta  de  la  relación  de  los  peritos  y  de  los  documentos,  que 
hubieren  sido  trasmitidos  a  este  fin,  conforme  a  lo  que  se  dijo  en  el  pᬠ
rrafo  primero. 

V —  Las  cautelas  en  referencia  se  observarán  con  mayor  esmero,  de 
acuerdo  con  lo  que  pidiere  el  caso,  si  el  examen  se  va  a  realizar  en  otra 
Curia  por  virtud  del  mandato  rogatorio  (exhorto). 

VI —  Puede  suceder  que  o  por  haberse  omitido  algunas  cautelas,  o 
porque  éstas  no  fueron  bien  observadas,  o  porque  no  dieron  resultado, 
se  verifique  y  se  descubra  la  sustitución  dolosa  de  la  persona,  y  que  esto 
acontezca: 

1)  Durante  el  proceso; 

2)  Cerrado  el  proceso,  pero  sin  que  hubiere  sido  enviado  a  Roma; 

3)  Una  vez  que  el  proceso  se  envió  a  Roma. 

1 — a)  Durante  el  proceso,  el  juez  inquirirá  si  la  parte  que  demanda 
o  la  que  es  demandada  procuró  la  sustitución  y  si  la  realizó  la  parte  de¬ 
mandada,  y  la  que  es  demandada  no  se  opusiere  a  ello,  decretará,  oído  el 
defensor  del  vínculo,  que  la  parte  demandante  perdió  su  derecho  para 
proseguir  la  instancia,  y  esto  lo  declarará  en  decreto,  que  se  guardará 
en  las  actas. 

b)Si  la  parte  demandada  se  opusiere,  el  juez,  oído  igualmente  el  de¬ 
fensor  del  vínculo,  establecerá  si  y  con  qué  género  de  diligencias  se  ha¬ 
brá  de  proceder  ulteriormente. 


JOSE  MARIA  URIA 


177 


c)  Y  si  la.  parte  demandada  fue  la  que  llevo  a  cabo  la  sustitución  do¬ 
losa,  el  juez,  oída  la  parte  demandante  y  el  defensor  del  vínculo,  dirá 
qué  debe  hacerse  en  tal  caso  para  remover  por  completo  los  efectos  del 
fraude,  y  para  establecer  la  verdad  de  los  hechos,  tomadas  en  cuenta  to¬ 
das  las  circunstancias  de  la  causa. 

d)  Si  tanto  la  parte  demandante  como  la  demandada  hubieren  cons¬ 
pirado  para  procurarse  la  sustitución  dolosa,  declare  y  decrete  el  juez 
que  la  inquisición  procesal  no  se  podrá  continuar  y  déla  por  terminada. 

e)  Si  la  parte  que  demanda,  se  mostrare  arrepentida,  y  presentando 
al  tribunal  nuevos  argumentos  pidiere  que  se  proceda  ulteriormente,  el 
juez  instructor,  una  vez  tratado  el  asunto  con  el  defensor  del  vínculo,  ha¬ 
bida  cuenta  principalmente  de  las  nuevas  deducciones,  y  procurando  evitar 
cualquier  peligro  de  fraude  que  pudiere  actuar  la  contra  parte,  podrá 
asentir,  decretando  que  se  continúe  la  instrucción. 

f )  Si  la  sustitución  dolosa  hubiere  sido  realizada  no  por  la  parte  de¬ 
mandante  ni  la  demandada,  sino  por  otra  persona,  el  juez  establecerá,  oído 
el  parecer  del  defensor  del  vínculo,  de  qué  manera  se  podrán  obviar  los 
efectos  del  fraude,  para  que  no  sufran  detrimento  ni  la  verdad  de  otras 
atestaciones  ni  todo  el  proceso. 

2 — a)  Una  vez  descubierta  la  sustitución  dolosa,  y  terminado  el  pro¬ 
ceso,  pero  sin  que  éste  hubiere  sido  remitido  aún  a  Roma,  el  Ordinario, 
después  de  haber  oído  el  parecer  del  juez  instructor  y  del  defensor  del 
vínculo,  establecerá  si  por  virtud  de  la  sustitución  dolosa  queda  anulado 
totalmente  el  proceso,  o  sólo  en  parte;  y  si  conviene  o  no  recurrir  al  su¬ 
plemento  de  los  autos,  con  el  fin  de  evitar  los  efectos  de  la  sustitución 
dolosa. 

b)  Cuando  la  sustitución  dolosa  se  hubiere  llevado  a  término  con  el 
propósito  de  atacar  la  tesis  sustentada  por  la  parte  demandante,  en  tér¬ 
minos  que  se  pueda  muy  bien  presumir  que  la  referida  tesis  se  corrobora 
debido  a  la  mencionada  actuación  dolosa,  el  Ordinario,  al  remitir  las  actas 
del  proceso  a  Roma,  explicará  y  declarará  distintamente  lo  sucedido. 

c)  Mas  por  ventura  será  oportuno  que,  con  el  objeto  de  explicar 
más  claramente  los  hechos,  se  completen  ulteriormente  los  autos  del  proce¬ 
so,  observadas  fielmente  todas  las  reglas  que  a  él  conciernen. 

3)  Cuando  se  descubriere  la  sustitución  dolosa,  una  vez  que  el  proce¬ 
so  fue  enviado  a  Roma,  el  Ordinario  procurará  cuanto  antes  remitir  a  esta 
Sagrada  Congregación  sus  observaciones,  después  de  haber  oído  los  pare¬ 
ceres  del  juez  instructor  y  defensor  del  vínculo,  dando  pormenorizada 
cuenta  de  todas  y  cada  una  de  las  circunstancias  del  hecho,  e  indicando 
también  cuál  pudo  ser  la  ocasión  y  causa  del  fraude. 


(  C  ontinuará) 


Glosas 


Fábula  y  certidumbre  de  García  Moreno 

por  Manuel  del  Alcázar 


l  -  Un  testimonio  y  ana  sugerencia 

Si  es  conocida  en  el  mundo  la  repú¬ 
blica  del  Ecuador,  cierto  no  creemos 
que  lo  sea  por  haber  nacido  en  ella  el 
nuevo  Quincey  don  Roberto  Andrade  o 
alguno  de  sus  descendientes . . . ;  sino 
porque  fue  la  cuna  del  gran  estadista 
americano  don  Gabriel  García  Moreno, 
ese  hombre  inmenso,  admirado  por  sus 
mismos  enemigos  cuando  eran  éstos  lo 
suficientemente  cuerdos  como  para  no 
mirar  la  historia  a  través  de  las  manos 
ensangrentadas  de  Macbeth. 

El  propio  Montalvo,  ese  mestizo  es¬ 
tentóreo,  impulsivo,  bien  hablado,  que, 
con  tal  de  hacerse  oír  en  su  escritos, 
era  capaz  tanto  de  imitar  a  Cervantes 
en  su  castizo  estilo,  como  de  parodiar 
en  la  vida  cotidiana  a  don  Quijote  ata¬ 
cando  a  follones  tiránicos  —que  al  fin 
no  pasaban  de  engendros  de  su  fan¬ 
tasía — ;  tanto  de  llenarse  la  boca  con 
el  lenguaje  sonoroso  de  Cicerón  cuan¬ 
do  fustigaba  al  avieso  Catiliña,  como 
de  tomar  poses  catilinarias  e  incitar  al 
asesinato  del  mismo  Cicerón. . .  El  pro¬ 
pio  digo,  don  Juan  Montalvo,  una  vez 
muerto  aquel  que  creyó  tirano  por  haber 
cometido  don  Gabriel  la  insoportable  be¬ 
llaquería  de  opacar  con  su  grandeza  al 
escritor  de  Ambato,  no  pudo  menos  de 
reconocer  los  méritos  de  aquel  a  quien 
odió  cuando  vivo  y  veneró  de  muerto. 

No  era  mal  patriota  don  Juan,  aun¬ 
que  sí  extraviado,  y  le  sobraba  ingenio 
para  darse  cuenta  cabal  del  abismo  a 
que  rodaba  su  malaventurada  patria  en 
manos  de  los  amigos  de  los  asesinos  de 
García,  y,  lleno  de  despecho,  escribió, 


entre  otras,  esta  página  vigorosa  y  sin¬ 
cera: 

« ¡  García  Moreno ! ,  j  qué  hombre ! ,  es¬ 
te  sí,  ¡qué  hombre!  Nacido  para  grande 
hombre,  sin  ese  desvío  lamentable  de  la 
naturaleza  hacia  lo  malo.  Sujeto  de 
grande  inteligencia,  tirano  sabio,  jayán 
de  valor  y  arrojo  increíbles;  invencio¬ 
nero,  ardidoso,  rico  en  arbitrios  y  expe¬ 
dientes;  imaginación  socorrida,  volun¬ 
tad  fuerte,  ímpetu  vencedor . . .  García 
Moreno  adorado  de  un  partido  numero¬ 
so;  apoyado  en  el  clero,  este  gigante  de 
sotana;  temido,  querido  por  la  clase  mi¬ 
litar;  hombre  raro,  ser  misterioso  para 
las  mujeres;  lleno  de  fuerza,  poder,  efi¬ 
cacia,  con  vida  física  y  moral  para  mu¬ 
chos  años,  cae  el  día  menos  pensado»1. 

¡Tardío  arrepentimiento!  Pero  al  me¬ 
nos  noble  reparación  moral  de  una  prís¬ 
tina  moral  incitación  al  crimen. .  .2. 

Resulta  por  el  contrario  vergonzoso 
el  hecho  de  que  alguno  de  los  impe¬ 
nitentes  actores  materiales  de  la  muerte 
de  don  Gabriel,  aún  no  harto  de  san¬ 
gre,  o  tal  vez  — y  entonces  sería  ello  to¬ 
davía  más  vergonzoso —  con  el  fin  de 
justificar  lo  que  en  su  propio  subcon¬ 
sciente  no  puede  menos  de  catalogar  en¬ 
tre  lo  injustificable,  trate  de  arrastrar 
por  el  lodo  de  las  imprentas  a  su  enor¬ 
me  víctima  recubierta  con  un  manto  de 

1  Cfr.  El  Desperezo  del  Regenerador. 

2  Montalvo  se  glorió  con  frecuencia  de 
haber  sido  el  autor  intelectual  del  seis  de 
agosto;  Mi  pluma  lo  mató  solía  decir  él 
mismo  hablando  de  García  Moreno.  Su  obra' 
más  soez  y  exaltada  es  La  Dictadura  Per - 
petua,  publicada  en  Panamá,  en  que  abierta¬ 
mente  instiga  el  periodista  al  asesinato.. 


REVISTA  JAVERIANA 


179 


\ 

escritos  faltos  por  completo  de  ética  y 
documentación  3. 

Y  que  cuando  el  asesino  se  ha  can¬ 
sado  de  escribir,  sugestione  algún  ines¬ 
crupuloso  para  que  lo  haga . . . !  Y  que, 
aún  después  de  haber  bajado  él  tam¬ 
bién  a  la  tumba,  haya  legado  tan  inno¬ 
ble  herencia  a  sus  pobres  descendien¬ 
tes. . .  Esto  es  inhumano  y  bochornoso. 

La  obra  de  Roberto  Agramonte  so¬ 
bre  García  Moreno  lleva  en  su  psiquiᬠ
trica  envergadura  menos  idea  que  oro, 
ese  mismo  oro  que  corrió  abundante¬ 
mente  por  ciertas  cantinas  de  Quito  en 
agosto  del  75  para  embriagar  a  los  des¬ 
contentos  de  la  justicia  garciana,  y  lan¬ 
zarlos  a  «una  actitud  criminosa  y  de¬ 
lictiva». 

Y  hace  poco  la  Revista  de  América  4 
se  ha  hecho  eco  de  parecidas  vejacio¬ 
nes  al  extinto. 

¿Será  que  tampoco  se  ha  agotado  el 
oro  que  vino  de  las  logias  de  Lima5 
para  electrizar  «en  actitudes  justicieras 
y  libertarias»  a  los  Harmodios  a  que 
hace  referencia  el  señor  Raúl  Andrade  en 
su  artículo  de  la  revista  mencionada?  6 *. 

i 

//  -  La  fábula 

Fábula  y  certidumbre  de  García  Mo¬ 
reno  se  intitula  el  artículo  que  ha  apa¬ 


3  Entre  otros  escritos  de  Roberto  Andra¬ 
de,  insultando  a  García  Moreno  o  tratando 
de  justificar  su  actuación  homicida,  pueden 
citarse  El  Seis  de  agosto  y  ¿Caín?. 

4  Cfr.  N?  1,  enero  de  1945;  pág.  126-129. 

5  Según  Herrera,  en  los  bolsillos  de  Rayo 
se  encontraron  billetes  del  Banco  de  Lima. 
Por  otra  parte,  consta  de  la  corresponden¬ 
cia  secreta  que  mantuvo  Polanco  con  la  Lo¬ 
gia  de  Lima,  y  uno  de  los  victimarios  hizo 
más  tarde  a  la  misma  Logia  ciertos  recla¬ 
mos...  Sobre  la  participación  de  la  maso¬ 
nería  en  la  muerte  de  García  Moreno  pue¬ 
de  verse  la  obra  documentada  de  J.  L.  R. 
Historia  de  la  República  del  Ecuador,  t. 
h,  págs.  625-628. 

6  No  está  comprobada  por  la  historia  la 
concurrencia  de  las  dos  conspiraciones  dife¬ 

rentes  en  el  asesinato  de  García  Moreno,  a 

que  se  refiere  el  articulista.  Lo  que  de  nin¬ 

gún  modo  pertenece  a  la  verdad  es  su  ase¬ 
veración  gratuita  en  contra  del  ilustre  ge¬ 
neral  Salazar,  amigo  íntimo  y  sincero  del 


recido  en  el  primer  número  de  la  Re - 
vista  de  América  7 .  Supone  el  autor,  se¬ 
ñor  Andrade,  que  no  se  ha  llegado  a 
la  certidumbre.  Y  en  bastante  menos 
de  cuatro  páginas  hace  la  luz.  Lo  pri¬ 
mero,  echa  por  tierra,  si  no  todo  cuanto 
se  ha  escrito  hasta  ahora,  al  menos  lo 
que  parece  conocer  el  articulista  sobre 
la  que  él  mismo  llama  «personalidad 
compleja,  varia,  tan  rica  en  tonos  y  ma¬ 
tices. ..  de  don  Gabriel  García  Mo¬ 
reno». 

A  Berthe  lo  llama  exégeta  fantasea¬ 
dor  e  inescrupuloso ;  a  Manuel  Gálvez, 
su  malogrado  novelista. 

Francamente,  deseáramos  alguna  do¬ 
cumentación  escrupulosa  que  probase 
la  fantasía  de  Berthe;  pues  este  escri¬ 
tor  aduce  algunos  incontrovertibles  do¬ 
cumentos  8,  al  par  que  el  señor  Andrade 
-no  aduce  ninguno.  Por  lo  demás,  exé¬ 
geta  no  significa  propiamente  hablando 
historiador  ni  biógrafo,  como  parece  en- 

presidente  y  su  ministro  de  guerra:  a  este 
respecto  puede  verse  lo  que  un  historiador 
tan  imparcial  como  el  francés  Leguhir  afirma. 
Loe.  cit.  págs.  629  y  ss.  Esta  calumnia  con¬ 
tra  Salazar  fue  urdida  por  el  director  de 
las  dos  conspiraciones,  el  infame  doctor 
Manuel  Polanco,  quien  pretendió  inculpar  al 
ministro  de  guerra  como  instigador  de  la 
conspiración  fraguada  por  unos  cuantos  mi¬ 
litares  retirados  del  ejército  y  a  cuyo  fren¬ 
te  se  hallaba  el  exgobernador  de  oriente, 
Faustino  Rayo.  Según  las  declaraciones  poste¬ 
riores  de  los  reos  consta  que  uno  de  los  pri¬ 
meros  actos  revolucionarios  después  del  ase¬ 
sinato,  consistía  precisamente  en  la  prisión 
de  los  generales  Salazar  y  Sáenz.  Además, 
entre  innumerables  escritos  que  demuestran 
lo  infundado  de  la  acusación  contra  el  gene¬ 
ral  Salazar,  inventada,  como  dijimos  por  Po¬ 
lanco,  y  extendida  en  el  extranjero  por 
Roberto  Andrade,  puede  verse  el  más  se¬ 
rio  de  ellos  Defensa  documentada  del  gene¬ 
ral  Francisco  Javier  Salazar. 

7  Cfr.  N9  1,  año  1,  enero  de  1945,  págs. 
126-129. 

8  No  queremos  decir  con  esto  que  la  obra 
de  Berthe  sea  definitiva;  adolece  cierta¬ 
mente  de  excesiva  admiración  por  su  héroe. 
Algunas  fallas  tiene  que  pueden  llenarse 
con  documentos  que  han  ido  apareciendo 
luégo;  mas  no  por  ellos  carece  de  mérito, 
ni  en  modo  alguno  puede  ser  calificada  de 
inescrupulosa.  Puede  verse  el  interensante 
juicio  que  da  sobre  él  Manuel  Gálvez  en 
el  prólogo  de  su  obra,  pág.  8-10. 


180  •• 


GLOSAS 


tender  el  señor  Andrade;  se  refiere  esta 
palabra  al  fiel  expositor  o  intérprete  de 
la  Sagrada  Escritura:  así  se  expresa  el 
diccionario  de  la  lengua.  Pero,  aun  to¬ 
mándola  en  un  indulgente  sentido  tras¬ 
laticio,  pensamos  que  no  está  bien  en 
manera  alguna  añadirle  los  consiguientes 
epítetos;  pues,  decir  que  un  escritor  es 
exégeta  — o  intérprete  fiel —  y  afirmar 
al  mismo  tiempo  que  es  fantaseador  e 
inescrupuloso ,  es  tan  paradójico  como 
afirmar  que  el  señor  Andrade  carece  de 
fantasía. 

A  Manuel  Gáivez  lo  apellida,  sin  más, 
novelista;  al  paso  que  un  poco  más 
abajo  parece  brindarnos  el  señor  An¬ 
drade  el  descubrimiento  de  que  Zweig 
es  un  biógrafo  de  cuerpo  entero,  gran 
psiquiatra,  escritor  y  crítico.  Mas,  ¿por¬ 
qué  el  escritor  argentino  será  califica¬ 
do  de  malogrado? ,  ¿talvez  porque  se 
metió  a  novelista  y  salió  un  biógrafo 
tolerable  de  García  Moreno?  Cierto,  la 
obra  de  Gáivez  no  ha  sido  aún  estudia¬ 
da  críticamente.  En  nuestro  concepto, 
no  es  una  obra  de  primera  mano,  ni 
científicamente- documental:  pero  gene¬ 
ralmente  sus  narraciones  se  mueven  en 
el  plano  histórico  trazado  por  autorida¬ 
des  competentes  de  la  biografía  de  Gar¬ 
cía  Moreno,  y  orienta  la  figura  del  bio¬ 
grafiado  conforme  a  sus  características 
personales  y  a  los  acontecimientos  polí- 
.  ticos  y  religiosos  de  su  época.  Podemos 
decir  que  es  la  obra  de  vulgarización 
más  seria  y  agradable  de  las  que,  hasta 
ahora,  se  han  escrito  sobre  el  presiden¬ 
te  mártir:  en  ningún  modo  definitiva; 
pero  tampoco  merece  llamarse  simple¬ 
mente  novelesca. 

En  cuanto  a  los  acres  inciensos  que 
le  quema  al  tercero  y  último  de  los 
exégetas  que  ha  leído  el  señor  Andrade, 
bien  quemados  están  y  allá  se  las  ha¬ 
ya  Agramonte  con  quien  tan  bien  debe 
conocerlo  que  hasta  le  imita  en  sus  sín¬ 
dromes  de  caso  clínico. . .  Ya  se  me  ha¬ 
bía  ocurrido  alguna  vez  que  fue  harto 
malaventurado  el  escritor  cubano  el  día 
en  que  se  le  ocurrió  meterse  a  fabrican¬ 
te  de  su  marioneta  grotesca ,  movida 


por  ignotos  resortes  de  tramoya  interior , 
o  a  confundir  Ginebra  con  Genova,  que 
es  peor. 

Concluye  su  primer  gran  párrafo  el 
escritor  de  América  con  esta  apódosis 
grandilocuente: 

«Así  (en  manos  de  tales  biógrafos, 
carentes  de  la  garra  crítica  de  Raúl 
Andrade),  don  Gabriel  expía  su  delito 
de  celebridad  en  covachuelas  de  anti¬ 
guallas  y  policromadas  estampas  reli¬ 
giosas  (se  refiere  a  Berthe),  o  bien 
sobre  la  mesa  de  anfiteatro  anatómico, 
por  cuyas  claraboyas  se  cuela  esa  nebli¬ 
na  soñolienta,  tan  favorable  a  los  apa¬ 
recidos  sin  licencia»;  Ahora  sí  que  ha¬ 
bló  correctamente ! :  f  que  se  aguante 
con  paciencia  don  Roberto  Agramonte, 
para  quien  van  dedicadas  estas  postre¬ 
ras  flores. 

Sin  ninguna  transición,  ni  idea  a  que 
se  refiera,  continúa  el  señor  Andrade, 
después  de  un  paciente  punto  aparte: 

«El  mismo  final  luctuoso 9,  (parece 
que  Andrade  se  duele  y  vierte  lágrimas 
al  recordar  este  final)  de  don  Gabriel, 
trazando  una  pirueta  en  el  aire  en  acro¬ 
bática  despedida  (creemos  que  esta  es 
una  manera  poco  reverente  de  recordar 
la  muerte  de  quien  ha  sido  capaz  de 
excitar  el  llanto  del  escritor)  entre  el 
relucir  de  los  parabólicos  machetes  y  el 
estruendo  de  los  inofensivos  y  sonoros 
pistolones  románticos,  coloca  una  ca¬ 
bal  cimera  de  tragedia  sobre  su  torva 
actitud  espectral,  enigmática  y  opro¬ 
biosa». 

Eso  sí  que  está  interesante  lo  de  los 
inofensivos  pistolones!  Tan  inofensivos 
como  el  que  desde  la  negrura  de  la  sel¬ 
va  de  Berruecos  hizo  desplomarse  a  Su¬ 
cre  exclamando:  «jAy,  balazo!»,  y  ex¬ 
pirar  en  brazos  de  Caicedo . . . ;  que  para 
el  señor  Andrade  no  parece  ser  todo 
esto  sino  una  mera  historieta  fabulosa, 
y  el  vencedor  de  Tarqui  se  habría  des¬ 
nucado  cayendo  de  la  muía  tan  sólo  de 
miedo  por  haber  escuchado  el  estruendo 


9  Véase  Diccionario  de  la  Lengua:  Luctuo¬ 
so  —  triste  y  digno  de  llanto. 


REVISTA  JAVERIANA 


181 


de  los  sonoros  cuanto  inofensivos  pis- 
tolones  de  Sarria,  Rodríguez  y  Taminan- 
go . . . !  Podríamos  asegurar  que,  de  ha¬ 
ber  heredado  alguno  de  los  pistolones 
del  seis  de  agosto,  estaría  muy  dispues¬ 
to  nuestro  romántico  escritor  a  suicidar¬ 
se  con  él  a  boca  de  jarro . . . 

Angustiado  el  señor  Andrade  por  el 
tópico  de  la  fábula  médica  garciana, 
trata  de  rectificar  conceptos  talvez  au¬ 
ténticos  y  escribe  este  párrafo  que 
transcribimos  pidiendo  mil  excusas  a 
nuestros  lectores: 

«¿Con  qué  objeto  recurrir  — dice —  a 
la  fábula,  si  bastan  sus  acusados  rasgos 
y  sus  dimensiones  de  espectro,  para 
hacer  de  él  un  prodigioso  personaje 
shakespereano,  con  su  trenzado  látigo 
feudal  y  sus  metálicas  pupilas  de  papa 
satánico,  envenenador  e  incestuoso,  que 
explora  entre  las  grietas  de  los  cráteres 
el  hallazgo  de  su  alma?». 

Nosotros  también  queremos  hacer 
unas  preguntas: 

l9 — ¿Qué  lector  en  sano  juicio  ha 
concebido  jamás  la  robusta  figura  de 
García  Moreno  en  forma  de  espectro? 
Pues  a  don  Raúl  parece  que  el  fantasma 
del  presidente  mártir  le  persigue  asesi¬ 
nándole  el  sueño. 

¿Verdad  que  el  lenguaje  parece  de 
Shakespeare  y  que  así  hablaba  Mach- 
beth?  10. 

2? — Las  frases  siguientes,  ¿no  se  apli¬ 
can  mejor  en  su  brutalidad  inhumana  a 
alguno  de  los  fugitivos  del  seis  de  agosto 
que  anduviera  rondando  los  cráteres  del 
psicoanálisis  para  hallar  a  su  alma  algu¬ 
na  disculpa? 

Luego  el  señor  Andrade,  tras  haber 
echado  tan  grande  lance  psicológico, 
continúa  y  dice: 

«Ruega  a  Dios  — de  rodillas  o  desa¬ 
fiante?  — que  sus  enemigos  se  muevan 
para  enviarlos  a  su  cadalso  erguido, 
siempre  en  espera  vertical,  — extraño 
signo  erotómano —  de  esófago  sediento. 
Así  hay  que  situar  a  don  Gabriel». 

10  Cfr.  Machbeth,  Act.  n,  esc.  2. 


Preguntamos  de  nuevo: 

1° — El  piadoso  cristiano  que  se  hu¬ 
millaba  sincero  hasta  llevar  con  los  hi- 

* 

jos  del  pueblo  la  cruz  sagrada  del  Re¬ 
dentor  en  los  pasos  quiteños  de  semana 
santa  ¿podía  haberse  dirigido  a  su  Dios 
desafiante? 

29 — ¿Podrá  pensarse  que  quien  más 
de  una  vez  pidió  — casi  suplicante —  a 
su  enemigo  el  general  Maldonado  que 
no  se  volviera  en  inicuas  maquinaciones 
contra  su  magnánimo  perdonador,  quien 
concedió  gustoso  el  indulto  a  Endara 
y  Espinel,  solicitase  a  Dios  — como  dice 
Andrade —  que  se  movieran  sus  enemi¬ 
gos  para  tener  la  satisfacción  de  fusi¬ 
larlos?  Y  ya  preso  el  reincidente  Maldo¬ 
nado,  ¿no  le  mandó  todavía  el  presi¬ 
dente  ofrecer  la  libertad,  y  aun  — se¬ 
gún  parece —  proponerle  la  huida  en 
Tixán,  cuando  lo  traían  preso  a  la  ca¬ 
pital?  n. 

3® — ¿Algún  psicólogo  podrá  explicar 
eso  del  cadalso  como  símbolo  erotóma¬ 
no?  Si  acaso,  hablemos  de  erostracis- 
mo. . . 

Pero  hagamos  más  bien  un  alto  en  el 
comentario  verbal  de  nuestro  erudito 
biógrafo  de  cuatro  páginas. 

Y,  puesto  que  luego  va  a  afirmar  so¬ 
lemnemente  que  ni  en  su  postrer  ins¬ 
tante  ha  tenido  suerte  don  Gabriel,  co¬ 
mo  quiera  que  «los  fabulistas  han  al¬ 
terado  e  intentan  alterar  la  estética  y 
la  emoción  dramática  de  ese  tránsito, 
mutilando  su  desmesura  dramática»,  nos 
vemos  en  el  caso  de  hacer  un  poco  de 
historia  positiva,  para  demostrar  que 
los  acontecimientos  del  seis  de  agosto, 
por  lo  menos,  están  algo  más  cerca  de 
la  acribia  y  pureza  histórica  de  lo  que 
piensan  los  enemigos  del  presidente 
mártir. 

No  tenemos  la  pretensión  de  ser  ori¬ 
ginales,  ni  de  decir  la  última  palabra; 
la  historia  evoluciona,  siquiera  acciden¬ 
talmente.  Ni  es  nuestra  intención,  en 


11  Cfr.  Historia  de  la  República  del  Ecua¬ 
dor  por  J.  L.  R.,  t.  11,  cap.  iv,  en  los 
párrafos  viii  y  x.  Quito,  1925. 


182 


GLOSAS 


tan  breve  espacio  como  el  que  dispo¬ 
nemos,  dar  un  juicio  definitivo  sobre 
la  biografía  completa  de  García  Moreno 
y  sus  actuaciones  políticas  con  frecuen¬ 
cia  discutidas  en  algunos  particulares. 

///  -  La  certidumbre 

Vaya,  pues,  sólo  una  breve  pero  do¬ 
cumentada  narración  de  la  tragedia  del 
seis  de  agosto  de  1875: 

«Tratándose  el  5  de  agosto  en  el  con¬ 
sejo  de  gobierno  de  prevenir  la  desgra¬ 
cia  que  se  tenía  por  inminente,  él  opi¬ 
nó,  como  siempre,  que  debía  relegar¬ 
se  este  cuidado  a  la  policía.  No  le  arre¬ 
draba  la  muerte,  antes  gustoso  se  re¬ 
signaba  a  ella,  pues  sabía  que  su  san¬ 
gre  no  iba  a  derramarse  sino  por  las 
nobles  causas  de  su  patria  y  de  su  re¬ 
ligión,  móviles  que  habían  sido  de  to¬ 
da  su  vida  pública.  Ese  elevado  pensa¬ 
miento,  reforzado  por  la  confianza  de 
que  Dios  no  abandonaría  al  Ecuador, 
le  impulsaba  a  veces  a  exclamar:  «Pue¬ 
den  matarme  los  enemigos  de  Dios  y  de 
la  Igesia,  pero  Dios  no  muere!»12. 

Parodia  esta  frase  el  señor  Andrade, 
afirmando  que  don  Gabriel  no  había 
dicho  sino  lo  contrario,  es  a  saber,  «con 
arrogante  soberbia,  tras  el  insomnio  cun¬ 
dido  de  sobresaltos»,  habría  dicho  «mis 
enemigos  están  en  el  deber  de  extermi¬ 
narme.  . .». 

¿Podría  el  ilustre  historiador  probar 
su  aserto  y  citar  el  documento  que  ates¬ 
tigüe  semejante  aseveración,  opuesta  a 
todo  lo  que  sabemos  de  García  Moreno? 
No  basta  poner  las  frases  entre  comi¬ 
llas  para  que  ellas  sean  históricas;  es 
preciso  citar  algún  documento  fidedig¬ 
no,  y,  cuando  son  dudosas,  citar  el  con- 

12  Puede  verse  este  relato  en  Op.  cit., 
págs.  608  y  ss.  La  verdad  de  la  última  fra¬ 
se  consta  de  diversos  documentos.  Cfr. 
Vida  de  García  Moreno  por  Berthe,  ni,  xn. 
Véase  también  Un  Gran  Americano  por 
José  Leguhir,  caps.  46  y  47.  La  narración 
del  asesinato  de  García  Moreno  de  Gálvez 
no  creemos  sea  del  todo  precisa,  pues  le 
fallan  algunos  pormenores;  pero  en  general 
no  tiene  errores  sustanciales.  Véase  su  obra: 
Vida  de  G.  G.  M.,  Ed.  Difusión,  1942; 
cap.  xin,  págs.  385  y  ss. 


texto  para  que  no  se  deforme  la  verdad. 
Nos  interesaría  conocer  tan  raro  docu¬ 
mento. 

Pero  prosigamos  nuestra  narración, 
que  es  necesario  llegar  al  cabo  de  ella 
para  probar  en  última  instancia  la  fal¬ 
sedad  histórica  y  la  fealdad  literaria  de 
cierta  afirmacioncilla  final  del  escritor 
en  cuestión,  en  la  cual  parece  que  ha 
sintetizado  todo  su  oscuro  pensamiento. 

Sus  familiares  notaban  que  la  interna 
preparación  de  la  víctima  para  el  sacri¬ 
ficio  venía  perfeccionándose  por  mo¬ 
mentos.  Comulgó  el  día  6,  que  era  pri¬ 
mer  viernes  de  mes  13,  y,  antes  de  apli¬ 
carse  al  trabajo,  apuntó  en  su  cartera 
este  pensamiento:  «Señor  mío  Jesucris¬ 
to!  Dadme  amor  y  humildad,  y  haced¬ 
me"  conocer  lo  que  hoy  debo  hacer  en 
vuestro  servicio»  14. 

El  encierro  a  que  se  redujo  toda  la 
mañana 15  desconcertó  el  primer  plan 
de  los  asesinos  y  dio  ocasión  a  que  se 
entendieran  para  ir  a  esperarle  a  in¬ 
mediaciones  del  palacio  a  la  hora  de 
despacho.  En  efecto,  después  del  al¬ 
muerzo,  se  encaminó  en  esa  dirección, 
en  unión  de  su  esposa,  deteniéndose  lue¬ 
go,  según  costumbre,  en  casa  de  su 
suegro,  en  la  esquina  de  la  Compañía, 
donde  sus  familiares  hicieron  los  mayo¬ 
res  esfuerzos  para  detenerlo. 


13  Cfr.  J.  L.  R.,  Loe.  cit.  pág.  609. 

14  Cfr.  Documentos  particulares.  Entre 
las  más  tiernas  y  heroicas  expresiones  que 
dejó  escritas  en  sus  últimos  días  puede 
leerse  la  carta  en  que  se  despide  del  Santo 
Padre;  también  es  interesante  la  que  di¬ 
rige  a  su  íntimo  amigo  don  Juan  Aguirre, 
que  termina  así:  «Voy  a  ser  asesinado... 
soy  dichoso  de  morir  por  la  santa  fe...  nos 
veremos  en  el  cielo»,  fecha  el  4  de  agosto 
de  1875. 

15  La  había  pasado  escribiendo  su  mensaje 
para  el  congreso  que  se  reuniría  el  10.  Por 
esta  razón  no  pudo  asistir  al  examen  de  la 
escuela  de  Santo  Domingo  al  que  había  ofre¬ 
cido  concurrir;  sabedores  de  lo  cual,  los 
asesinos  lo  esperaron  primero  —conforme 
al  primer  plan —  en  la  plaza  de  Santo  Do¬ 
mingo  para  inmolarlo  casi  a  la  vista  de  sus 
familiares ;  luego  decidieron  esperarlo  en 
las  inmediaciones  de  palacio.  El  presidente 
se  dirigía,  cuando  el  asalto,  a  la  Imprenta 
Nacional. 


REVISTA  JAVERIANA 


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Despidióse  — o  más  bien  arrancóse — 
de  su  familia;  abrochóse  el  abrigo  y  sa¬ 
lió  con  el  edecán,  comandante  Manuel 
Pallares  16,  recorrió  la  calle  de  la  Uni¬ 
versidad,  visitó  el  Santísimo  expuesto 
en  la  catedral 17  y  pasó  en  derechura  al 
palacio. 

La  una  y  media  de  la  tarde  18.  Al  su¬ 
bir  las  gradas  del  portal,  contestó  los 
saludos  que  Rayo,  Cornejo  y  otras  per¬ 
sonas  le  dirigieron 19.  Fue  subiendo  las 
escalones,  pero,  no  bien  hubo  dado  unos 
diez  pasos  en  el  peristilo,  al  llegar  a  la 
tesorería,  Rayo,  que  le  había  ido  si¬ 
guiendo  de  lado,  le  asesto  con  rapidez 
un  terrible  machetazo  en  la  nuca,  abrién¬ 
dole  una  ancha  herida  oblicua,  y  deján¬ 
dolo  aturdido  20. 

Interpúsosele  en  el  acto  un  joven  mu¬ 
lato  de  nombre  Daniel  Cortés,  que  asió 
los  brazos  del  asesino  por  la  espalda, 
mientras  unía  su  voz  a  la  del  edecán 
pidiendo  socorro  21. 

Encorvado  el  cuerpo,  el  presidente 
se  dirigió  precipitada  y  aturdidamente 
por  delante  hasta  una  puerta  próxi¬ 
ma23,  hubiera  podido  guarecerse  allí 
y  defenderse. 

16  Cfr.  Declaraciones  del  mismo  Pallares. 

17  Lo  niega  Roberto  Andrade,  pero,  en¬ 
tre  otros  testimonios  irrecusables,  puede 
verse  el  del  doctor  Ignacio  Salazar,  testigo 
presencial. 

16  Quizás  un  poco  antes.  No  habían  dado 
las  dos,  cuando  el  juez  de  letras  doctor  Jo¬ 
sé  M.  Guerrero  había  comenzado  a  reci¬ 
bir  declaraciones  en  su  despacho  distante 
pocos  pasos  del  lugar  del  crimen. 

19  M .  Acosta  añade  que  Rayo  se  puso 
a  la  izquierda  del  presidente  y  le  fue  acom¬ 
pañando  hasta  que,  al  despedirse,  dando  un 
paso  atrás,  lo  acometió.  J.  L.  R.,  loe.  cit. 
pág.  610,  no  lo  cree  probable;  pero  es  lo 
cierto  que  Rayo  estaba  últimamente  en 
buenas  relaciones  con  García  Moreno,  a 
quien  acababa  de  entregar  una  montura  que 
le  había  encargado,  pues  era  de  oficio  ta¬ 
labartero. 

20  Cfr.  Declaraciones  juradas  de  los  tes¬ 
tigos,  proceso,  folio  65.  , 

21  Refieren  la  actuación  de  Cortes  los 

testigos  Ulpiano  Coronel,  Emilio  Vaca, 
Margarita  Carrera,  y  el  mismo  Cortes  en 
sus  declaraciones;  además  hay  otros  tes¬ 
tigos  oculares,  aunque  otros  no  la  men¬ 
cionan  .  » 

22  Declaraciones  de  Cortes  y  Acosta. 


Pero  los  jóvenes  Cornejo,  Andrade  y 
Moncayo  — los  de  la  acción  justiciera 
y  libertaria  de  que  habla  Andrade  el 
-mozo — ;}  que  estaban  valientemente 
apostados  junto  a  la  pared  de  la  teso¬ 
rería23,  le  descargaban  sus  revólveres 
(entiéndase  pistolones  románticos )  a 
quemarropa,  y  le  obligaron  &  retroce¬ 
der  hacia  el  primer  agresor24. 

Rayo,  con  rapidez  de  fiera,  logra  des¬ 
prenderse  de  Cortés,  a  poder  de  heri¬ 
das  y  de  violentas  sacudidas,  y,  dando 
de  paso  un  pincho  de  machete  en  el 


23  Cortés,  Morillo  y  doctor  Gándara.  Un 
testigo  de  once  años,  que  publicó  a  5  de 
agosto  de  1934  una  narración  de  lo  que  vio, 
y  que  acaba  de  aparecer,  desgraciadamente 
anónima,  en  El  Siglo  de  Bogotá  del  sábado 
3  de  marzo  de  1945,  N?  3249,  parece  que 
sitúa  a  estos  jóvenes  en  otros  lugares,  y 
dice:  «Mientras  éste  (Rayo)  acosaba  al  pre¬ 
sidente,  menudeando  los  machetazos,  un 
sujeto  pequeño  de  estatura ...  estaba  apos¬ 
tado  en  el  primer  arco  del  atrio  muy  cerca 
de  los  dos  combatientes ;  y  desde  allí  hacia 
tiros  de  revólver  con  cierta  visible  turba¬ 
ción  y  con  evidente  falta  de  tino ;  de  ahí  que, 
en  vez  de  hacer  blanco  en  don  Gabriel,  ha¬ 
bía  herido  a  Rayo  en  el  nudo  de  un  pie. 
Quien  así  disparaba...  resulto  ser  el  joven 
universitario  Pedro  Cornejo...  A  cierta  dis¬ 
tancia  yendo  y  viniendo  con  agitación  des¬ 
de  el  atrio  de  la  capilla  mayor  hacia  la  por¬ 
tería  del  antiguo  Colegio  de  San  Gabriel  y 
disparando  así  mismo  tiros  de  revolver  sin 
dirección  alguna,  se  encontraba  un  sujeto 
que  posteriormente  supe  había  sido  don 
Abelardo  Moncayo.  Así  mismo,  en  el  ángulo 
de  la  plaza,  detrás  de  la  cruz  de  piedra,  en 
actitud  de  acecharlo  todo,  estaba  don  Ro¬ 
berto  Andrade,  ambos  evidentemente  cóm¬ 
plices  en  el  asesinato.  En  cuanto  al  joven 
Polanco,  a  quien  yo  no  conocía  entonces, 
según  se  me  dijo,  había  estado  en  la  esqui¬ 
na  de  la  Concepción  observando  los  hechos». 
Hay  que  notar  que  este  testigo,  según  su 
propia  confesión,  se  hallaba,  durante  esta 
primera  parte  de  la  escena,  a  una  cuadra 
de  distancia  de  los  acontecimientos,  por  lo 
que  no  pudo  precisar  todas  las  circunstan¬ 
cias;  en  cambio,  en  lo  que  se  refiere  a  a 
segunda  parte  —después  de  la  caída  de  la 
víctima  a  la  calle—  la  relación  anónima  a  que 
nos  referimos  es  de  una  precisión  extraor¬ 
dinaria,  pues  el  informante  se  hallaba  su¬ 
bido  en  un  árbol  a  20  metros  del  lugar  don¬ 
de  se  hallaba  tendida  la  víctima. 

24  De  esta  primera  descarga  hablan  mu¬ 
chos  testigos,  como  Morillo,  Cortes,  A. 
Martínez,  Acosta  y  Gándara.  Roberto  An¬ 
drade  confiesa  que  hirió  en  la  frente  a  Gar- 


184 


GLOSAS 


cuello  a  Pallares25  para  acallar  sus 
gritos,  volvió  furioso  a  la  víctima  y  le 
descargó  otro  machetazo  en  el  cuello  26. 

#  Sin  voz,  sin  fuerzas,  rodeado  de  ase¬ 
sinos  — impulsado  por  el  instinto  vital — 
trató  de  defenderse  con  lo  que  tenía  en¬ 
tre  manos27,  que  era  el  rollo  del  men¬ 
saje28,  luego  con  el  bastón  que  débil¬ 
mente  meneaba  para  desviar  los  ma¬ 
chetazos,  hasta  que  hubo  de  soltarlo  29. 

cía  Moreno  con  su  revólver;  pero  esto  de¬ 
bió  ser  poco  después,  como  quiera  que  la 
bala  de  su  primer  disparo  no  salió,  por  lo 
que  en  primera  instancia  se  contentó  con 
golpearle  el  pecho  con  el  cañón  de  su  re¬ 
vólver  o  pistolón  inofensivo.  De  la  herida 
que  le  dejó  en  la  frente  a  la  víctima  hablan 
los  informes  de  los  facultativos  y  el  testi¬ 
monio  del  doctor  Proaño  y  Vega,  director 
de  El  Nacional. 

25  ej  relator  anónimo  de  El  Siglo  parece 
conocer  este  detalle;  aunque  habla  de  una 
herida  de  Pallares,  la  atribuye  a  haberse  es¬ 
trellado  contra  una  puerta.  Mas  parecen  afir¬ 
mar  lo  contrario  y  culpar  a  Rayo  otros  tes¬ 
tigos,  como  Emilio  Vaca,  Vásquez,  el  doc¬ 
tor  Manuel  Vaca  y  el  mismo  Pallares.  Se¬ 
gún  Roberto  Andrade,  Cornejo  habría  ad¬ 
vertido  al  edecán  que  se  retirara,  pues  «na¬ 
da  había  con  él»;  mas  Cornejo  niega  ha¬ 
ber  pronunciado  estas  palabras  que,  dice, 
fueron  de  Rayo.  Pallares  en  todo  caso,  con¬ 
tinuó  gritando,  fuera  de  sí,  «¡Asesinos! 

1  Bandidos!  ¡Matan  al  presidente!»,  lo  cual 
hizo  que  Rayo  interviniera  contundentemen¬ 
te  con  su  machete. 

26  Testigos  inmediatos  Cortés  y  E.  Va¬ 
ca.  La  narración  de  esta  primera  parte  de 
la  tragedia  hecha  por  Pallares  es  más  confor- 
me  con  la  tradición  callejera  y  añade  algu¬ 
nos  pormenores  olvidados  por  Cortés ;  pero 
por  desgracia  no  siempre  está  conforme  con 
la  mayoría  de  los  testigos  del  proceso. 

27  Lo  atestiguan  Ulpiano  Coronel  y  Eloy 
Proaño  Vega. 

-8  mensaje  ensangrentado  se  conserva 
aún.  El  testigo  anónimo  de  El  Siglo  dice 
que  le  pareció  que  «el  agredido  tenía  inuti¬ 
lizado  el  brazo  derecho  y  paraba  con  el  iz¬ 
quierdo  los  machetazos».  De  ninguna  narra¬ 
ción  auténtica  consta  que  el  presidente  se 
llevara  la  mano  hacia  donde  tenía  el  revól¬ 
ver;  además,  después  del  primer  golpe, 
quedó  tan  aturdido  que  todos  sus  actos  pro¬ 
bablemente  hasta  poco  antes  de  expirar,  fue¬ 
ron  inconscientes  y  mecánicos. 

29  Pallares  afirma  que  él  recogió  el  bas¬ 
toncillo,  cuando  «S.  E....  al  defenderse  con 
la  mano  para  parar  el  golpe,  recibió  un  cor¬ 
te  que  lo  obligó  a  botar  el  bastón,  el  que 
fue  levantado  por  el  declarante  para  acome- 


Indefenso  del  todo,  tambaleante,  fue 
retrocediendo  frente  al  agresor,  escu¬ 
dando  instintivamente  la  cabeza  con 
la  sanguinolenta  piltrafa  del  brazo.  Lo¬ 
gró  arrimarse  a  una  columna,  pero  un 
momento  no  más.  Cuando  se  llevaba  la 
mano  izquierda  a  la  cabeza 30,  lan- 
zanse  de  repente  los  jóvenes  de  las 
pistolas  y  le  hacen  una  segunda  descar¬ 
ga  31.  Rayo,  con  el  rostro  fruncido  y 
ensangrentado,  se  lanza  sobre  el  presi¬ 
dente,  y  de  un  empellón  32  lo  arroja  a 
la  plaza  desde  el  alto  pretil  en  que  se 
iniciara  la  horripilante  escena.  Antes 
de  caer  en  el  vacío,  se  oyó  a  la  víctima 
prorrumpir  en  un  ¡ay!  doloroso33.  El 
cuerpo  fue  a  estrellarse  de  cabeza  sobre 
las  desiguales  piedras  del  empedrado, 
tras  una  caída  de  casi  tres  metros. 

Satisfechos  los  heridores,  quedaron 
desde  arriba  contemplándolo,  por  si  da¬ 
ba  alguna  señal  de  vida,  y  uno  de  ellos 
— ya  en  el  colmo  de  su  exaltación —  dio 
un  tiro  al  aire  y  dijo:  «¡Viva  la  patria! 
¡Hemos  matado  al  tirano!»34. 


ter  a  Rayo  en  defensa  del  señor  agredido, 
y  le  dio  dos  golpes;  que,  a  ese  tiempo,  se 
presentaron  Cornejo  y  Andrade  con  revól¬ 
ver  en  mano  para  disparar  contra  S.  E. 
y  el  testigo».  ^ Sucedió  esto  antes  de  recibir 
el  edecán  el  hurgonazo  de  Rayo?:  No  queda 
en  claro. 

t  39  La  derecha  la  tenia  casi  por  completo 
inutilizada,  y  llevaba  el  dedo  pequeño  col¬ 
gante. 

31  Bastante  claras  aparecen  las  dos  des¬ 
cargas  en  las  declaraciones  de  Cortés,  Váz¬ 
quez,  E.  Vaca,  Camilo  NoÜvos;  Angela 
Sagú,  (hija  de  la  covachera),  Gándara  Ve¬ 
ra  y  Morillo. 

32  Testimonio  de  A.  Sagú,  E.  Vaca  y 
Rafael  Puertas.  La  relación  anónima  de 
El  Siglo  dice  que  «por  ir  caminando  de  es¬ 
paldas  hacia  la  plaza,  en  llegando  al  borde 
del  atrio,  faltóle  el  suelo  y  cayó».  Natural¬ 
mente,  como  el  autor  de  esta  relación  se 
hallaba  entonces  todavía  a  una  cuadra  de 
distancia,  no  pudo  ver  todos  los  movimien¬ 
tos  de  Rayo. 

33  Testimonio  de  Margarita  Carrera,  la 
covachera . 

34  E.  Vaca.  Parecidas  expresiones  le  oye¬ 
ron  después  los  testigos  Emilio  Gangotena, 
Clotilde  Bueno,  Dolores  Landázuri,  Luz 
Peñaherrera  y  l0s  doctores  Valdivieso  y 
Gortaire. 


REVISTA  JAVERIANA 


185 


Por  fin,  con  las  frecuentes  descar¬ 
gas,  empiezan  los  curiosos  a  acudir  a 
la  novedad  y  al  lugar  mismo  del  sinies¬ 
tro;  pues  ya  de  antes  hubo  testigos  ocu¬ 
lares  en  la  plaza35,  en  los  extremos 
del  portal,  en  las  oficinas  y  calles  ad¬ 
yacentes.  Algunos  se  atrevieron  a  salir 
de  las  covachas  ipferiores  del  palacio, 
de  la  tesorería,  de  las  oficinas  de  ha¬ 
cienda  y  gobernación. 

Nadie  sinembargo  osa  impedir  la  con¬ 
sumación  de  la  terrible  tragedia,  ame¬ 
drentados  por  el  furor  y  la  exaltación 
de  los  criminales. 

Aún  no  ha  expirado  el  presidente. 
Allá  abajo  se  mueve  todavía,  con  una 
pierna  levantada 36,  en  sus  últimos  es¬ 
tertores.  Hay  que  acabar  la  obra. 

Bajan  los  victimarios  precipitada¬ 
mente  la  grada  que  da  a  la  calle  fronte¬ 
ra  al  cuartel,  y,  al  torcer  para  la  plaza, 
dirigen  inquietas  miradas  hacia  el  pues¬ 
to  de  guardia  37.  Cuando  descendió  Ra¬ 
yo,  corrió  Cortés  gritando:  «¡Favo¬ 
rezcan!,  que  matan  al  presidente!». 

Entre  la  caída  del  herido  y  la  llegada 
de  los  asesinos  mediaron  unos  momen¬ 
tos,  durante  los  cuales  varios  hombres 


35  La  relación  anónima  de  El  Siglo  dice 
que  la  plaza  estaba  completamente  desier¬ 
ta.  Así  le  debió  parecer;  pero  de  los  pro¬ 
cesos  aparece  lo  contrario. 

36  Anotación  curiosa  de  la  relación  anó¬ 
nima  de  El  Siglo .  Durante  esta  segunda  par¬ 
te,  el  informante  se  encontraba  a  20 
metros,  y  pudo  precisar  detalles.  El  doctor 
Proaño  Vega  dice  que,  cuando  levantaron 
el  cuerpo  de  don  Gabriel  para  llevarlo  a  la 
catedral  y  asistirlo,  lo  encontraron  «repo¬ 
sando  sobre  el  lado  derecho,  vuelta  la  cara 
hacia  arriba;  los  ojos  casi  enteramente  abier¬ 
tos;  el  cuerpo  yacía  medio  recogido,  dobla¬ 
das  las  corvas,  como  si  hubiese  hecho  un  es¬ 
fuerzo  para  levantarse». 

37  No  se  ha  podido  establecer  el  orden  en 
que  bajaron  los  victimarios,  pues  los  enu¬ 
meran  en  distinta  forma  Cortés,  Molina, 
Puertas  y  Cornejo.  Al  mirar  al  cuartel  de¬ 
seaban  cerciorarse  si  Sánchez  había  logrado 
sublevar  al  batallón  N°  10,  y  estaban  in¬ 
quietos  al  constatar  que  nadie  se  movía 
allí.  El  testigo  anónimo  de  El  Siglo  dice 
«Rayo  desde  la  esquina  daba  voces  y  como 
que  llamaba  a  los  soldados  que  hacían  la 
guardia,  pero  no  vi  que  alguno  de  ellos 
se  acercase». 


del  pueblo,  saliendo  de  las  covachas  se 
animaron  a  rodearlo  y  ver  de  asistirlo, 
mientras  algunas  mujeres  se  deshacían 
en  gritos  pidiendo  socorro  38. 

Pero  aparece  de  pronto  Rayo,  des¬ 
greñado,  centelleantes  los  ojos,  la  boca 
en  una  horrorosa  comisura,  y,  levan¬ 
tando  en  alto  el  goteante  machete, 
«apártense,  mujeres»  gritó,  y  agitó  la 
hoja.  Un  artesano  rehúsa  apartarse; 
Rayo  furibundo  le  increpa:  «Retírense, 
ajo!,  que  quiero  verlo  muerto  a  este39, 
y  en  el  acto,  hincando  la  rodilla  40,  des¬ 
carga  golpe  tras  golpe  sobre  el  inde¬ 
fenso  yacente,  apuntándole  a  la  cabeza 
y  al  pecho.  «No  sea  infame  como  Caín 
con  su  hermano  Abel»,  grita  una  voz 
dolorida.  Es  otro  de  los  artesanos  que 
había  tardado  en  retirarse41.  Y  el  ver¬ 
dugo  . .  í  contestó . . .  con  tirarle  una 
cuchillada  horizontal...  Ya  planeaba 
el  cintarazo  oblicuo  hacia  el  vientre  del 
compasivo  hijo  del  pueblo  — de  ese  pue¬ 
blo  humilde  que  tanto  amó  a  su  jefe — , 
cuando  una  mano  desangrada,  con  pro¬ 
fundos  desgarrones  palpitantes,  se  le¬ 
vantó  del  suelo,  erguida,  noble. . .  y 
sirvió  de  escudo  al  inocente  obrero. 
¡Otro  tajo  más!  42.  Pero  se  había  salva¬ 
do  el  artesano,  quien  por  evitar  el  to¬ 
que  dio  tal  salto  que  fue  a  caer  den¬ 
tro  de  la  covacha  inmediata.  La  ciega 
rabia  de  Rayo  se  acreció  todavía,  ina¬ 
gotable,  acompañando  los  machetazos 
con  espumarajos  e  improperios:  «De¬ 
fiéndete  ahora! . . .  Tirano  de  la  liber- 

38  Delante  de  la  covacha  ocurrieron  es¬ 
cenas  muy  tiernas.  Candorosamente  expo¬ 
nen  sus  impresiones  Margarita  Carrera,  An¬ 
tonio  Martínez,  Vicente  Monteros  y  Da¬ 
niel  Grijalva.  Conmovida  la  tendera  por  la 
mansedumbre  y  tranquilidad  del  herido,  no 
pudo  más,  y  fuera  de  sí  «poniendo  las  ma¬ 
nos»  se  acercó  a  Rayo  suplicándole  con 
lágrimas  que  cese  en  su  infame  tarea. 

33  Margarita  Carrera  y  Alejandro  Ceba- 
Hos.  Completa  la  escena  Vicente  Monteros. 

40  El  relato  anónimo  de  El  Siglo  dice  que 
el  verdugo  se  sentó  encima;  otros  añaden 
que  lo  pisoteaba  y  pateaba. 

41  Antonio  Martínez. 

42  La  autopsia  oficial  reconoció  6  heridas 
de  revólver  y  14  de  machete,  de  las  cuales 
S  eran  mortales. 


GLOSAS 


186 

tad! . . .  Muere,  jesuíta  con  casaca! . . . 
Muere,  muere,  muere..,.»43. 

« Dios  no  muere»,  se  oyó,  con  voz  va¬ 
liente  y  sumisa,  murmurar  al  mori¬ 
bundo  44. 

¿Podrá  imaginarse  algo  más  solemne? 

El  rostro  mismo  de  don  Gabriel  des¬ 
pués  de  muerto,  a  pesar  de  las  contor¬ 
siones  que  el  dolor  le  pudiera  imprimir, 
denotaba  una  soberana  tranquilidad 
— como  afirman  testigos  presenciales  de 
la  autopsia — ,  una  sumisión  profunda 
a  la  Divina  Providencia,  una  grandeza 
de  alma  que  sólo  puede  comprenderse 
al  conocer  su  arraigo  en  la  fe  y  su 
amor  al  deber  sobrenatural. 

IV  -  La  epopeya 

¡Dios  no  muere!  ¡sublime! 

No  es  ya  solo  la  tragedia  clásica,  do¬ 
lorida  y  grande.  Es  el  soberano  poema 
de  ultratumba,  que  se  borda  en  los  la¬ 
bios  del  mártir  en  tres  palabras  más 
grandilocuentes  que  la  catarsis  poética 
de  Milton  o  los  ay  es  desgarradores  e 
impotentes  del  Edipo  Rey.  Es  la  copia 
humana  del  divino  poema  trágico  de 
la  cruz. 

Bello  es  sin  duda  contemplar  al  cam¬ 
peón  de  la  justicia  y  del  derecho,  al  de¬ 
fensor  de  la  paz  verdadera  de  su  pue¬ 
blo,  al  gran  estadista  moralizador  y  em¬ 
peñoso  del  progreso  material  de  su  pa¬ 
tria,  en  pleno  vigor  de  acción  durante 
sus  agitados  años  de  presidencia.  Pero 
mucho  más  sublime  es  contemplarlo  en 
el  instante  arquitectural  y  estático  de 
su  muerte  heroica  y  resignada,  como 
cumple  a  fiel  imitador  del  Maestro  di¬ 
vino. 

Epico  cuanto  se  quiera  puede  ser  el 
último  debatirse  de  los  héroes  homéri¬ 
cos,  luchando  febriles  contra  su  adver- 

43  Bedoya,  Margarita,  Monteros,  Grijal- 
va  y  otros. 

44  Lo  testimonian,  entre  otros,  Margari¬ 
ta  Carrera  y  don  Eloy  Proaño  Vega.  El 
Chantre  de  la  catedral,  monseñor  D.  Pás- 
tor,  antes  de  darle  la  última  absolución, 
preguntó  al  moribundo  si  perdonaba  a  sus 
enemigos ;  cerciorado  de  ello,  le  impartió 
el  Sacramento. 


sario  que  lo  ha  derribado  en  tierra  en¬ 
sangrentado,  y  aún  contra  el  hado  y  la 
ineludible  Kere  tan  odiada;  nos  conmue¬ 
ve  en  verdad,  con  un  triste  desplome  de 
nuestro  espíritu  disgustado  sutilmente, 
el  batallar  estéril  de  la  agonía  inconfor¬ 
me  y  rabiosa  del  gladiador  romano  con¬ 
tra  su  voluntad  vencido. 

Mas,  ¿de  qué  subidos  quilates  de  es¬ 
tética  y  de  humanismo  no  es  el  su¬ 
cumbir  tranquilo  del  mártir  cristiano 
que  — como  su  Divino  Ejemplar —  se 
ha  ofrecido  a  la  muerte  «porque  quiso»? 
¡Morir  perdonando!  Morir,  tal  vez,  con 
la  sonrisa  en  los  labios  convulsos 
por  el  sufrimiento . . . !  Pero  con  son¬ 
risa  cristiana!,  no  con  la  del  escéptico 
o  del  misántropo  repulsivos;  con  la 
apacible  dulcedumbre  de  quien  acaricia 
un  ideal  solitario,  íntimo,  supremamen¬ 
te  pacificador  del  alma. . . !  Supera  mil 
veces  a  todo  lo  ponderable  un  tránsito 
así,  en  que  destella  el  apacible  y  sere¬ 
no  fulgor  de  una  voluntad  sobrehumana 
que,  sobreponiéndose  al  menguado  ren¬ 
cor  o  a  la  gloria  de  la  defensa  varonil 
y  audaz,  es  capaz  de  rechazar  todo  co¬ 
nato  de  defensa  en  infructuosa  cuanto 
dulce  angustia,  y  pone  todo  su  ahinco 
en  vencerse  a  sí  misma. . .  y  perdonar, 
y  confiar  sólo  en  el  Omnipotente! 

Y  exclamar  con  la  ahogada  voz,  o  al 
menos  con  el  gesto:  «Podéis  matarme. . . 
Si  hubiera  querido  defensa,  rodeado  hu¬ 
biese  andado  por  doce  legiones  de  ede¬ 
canes  y  detectives...  Mas...,  yo  no 
he  luchado  por  mí.  He  luchado  por  la 
causa  de  Dios ...  ¡  Puedo  morir  yo . . . 
Pero  Dios  no  muere! 

Negar  la  gloria  de  una  muerte  así; 
preferir,  en  el  campo  de  la  estética  y 
de  la  psicología,  el  rabioso  grito  incon¬ 
forme  del  aqueo  al  revolverse  iracundo 
en  supremo  esfuerzo  sobre  su  sangre, 
maldiciendo  al  enemigo  que  lo  ha  ven¬ 
cido  ¿no  será  retrogradar  la  cultura  del 
siglo  xx,  y  anhelar  por  los  primitivos 
instintos  de  los  héroes  de  la  edad  de 
hierro? 

Sin  embargo  este  final  no  le  satisface 
para  su  Ídolo  al  señor  Raúl  Andrade. 


REVISTA  J  AVERIAN  A 


187 


Prescinde  de  la  realidad,  de  lo  que  pa¬ 
só  en  verdad ;  fantaseador,  con  una  son¬ 
risilla  de  psiquiatra  que  le  asoma  por 
debajo  del  contraído  labio,  y  que  preten¬ 
de  ser  plagiaria  de  algún  olvidado  no¬ 
velista  ruso,  busca  para  don  Gabriel  un 
airón  postizo  — al  que  sin  embargo  ape¬ 
llida  cabal  cimera — ,  y  se  empeña  en 
colocar  al  mártir  a  la .  altura  de  sus 
asesinos. 

«No  ha  tenido  suerte  don  Gabriel  en 
su  postrero  tránsito  — exclama — .  Los 
fabulistas  han  alterado  e  intentan  al¬ 
terar  la  estética  y  emoción  de  ese  trán¬ 
sito,  mutilando  su  desmesura  dramᬠ
tica,  poniendo  entre  sus  rígidos  labios 
sanguinolentos  — que  apenas  si  podrían 
contener  espumarajos  rabiosos —  aque¬ 
lla  frasecita  ritual,  dulzona,  ingenua,  ap¬ 
ta  para  mancebos  en  el  final  languide¬ 
ciente  de  una  comedieta  de  monjas». 

La  frasecita  dulzona,  que  le  desplace 
a  nuestro  superhombre  americano  es  la 
sublime  aquella  de  «Dios  no  muere». 
Se  rebela  el  señor  Andrade  contra  los 
hechos,  niega  la  realidad,  la  historia. 
Y  afirma,  afirma  categóricamente,  que 
no  dijo  eso  don  Gabriel,  que  eso  no 
encuadra  bien  con  la  figura  de  torva 
actitud  espectral  y  enigmática  que  se 
ha  forjado  — probablemente  por  relatos 
deformados  oídos  en  la  infancia —  en 
su  mente  inspirada;  que  eso  no  debió 
haber  dicho,  no  y  no  y  no:  «Si  acaso 
blasfemaría»...  Maravilloso:  ahora  sí 
ya  se  siente  el  señor  Andrade  un  genio 
superior  por  sus  aguas juertes  dureria - 
ñas,  mil  veces  superior  a  los  MurilJos 
y  Velásquez,  a  los  Rafael  y  Miguel  An¬ 
gel  y  a  los  demás  míseros  autores  de 
policromadas  estampas  religiosas . . . 

Y  así,  con  tranquilidad  tan  pon¬ 
tifical,  deja  el  señor  Andrade  en  la  Re¬ 
vista  de  América,  «desfigurada  y  ca¬ 
ricaturesca»  esta  figura  americana  apa¬ 
sionante.  ¿No  queda  García  Moreno 
más  mixtificado  que  nunca,  «caricatu¬ 
rizado  con  torpe  desmesura»  por  estos 
violentos  chafarrinones  del  articulista, 
que  lo  ha  ido  desfigurando  «como  con 
espejos  convexos  de  un  gabinete  de 
sorpresas» . . .  ? 


Por  favor,  señor  Andrade,  por  humani¬ 
dad,  por  arte. . .  no  se  exhale  con  estas 
alidadas.  O,  si  las  quiere  escribir,  escoja 
para  sus  tragedias,  algo  más  «plástico», 
algo  de  más  «lejanía»  que  la  histórica 
figura  inconmovible  de  nuestro  gran 
contemporáneo. 

Le  aconsejo  el  Prometeo,  o  Filoctetes: 
Pertenecen  a  eso  que  tantas  veces  ha 
nombrado  usted  en  su  escrito  y  que  de¬ 
be  de  atraerle  sobre  manera,  a  la  fábu¬ 
la;  que  no  se  sabe  si  estos  entes  sufrie¬ 
ron  su  tortura  resignados  o  maldicien¬ 
tes.  Con  ellos  puede  usted  hacer  sus 
ensayos  de  imitación  de  Gide  y  saciar 
la  endemoniada  delicia  del  inconformis¬ 
mo,  darse  el  envenenado  placer  de  pasar 
por  delante  de  todos  los  valores  estéti¬ 
cos  consagrados  e  irles  repitiendo  un 
satánico  non  serviam.  La  mitología  le 
ofrece  además  mil  otros  asuntos  capaces 
de  satisfacer  al  mitómano  más  empe¬ 
dernido. 

O,  si  no,  ensaye  a  escribir  un  tercer 
Caín . . . 45. 

Una  sola  cosa  le  suplico:  que  cuando 
haya  descrito  alguna  de  estas  vesánicas 
figuras,  acuda  a  algún  buen  profesor 
crítico  literario  a  ver  si  su  trágica  pro¬ 
ducción,  aun  prescindiendo  de  la  cien¬ 
cia  histórica,  en  el  mero  campo  de  la 
estética,  es  capaz  de  competir  aun  con 
la  mesura  serena  del  Edipo  en  Colono, 
del  ciego  ya  sublimado  por  la  resigna¬ 
ción  y  redimido  por  la  piedad  — obra 
cumbre  de  Sófocles — ,  por  no  hablar  de 
las  grandes  producciones  cristianas  que 
han  ido  conmoviendo  a  todos  los  hom¬ 
bres  normales  durante  siglos. 

Terminamos  con  la  frase  verdadera 
que  un  día  se  le  escapó  a  don  Roberto 
Andrade:  «¿Hay  mayor  contento  que 
dar  la  mano  a  un  amigo  para  que  se 
salve  de  un  precipicio,  aunque  desde 
luego  sepamos  que  no  se  ha  de  mostrar 
agradecido?». 


45  El  primer  Caín  lo  escribió  Roberto 
Andrade.  El  segundo,  réplica  muy  erudita 
y  literaria  de  aquel,  es  atribuido  a  los  doc¬ 
tores  Rafael  M.  y  Nicolás  Arízaga. 


Revista  de  libros 


América — Piedra  Martel,  Grupo  América,  Perera,  Secretaría 
Municipal  de  Quito,  Lizaso,  de  Céspedes,  Garneau. 

Derecho — Varela  y  Morales,  Pineda  León.  ' 

Religión — Hogan,  Hornaert  s.  J.,  Emmerich,  Barbieri. 

Otros  libros  recibidos. 


América 

®  La  historia  de  la  independencia  cubana 
ofrece  caracteres  y  episodios  de  nobilísima 
estirpe  espiritual;  y  su  bibliografía  crece 
en  virtud  del  esfuerzo  de  los  letrados  y  de 
la  cooperación  de  las  mayores  entidades  cul¬ 
turales  de  la  república.  El  genera  Manuel 
Piedra  Martel,  coronel  del  ejército  liber¬ 
tador  de  Cuba,  ha  dado  a  la  estampa  en  la 
Editorial  Minerva,  de  la  Habana,  sus  me¬ 
morias  históricas.  Llevan  el  nombre  de 
Mis  primeros  treinta  años  y  van  precedidas 
de  un  prólogo  salido  de  la  excelente  pluma 
de  Emeterio  S.  Santovenia,  grandemente 
conocido  en  los  círculos  intelectuales  de 
su  patria.  El  estilo  de  la  obra  es  ameno 
y  ofrece  al  lector  el  panorama  glorioso  de 
aquellos  días  de  libertad. 

•  El  Grupo  America,  de  Quito ,  ha  conti¬ 
nuado  la  publicación  de  las  conferencias 
pronunciadas  bajo  sus  auspicios.  Como  de¬ 
mostración  de  la  actividad  intelectual  del 
Ecuador  merecen  amplio  elogio.  En  el  vo¬ 
lumen  ii  se  hallan  los  ensayos  de  los  si¬ 
guientes  escritores  de  la  nación  hermana: 
Ignacio  Lasso,  Aurelio  García,  Juan  Pablo 
Muñoz  Sanz,  Carlos  Salazar  Flor,  y  Julio 
Endara.  Justifica  nuestra  alabanza  la  varie¬ 
dad  de  los  temas,  puesto  que  incluyen  no 
solo  preocupaciones  literarias  sino  diserta¬ 
ciones  científicas. 

•  El  doctor  Ambrosio  Perera  ha  publicado 
en  Caracas  un  estudio  de  carácter  histórico 
titulado  El  Tocuyo  conquistado  y  conquis¬ 
tador.  Quedan  relatados  ahí  algunos  episo¬ 
dios  de  la  conquista  española  y  citados  al¬ 
gunos  de  los  nombres  ilustres  de  la  época. 
Largamente  elogiaremos  todo  escrito  que 
tienda  a  relatar  la  vida  de  cada  una  de  las 
regiones  geográficas  americanas,  y  dé  ellas 
como  escenario  histórico.  La  patria  es  el 
conjunto  de  todas  ellas. 

•  La  Secretaria  municipal  de  Quito  ha 
continuado  su  tenaz  empeño  de  restaurar 
la  fisonomía  de  los  tiempos  idos.  De  las  la¬ 
bores  patrocinadas  por  el  concejo  de  la  ca¬ 
pital  ecuatoriana  nos  hemos  ocupado  en  oca¬ 


siones  diversas,  pues  bien  merecen  el  aplau¬ 
so  de  todos  los  fieles  amantes  del  pasado 
de  Américia.  Ahora  queremos  referírteos 
a  la  Gaceta  Municipal,  cuyas  entregas  son 
siempre  reveladoras  de  claras  hazañas  y  no¬ 
bles  memorias ;  llegue  a  sus  directores  y 
colaboradores  la  manifestación  de  nuestra 
justísima  alabanza. 

®  Uno  de  los  buenos  escritores  cubanos  ac¬ 
tuales,  D.  Fel,x  Lizaso,  nos  ha  hecho  lle¬ 
gar  su  discreto  ensayo  sobre  Martí,  espíritu 
de  la  guerra  justa.  Es  un  nuevo  homenaje 
al  procer  y  fundador  de  la  repúbica,  y  una 
contribución  bien  apreciable  a  la  historia 
de  Cuba.  La  Colección  Ensayos,  de  la  Ha¬ 
bana,  al  publicar  este  escrito  aumenta  sus 
títulos  a  la  consideración  de  los  hombres 
de  pensamiento,  pues  de  la  pluma  de  D. 
Félix  Lizaso  han  salido  siempre  páginas  de 
elevada  orientación. 

•  Una  de  las  publicaciones  más  recientes 
del  ministerio  de  educación  de  Cuba,  en  la 
dirección  de  cultura,  es  la  titulada  De  Baya- 
mo  a  San  Lorenzo,  que  se  debe  a  D.  Car¬ 
los  Manuel  de  Céspedes.  La  selección  y  el 
prólogo  han  sido  realizados  por  D.  Andrés 
de  Piedra-Bueno,  cuyos  esfuerzos  en  favor 
de  la  cultura  cubana  han  sido  aplaudidos 
allí  y  enaltecidos  fuera  de  la  patria.  Este 
labro  hace  pensar  inmediatamente  en  el 
vigoroso  empuje  de  los  fundadores  de  la 
nacionalidad:  en  Céspedes,  en  Maceo,  en 
Martí.  Ellos  hicieron  posible  la  libertad 
de  un  pueblo  laborioso,  inteligente  y  bueno. 

Manuel  José  Forero 

®  F.  X.  Garneau,  Histoire  du  Cañada 
(8®  edición,  2  volúmenes.  en  8®),  Editions 
de  L'Abre;  Montreal;  Canadá) — Esta  obra 
es  un  monumento  de  piedad  para  con  la 
patria  y  el  abolengo  de  la  familia  Garneau. 
Un  día  el  joven  notario  F.  X.  Garneau  fue 
insultado  por  un  adversario  de  su  patria 
y  de  su  nación.  Resolvió  responder  con 
obras.  Estudia  la  historia,  y  en  1845,  la 
publica  en  tres  volúmenes.  Obtuvo  la  glo¬ 
ria  de  ser  el  primer  verdadero  historiador 
de  envergadura  del  Canadá  francés.  Falta¬ 
ban  sinembargo  muchos  documentos,  había 


REVISTA  J  AVERIAN  A 


189 


que  retocar  muchos  pormenores.  El  hijo 
volvió  sobre  la  obra  del  padre  y  publico 
en  1882  la  cuarta  edición.  Nuevamente  fue¬ 
ron  indispensables  con  el  progreso  de  la 
ciencia  y  las  observaciones  críticas  nuevos 
retoques.  La  obra  no  caerá  en  desuso.  El 
nieto,  en  1944,  nos  brinda  la  octava  edición. 
Siempre  renovada,  esta  obra  sigue  siendo 
la  obra  de  un  maestro  preocupado  de  la 
verdad,  que  comprendió  cómo  los  muertos 
siguen  enseñando  siempre  a  los  vivos. 

Jean  Genest 

Derecho 

9  Félix  Varela  y  Morales,  Observacio¬ 
nes  sobre  la  constitución  política  de  la 
monarquía  española  (Editorial  de  la^  Uni¬ 
versidad  de  La  Habana,  1944;  199  págs.). 
Corresponde  esta  publicación  al  volumen 
viii  de  las  obras  de  Félix  Varela  y  Morales 
de  la  interesante  serie  de  obras  de  autores 
cubanos  que  se  publican  bajo  la  dirección  de 
la  Universidad  de  La  Habana.  Esta  obra  se 
basa  en  la  edición  que  vio  la  luz  en  la  mis¬ 
ma  ciudad  en  la  Imprenta  de  D.  Pedro  No- 
lasco  Palmer,  en  el  año  de  1821,  adicionada 
con  algunos  trabajos  y  noticias  de  índole  po¬ 
lítica  relacionadas  con  el  notable  habanero. 
El  Padre  Varela,  entusiasta  propugnador 
de  las  ideas  emancipadoras  muy  en  boga  por 
aquellos  años,  catedrático  de  la  clase  de 
constitución  del  Seminario  de  San  Carlos 
de  La  Habana,  no  desaprovecha  la  opor¬ 
tunidad  que  le  prestan  estas  para  hacer  en 
sus  comentarios  a  la  constitución  política  de 
la  monarquía  española  (promulgada  en  el 
año  de  1812)  la  más  cálida  y  razonada  de¬ 
fensa  de  los  principios  democráticos,  expli¬ 
cando  y  comentando  los  conceptos  de  liber¬ 
tad,  igualdad,  y  soberanía,  defendiendo  la 
necesidad  de  la  división  de  los  poderes;  la 
de  sujetar  los  caprichos  del  monarca  a  cᬠ
nones  inviolables  puesto  que  este  no  tiene 
sino  aquellos  derechos  que  el  pueblo  le  ha 
cedido  para  el  mayor  bien  de  la  comunidad. 
Es  posiblemente  ésta,  una  de  las  primeras 
obras  de  derecho  constitucional  escritas  por 
un  americano  en  la  que  se  expone,,  en .  el 
estilo  pomposo  de  la  época,  los  principios 
filosófico-políticos  que  condujeron  a  la  eman¬ 
cipación  de  América.  Doctrinas  y  princi¬ 
pios  que  caducados  en  parte  por  la  mezcla 
con  doctrinas  erróneas  de  la  revolución 
francesa,  este  maestro  revolucionario  supo 
respaldar  con  una  vida  a  la  altura  de  sus 
palabras. 

•  Principios  de  Derecho  Mercantil,  por  el 
doctor  Pedro  Pineda  León  (Talleres  Tipo¬ 
gráficos  de  C.  A.  Artes  Gráficas,  Caracas 
Venezuela,  1943;  89  528  págs.) — Esta  obra, 
que  es  un  completo  tratado  sobre  derecho 
mercantil,  que  recomendamos  por  su  cla¬ 
ridad  y  eficiencia  a  los  profesores  y  estu¬ 
diantes  de  la  materia,  debe  ser  la  recopila¬ 
ción  de  las  conferencias  dictadas  en  clase 
por  su  autor  doctor  Pedro  Pineda  León, 


ilustre  profesor  de  la  Universidad  de  Los 
Andes,  — Mérida  Venezuela —  y  publicis¬ 
ta  de  vasta  trayectoria.  Con  muy  acertado 
criterio,  con  la  experiencia  que  da  el  re¬ 
gentar  una  cátedra  universitaria  durante  más 
de  diez  años,  el  autor  ha  ordenado  su  obra 
de  lo  general  a  lo  particular;  de  los  princi¬ 
pios  generales,  historia  del  derecho  mercan¬ 
til,  de  las  fuentes  y  fundamentos  de  éste  al 
análisis  detenido  de  las  disposiciones  legales 
vigentes  en  Venezuela  desde  el  punto  de 
vista  del  código  civil  y  el  código  de  comer¬ 
cio  del  país.  Nos  da  una  noción  de  lo  que 
es  un  comerciante,  sobre  los  actos  de  co¬ 
mercio,  firma,  contabilidad,  corresponden¬ 
cia,  cámaras  de  comercio  y  en  general  so¬ 
bre  el  conjunto  de  preceptos  legales,  reglas 
y  principios  de  carácter  jurídico  que  tienen 
relación  con  los  comerciantes,  con  las  co¬ 
sas  del  comercio  y  demás  actos  de  la  vida 
mercantil.  Sea  esta  la  oportunidad  de  ren¬ 
dir  nuestro  homenaje  a  aquellos  profesores 
que  se  preocupan  por  recopilar  sus  sabias 
enseñanzas  en  textos  que  han  de  servir 
luego  a  profesores  y  alumnos  haciendo  de 
esta  manera  más  cómoda  y  asequible  la 

ardua  tarea  de  la  enseñanza . 

Jaime  Alvar ez 

Pedagogía 

#  Les  précurseurs  du  Burean  International 
d'Education ,  Rosello  P.  (Ginebra,  1943:  Pu¬ 
blicaciones  de  la  oficina  internacional  de 
educación,  N?  80)— Por  primera  vez  en  la 
historia,  los  hombres  de  Estado  no  han  es¬ 
perado  el  final  de  la  guerra  para  formular 
planes  más  o  menos  audaces  respecto  de  la 
futura  organización  mundial  de  la  educación. 
Por  esto  el  nuevo  volumen  que  acaba  de 
aparecer  en  la  colección  de  publicaciones  de 
la  oficina  internacional  de  educación  pre¬ 
senta  un  grande  interés. 

Este  estudio  histórico,  elaborad^  por  el 
subdirector  de  la  oficina,  nos  enseña  que  la 
colaboración  internacional  en  materia  de  edu¬ 
cación  cuenta  con  una  serie  de  precursores. 
El  autor  nos  habla  de  trece  de  ellos,  sin 
pretender  haber  agotado  su  número.  Y  es¬ 
to  a  pesar  de  haberse  limitado  a  los  precur¬ 
sores  de  un  centro  mundial  de  educación, 
dejando  a  otros  el  estudio  de  los  movimien¬ 
tos  en  favor  de  la  colaboración  internacio¬ 
nal  en  materia  educativa  a  través  de  los 
congresos,  asociaciones  juveniles,  etc. 

Es  curioso  comprobar  que  el  primero  de 
los  precursores  de  la  oficina  aparece  después 
de  una  grave  crisis  mundial,  al  final  de  la 
revolución  francesa  y  de  las  guerras  napo¬ 
leónicas,  o  sea  a  raíz  de  la  Santa  Alianza. 
En  1919  se  habló  también  mucho  de  colabo¬ 
ración  internacional  en  el  terreno  padagó- 
gico.  Diríase  que,  después  de  los  conflictos 
guerreros  el  mundo  vuelve  sus  ojos  angus¬ 
tiados  hacia  la  educación,  con  objeto,  si  no 
de  reparar  todo  el  mal,  por  lo  menos  con  el 
deseo  de  preparar  hombres  capaces  de  tra¬ 
bajar  en  paz  y  armonía. 


190 


REVISTA  DE  LIBROS 


Los  demás  precursores  vivieron  casi  to¬ 
dos  a  finales  del  siglo  xrx  y  principios  del 
xx.  en  el  momento  en  que  la  influencia  del 
Estado  sobre  la  educación  aumenta  sin  cesar 
y  en  que  las  relaciones  entre  los  pueblos  se 
estrechan  cada  vez  más. 

Después  de  haber  caracterizado,  en  la 
primera  parte  de  su  obra,  la  vida  de  estos 
hombre  de  visión  genial,  el  señor  Rossello 
dedica  su  segunda  parte  al  análisis  sistemᬠ
tico  de  los  problemas  educativos  que  se 
plantean  en  el  plano  internacional,  a  la  na¬ 
turaleza  de  las  actividades  de  los  organis¬ 
mos  preconizados  para  resolver  dichos  pro¬ 
blemas  y  finalmente  a  las  causas  que  deter¬ 
minaron  el  fracaso  de  dichos  proyectos.  El 
deber  actual  de  la  oficina  — que  puede  estar 
legítimamente  orgullosa  de  sus  antepasa¬ 
dos —  consiste  en  aprovechar  las  experien¬ 
cias  de  ayer  para  evitar  nuevos  errores  y 
llevar  a  buen  término,  con  desinterés  y  en¬ 
tusiasmo,  la  alta  misión  que  tiene  en  su 
manos. 

•  Antonio  Sagarda,  El  Colegio  del  Uru¬ 
guay  (Buenos  Aires,  1943) — El  Colegio  del 
Uruguay  es  conocido  suficientemente  como 
uno  de  los  prestigiosos  planteles  educacio¬ 
nales  de  Sur  América;  ya  de  él  se  han  es¬ 
crito  folletos,  páginas  históricas,  evocacio¬ 
nes,  discursos  laudatorios  del  notable  ins¬ 
tituto  y  han  salido  a  luz  elegantes  números 
conmemorativos;  pero  hasta  ahora  nadie  ha¬ 
bía  emprendido  la  tarea  de  hacer  una 
verdadera  historia  de  sus  93  años  de  exis¬ 
tencia.  El  señor  Sagarda  ha  tomado  sobre 
sus  hombros  el  ofrecernos  al  fin  una  ver¬ 
dadera  monografía  del  colegio,  asumiendo  la 
responsabilidad  de  un  estudio  total,  histórico 
y  crítico  del  mismo.  Abunda  naturalmente 
en  documentación  y  la  dirige  hacia  el  fin 
que  se  ha  propuesto:  demostrar  cuál  fue  la 
obra  de  los  primeros  directores;  cómo  fue 
elaborándose  el  «plan  Larroque»  (1854-63) ; 
qué^  gravitación  e  influencia  tuvo  el  cambio 
político  que  se  operó  en  el  país  después  de 
Pavón;  qué  causas  determinaron  el  naci¬ 
miento  — en  1877 —  de  la  Sociedad  Popular 
Educacionista  «La  Fraternidad»  con  su  «Ca¬ 
sa  de  internos»  como  una  prolongación,  con¬ 
tinuidad  e  integración  del  Colegio;  cuál  ha 
sido  y  es  la  influencia  de  esta  institución  en 
el  orden  intelectual,  cívico  y  moral  de  Ur- 
quiza,  y  otros  problemas  interesantes  para 
los  que  conviven  con  los  problemas  educa¬ 
cionales  y  aún  más  para  los  que  deben  su 
formación  intelectual  al  renombrado  Cole¬ 
gio  del  Uruguay. 

Religión 

•  Hogan  Estanislao  o.  p..  Madre  de  la 
Divina  Gracia.  Traducido  del  original  in¬ 
glés  por  el  R.  P.  Juan  Corominas,  s.  J. 
(Montevideo,  Editorial  Mosca  Hnos.,  1944, 
en  8?  133  págs.) — «Divulgar  la  devoción  a 
María  Santísima,  no  a  través  de  formas  sen¬ 
timentales,  sino  a  la  luz  de  la  verdad  teo¬ 


lógica»  — como  se  expresa  en  el  prólogo 
el  Excmo.  Sr.  Barbieri,  Arzobispo  de  Mon¬ 
tevideo —  es  el  fin  de  este  libro.  El  autor 
se  propuso  comentar  la  invocación  de  las 
letanías  lauretanas :  Madre  de  la  Divina  Gra¬ 
cia,  para  mostrar  por  este  medio  la  pleni¬ 
tud  de  gracia  que  fue  concedida  a  la  San¬ 
tísima  Virgen  y  el  oficio  que  Dios  le  con¬ 
fió  de  ser  la  dispensadora  de  todas  las  gra- 
dias.  La  parte  doctrinal  está  basada  princi¬ 
palmente  en  los  admirables  estudios  del 
Padre  Terrién  s.  J.  y  del  Padre  Hugón 
O.  p.  sobre  el  mismo  tema;  representa,  pues, 
la  sustancia  del  dogma  católico  en  el  trata¬ 
do  de  mariología,  expresada  con  sentimien¬ 
tos  de  filial  piedad  y  comunicativa  unción. 
Nos  ha  llamado  la  atención  el  capítulo  i: 
«Introducción  para  católicos  y  no  católicos» 
en  que  se  descubre  el  fuego  de  celo  y  devo¬ 
ción  hacia  la  Madre  de  Dios  y  de  los  hom¬ 
bres  que  el  autor  quiere  prender  en  el  co¬ 
razón  de  todos  sus  lectores. 

•  Hoornaert  G.,  s.  j.,  Sembradora  de 
Rosas  (Bibliotheca  ComiHensis  — Serie  As¬ 
cética —  Administración  de  Sal  Terrae,  San¬ 
tander,  1943,  en  8?  147  págs.) — No  es  una 
nueva  biografía  de  Santa  Teresita  del  Niño 
Jesús.  Es  un  estudio  de  los  principales  as¬ 
pectos  de  su  vida  en  que  al  lado  de  intere¬ 
santes  datos  biográficos,  muchos  de  ellos 
poco  conocidos,  se  entremezclan  acertados 
comentarios  ascéticos.  Muy  conocido  es  ya 
el  P  •  Hoornaert  por  sus  publicaciones  as¬ 
céticas  y  se  ha  dedicado  a  la  dirección  es¬ 
piritual  de  almas  escogidas.  Por  eso  es  im¬ 
posible  leer  este  hermoso  libro  sin  que, 
al  mismo  tiempo  que  el  deseo  de  ser  de¬ 
votos  y  amigos  de  la  admirable  «Santita»,  no 
se  experimente  también  un  impulso  a  le¬ 
vantar  el  nivel  de  la  propia  vida  espiritual. 
El  último  capítulo  del  libro:  «Camino  triun. 
fal»,  es  una  bella  página  de  apologética  ca¬ 
tólica,  que  demuestra  cómo,  aun  en  estos 
años  de  tan  profundo  indiferentismo  reli¬ 
gioso,  no  faltan  luminosos  resplandores  de 
espiritualidad  que  confortan  los  ánimos  cre¬ 
yentes. 

®  Emmerich  sor  Ana  Catalina,  Las  reve¬ 
laciones  de  la  Pasión  y  Muerte  de  Jesús 
Con  prefacio  de  Juan  Carlos  Moreno  y  la 
Vida  de  la  Sierva  de  Dios,  por  Clemente 
Brentano  (Editorial  Difusión,  Buenos  Ai¬ 
res,  en  12?  245  págs.) — No  hay  obligación 
de  aceptar  como  verdades  de  fe  las  reve¬ 
laciones  que  se  contienen  en  este  libro;  pero» 
la  prudencia  y  el  respeto  a  una  persona  re¬ 
ligiosa,  muerta  en  olor  de  santidad,  exi¬ 
gen  que  tampoco  se  desprecien  ni  mucho  me¬ 
nos  se  califiquen  de  ilusiones  o  engaños. 
La  narración  evangélica  es  muy  parca  en 
detalles  acerca  de  la  vida  y  pasión  de  Nues¬ 
tro  Señor  Jesucristo.  Y,  naturalmente,  to¬ 
do  cristiano  desearía  conocer  minuciosa¬ 
mente  todas  las  circunstancias  del  di¬ 
vino  drama  de  la  redención.  «Las  revelacio¬ 
nes  de  Sor  Catalina  Emmerich»  refieren» 


REVISTA  JAVERJAN 


191 


multitud  de  esos  detalles,  muy  interesantes, 
descritos  con  la  nitidez  y  viveza  de  quien 
narra  lo  que  ve.  El  haber  intervenido  en  la 
trascripción  de  las  revelaciones  la  mano  del 
célebre  poeta  romántico,  Clemente  Bren- 
tano,  sería  motivo  para  desconfiar  un  tan¬ 
to  de  la  autenticidad  de  lo  que  leemos,  pe¬ 
ro  hay  que  tener  presente  que,  según  consta 
por  testimonios  fidedignos,  lo  que  Brentano 
redactaba  oyendo  a  la  vidente  y  traducía 
del  dialecto  provinciano  al  alemán  culto, 
lo  releía  ante  ella  y  hacía  las  rectificacio¬ 
nes  que  ella  le  indicaba.  Quien  lea  este  li¬ 
bro  con  espíritu  libre  de  prejuicios  y  con  el 
criterio  justo  con  que  deben  apreciarse  las 
revelaciones  privadas,  como  ya  lo  aconseja¬ 
ba  San  Pablo,  encontrará  sin  duda  un  gran 
provecho  con  el  conocimiento  más  comple¬ 
to  de  la  Pasión  de  Cristo  y  el  mayor  afec¬ 
to  y  agradecimiento  que  necesariamente  ex¬ 
perimentará  para  con  el  Divino  Salvador. 

•  Barbteri  Antonio  M.  Mons.,  Pastoral 
sobre  Acción  Católica  (Mosca  Hnos.,  Mon¬ 
tevideo,  1944;  en  8?  100  págs.)— Con  ocasión 
del  adviento  de  1943,  el  Excmo.  Sr.  Dr. 
Antonio  M.  Barbieri,  Arzobispo  de  Mon¬ 
tevideo,  ya  muy  conocido  en  el  campo  de 
la  literatura  católica  por  sus  muchas  y  ex¬ 
celentes  publicaciones,  escribió  una  carta 
pastoral  sobre  los  pricipales  puntos  que  in¬ 
teresan  a  la  Acción  Católica.  Cada  uno  de 
esos  puntos  fue  comentado  en  sendas  con¬ 
ferencias  radiadas,  por  los  asesores  .ecle¬ 
siásticos  de  dicha  institución.  El  folleto  que 
juzgamos  contiene  el  texto  de  la  pastoral 
y  de  esos  comentarios.  Basta  leer  el  titulo 
de  los  capítulos  para  comprender  su  im¬ 
portancia  e  interés,  sobretodo  si  se  cónsi- 
dera  que  no  son  tanto  lecciones  teóricas 
cuanto  enseñanzas  recogidas  en  él  trabajo 
y  organización  de  la  A.  C.  durante  largos 
años.  Después  del  texto  de  la  pastoral  lee¬ 
mos:  «La  formación  de  la  piedad^  primer 
fundamento  para  el  socio  de  Acción  Cató¬ 
lica».  «La  formación  intelectual».^  «La  for¬ 
mación  moral».  «La  Acción  Católica  y  su 
unión  con  la  jerarquía».  «La  Acción  Católi¬ 
ca  y  la  política».  «La  misión  del  clero  en 
la  Acción  Católica».  No  dudamos  que  este 
libro  de  Monseñor  Barbieri  prestará  in- 
valuable  servicio  en  los  organismos  y  cen¬ 
tros  de  Acción  Católica. 

Florencio  Alvar ez 

Otros  lilros  recibidos 

También  hemos  recibido  las  siguientes  pu¬ 
blicaciones  que  agradecemos: 

*  La  recepción  del  senado  del  Perú  al  Vi¬ 
cepresidente  de  los  Estados  Unidos  de  Amé¬ 
rica ,  Discursos  del  Dr.  Brandariz  y  del  Sr. 
Wallacb;  (en  89  14  págs.,  Empresa  Editora 
Peruana) . 

*  Morato  Rodrtguez  Octavio,  Esta  guerra 
'y  nuestro  porvenir  (en  8®  20  págs.,  Tip. 

Atlántida,  Montevideo) . 


*  R,vas  Raimundo,  Santajé  de  Bogotá  (en 
89  24  págs.,  Talleres  Gráficos  Sur,  Monte¬ 
video)  . 

*  Cordero  y  León  Rigoberto,  Surmenage 
(en  89  24  págs.,  Imprenta  Cosmopolita, 
Quito) . 

*  Universidad  de  la  Habana  (en  8°  32  págs., 
Editorial  Universidad  Espiritual) . 

*  Palacios  L.  Alfredo,  Juventud  y  Ar- 
gentinidad  (en  89  34  págs.,  Talleres  Gráficos 
El  Sol,  La  Plata;  R.  A.). 

*  Universidad  Nacional  de  La  Plata;  Ju¬ 
ventud  y  Ar  gentinidad,  discurso  del  Dr. 
Alfredo  L.  Palacios  (en  89  34  págs..  Talle¬ 
res  Gráficos  El  Sol,  La  Plata,  R.  A.). 

*  De  la  Guardia  Ricardo  Alfonso,  Discur 
so  en  la  inauguración  de  la  primera  confe¬ 
rencia  de  ministros  y  directores  de  educa¬ 
ción  de  las  repúblicas  americanas  (folleto  de 
10  páginas,  Imprenta  Nacional  de  Panamá). 

*  Maritain  Jacques,  Porqué  no  somos  ra¬ 
cistas  ni  antisemitas  (en  89  24  págs..  Infor¬ 
mación  Católica  Internacional;  Buenos 
Aires) . 

*  Marygrove  College  bulletin.  Catalogue * 
number  1944-1945,  (folleto  en  8®,  80  pags., 
Detroit;  Michigan). 

*  Eichelberger  Clark  M.,  Proposals  for 
the  united  nations  ckarter.  What  was  done 
ad  Dumbarton  Oaks  (en  8®  32  págs.,  Com- 
missión  to  study  the  organization  of  peace). 

*  Universidad  de  La  Habana,  Una  carta 
inédita  de  José  Marti  (en  89  18  pags.,  Im¬ 
prenta  de  la  Universidad  de  La  Habana) . 

*  Boston  College  bulletin,  The  law  school 
i(en  89  52  págs.,  Editorial  Boston  College 
Newton,  Massachusetts) . 

*  Stevenson  Gokb  R.  y  Padilla  Ezequiel, 
La  política  del  buen  vecino  y  los  mexicanos 
e»  Texas,  (en  8?  24  págs.,  Serie  de  pro¬ 
blemas  nacionales  e  internacionales  de 
México) . 

*  Aftalion  Enr,qub  R El  derecho  como 

objeto  y  la  ciencia  del  derecho  (en  8  30 

págs.,  Imprenta  de  la  Universidad  de  La 

Plata) . 

*  Ministerio  de  educación  de  Ecuador, 
Apuntes  biográficos  del  Dr.  Francisco  Cam¬ 
pos  (en  89  20  págs.,  Talleres  Gráficos  de 
educación,  Guayaquil) . 

*  Grimau  Enrique,  Amor,  piedad  y  per¬ 
dón  (en  89  12  págs.). 

*  Aguayo  Carlos  Guillermo,  Aspectos  de 
¡a  oceanografía  biológica  (en  8®  46  págs., 
publicación  separada  de  la  Universidad  de 
La  Habana). 

*  Facultades  de  filosofía  y  teología  de  San 
Miguel,  Fascículos  de  la  biblioteca  (en  89 
50  págs.,  Editorial  Espasa-Calpe,  Argen¬ 
tina  S.  A.,  Buenos  Aires). 

*  Facultades  de  filosofía  y  teología  de  San 
Miguel,  Fascículos  de  la  biblioteca  N®  16, 
(en  89  50  págs.,  Editorial  Espasa-Calpe,, 
Argentina  S.  A.;  Buenos  Aires). 


I 


Libros  colombianos 

ffKBmmmmnátanmMmaammmmmmmmmexmmmMmuamaswBEamtmmmKxm 

Ibáñez,  Uribe  White. 

Rogamos  a  los  autores  colombianos  que  nos  envíen  sus  publicaciones  para  anunciarlas 

oportunamente. 


R  Ibañez  Jaime,  Cada  voz  lleva  su  angus¬ 
tia  (en  89  336  págs.,  Edit.  Santafé,  Bogotá 
1944) — Tal  vez  la  característica  más  im¬ 
portante  de  esta  obra  sea  su  misma  indefi¬ 
nición  o  vaguedad:  no  se  sabe  si  es  poema 
o  novela  y  según  el  propio  autor,  dónde  co¬ 
mience  o  dónde  acabe;  tampoco  se  vislum¬ 
bra  si  los  personajes  son  reales  o  simbólicos, 
es  decir  expresión  encarnada  de  las  fuerzas 
elementales  de  la  tierra,  ni  si  tiene  un  fin 
docente  o  puramente  artístico.  Tales  ma¬ 
ravillas  se  han  dicho  del  autor  y  de  la 
obra,  que  con  unas  cuantas  observaciones 
negativas,  no  se  opacará  tan  limpia  gloria 
literaria.  Dentro  de  unos  cuantos  años,  cuan¬ 
do  ya  no  exista  lo  que  nuestros  abuelos  lla¬ 
maron  pomposamente  la  república  de  Co¬ 
lombia,  es  decir,  en  el  momento  de  la  pía-, 
nificación  total,  impuesto  ya  el  overol  a 
los  cuerpos  y  almas  de  todos  los  colom¬ 
bianos,  la  novela  de  Jaime  Ibáñez,  profu¬ 
samente  ilustrada,  será  el  texto  obligato¬ 
rio  de  lectura  en  las  escuelas  campesinas 
regentadas  por  el  soviet  local.  Allí  apren¬ 
derán  los  niños  muchas  y  tristes  cosas:  hu¬ 
bo  una  época,  felizmente  liquidada,  en  que 
sus  padres,  víctimas  de  feroz  feudalismo, 
fueron  parias;  el  cura,  ente  mitológico  pa¬ 
ra  esas  fechas,  a  trueque  de  rezongar  cua¬ 
tro  latines  hurtaba  la  última  gallinita  al 
labriego  moribundo  etc.  Si  n0  me  engaño, 
en  el  trasfondo  actúan  las  tesis  comunistas 
del  joven  profesor  Antonio  García,  a  quien 
debe  su  concepto  de  la  vida.  Pero  inten¬ 
temos  hacer  la  receta  del  poema,  saga  o 
novela  en  cuestión,  para  facilitar  a  otras 
inteligencias  juveniles  la  tarea  de  fabricar¬ 
los  en  serie:  mézclese  una  fuerte  dosis  de 
literatura  indigenista  ecuatoriana,  con  ma¬ 
terialismo  crudo  hasta  que  el  pobre  no  acier¬ 
te  a  vislumbrar  arriba  o  abajo,  ni  una  ceja 
de  luz:  condiméntese  con  un  poco  de  siquia¬ 
tría,  pnirismo  y  teorías  sobre  el  delincuen¬ 
te  nato;  insértense  unas  cuantas  descripcio¬ 
nes  de  úlceras  carcomidas,  vómitos  y  toco¬ 
logía  de  los  perros,  pero  en  forma  lenta  y 
morosa  hasta  dejar  en  mantillas  a  Emilio 
Zolá;  cuezase  todo  en  una  llama  de  ar¬ 
diente  romanticismo  sepulcral,  con  ciertas 
invocaciones  a  la  tierra  y  delicados  aires  de 
Tagore  y  tendremos  Cada  voz  lleva  su  an¬ 
gustia.  El  sincero  entusiasmo  por  la  tierra 
que  manifiesta  el  autor  se  hubiera  explaya¬ 
do  durante  el  siglo  xix  en  un  gratísimo  e 
inofensivo  remanso  de  octavas  reales  y  no  en 
candente  prosa.  Eso  sí,  puedo  afirmar:  los  in¬ 
dios  que  digan  y  sientan  lo  que  les  atribuye 
Ibáñez,  que  me  los  claven  en  la  frente.  Vaya 
un  ejemplo:  ¿Campesinos  colombianos  que 


no  creen  en  el  rezo,  que  no  saben  cómo  se 
hace  la  maniobra,  que  no  han  aprendido  a  de¬ 
cir:  «el  pan  nuestro  de  cada  día  dánosle  hoy»; 
que  deben  subir  al  páramo  en  escena  de 
aquelarre  y  muertos  de  miedo  para  dirigirse 
a  «Papá  lindo»?  Eso  no  existe  en  Colom¬ 
bia  y  se  llama  cuento  chino.  Perdón  si  me 
excedí  en  la  censura.  Pero  da  grima  ver 
un  excelente  ingenio  como  el  de  Ibáñez, 
víctima  del  esnobismo,  vale  decir,  de  una 
moda  artística  ligada  a  un  sistema  seco  y 
monstruoso.  No  haga  caso  de  los  aplausos 
de  secta,  diría  yo  a  don  Jaime  y  cultive  el 
arte  puro  que  con  ello  su  nombre  lucirá  sin 
eclípse  y  educará  al  pueblo  a  quien  pre¬ 
tende  servir  pues  la  belleza  es  por  sí  mis¬ 
ma  purificadora  y  educadora. 

F.  G. 

R  Uribe  White  Enrique,  Rubayata  de 
Ornar  Khayyám  (Nueva  versión  en  ende- 
casílibos,  Bogotá.  1944) — Quien  recuerde  la 
controversia  artística  surgida  en  1936  a  pro¬ 
pósito  de  la  traducción  de  Khayyán  en  ale¬ 
jandrinos,  hecha  por  el  actual  director  de 
la  Biblioteca  Nacional,  no  puede  menos 
de  alegrarse  de  ella,  por  la  feliz  palinodia 
aparecida  no  hace  mucho  en  una  maravillo¬ 
sa  versión  que  solo  en  su  aspecto  material 
y  tipográfico  es  ya  un  prodigio  de  arte  y 
buen  gusto.  Las  ilustraciones  de  Luis  Me* 
léndez  aquietan  al  más  quisquilloso.  IJn- 
be  White  no  traduce  directamente  al  poela- 
ostrónomo  de  Bagdad,  sino  a  su  traductor 
inglés  Fitzgerald  quien  a  su  vez  resumió, 
depuró  y  mejoró  el  original.  Tenemos  pues 
una  traducción  de  traducción  pero  para  ma¬ 
yor  muestra  de  honestidad  intelectual  cote¬ 
jada^  estrofa  por  estrofa  con  la  del  poeta 
ingles  y  hecha  con  tal  brío,  artificio  y  maes¬ 
tría  en  la  técnica  del  verso  y  animada  por 
tan  discreta  inspiración  poética,  que  sea  lo 
que  fuere  de  Khayyám,  tenemos  ahora  sí 
en  definitiva,  carne  de  nuestra  carne  y  hue¬ 
so  de  nuestro  hueso  castellano,  esa  poesía 
sutil,  obsesionada  por  el  fatalismo  y  el  in¬ 
finito,  desencantada  y  epicúrea,  que  se  atri¬ 
buye  al  bueno  de  Ornar  bin  Ibrahim  Al- 
Khayyám .  Lo  que  es  importante  notar  es  que 
se  nos  entrega  lo  más  sustancial  de  los 
rubai  (toda  la  obra  sería  imposible)  con 
biografía,  juicios  de  autores  destacados  y 
justificación  de  procedimientos  para  la  ver¬ 
sión,  en  tal  manera  que  el  lector  español 
se  puede  formar  un  juicio  exacto  del  céle¬ 
bre  poema.  Entre  nosotros,  los  artistas  que 
toman  a  conciencia  su  obra,  la  perfeccio¬ 
nan  y  depuran,  se  autocritican  y  reconocen 
sus  yerros,  son  contadísimos. 

F.  G. 


I 


A  nuestros  amigos 


Rafael  Maya,  que  hacía  algún 
tiempo  estaba  ausente  de  nuestras 
páginas,  es  indiscutiblemente  la 
primera  figura  literaria  del  país. 
Para  nuestros  lectores  del  extran¬ 
jero  diremos  además  que  última¬ 
mente  ha  entrado  al  Parlamento, 
que  es  Decano  de  la  Facultad  de 
Filosofía  y  Letras  de  la  Javeriana 
Femenina,  profesor  de  Literatura, 
y  colaborador  de  las  principales  re¬ 
vistas  colombianas.  Su  obra  poé¬ 
tica  comprende:  El  Rincón  de  las 
imágenes ;  La  vida  en  la  sombra; 
Coros  del  mediodía;  Después  del 
silencio;  Alabanzas  del  hombre 
y  de  la  tierra,  y  dos  volúmenes 
de  Poesías.  El  último  libro  de  Ma¬ 
ya,  Consideraciones  críticas  sobre 
la  Literatura  Colombiana,  es  una 
de  las  más  perspicaces  revisiones 
de  nuestra  literatura,  de  una  soli¬ 
dez  doctrinal  y  de  una  honorabili¬ 
dad  profesional  casi  extrañas  en 
los  días  que  vivimos. 

*  *  * 

Vicente  D avila,  médico  y  letra¬ 
do  de  hondas  y  amplias  inquietu¬ 
des  continentales,  es  ya  conocido 
de  los  lectores  de  Revista  Javeria- 
NA.  En  el  presente  número  conti¬ 
núa  dándonos  en  ameno  estilo  sus 
visiones  de  Méjico  colonial,  serie 
de  artículos  que  han  venido  apare¬ 
ciendo  en  nuestra  Revista  y  que 
han  llamado  la  atención  del  públi¬ 
co  culto  de  nuestra  América. 

*  *  * 

El  Padre  Eduardo  Ospina,  que 
está  ya  para  terminar  su  estupenda 


interpretación  de  la  línea  ascenden¬ 
te  de  la  arquitectura  cristiana,  se 
ocupa  esta  vez  de  la  obra  artística 
de  la  señora  Andrée  de  Groot,  cu¬ 
yos  cuadros  se  expusieron  en  la 
biblioteca  nacional  hace  poco.  La 
crítica  en  que  descuella  nuestro 
colaborador  ilustre  no  podía  menos 
de  resultar  favorable  a  un  espíri 
tu  de  tan  refinados  quilates  artísti¬ 
cos  como  la  señora  de  Groot. 

*  *  * 

El  Decano  de  la  Facultad  de  De¬ 
recho  Canónico  de  la  Pontificia 
Universidad  Javeriana,  P.  José  Ma¬ 
ría  Uría  S.  J .,  cuyo  renombre  pro¬ 
fesional  acreditan  sus  obras  monu¬ 
mentales  sobre  Derecho  Romano 
y  Derecho  Canónico,  comenta  y 
anota  las  disposiciones  más  recien¬ 
tes  sobre  problemas  jurídicos  matri¬ 
moniales  emanadas  de  la  Santa  Se¬ 
de.  Por  el  interés  con  que  siguen 
numerosos  lectores  y  profesionales 
este  artículo,  nos  damos  cuenta  de 
su  actualidad.  La  razón  de  su  in¬ 
terrupción  fue  haber  tenido  cola¬ 
boración  sobre  tema  jurídico  canó- 
'  nico  de  doctísimos  amigos  nuestros, 
y  no  queríamos  abandonar  nues¬ 
tra  consigna  de  variedad  e  interés 
general  en  gracia  de  los  lectores. 

*  *  * 

Bajo  el  seudónimo  de  Julián  de 
Ballesteros  viene  escribiendo  en 
nuestra  Revista  hace  algunos  años 
un  distinguido  hombre  de  letras 
chileno,  autor  por  cierto  de  varios 
hermosos  libros,  y  destacada  per¬ 
sonalidad  que  entre  todas  las  vir¬ 


il  37) 


tudes  parece  tener  predilección 
por  la  modestia. 

*  *  • 

Un  colaborador  ecuatoriano  que 
firma  bajo  el  seudónimo  de  Manuel 
del  Alcázar ,  que  no  parece  estar 
a  oscuras  de  la  historia  de  su  país, 
sintió  hondamente  herido  su  senti¬ 
miento  patriótico  al  ver  tratada  por 
uno  de  los  Andrades  la  figura  de 
García  Moreno  en  forma  que  dista 
mucho  de  la  impavidez  que  dan 
la  verdad  y  su  posesión.  Es  pues 
un  artículo  polémico,  y  como  tal 
rotundo,  afirmativo  y  cálido,  pe¬ 
ro  eso  sí,  documentado,  como  po¬ 
drán  apreciar  nuestros  lectores. 
Revista  Javeriana  recoge  con  emo¬ 
ción  católica,  grancolombiana,  este 
retazo  de  historia  del  país  herma¬ 
no. 

*  *  * 

Entre  las  colaboraciones  próxi¬ 
mas  a  aparecer  figura  un  ensayo 
crítico  sobre  Letras  Colombianas 
de  Baldomero  Sanín  Gano,  del  P. 
José  J.  Ortega  Torres  s.  s.;  estu¬ 
dio  en  torno  al  último  libro  del 
Profesor  López  de  Mesa  por  el 
P.  Francisco  José  González  s.  J.; 
investigación  histórica  sobre  los 
orígenes  del  Comunismo  en  Co¬ 
lombia  y  su  primera  revolución 
frustrada  de  las  bananeras,  por  Ar¬ 
turo  Abella  Rodríguez;  interesante 
monografía  acerca  de  la  Literatu¬ 
ra  adolorida  del  judaismo,  por  Hi¬ 
pólito  Jerez  s.  J.;  crónicas  de  Ve¬ 
nezuela  y  Ecuador;  Importancia 


de  los  estudios  humanísticos  en  la 
educación,  por  el  profesor  Juan  de 
Groot;  La  Mujer  en  la  India,  es¬ 
tudio  sociológico  de  nuestro  dis¬ 
tinguido  colaborador  ya  desapare¬ 
cido,  Bernard  Wildenhues  s  J. 

#  *  # 

Con  bastante  retraso  recibimos 
del  ministerio  de  correos  una  co¬ 
municación  en  que  se  nos  da  cuen¬ 
ta  que  el  gobierno  de  los  Estados 
Unidos  prohibía  la  circulación  del 
número  de  abril  de  1944,  de  Revis¬ 
ta  Javeriana,  en  todo  el  territorio 
de  la  Unión.  Preguntamos  a  la  sec¬ 
ción  correspondiente  de  Washing¬ 
ton  la  razón  de  esa  prohibición,  ya 
que  nuestra  revista  no  persigue  fin 
alguno  político,  y  hemos  recibido 
la  siguiente  respuesta: 

«La  edición  mencionada  se  en¬ 
contró  que  contenía  material  ten¬ 
diente  a  influir  secciones  de  este 
país  contra  nuestros  aliados,  y  di¬ 
cho  material  se  estimó  que  era  pro¬ 
paganda  dentro  del  significado  de 
ese  término  tal  como  lo  define  la 
Ley  de  Registración  de  Agentes 
Extranjeros  de  1938,  corregida,  y 
por  eso  la  publicación  fue  prohibi¬ 
da». 

Desde  luego  Revista  Javeriana 
responde  por  las  secciones  edito¬ 
riales  y  por  los  artículos  emanados 
de  su  dirección  y  redacción.  La  res¬ 
ponsabilidad  de  los  artículos,  como 
es  lo  corriente  en  esta  clase  de  pu¬ 
blicaciones,  pertenece  totalmente  a 
sus  autores. 


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REVISTA  MENSUAL,  ORGANO  DEL  APOSTOLADO  DE  LA  ORACION 
La  revista  que  no  debe  faltar  en  ningún  hogar  católico. 

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APARTADO  NACIONAL  445  -  BOGOTA 


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(138) 


(VIDA  NACIONAL .  Viene  de  ¡a  página  134 ) 

aun:  aquellos  ballets  que,  como 
Scherezade,  poseen  argumento,  y 
un  argumento  que  se  traspa- 
renta  sin  ayuda  de  programa,  en 
esos  ballets,  decimos,  la  música  y 
la  danza  lo  dominan  todo.  Así,  el 
argumento  no  es  otra  cosa  que  la 
demostración  del  ingenio  encarga¬ 
do  de  adaptarlo  a  la  partitura  y  a 
la  danza.  El  espectador,  pues,  de¬ 
be  poner  como  base,  su  devoción 
musical  y  un  mínimum,  por  lo  me¬ 
nos,  de  imaginación,  para  desen¬ 
trañar  el  significado  simbólico  de 
cada  ballet.  De  lo  contrario  Las  Sil- 
fides,  v.  gr.,  — el  ballet  por  exce¬ 
lencia  entre  paréntesis —  carecev- 
ría  de  valor.  Por  ello  se  sostiene, 
o  mejor,  se  destaca  el  concepto  de 
la  limitación  para  los  públicos  que 
tiene  el  ballet. 

No  podemos  exigirle  al  aficiona¬ 
do  a  los  toros  el  mismo  afecto  por 
el  ballet.  Y  la  realidad  nos  inhibe 
de  acudir  a  documentación.  ¿Aca¬ 
so  le  dirá  lo  mismo  a  un  «llanero», 
Ghopin,  en  la  escena,  que  Domin¬ 
go  Ortega  con  un  miura  al  frente, 
en  la  arena?  Evidentemente  que 
no.  Eso  explica  por  qué  en  la  tem¬ 
porada  de  la  discutible  Conchita 
Cintrón  y  en  la  de  ese  gran  fiasco 
de  Belmonte  hijo,  hubiera  turistas 
que  pagaron  avión  y  boleta  a  pre¬ 
cias  inenarrables.  Y  en  cambio, 
para  el  ballet,  no  se  ha  dado  el  caso 
de  viajeros  artísticos,  si  se  permite 
la  expresión.  Pero  es  que  hay  más: 
no  es  ya  tratándose  de  llaneros  o 
de  turistas  circunvecinos ;  mucho 
aficionado  bogotano  que  se  deja 
magullar  en  la  consecución  de  bi¬ 
llete  para  los  toros,  no  se  da  por 
entendido  ante  la  llegada  de  un  ba¬ 
llet.  Y  esto  sin  contar  los  que  tam¬ 


bién  darían  hasta  la  cabeza,  por 
asistir  a  una  cosa  denominada  Fan¬ 
tasías  o  Bocetos  de  color  — como  su 
nombre  lo  indica —  espectáculos 
sencillamente  antihigiénicos  para 
el  gusto  artístico.  Debemos  incli¬ 
narnos  ante  esa  realidad  inexora¬ 
ble  por  quién  sabe  cuánto  tiempo, 
o  cuántos  siglos. 

En  gracia  del  renombre  cultural 
de  Bogotá,  debe  comentarse  el  he¬ 
cho  económico  en  relación  con  el 
ballet.  El  precio  de  una  luneta,  diez 
pesos,  es  muy  alto  para  nosotros. 
Los  empresarios,  seguramente,  en¬ 
trevieron  un  dorado  botín  para  sus 
arcas.  Sospecharon  que  en  las  fun¬ 
ciones  de  apertura  se  desbordaría 
el  público  sobre  el  Colón  y  calcu¬ 
laron  la  suma.  Mal  cálculo.  El  pú¬ 
blico  no  se  desbordó,  porque  así 
fueran  casi  incontenibles  sus  de¬ 
seos,  el  desembolso  no  estaba  al 
alcance  de  cualquiera.  Y  los  em¬ 
presarios,  inopinadamente,  vieron 
la  sala  desocupada  en  múltiples 
ocasiones.  Y,  además,  vieron  al 
frente  dos  semanas  más  de  con¬ 
trato  para  abonados  y  el  consiguien¬ 
te  desastre.  Hay  que  hablar  claro, 
como  se  habla  aquí,  psra  que  no  se 
nos  venga  ahora  con  el  celebérri¬ 
mo  cartel,  «temporada  cultural». 
Cuando  el  precio  bajó,  el  teatro 
se  llenó  hasta  los  bordes,  sin  nece¬ 
sidad  de  apreciar  aquello  de  «tem¬ 
porada  cultural».  ¿Acaso,  a  la  com¬ 
pañía,  la  dirección  cultural  le  au¬ 
mentó  la  subvención,  para  rebajar 
los  precios?  ¿Acaso,  la  primera 
parte  de  la  temporada  no  era  cul¬ 
tural,  habiendo  sido  patrocinada 
por  la  misma  dirección?  Ya  que 
la  entidad  nombrada  nos  hizo  el 
beneficio  — y  muy  sinceramente  es 
de  agradecérsele —  de  apoyar  la 


Contra  Artritismo,  Reumatismo,  Gota,  tome  ACIDURINA. 

(Producto  J.  G.  B.). 


(13B) 


actuación  del  ballet,  se  hubiera  he¬ 
cho  digna  de  mayor  gratitud,  con¬ 
trolando  a  los  señores  empresarios. 
Así,  entre  otras  cosas,  el  Colón  se 
habría  visto  ocupado  totalmente, 
desde  la  primera  hasta  la  última 
representación. 

Con  el  ballet  ha  iniciado  el  Co¬ 
lón,  de  manera  brillante,  la  cele¬ 
bración  de  su  cincuentenario.  Se 
dice  que  ha  iniciado,  porque  es  de 
esperarse  nuevos  programas  para 
los  meses,  o  el  mes,  realmente  co¬ 
rrespondiente  a  la  fecha  del  cin¬ 
cuentenario.  De  no  hacerse  así,  la 
festividad  se  habría  festinado  sin 
razones  visibles.  Entendemos  que 
la  orquesta  sinfónica  nacional,  pre¬ 
para  conciertos  especiales  con  di¬ 
cho  motivo,  en  los  cuales  tomarán 
parte  artistas  de  renombre,  algu¬ 
nos  ya  conocidos  en  Bogotá,  y  otros, 
susceptibles  de  importación,  si  así 
puede  decirse.  Es  ya  una  noticia, 
que  muchos  aspiran  ver  comple¬ 
mentada,  o  condimentada,  con  la 
traída  de  un  conjunto  de  alta  come¬ 
dia.  Hace  ya  sus  días  que  en  el 
Colón  no  actúa  un  buen  conjunto 
teatral.  Desde  Margarita  Xirgu, 
Josefina  Díaz,  y  Eugenia  Zúfoü, 
— esto  no  fue  ayer —  todo  ha  pasa¬ 
do  por  el  Colón,  menos  una  compa¬ 
ñía  de  cartel.  Revisando  periódicos 
de  Buenos  Aires  y  de  Méjico,  se 
ve,  con  mucho  de  envidia,  la  agi¬ 
tación  teatral  de  aquellas  ciudades. 
¿No  será  posible  conseguir  la  veni¬ 
da  de  alguna  de  las  buenas  compa¬ 
ñías  que  allí  triunfan? 

*  *  * 

Se  sabe  que  la  compañía  nacio¬ 
nal  de  ópera,  se  disolvió.  La  de  co¬ 
medias  Renacimiento  dirigida  por 
Antonio  Alvarez  Lleras  — bajo  cu¬ 
ya  experta  mano  se  logró  algo  de 
buen  teatro —  también  falleció.  La 
de  teatro  nacional,  auspiciada  por 


el  ministerio  de  educación,  corrió 
igual  suerte.  ¿ Fatum ?  ¿Falta  de 
ambiente?  ¿Mediocridad?  Parece 
que  todo  ello  trabaja  contra  el  ar¬ 
te  nacional.  Lo  peor  del  asunto,  es 
que  más  vale  ayudarle  a  bien  mo¬ 
rir,  que  aconsejar  una  medicina 
jamás  aplicada. 

*  * 

El  cronista  teatral  de  La  Roton¬ 
da,  periódico  que  se  edita  en  fran¬ 
cés,  en  el  Canadá,  aplaude  el  éxi¬ 
to  obtenido  por  la  última  tempo¬ 
rada  de  ópera,  realizada  en  Otawa. 
Sobresalieron  en  su  actuación  Lili 
Pons,  Ezio  Pinza,  Salvatore  Bac- 
caloni  y  Niño  Martini,  la  primera 
y  el  último,  bastante  conocidos  del 
público.  De  todo  lo  que  oyó  el  cro¬ 
nista  a  los  actores  y  críticos  en  los 
lujosos  salones  del  Chateau  Lau - 
rier,  extrajo  y  retuvo  las  siguien¬ 
tes  consideraciones  teatrales,  de 
interés  para  los  aficionados,  de  las 
cuales  extractamos: 

«El  artista  es  una  persona  emi¬ 
nentemente  sensible  que  se  da  en¬ 
teramente  en  cada  representación; 
es  necesario  que  aprenda  a  aban¬ 
donarse  al  corazón;  la  educación 
del  artista  debe  procurarle  una  do¬ 
sis  de  hipersensibilidad  que  lo  sa¬ 
cuda  en  presencia  de  la  natura¬ 
leza;  no  hay  actores  principales  ni 
secundarios  en  una  pieza,  sino  gen¬ 
tes  que  viven  y  un  director  que  se 
fatiga;  los  actores  y  cantantes  son 
una  especie  de  parásitos  nutridos 
por  la  belleza  que  otros  producen; 
el  apuntador  — le  soufflewr ; —  es 
rey  y  dueño  de  la  escena,  y  des¬ 
pués  de  la  centésima  representa¬ 
ción  es  el  león  soberbio  y  genero¬ 
so;  finalmente:  los  empresarios 
son  las  gentes  más  amables  del 
mundo  cuando  usted  les  solicita 
una  entrevista;  pero,  por  Dios,  no 
les  pida  usted  entrada  de  favor...». 


(140) 


El  avance  protestante 
y  la  Jerarquía  hispanoamericana 

por  Juan  Alvarez,  S.  J. 


El  problema  protestante,  que  ha 
revestido  gravedad  y  trascenden¬ 
cia  continental  por  querer  de  los 
propios  protestantes,  ha  despertado 
en  los  últimos  cuatro  años  a  los 
católicos  de  todo  el  continente,  mu¬ 
chos  de  los  cuales,  dormían  tran¬ 
quilamente  en  posesión  de  su  fe. 
Ya  se  han  analizado  ampliamente 
las  causas  de  esta  nueva  irrupción, 
verificada  en  el  más  inoportuno  de 
los  momentos. 

Para  quienes  dudaban  de  la  ame¬ 
naza  protestante  quedaron  disipa¬ 
das  las  dudas  con  las  numerosas  y 
documentadas  pruebas  que  toda  la 
prensa  del  continente  ha  dado.  Re¬ 
vista  Javeriana  por  medio  de  una 
información  penosamente  recogida, 
dada  la  incuria  de  nuestros  cató¬ 
licos  para  toda  obra  conjunta  y  en 
particular  para  la  estadística,  logró 
demostrar  al  país  y  lo  continúa  ha¬ 
ciendo,  la  realidad  del  peligro  de 
la  división  religiosa.  En  el  número 
de  noviembre,  último  de  1944,  se 
puso  una  vez  más  de  relieve  el  pro¬ 
greso  realizado  en  ese  año  por  la 
herejía.  En  el  primer  número  de 
este  año,  publicamos  las  cifras  de 
los  avances  protestantes  en  uno  de 
nuestros  departamentos,  el  Valle, 
que  no  son  precisamente  tranquili¬ 
zadoras. 

Queremos  ahora  confirmar  la 
gravedad  y  actualidad  del  problema 
planteado  por  los  pastores  protes¬ 
tantes  y  por  sus  sectas,  enumeran¬ 
do  algunos  de  los  documentos  que 
la  jerarquía  católica  de  este  conti¬ 
nente  ha  publicado  últimamente. 


Por  vía  de  introducción,  y  para 
justificar  con  cifras  el  hecho  de  que 
todo  el  episcopado  católico  de  Amé¬ 
rica  se  haya  levantado  en  defensa 
de  la  grey  sorprendida  por  falsos 
pastores,  pondré  en  primer  lugar 
una  breve  estadística  del  avance 
protestante  en  algunos  países. 

En  México,  la  penetración  pro¬ 
testante  más  fuerte  había  tenido  lu¬ 
gar  entre  1890  y  1916.  En  1900  el 
número  de  prosélitos  era  de  52.000. 
En  1910  eran  ya  los  protestantes 
68.839.  En  1921  ascienden  las  ci¬ 
fras  a  73.951.  Ya  en  1930  la  cifra 
casi  se  duplica:  son  130.322.  En 
1940  suman  los  prosélitos  protestan¬ 
tes  de  México  175.766. 

Las  estadísticas  de  Colombia  son 
todavía  más  elocuentes.  Desde  lué- 
go,  como  ya  lo  afirmamos,  nuestras 
cifras  son  enteramente  reducidas 
por  carecer  de  información  comple¬ 
ta.  Pero  quizás  la  incuria  tropical 
va  a  tener  aquí  efecto  magnético 
por  la  primera  vez.  Solo  hemos  lo¬ 
grado  información  completa  de  la 
actividad  de  los  presbiterianos,  en 
diez  centros.  Pues  bien,  los  presbi¬ 
terianos,  en  solo  diez  centros  de  Co¬ 
lombia,  y  en  el  término  de  un  año, 
han  hecho  más  prosélitos  ahora,  que 
en  los  74  años  corridos  entre  1856 
y  1930.  De  9  prosélitos  por  año,  su¬ 
bió  en  esta  última  época  a  600,  y 
esto  únicamente  en  10  centros.  La 
alianza  misionera  cristiana  ganaba 
un  promedio  de  6  prosélitos  por 
año;  ahora,  en  solo  diez  centios 
colombianos,  logran  un  promedio 
anual  de  64  adeptos  por  pastor.  Los 


*  *  * 


(141) 


bautistas  del  sur,  establecidos  en 
Barranquilla  en  1943,  al  año  habían 
conquistado  400  adeptos.  Ginco  ins¬ 
titutos  bíblicos  tenían  los  protes¬ 
tantes  en  Colombia  el  año  de  1943; 
hoy  cuentan  con  8  de  esos  institu¬ 
tos  y  200  alumnos.  En  1943  publi¬ 
cábamos  la  estadística  de  escuelas 
protestantes:  eran  55  y  calculába¬ 
mos  el  número  de  alumnos  en 
2.532.  Hoy  podemos  informar  que 
solo  en  el  departamento  del  Valle 
son  76  esas  escuelas,  y  que  solo  allí 
los  alumnos  superan  la  cifra  de 
2.000. 

De  Argentina  poseemos  las  si¬ 
guientes  estadísticas:  en  la  ciudad 
de  Buenos  Aires  poseían  las  sec¬ 
tas  en  1935  tan  solo  32  templos  o 
sitios  de  culto;  en  junio  de  1943  esa 
cifra  se  había  elevado  a  137.  En  la 
República  Argentina  poseían  2  se¬ 
minarios;  en  cinco  años  son  ya  7. 

Sabemos  de  otros  países,  Brasil 
por  ejemplo,  donde  el  avance  pro¬ 
testante  es  alarmante.  Según  obser¬ 
vaciones  de  Mr.  J.  Merle  Davis  en 
libro  reciente,  el  protestantismo  en 
aquel  país  se  está  desarrollando 
con  más  rapidez  que  en  ninguna 
otra  parte  del  mundo.  Y  el  obispo 
norteamericano  Mons.  John  Mark 
Cannon,  nos  comunica  sus  impre¬ 
siones  de  un  viaje  reciente  con  es¬ 
tas  palabras:  «Uno  de  los  más  agu¬ 
dos  obstáculos  alzados  contra  nos¬ 
otros  es  la  invasión  protestante  del 
Brasil,  que  se  ha  acrecentado  de 
manera  alarmante  desde  que  fueron 
expulsado  del  Japón  y  de  Oriente 
ios  ministros  protestantes». 

Igual  afirmación  podría  hacerse 
de  casi  todos  los  demás  países  la¬ 
tinoamericanos.  Y  si  por  un  mo¬ 
mento  llegamos  a  hacernos  la  ilu¬ 
sión  de  que  la  venida  de  mensaje¬ 
ros  evangélicos  de  los  Estados  Uni¬ 
dos  iba  a  ser  controlada,  queda¬ 
mos  informados  de  lo  contrario  por 
la  reciente  publicación  hecha  por 
Mr.  Willard  Johnson,  asesor  del 


presidente  de  la  Confederación  Na¬ 
cional  de  Cristianos  y  Judíos,  don¬ 
de  consta  que  se  han  expedido  76 
pasaportes  a  misioneros  protes¬ 
tantes. 

La  voz  de  la  Jerarquía 

Los  pastores  de  la  Iglesia  cató¬ 
lica  de  todo  el  continente  han  lla¬ 
mado  la  atención  de  los  gobiernos 
y  de  los  fieles  acerca  de  esta  cosa 
rara  que  nosotros  no  entendemos  y 
que  probablemente  nunca  podremos 
entender:  misioneros  para  con¬ 
vertir  a  Iberoamérica.  Porque  no 
es  solo  el  episcopado  latinoameri¬ 
cano  ;  también  el  norteamericano 
ha  dejado  oír  su  voz  en  este  con¬ 
cierto  comedido  de  protesta  por  se¬ 
mejante  falta  de  consideración.  En 
el  mensaje  colectivo  enviado  por 
los  obispos  católicos  norteamerica¬ 
nos  a  sus  hermanos  de  Iberoaméri¬ 
ca,  en  noviembre  de  1942,  encontra¬ 
mos  estos  conceptos: 

«Enviamos  nuestra  cordial  salu¬ 
tación  a  nuestros  hermanos  los  ar¬ 
zobispos  y  obispos  de  Iberoaméri¬ 
ca.  Hemos  sido  confortados  por 
eventos  recientes  que  son  promesas 
sinceras  de  una  mejor  comprensión 
por  parte  de  nuestro  país  hacia  los 
pueblos  de  México,  Centro  y  Sur 
América.  Los  ciudadanos  de  esas 
naciones  están  ligados  a  nosotros 
por  los  vínculos  íntimos  de  la  reli¬ 
gión.  No  son  únicamente  nuestro 
vecinos,  son  nuestros  hermanos  que 
profesan  la  misma  fe.  Todo  intento 
hecho  para  despojarlos  de  su  reli¬ 
gión.  No  son  únicamente  nuestros 
para  ofrecerles  ün  sustituto  a  la 
misma,  causa  profundo  resenti¬ 
miento  tanto  entre  estos  pueblos, 
como  entre  los  católicos  de  los  Es¬ 
tados  Unidos.  Tales  intentos  han 
probado  ser  factor  de  disturbios 
en  nuestras  relaciones  internacio¬ 
nales.  La  tradición,  el  espíritu,  la 
historia  y  la  cultura  de  estas  nacio¬ 
nes  son  católicas.  .  .  Expresamos  la 


(1«) 


esperanza  de  que  los  errores  del 
pasado  que  se  cometieron  en  detri¬ 
mento  de  la  dignidad  de  nuestros 
hermanos  del  sur,  de  su  cultura  y 
de  su  religión,  no  serán  repetidos». 

Méjico — Prescindiendo  de  docu¬ 
mentos  anteriores,  como  las  cartas 
de  los  obispos  de  Tamaulipas,  Te- 
huantepec,  etc.,  poseemos  varias 
pastorales  de  fecha  recientisima 
acerca  de  la  campana  protestante; 
los  obispos  de  las  diócesis  norte¬ 
ñas,  limítrofes  con  los  Estados  Uni¬ 
dos,  lanzaron  una  pastoral  colec¬ 
tiva  en  febrero  de  1944  en  contra 
del  protestantismo.  La  firman  el 
Excmo.  señor  Arzobispo  de  Du- 
rango  don  José  UVI.  González,  y  los 
Obispos  de  Chihuahua,  Sonora,  Ta¬ 
maulipas  y  Sinaloa.  En  noviembre 
de  1944  salió  a  luz  la  pastoral  del 
Excmo.  señor  Arzobispo  de  Méji¬ 
co,  don  Luis  M.  Martínez,  con  mo¬ 
tivo  de  la  festividad  de  Cristo  Rey, 
contra  la  propaganda  protestante. 
Sobre  el  mismo  tema  publica  una 
pastoral  el  Excmo.  señor  don  José 
Garibi  Rivera,  Arzobispo  de  Gua- 
dalajara.  «Es  en  verdad  digno  de 
asombro,  dice  el  prelado,  cómo  las 
sociedades  bíblicas,  cual  si  se  tra¬ 
tara  de  evangelizar  a  un  país  paga¬ 
no,  han  votado  miles  y  aún  millo¬ 
nes  de  dólares  para  lograr  que 
Méjico  deje  su  fe,  y  se  eche  en  bra¬ 
zos  del  protestantismo».  El  Excmo. 
señor  don  Pedro  Vera  y  Zuria,  Ar¬ 
zobispo  de  Puebla,  publica  una  pas¬ 
toral  para  contrarrestar  toda  pro¬ 
paganda  protestante.  El  Excmo. 
señor  Obispo  de  Potosí,  publica  el 
19  de  julio  de  1944,  una  circular  pa¬ 
ra  precaver  a  los  fieles  de  la  inten¬ 
sa  propaganda  del  protestantismo. 
Recientemente,  en  junio  de  1944,  se 
reunió  en  la  ciudad  de  Gómez  Pa¬ 
lacio,  Dgo.,  el  congreso  católico  de 
afirmación  de  la  fe  y  defensa  con¬ 
tra  la  herejía.  Durante  tres  días 
de  estudio  intenso  del  problema,  se 
llegó  a  conclusiones  concretas.  En¬ 


tre  ellas  destacamos  el  juramento 
que  los  asistentes  hicieron  ante  los 
prelados  mejicanos:  «Que  somos  y 
queremos  ser  siempre  hasta  la 
muerte,  católicos,  apostólicos,  ro¬ 
manos. — Lo  juramos /». 

América  C cutral — En  Costa  Rica 
apareció  la  pastoral  del  Excmo.  se¬ 
ñor  Vicario  Apostólico  de  Limón 
contra  las  sectas  protestantes  que 
aunándose  para  atacar  a  la  Iglesia, 
al  Papa  y  al  clero,  pretenden  de 
esa  manera  «convertirnos  al  evan¬ 
gelio».  En  Nicaragua,  el  Excmo.  se¬ 
ñor  Arzobispo  de  Managua,  don 
José  Antonio  Lezcano,  junto  con 
el  Excmo.  señor  don  Canuto  Reyes 
y  Balladares,  Obispo  de  Granada, 
publicó  una  protesta  y  refutación 
contra  los  bautistas,  quienes  acusa¬ 
ron  al  episcopado  Iberoamericano 
de  haber  pedido  al  gobierno  de  los 
Estados  Unidos  que  suprimiera  la 
propaganda  proselitista  en  América 
Latina. 

Antillas — Con  fecha  17  de  febre¬ 
ro  de  1944  publicó  una  carta  pasto¬ 
ral  el  Excmo.  señor  doctor  Manuel 
Arteaga  y  Betancourt,  Arzobispo  de 
La  Habana,  llamando  la  atención 
sobre  algunos  de  los  peligros  pre¬ 
sentes.  Sobre  la  propaganda  protes¬ 
tante  dice  el  celoso  prelado:  «Que¬ 
remos  quejarnos  sin  amargura,  pe¬ 
ro  sí  con  toda  justicia,  de  que  los 
evangelizadores  en  Cuba  de  las 
múltiples  confesiones  en  que  se  di¬ 
vidió  el  protestantismo,  procuren 
hacer  prosélitos  en  la  familia  cu¬ 
bana  tradicionalmente  católica,  a 
fuerza  de  dadivas ;  pero  sobre  to¬ 
do  mueve  esta  queja  el  que  para 
hacer  propaganda  se  utilicen  con¬ 
ceptos  que  ofenden  y  hieren  el  sen¬ 
timiento  del  mismo  pueblo». 

A  estas  protestas  se  ha  sumado 
el  Excmo.  señor  Obispo  de  San 
Juan  de  Puerto  Rico.  A  propósito 
del  problema  educativo  que  se 
planteó  el  año  pasado  a  los  católi¬ 
cos,  a  cuya  agravación  contribuye- 


(143) 


ron  los  protestantes,  dice  el  prela- 
*  do:  «Puerto  Rico  profesa  ser  un 
pueblo  cristiano.  JNo  se  comprende 
entonces  cómo  un  pueblo  pueda  ser 
cristiano  sin  educar  a  su  niñez  y 
juventud  en  las  enseñanzas  de  Cris¬ 
to,  y  hasta  oponiéndose  a  que  esta 
niñez  y  esa  juventud  sean  educa¬ 
das  en  tales  enseñanzas.  .  .  Si  en 
el  país  hay  grupos  religiosos  que  no 
quieren  aceptar  la  oportunidad  de 
enseñar  a  los  estudiantes,  cuyos  pa¬ 
dres  así  lo  pidieron,  las  creencias 
religiosas  que  representan,  eso  pa¬ 
recerá  absurdo ;  pero  ese  es  un 
asunto  propio  y  exclusivo  de  ellos. 
Pero  esos  grupos  no  tienen  dere¬ 
cho  alguno  a  oponerse  a  que  los  ca¬ 
tólicos  pidan  y  enseñen  la  doctri¬ 
na  católica  a  los  estudiantes  cató¬ 
licos».  Una  vez  más  se  prueba  que 
los  misioneros  protestantes,  antes 
que  cristianos  son  anticatólicos. 

Colombia — Varias  son  las  pasto¬ 
rales  que  acerca  del  peligro  protes¬ 
tante  ha  dirigido  a  sus  fieles  el 
Excmo.  señor  doctor  Ismael  Per- 
domo,  Arzobispo  de  Bogotá.  En  la 
más  amplia  e  importante  de  ellas 
decía  su  excelencia:  «Toda  la  cam¬ 
paña  protestante  se  propone  desalo¬ 
jar  al  catolicismo,  destruyendo 
nuestra  unidad  religiosa  y  procu¬ 
rando  introducir  el  elemento  disol¬ 
vente  de  sus  errores ...  Es  una  hu¬ 
millación  para  los  colombianos, 
que  somos  católicos,  el  aparecer 
como  unos  ignorantes  en  religión 
de  modo  que  haya  necesidad  de 
que  vengan  misioneros  extranjeros 
a  enseñarnos  su  religión.  .  .  Agré¬ 
gase  a  lo  dicho  el  que  la  campaña 
protestante  tiene  que  producir  ne¬ 
cesariamente  luchas  y  conflictos  re¬ 
ligiosos,  porque  ni  los  obispos  ni 
el  clero  pueden  mirar  impasibles 
el  que  se  trate  de  engañar  a  los 
fieles  y  apartarlos  de  la  verdad». 
La  primera  de  esas  pastorales  apa¬ 
reció  en  1929;  la  segunda  en  1940, 
y  la  tercera  en  1942. 


El  venerable  episcopado  colom¬ 
biano,  reunido  en  Bogotá,  lanzó  su 
carta  pastoral  colectiva  el  domingo 
de  Pentecostés  de  1944,  llena  de 
admirables  enseñanzas  sobre  las 
notas  distintivas  de  la  Iglesia  de 
Cristo,  en  oposición  a  los  errores 
protestantes.  «Es  sabido  de  todos 
vosotros,  dicen  los  prelados  colom¬ 
bianos,  cómo  se  han  empeñado  en 
los  últimos  tiempos  en  difundir 
entre  nosotros  el  error  aquellos  hi¬ 
jos  extraviados  de  Dios,  que  deseo? 
nociendo  la  autoridad  de  la  única 
verdadera  Iglesia  se  denominan  a 
sí  mismos  protestantes».  Y  más  ade¬ 
lante:  «Cuando  se  trata  de  evange¬ 
lizar  un  país  católico  como  Colom¬ 
bia,  que  conoce  a  Cristo  antes  que 
el  país  donde  tienen  su  origen  los 
que  se  apiadan  de  nosotros,  cuan¬ 
do  tienen  en  torno  suyo,  en  su  pro¬ 
pia  patria,  millones  y  millones  de 
verdaderos  paganos,  entonces  son 
el  señor  y  la  señora  Strachan  (no  el 
Vicario  de  Jesucristo)  los  que  en¬ 
vían  misioneros  a  convertirnos». 

En  octubre  de  1944,  lanzaron 
una  pastoral  conjunta  sobre  los  pe¬ 
ligros  protestante  y  comunista  los 
Excmos.  señores  Arzobispo  de  Po- 
payán  y  Obispo  de  Cali.  Y  entre 
muchas  otras  cartas  pastorales  ema¬ 
nadas  de  la  jerarquía  colombiana, 
citaremos  la  primera  pastoral  del 
Excmo.  señor  doctor  Bernardo  Bo¬ 
tero  Alvarez,  Obispo  de  Santa 
Marta:  «Se  presentan  entre  nos¬ 
otros  muchos  asalariados  que  han 
venido  a  ganar  aquí  los  sueldos  que 
ganaban  en  terrenos  de  donde  los 
arrojó  la  guerra ;  son  industriales 
alquilados  al  enemigo  de  Dios,  que 
no  logran  dar  religión  a  nadie,  pe¬ 
ro  sí  arrebatarla  a  los  incautos  pa¬ 
ra  arrojarlos  a  la  apostasía  y  al 
ateísmo.  .  .  Ni  Dios  ni  la  patria  les 
deben  nada». 

Ecuador — El  Excmo.  señor  Ar¬ 
zobispo  de  Quito,  doctor  don  Car¬ 
los  María  de  la  Torre,  denunció 


(144) 


en  reciente  documento  la  labor  des¬ 
cristianizados  de  la  radiodifusora 
protestante  que  funciona  en  dicha 
ciudad.  «Los  proselitistas  extranje¬ 
ros  están  envenenando  con  medios 
modernos  la  conciencia  católica  de 
Suramérica»,  dice  su  excelencia. 
Por  su  parte  el  Excmo.  señor  doc¬ 
tor  Daniel  Hermida,  dio  a  conocer 
en  reciente  pastoral  el  peligro  que 
afronta  su  diócesis  de  Cuenca,  y 
en  el  auto  que  la  acompaña,  dice: 
«Damos  la  voz  de  alerta  a  nuestros 
amados  hijos  en  Cristo  para  que 
se  abstengan  de  oír  pláticas  de  los 
protestantes...  pues  son  ministros 
de  sectas  condenadas  por  la  Iglesia 
y  su  doctrina  es  también  conde¬ 
nada». 

Perú — El  más  trascendental  do¬ 
cumento  de  la  jerarquía  católica 
del  Perú  en  frente  a  la  conquista 
de  la  herejía  es  la  pastoral  colectiva 
de  principios  de  1944.  «Debemos 
ponernos  sobre  aviso  contra  un  pe¬ 
ligro  común  y  grave  que  amenaza 
seriamente  la  pureza  y  la  unidad 
de  nuestra  fe  religiosa.  Nos  refe¬ 
rimos  a  la  propaganda  protestante. 
Los  pueblos  latinoamericanos  reci¬ 
bieron  hace  más  de  400  años  la  luz 
del  evangelio,  de  los  misioneros  que 
les  envió  la  madre  patria.  .  .  Si 
nuestros  pueblos  están  saturados  de 
la  más  antigua  y  gloriosa  de  las 
culturas  cristianas,  ¿qué  preten¬ 
de  en  su  terquedad  la  propaganda 
protestante  al  infiltrarse  entre  sus 
pacíficos  moradores,  que  nacieron 
y  se  mecieron  en  la  fe  católica?. .  . 
Ignoran  quizás  que  el  evangelio  es, 
hace  siglos,  la  sangre  de  nuestra 
cultura,  el  alma  de  nuestra  civiliza¬ 
ción,  la  corona  de  nuestros  grandes 
proceres?...».  La  pastoral  la  fir¬ 
man  todos  los  arzobispos,  obispos, 
vicarios  apostólicos  y  prefectos 
apostólicos  del  país  hermano. 


Confirman  los  prelados  su  aser¬ 
to  de  que  el  protestantismo  aten¬ 
ta  contra  la  nacionalidad,  apoyados 
en  las  palabras  del  célebre  carde¬ 
nal  de  Río  de  Janeiro,  eminentísi¬ 
mo  don  Sebastián  Leme:  «Recor¬ 
damos  a  los  católicos  brasileños, 
que  descristianizar  a  nuestra  pa¬ 
tria  por  el  neopaganismo,  o  des¬ 
catolizarla  por  el  protestantismo, 
es  desnacionalizarla;  es  violentar 
el  espíritu  de  sus  tradiciones  secu¬ 
lares,  atacando  al  Brasil  en  las  fuer¬ 
zas  vivas  que  cimentaron  su  nacio¬ 
nalidad;  es  peligro  formidable  que 
nos  amenaza  en  nuestra  propia  uni¬ 
dad  y  existencia  política». 

x 

Paraguay — El  Excmo.  señor  Ar¬ 
zobispo  de  Asunción,  doctor  don 
Juan  Sinforiano  Bogarín,  publicó 
una  pastoral  el  15  de  agosto  de  1943, 
sobre  idéntico  tema.  Después  de 
manifestar  su  gran  preocupación 
sobre  este  asunto,  añade:  «Para  na¬ 
die  es  un  secreto  que,  de  un  tiempo 
a  esta  parte,  se  viene  haciendo  una 
propaganda  intensa  en  los  pueblos 
católicos  de  este  continente  por 
parte  de  quienes,  parece,  desean  ha¬ 
cer  desaparecer  nuestra  religión  y 
suplantarla  por  otra,  que  no  es  pre¬ 
cisamente  la  fundada  por  Nuestro 
Señor  Jesucristo  y  enseñada  por 
sus  apóstoles.  Aquellos  a  que  Nos 
referimos  recorren  las  ciudades  y 
pueblos  predicando  sus  doctrinas 
y  hablando,  en  forma  despectiva,  de 
las  prácticas  religiosas  de  los  ver¬ 
daderos  adoradores  de  Dios,  como 
son  los  habitantes  de  la  América 
Latina.  .  .  Es  de  tener  en  cuenta  el 
desconocimiento  con  que  se  proce¬ 
de  en  esta  misión  desoladora.  Los 
pueblos  latino-americanos  recibie¬ 
ron  hace  más  de  400  años,  la  luz  del 
evangelio,  de  los  sacerdotes  misio¬ 
neros  que  les  envió  la  católica  Es¬ 
paña,  sacerdotes  que  echaron  los 


ANTIPALUDICO  BEBE,  antianémico  poderoso  (J.  G.  B.) 


(145) 


«cimientos  espirituales  de  la  fe  cris¬ 
tiana  entre  los  habitantes  de  este 
mundo  de  Colón.  .  .». 

Y  en  este  año  de  1944  ha  emitido 
el  mismo  Excmo.  señor  Arzobispo 
Bogarín,  un  auto  pastoral  en  que 
condena  dos  instituciones  estableci¬ 
das  en  la  capital  «bajo  el  engañoso 
pretexto  de  protección  a  la  niñez. .  . 
Téngase  por  extensiva  esta  decla¬ 
ración  a  toda  la  propaganda  heré¬ 
tica,  especialmente  la  protestante, 
tan  en  boga  ahora  en  nuestra  pa¬ 
tria.  .  . ». 

Uruguay — En  el  Uruguay  es  don¬ 
de  menos  se  hace  sentir  el  protes¬ 
tantismo.  Una  de  sus  manifesta¬ 
ciones  recientes  ha  sido  su  ataque 
a  la  Acción  Católica,  táctica  que 
han  puesto  en  práctica  reciente¬ 
mente  los  protestantes  en  Méjico, 
en  Brasil,  y  en  Puerto  Rico.  Entre 
las  muy  preciosas  pastorales  del 
Excmo.  Sr.  Barbieri,  una  de  las  más 
destacadas  figuras  de  la  jerarquía 
continental,  lo  mismo  que  en  las  de 
los  otros  excmos.  obispos  urugua¬ 
yos,  no  hemos  encontrado  ningún 
documento  reciente  relativo  al  te¬ 
ma  que  nos  ocupa.  Ello  es  prueba 
clara  de  que  el  protestantismo  no 
hace  labor  intensa  en  ese  país.  El 
último  documento  que  hemos  en¬ 
contrado  es  la  disposición  del  síno¬ 
do  diocesano  de  Montevideo  de 
1925,  en  que  se  llama  la  atención 
sobre  el  peligro  y  se  recuerdan  las 
disposiciones  canónicas  al  respecto. 

Chile — El  más  importante  docu¬ 
mento  del  episcopado  chileno  en  los 
últimos  años  acerca  de  la  campaña 
protestante,  es  la  pastoral  colectiva 
de  noviembre  de  1941,  en  que  se  re¬ 
chaza  con  igual  firmeza  el  mensaje 


de  los  pastores  mercenarios.  La 
carta  la  firman  todos  los  arzobispos 
obispos,  vicarios  y  prefectos  apos¬ 
tólicos  de  la  nación. 

Argentina — Este  es  uno  de  los 
países  claves  en  el  plan  de  cam¬ 
paña  proselitista  protestante.  El 
Excmo.  señor  doctor  don  Leopoldo 
Buteler,  Obispo  de  Río  Cuarto,  al 
analizar  la  posición  del  protestan¬ 
tismo  invasor  ante  la  constitución 
del  país,  comenta:  «Por  todo  esto 
miramos  con  desazón  la  invasión 
de  los  pastores  protestantes.  Tie¬ 
nen  estos  seudoprofetas  la  intención 
no  declarada,  pero  perfectamente 
manifestada  de  desintegrarnos  en 
el  concepto  religioso».  ¿Qué  decir 
de  quienes  «quieren  quitarnos  a  los 
argentinos  la  religión  católica  pa¬ 
ra  sumirnos  en  la  negra  noche  de 
la  disidencia  protestante...  para 
llegar  a  la  indiferencia  primero,  y 
después  al  ateísmo  y  al  comu¬ 
nismo?». 

Varios  países  quedan  por  fuera 
de  esta  crónica  porque  carecemos 
de  datos  al  respecto.  Pero  segura¬ 
mente  existen  documentos  episco¬ 
pales,  ya  que  por  ejemplo,  Vene¬ 
zuela  y  Bolivia,  son  dos  de  los  paí¬ 
ses  más  trabajados  por  el  protes¬ 
tantismo  en  el  continente. 

No  es  pues  una  alarma  estéril, 
ni  se  trata  de  aprensiones  injusti¬ 
ficadas.  Esta  voz  unánime  de  nues¬ 
tra  jerarquía  es  para  nosotros  una 
pauta  indeclinable,  porque  los  obis¬ 
pos  son  los  sucesores  de  los  após¬ 
toles,  son  los  auténticos  pastores 
de  la  almas,  son  los  defensores  del 
sagrado  depósito  de  la  fe,  y  a  ellos 
quiere  seguirlos  Hispanoamérica, 
bautizada  hace  cuatro  siglos. 


KOLA  GRANULADA  J.G.B.  (Tarrifo  rojo)  da  fuerza,  vigor,  energías. 


(146) 


Crónica  de  la  Universidad 


Dos  cartas  sobre  la  Facultad 

de  Medicina 

Ante  la  insistente  campaña  ade¬ 
lantada  desde  la  página  universita¬ 
ria  de  El  Liberal  contra  la  Facul¬ 
tad  de  Medicina  de  la  Universidad 
Javeriana,  tendiente  a  sembrar  el 
desconcierto  entre  el  público,  a  des¬ 
acreditar  su  labor  docente,  a  mos¬ 
trarla  como  una  inciativa  fracasa¬ 
da  apelando  al  lenguaje  sectario, 
apasionado  y  carente  de  toda  ver-  „ 
dad,  el  R.  P.  Félix  Restrepo,  Rec¬ 
tor  de  la  Universidad,  dirigió  al  se¬ 
ñor  director  del  mencionado  diario 
una  extensa  carta  de  rectificación. 
Por  su  parte  los  alumnos  de  cuarto 
año  hicieron  otro  tanto.  Insertamos 
a  continuación  estos  dos  importan¬ 
tes  documentos  que  fueron  opor¬ 
tunamente  publicados  por  la  pren¬ 
sa  de  la  capital. 

Carta  del  R.  P.  Rector 

Bogotá,  marzo  9  de  1945. 

Señor  Director  de  El  Liberal.  Presente. 

Estimado  señor  Director: 

En  las  ediciones  de  su  periódico  números 
3.386  y  3,393,  corespondientes  a  los  días  25 
del  pasado  mes  de  febrero  y  5  de  los  co¬ 
rrientes,  página  doce,  bajo  los  titulares  «En 
forma  arbitraria  la  Javeriana  ha  rechaza¬ 
do  alumnos  periodistas»  y  «La  Javeriana  de 
Medicina»,  se  hacen  a  la  Universidad  Jave¬ 
riana,  Facultad  de  Medicina  y  a  sus  direc¬ 
tores,  cargos  que  afectan  la  buena  reputa¬ 
ción  de  que,  a  Dios  gracias,  goza  esta 
Universidad.  Consisten  ellos  en  afirmar  que 
en  nuestra  Facultad  de  Medicina  se  carece 
de  elementos  para  la  enseñanza,  lo  que 
«hace  imposible  terminar  siquiera  mediana¬ 
mente  los  estudios  en  esa  Facultad».  Se 
afirma  que  los  directores  de  la  Javeriana  «no 
sienten  el  menor  reato  de  conciencia  cuan¬ 
do  especulan  con  la  enseñanza» ;  «se  dedi¬ 
can  impunemente  a  este  tráfico»  y  «humillan 
su  prestigio  y  su  tradición  en  tan  bajos  me¬ 
nesteres». 


per  Alonso  Orliz  Lozano 

Se  acusa  a  los  directores  de  incitar  a  sus 
alumnos  a  que  por  medios  violentos  se  apo¬ 
deren  del  Hospital  de  San  José,  compro¬ 
metiendo  en  esta  acción  intrépida  a  dis¬ 
tinguidos  profesionales,  como  los  doctores 
Roberto  Franco,  José  María  Montoya,  Mi¬ 
guel  Antonio  Rueda  Galvis  y  Joaquín  Grillo. 

Sin  provocar  polémicas,  me  veo  obligado, 
como  rector  de  la  Universidad  Javeriana, 
entidad  con  personería  jurídica  reconocida 
en  forma  legal,  y  como  su  vocero,  a  im¬ 
pugnar  las  afirmaciones  que  ha  publicado 
El  Liberal  en  las  fechas  indicadas,  aco¬ 
giéndome  al  nuevo  estatuto  legal  sobre  pren¬ 
sa,  la  ley  29  de  1944,  en  la  confianza  de 
que  el  señor  Director  publicará  esta  rec¬ 
tificación  en  los  términos  de  la  ley,  y  en  la 
misma  página  universitaria,  sin  tener  en 
cuenta  el  espacio  que  ocupe  la  presente; 
pues  dado  el  carácter  tendencioso  de  los 
cargos,  la  ley  me  concede  amplitud  sufi¬ 
ciente.  (Art.  19  de  la  ley  29  de  1944,  in¬ 
ciso  2). 

La  Facultad  de  Medicina  ha  sido  dotada  de 
los  siguientes  elementos : 

1? — Anfiteatro  equipado  con  20  mesas  de 
disección,  de  granito,  una  nevera  para  25 
cadáveres  y  cuatro  tanques  de  formol  con 
capacidad  para  40  cadáveres. 

2® — Un  laboratorio  de  química  con  todos 
los  elementos  necesarios  para  los  trabajos 
prácticos,  reactivos,  material  de  vidrio,  etc.; 
y  un  gasógeno  para  65  mecheros.  Todos  los 
alumnos  de  química  general  y  de  química 
biológica  tienen  puesto  individual  para  sus 
prácticas. 

3? — Laboratorio  de  física  con  los  más 
modernos  aparatos,  tales  como  oxicalorí- 
metros,  polarímetros,  etc. 

49 — Para  la  clase  de  dibujo  anatómico  una 
colección  completa  de  figuras  plásticas,  cuer¬ 
po  humano,  cerebro,  etc. 

59 — Laboratorio  de  fisiología  con  18  se¬ 
ries  de  aparatos,  neumógrafos,  cardiógra¬ 
fos,  aparatos  para  respiración  artificial, 
Van  Slyke,  electrocardiógrafo,  metabolismo 
basal,  etc. 

69 — Laboratorio  de  histología,  equipado 
actualmente  con  13  microscopios,  micróto- 
mos,  estufas  para  parafina,  etc.  Están  en 
camino  para  llegar  otros  20  microscopios. 

79 — Laboratorio  de  bacteriología,  dotado 
de  estufas,  homo,  nevera,  centrífuga;  des- 


(147) 


fijador  de  agua ;  microscopios,  autoclaves, 
filtro  Chamberlain,  etc. 

89 — Laboratorio  completo  de  parasitología. 

9° — Laboratorios  de  materia  médica  y  far¬ 
macología  con  sus  elementos  necesarios  pa¬ 
ra  una  práctica  diaria  de  60  alumnos. 

Todos  los  anteriores  elementos  están  a 
disposición  de  quien  desee  conocerlos.  El 
señor  rector  de  la  Universidad  Nacional, 
el  decano  de  la  Facultad  Nacional  de  Me¬ 
dicina  y  otros  distinguidos  médicos  los  visi¬ 
taron  el  año  pasado  y  no  pudieron  menos 
de  expresar  su  satisfacción  por  lo  completo 
de  este  equipo. 

Así,  pues,  la  enseñanza  no  se  da  al  aire 
libre;  y  dado  el  interés  y  la  consagración 
a  los  estudios  de  nuestros  alumnos,  sí  se 
puede  muy  bien  terminar  la  carrera  en  la 
Facultad  de  Medicina  de  la  Universidad  Ja- 
veriana,  máxime  si  se  tiene  en  cuenta  el 
selecto  profesorado  que  es  honra  de  estos 
claustros . 

Las  publicaciones  que  hoy  rectifico,  co¬ 
mo  se  ve,  no  están  ajustadas  a  la  realidad 
y  ellas  desconocen  la  palabra  oficial  en  con¬ 
trario,  como  quiera  que  el  señor  ministro  de 
educación  nacional,  doctor  Absalón  Fer¬ 
nández  de  Soto,  en  oficio  número  38.854, 
fechado  el  11  de  diciembre  de  1942  y  dirigido 
al  suscrito,  dice: 

«En  la  visita  que  hice  a  la  nueva  facultad 
en  asocio  de  usted  y  de  su  decano,  doctor  Jo¬ 
sé  del  Carmen  Acosta,  tuve  oportunidad  de 
informarme  de  que  el  plan  de  organización, 
es  análogo  al  de  la  Facultad  de  Medicina  de 
la  Universidad  Nacional,  y  que  lo  está  rea¬ 
lizando  de  modo  satisfactorio,  contando  pa¬ 
ra  ello  con  las  aulas  necesarias  a  los  estudios 
teóricos  y  con  laboratorios  y  anfiteatro  pa¬ 
ra  los  estudios  prácticos.  El  anfiteatro  re¬ 
cientemente  construido,  tiene  capacidad  su¬ 
ficiente  para  los  trabajos  experimentales  del 
centenar  de  estudiantes  matriculados  y  está 
siendo  dotado  con  todos  los  elementos  cien¬ 
tíficos  indispensables  a  su  objeto». 

Si  esto  dijo  el  señor  ministro  de  educa¬ 
ción  hace  dos  años,  cuando  apenas  se  ini¬ 
ciaban  los  estudios  de  medicina  en  la  Ja- 
veriana,  en  la  fecha  se  encuentra  todavía 
mejor  dotada  la  facultad  para  dar  una  en¬ 
señanza  científica,  y  a  este  propósito  los 
directores  de  la  Facultad  de  Medicina  no 
esquivan  poner  todos  sus  esfuerzos,  como  los 
han  puesto,  para  que  la  institución  nada  deje 
qué  desear. 

Rechazo,  pues,  por  injuriosos,  los  cargos 
de  traficantes  con  la  enseñanza  y  he  de¬ 
mostrado  lo  inexacto  de  ellos. 

„  En  cuanto  se  refiere  a  las  publicaciones 
hechas  en  la  edición  del  5  de  los  corrientes, 
estas  han  sido  rectificadas  oportunamente 
por  los  doctores  Roberto  Franco,  Joaquín 
Grillo,  José  María  Montoya  y  Miguel  An¬ 
tonio  Rueda  Galvis,  en  carta  dirigida  a  us¬ 


ted  y  que  ha  sido  publicada  en  la  prensa  de 
esta  ciudad,  con  lo  cual  dichos  doctores 
me  han  relevado  de  hacerlo. 

Varias  veces,  señor  Director,  le  he  lla¬ 
mado  a  usted,  amistosamente  la  atención 
hacia  la  actitud  contradictoria  de  su  diario, 
el  cual  por  una  parte  se  ha  mostrado,  y  creo 
que  sinceramente  — amigo  de  estos  claustros 
pontificios,  con  frecuencia  informando  am¬ 
pliamente  sobre  sus  actividades,  y  ha  hecho 
el  elogio  de  ellos,  uno  en  página  editorial, 
y  por  otra  parte  entrega  una  página  semanal 
a  ciertos  jóvenes  agresivos,  que  constan¬ 
temente  están  atacándonos  de  la  manera 
más  inicua  y  menos  conforme  con  la  ver¬ 
dad  y  con  la  tolerancia  que  debe  reinar  en 
un  país  que  se  precia  de  defender  la  li¬ 
bertad  y  la  democracia.  ¿Por  qué  no  po¬ 
ner  punto  final  a  estos  ataques? 

¿Por  qué  seguir  fomentando  odios  entre 
los  estudiantes,  en  vez  de  contribuir  a  la 
buena  inteligencia  entre  ellos?  ¿Por  qué  ati¬ 
zar  las  pasiones,  en  vez  de  iluminar  las 
inteligencias  y  aunar  las  voluntades  en  ser¬ 
vicio  de  la  patria  común? 

Siempre  me  ha  dicho  usted  que  la  página 
universitaria  es  autónoma  y  que  El  Liberal 
no  puede  responder  por  lo  que  en  ella  se 
escribe;  pero,  en  primer  lugar,  en  su  mano 
está,  señor  Director,  poner  a  los  estudiantes 
que  la  dirigen,  las  condiciones  que  usted 
crea  convenientes,  por  lo  menos  que  respe¬ 
ten  la  verdad,  la  caballerosidad  y  la  jus¬ 
ticia,  y  en  segundo  lugar,  la  nueva  ley  de 
prensa  no  permite  que  el  Director  de  un 
periódico  salve  su  responsabilidad  por  lo 
que  se  escribe  en  sus  diversas  secciones. 

Permítame,  pues,  estimado  señor  Direc¬ 
tor,  que  de  la  manera  más  cordial  le  haga 
un  llamamiento  en  favor  de  la  paz  y  del 
compañerismo  entre  los  estudiantes  de  las 
diversas  escuelas  de  esta  capital,  para  que 
acabemos  de  una  vez  con  estas  pugnas  que 
desdicen  de  un  país  civilizado. 

Del  señor  Director,  atentamente, 

Félix  Restrepo,  s.  j. 

Rector  de  la  Pontificia  Universidad 
Católica  Javeriana 

Carta  de  los  alumnos 

Bogotá,  marzo  16  de  1946. 

Señor  Director  de  El  Liberal.  La  ciudad. 

Con  tenaz  insistencia  han  venido  apare¬ 
ciendo  en  su  periódico  tendenciosos  ataques 
a  la  Facultad  de  Medicina  de  la  Universi¬ 
dad  Javeriana,  ataques  que  han  provocado 
la  más  franca  protesta  de  parte  de  las  per¬ 
sonas  que  saben  hasta  qué  punto  son  falsos 
e  injustos  los  cargos.  Y  nosotros  como  es¬ 
tudiantes  de  cuarto  año  de  dicha  Facultad, 
nos  sentimos  obligados  a  protestar  enérgica¬ 
mente  por  tan  irresponsables  publicaciones 
que  sabemos  son  el  producto  de  resentimien¬ 
tos  y  odios  personales. 


(148) 


No  aspiramos  a  respaldarnos  en  la  ley 
29  de  1944  sobre  los  delitos  de  prensa  con 
el  fin  de  que  usted  dé  publicidad  a  esta  car¬ 
ta,  sino  que  confiamos  en  sus  dotes  de  ca¬ 
ballerosidad  esperanzados  en  que  sabrá 
poner  cortapisa  a  los  ultrajes  inferidos  a 
nuestra  facultad. 

No  podemos  explicarnos  por  qué  a  los 
javerianos  se  nos  quiere  privar  de  la  libertad 
de  escoger  la  universidad  que  en  nuestro 
concepto  respalda  mejor  los  afanes  estu¬ 
diantiles,  así  como  fueron  libres  los  es¬ 
tudiantes  de  la  Facultad  Nacional  de  Medi¬ 
cina  para  escoger  las  aulas  oficiales  y  satis¬ 
facer  en  ellas  los  anhelos  de  llegar  a  ser 
profesionales  que  sirvan  más  tarde  a  la  so¬ 
ciedad  . 

La  Universidad  Javeriana  siempre  se  ha 
distinguido  por  la  seriedad  y  disciplina  de  sus 
estudios  y  esta  la  razón  por  la  cual  nadie 
podrá  decirnos  que  fue  poco  feliz  nuestro 
ingreso  a  las  aulas  pontificias. 

Cuando  quisimos  acudir  a  la  Facultad  Na¬ 
cional  de  Medicina,  fuimos  rechazados  por 
circunstancias  que  no  es  oportuno  recordar 
para  no  prender  más  la  hoguera  de  los  re¬ 
sentimientos.  Fue  entonces  cuando  la  Com¬ 
pañía  de  Jesús  con  la  colaboración  decidida 
de  un  distinguido  grupo  de  profesionales 
quiso  prestar  un  gran  servicio  a  la  patria  con 
la  fundación  de  una  nueva  facultad  de  me¬ 
dicina  y  no  se  temieron  entonces  las  mil  di¬ 
ficultades  que  se  presentarían  para  la  do¬ 
tación  completa  de  laboratorios,  anfiteatros 
y  en  general  todo  el  material  necesario  para 
los  estudios  de  medicina,  y  hoy  día  la  Uni¬ 
versidad  Javeriana  no  le  reconoce  ventaja 
alguna  a  otros  facultades,  pues  la  nuestra 
se  encuentra  bien  provista  de  todos  los 
elementos  necesarios  para  la  instrucción  de 
sus  educandos. 

El  hecho  de  que  algunos  estudiantes  de  la 
Javeriana  hayan  abandonado  sus  claustros 
no  puede  tomarse  lógicamente  como  un  fra¬ 
caso.  Porque  si  existe  la  lógica  proponemos 
el  siguiente  dilema:  o  nuestros  antiguos 
compañeros  fueron  recibidos  en  la  Univer¬ 
sidad  Nacional  con  la  aceptación  de  los  es¬ 
tudios  hechos  en  la  Javeriana  lo  cual  pro¬ 
baría  que  estaban  bien  preparados  desde  que 
fueron  aceptados,  y  entonces  nuestros  estu¬ 
dios  no  desmerecieron  en  nada  de  los  de  la 
Facultad  Nacional  de  Medicina,  o  la  Facul¬ 
tad  del  Estado  no  está  a  la  altura  de  la  Ja¬ 
veriana.  Desconocer  este  hecho  es  hacer  po¬ 
co  honor  a  la  Universidad  que  hoy  es  tan 
tenazmente  defendida  y  elogiada  por  los  co¬ 
laboradores  del  periódico  que  está  bajo  su 
dirección. 

Además,  el  '-respaldo  franco,  público  y 
decidido  de  eminentísimos  médicos  a  la  Fa¬ 
cultad  de  Medicina  de  la  Universidad  Jave¬ 
riana  no  significa  otra  cosa  sino  que  nos¬ 
otros  estamos  cumpliendo  con  exceso  lo 
expuesto  por  el  plan  de  estudios  oficiales  de 


medicina.  Nuestro  profesorado  no  deja  nada 
qué  desear;  basta  enunciar  los  nombres  de 
algunos  maestros  para  demostrar  la  profun¬ 
didad  y  seriedad  de  nuestros  estudios. 
¿Quién  puede  con  justicia  llamar  traficante 
de  la  educación  a  José  del  Carmen  Acosta? 
¿No  resulta  insensato  desconocer  la  ciencia 
de  Pedro  José  Almánzar?  ¿Se  imagina  usted, 
señor  Director,  que  Miguel  Jiménez  Ló¬ 
pez  se  prestaría  a  engañar  vilmente  a  la 
juventud?  ¿Podría  usted  o  su  colaborador 
universitario  pensar  que  Félix  Restrepo  cam¬ 
biaría  promociones  de  curso  por  un  vil  puña¬ 
do  de  metal?  ¿O  se  podría  adelantar  un  jui¬ 
cio  adverso  a  los  conocimientos  científicos  de 
Néstor  Santacoloma,  José  Vicente  Az- 
cuénaga  Chacón,  Kalman  Mezey,  Juan  Pa¬ 
blo  Llinás,  Manuel  Sánchez  Herrera  y  tan¬ 
tos  otros?  ¿O  se  pensará  que  muchos  de 
estos  profesionales  que  son  al  mismo  tiem¬ 
po  maestros  insignes  en  la  Facultad  Nacional 
de  Medicina  son  menos  competentes  cuan¬ 
do  se  trata  de  dar  sus  enseñanzas  a  los 
universitarios  javerianos?  Es  que,  señor  Di¬ 
rector,  si  queremos  ser  libres  como  dijo 
Núñez,  tenemos  que  empezar  por  ser  justos. 

¿Será  justo  tildar  de  enemigos  de  la  Uni¬ 
versidad  Nacional  a  hombres  como  Roberto 
Franco,  José  María  Montoya,  Joaquín  Gri¬ 
llo,  etc.;  y  en  general  a  la  Sociedad  de  Ci¬ 
rugía  porque  nos  han  facilitado  desarrollar 
nuestras  prácticas  clínicas  en  el  Hospital 
de  San  José?  ¿O  será  que  nosotros  n0  so¬ 
mos  tan  colombianos  como  los  alumnos  de 
la  Universidad  Nacional  para  que  no  tenga¬ 
mos  sus  mismos  derechos  e  idénticas  aspira¬ 
ciones?  No,  la  Sociedad  de  Cirugía  merece 
un  aplauso  general  de  la  sociedad  por  la  la¬ 
bor  desinteresada  y  patriótica  que  piensa 
desarrollar  facilitando  a  todas  las  universi¬ 
dades  elementos  hospitalarios  necesarios  para 
la  labor  docente  en  beneficio  de  los  enfer¬ 
mos  de  Colombia. 

Muchas  otras  consideraciones  podríamos 
poner  de  presente  para  demostrar  como  son 
de  injustos  y  faltos  de  fundamento  los  ata¬ 
ques  que  se  han  venido  adelantando  contra 
la  Facultad  Javeriana  de  Medicina  pero 
no  queremos  extendernos  más  de  lo  debido. 
Sólo  esperamos  con  orgullo  de  ser  javerianos 
que  nuestros  gratuitos  enemigos  visiten  nues¬ 
tros  laboratorios  y  dependencias  para  que  se 
convenzan  de  la  falta  de  razón  de  sus  opi¬ 
niones. 

Señor  Director, 

Miguel  I.  Tovar  A.,  Alejo  Hakim  Dow , 
Alberto  Jamis  M.>  Daniel  Lozano  L Jot- 
ge  Segura  V.,  Juan  Rafael  A.,  Hernando 
Aguirre  B.t  Fabio  Buitrago  G.y  Eduardo 
Acosta  Bendeck,  Alvaro  Lobo  G.>  Alfonso 
Navia  T.,  Alfonso  Portilla  /?.,  Jesús  Ma¬ 
ridando  C.,  Hernando  Guerrero  V .,  Alber¬ 
to  Forero  G.,  Guillermo  Martín  C .,  Ma¬ 
nuel  Pineros ,  Edgar  Silva  B Hernando 
Vásquez  O.,  Pablo  Narváez  F.,  Gerardo 


(149) 


Obonaga  H Luis  C.  Moncayo  N.f  Gui¬ 
llermo  Suárez  E Noel  Gutiérrez,  Edmond 
Saaibi  S.,  Jaime  Pérez  R.,  Germán  Palo¬ 
mares  de  F.,  Alonso  Gutiérrez  U Ismael 
Hernández  P.,  Isaías  Ramón ,  Manuel  Ro- 
dulfo  Cuervo,  Luis  Parra  V. 

Estadística  en  1945 

Durante  el  año  de  1945  ingre¬ 
só  a  la  Universidad  el  siguiente 
numero  de  alumnos:  derecho  285; 
medicina  260;  filosofía  y  letras  18; 
facultades  femeninas  163  de  las 
cuales  47  viven  en  el  Hogar  Uni¬ 
versitario;  derecho  canónico  9; 
teología  56;  filosofía  91  y  ciencias 
18.  Asesoría  de  impuestos  18.  De 
los  134  alumnos  de  las  ecle¬ 
siásticas  95  son  colombianos ;  29 
ecuatorianos ;  9  venezolanos ;  10  es¬ 
pañoles  ;  4  panameños ;  4  canadien¬ 
ses  ;  1  salvadoreño ;  1  nicaragüen¬ 
se;  1  boliviano  y  1  alemán.  De  es¬ 
tos  24  pertenecen  al  clero  secular; 
120  son  jesuítas;  2  salvatorianos ; 
1  a  la  Congregación  del  Corazón  de 
María;  1  monfortiano;  1  al  Semi¬ 
nario  de  Misiones  de  Yarumal;  2 
a  la  Compañía  de  San  Juan  y  4 
laicos. 

Resaltados  de  los  concursos  para  becas 

De  acuerdo  con  los  resultados 
obtenidos  por  los  alumnos  que  se 
presentaron  a  concurso  para  la  ad¬ 
judicación  de  becas  en  el  primer 
año  de  medicina,  fueron  favoreci¬ 
dos  en  la  forma  siguiente  los  se¬ 
ñores:  Ernesto  Lozano  Valenzuela 
y  Enrique  Cabrera  M.  con  media 
beca  y  Fernando  Cerón  con  un 
cuarto  de  beca.  Para  primer  año 
de  derecho  resultaron  gananciosos 
en  el  concurso  con  la  matrícula  del 
«mes  del  gerente  1944»  el  señor 
Agustín  María  Cuevas  Fernández 
y  también  con  matrícula  completa 
el  señor  Alvaro  Gardeazábal.  Ade¬ 
más  obtuvieron  media  beca  los  se¬ 
ñores  Miguel  Quiñones,  José  Ma¬ 
nuel  Baute  e  Ismael  Enrique  Rol- 
dán. 


Curso  de  asesoría  de  impuestos 

El  1®  de  marzo  se  dio  principio* 
al  curso  de  asesoría  de  impuestos 
de  este  año,  bajo  la  dirección  de 
los  expertos  profesores  Jaime  Tru- 
jillo  y  Santiago  Caro  el  primero  de 
los  cuales  dicta  asesoría  y  el  se¬ 
gundo  análisis  de  balances.  Se  ma¬ 
tricularon  18  alumnos. 

Representantes  al  Congreso 

La  nómina  de  representantes  ja- 
verianos  al  congreso  se  ha  aumen¬ 
tado  notablemente  este  año.  Según 
los  resultados  de  las  últimas  elec¬ 
ciones  populares  ocuparán  su  cu* 
rul  en  la  cámara  baja  los  antiguos 
javerianos  Alvaro  Gómez  Hurta¬ 
do,  Jorge  Leiva,  Fernando  Urda- 
neta  Laverde,  y  Antonio  Ordóñez, 
elegidos  por  el  círculo  electoral  de 
Cundinamarca ;  Rafael  Ortiz  Gon¬ 
zález  por  Santander;  Lucio  Pabón 
Núñez  por  el  Norte  de  Santander; 
Samuel  Arbeláez  y  Alfonso  Boni¬ 
lla  Gutiérrez  por  el  Tolima;  Jaco- 
bo  Pinedo  Barros  por  el  Magda¬ 
lena. 

Diputados  a  la  Asamblea 

Igualmente  fueron  elegidos  di¬ 
putados  a  la  asamblea  los  javeria¬ 
nos  Néstor  Ibarra  Yáñez  por  el 
Norte  de  Santander  y  Edgar  Reina 
y  Oscar  Parra  Terreros  por  el  Va¬ 
lle.  Con  este  motivo  entre  el  R.  P. 
Rector  y  el  antiguo  javeriano  Os¬ 
car  Parra  T.  se  cruzaron  los  men¬ 
sajes  que  incluimos  a  continuación. 
«Cali.  Marzo  6  de  1945.  Félix  Res¬ 
trepo.  Universidad  Javeriana.  Bo¬ 
gotá.  Representaremos  orgullosa- 
mente  Javeriana  en  asamblea  de¬ 
partamental,  Edgar  Reina  por  con- 
servatismo,  suscrito  por  liberalis¬ 
mo.  Guardaremos  cátedra  lealtad, 
decencia  enseña  Javeriana.  Salu¬ 
dólos.  Oscar  Parra  Terreros».  Este 
telegrama  fue  contestado  por  eí 
P.  Rector  en  los  siguientes  térmi¬ 
nos:  «Bogotá,  marzo  7  de  1945.  Os- 


(150) 


car  Parra  Terreros.  Cali.  Cordial- 
mente  celebramos  presencia  tuya 
Edgar  Reina  asamblea  departamen¬ 
tal.  Universidad  Javeriana  siéntese 
altamente  honrada  tan  distinguida 
representación.  Saludos.  Rector 
Javeriana». 

Grados 

Del  curso  de  vacaciones  obtuvie¬ 
ron  su  diploma  de  competencia  pe- 

Revista  de 

En  lujosa  presentación  y  dentro 
de  un  amplio  horizonte  cultural, 
ha  iniciado  su  primera  entrega  Re¬ 
vista  de  América,  fundada  por 
Eduardo  Santos  y  dirigida  por  Ger¬ 
mán  Arciniegas  y  Roberto  García 
Peña.  La  colaboración  variada  de 
numerosos  escritores  colombianos 
y  de  algunos  de  fuera  representa 
una  buena  muestra  de  la  cultura 
entre  nosotros,  que  contribuirá  a 
mantener  ese  prestigio  de  letrados 
y  pensadores  que  con  razón  nos 
atribuyen  en  ultrapuertos.  Llama¬ 
mos  la  atención  acerca  del  edito¬ 
rial  de  la  primera  entrega  titulado 
La  hora  de  América,  lo  mismo  que 
sobre  los  siguientes  artículos:  In¬ 
troducción  a  la  vida  de  Mosquera, 
por  Alberto  Lleras  Camargo;  El 
Canadá  y  nuestro  continente  de  J. 

B.  Irving;  Traición  a  la  cultura,  del 
escritor  católico  brasileño  Jorge  de 
Lima,  lo  mismo  que  sobre  el  poema 
de  José  Umaña  Bernal  titulado 
Nocturno  del  Libertador . 

*  *  * 

Ciencia  y  fe,  es  la  revista  trimes¬ 
tral  que  empezó  a  publicar  el  año 
pasado  el  cuerpo  de  profesores  de 
las  Facultades  de  Filosofía  y  Teo¬ 
logía  del  Colegio  Máximo  de  San 
Miguel,  en  Buenos  Aires.  Es  suce- 
sora  de  la  famosa  revista  Stromata, 
y  continúa  la  obra  de  los  Fascícu¬ 
los  del  mismo  colegio  publicados 
en  los  años  anteriores.  El  nombre 


dagógica,  con  especialización  en  fi¬ 
losofía  y  ciencias  sociales,  la  Ma¬ 
dre  Josefina  Vélez,  religiosa  del  Sa¬ 
grado  Corazón  y  la  Madre  Elisa 
Dávila  de  la  misma  Comunidad, 
diploma  de  competencia  pedagógi¬ 
ca,  con  aptitud  para  la  enseñanza 
de  ciencias  sociales,  y  la  señorita 
Mercedes  Gómez  Fonce  diploma 
de  profesora,  con  especialización 
en  literatura  y  geografía. 

revistas 

de  la  revista  nos  da  el  fin  que  se^ 
proponen  sus  editores,  que  como  di¬ 
ce  el  artículo  de  presentación:  «no 
es  sino  el  de  todo  filósofo  cristia¬ 
no:  afrontar  todos  los  problemas  fi¬ 
losóficos,  que  para  ser  genuinamen- 
te  tales  han  de  ser  parejamente  vi¬ 
tales,  no  con  la  vitalidad  glacial  del 
que  todo  lo  contempla  a  través  de 
la  pura  abstracción,  sino  con  la  en¬ 
tereza  y  generosidad  del  filósofo 
que  es  al  mismo  tiempo  cristiano».. 

La  nueva  publicación  que  ya  lle¬ 
va  publicadas  cuatro  entregas,  es 
sin  duda  el  más  alto  exponente  de 
alta  cultura  religiosa  en  nuestra 
América  española.  Estudios  como 
Filosofía  de  la  religión  según  Max 
Scheller,  o  el  de  La  Eucaristía  en  la 
teología,  la  filosofía,  la  historia  y  el 
arte,  dan  idea  de  que  la  ciencia  y 
sus  más  modernos  métodos  se  han 
aclimatado  ya  en  nuestra  América. 
Las  diversas  secciones  de  la  revis¬ 
ta,  con  el  tema  especial  tratado  más 
por  extenso  en  cada  número,  es¬ 
tán  servidas  con  gran  acopio  de  ma¬ 
terial  y  agilidad  periodística.  Esta 
bella  revista  hace  honor  a  la  cien¬ 
cia  y  a  la  fe,  y  contribuirá  a  demos¬ 
trar  en  nuestro  medio  tan  ignaro 
en  materia  de  alta  cultura  religio¬ 
sa,  la  seriedad  con  que  la  Iglesia 
católica  afronta  los  grandes  proble¬ 
mas  de  la  vida  y  las  incógnitas  re¬ 
cientes  que  le  plantea  la  historia, 
contemporánea. 


(151) 


The  Americas,  revista  trimestral 
de  la  historia  cultural  interameri¬ 
cana,  es  el  nuevo  órgano  de  la  Aca¬ 
demia  de  historia  franciscana  nor¬ 
teamericana.  De  su  orientación  ne¬ 
tamente  desprevenida  y  científica 
está  resultando  ya  un  esclareci¬ 
miento  de  amanecer  sobre  temas 
tan  trascendentales  como  la  obra 
franciscana  de  las  antiguas  colonias 
españolas  que  hoy  forman  el  sur 
de  los  Estados  Unidos  y  Méjico. 
La  sección  documental  es  de  enor¬ 
me  interés  y  el  estudio  concienzu¬ 
do  de  la  bibliografía,  escrito  por 
hábiles  comentadores,  va  a  pres¬ 
tar  un  servicio  invaluable  a  la  in¬ 
vestigación  histórica  de  la  época 
todavía  oscura  que  llamamos  co¬ 
lonial. 

*  *  * 

« V erbum  (revista  trimestral  de 
las  Facultades  Católicas  de  Rio  de 
Janeiro)  será  el  título  de  nuestra 
revista.  En  él  se  resume  un  progra¬ 
ma.  En  su  aspecto  interior  V erbum, 
la  palabra  humana,  es  idea,  hija  de 
la  inteligencia,  imagen  de  la  reali¬ 
dad.  Con  ella  construye  el  hombre 
el  edificio  del  saber,  hace  del  co¬ 
nocimiento,  de  la  filosofía  y  de  la 
ciencia,  un  bien  social,  comunica¬ 
ble  e  intrasmisible».  Así  explica  el 
P.  Leonel  Franca  S.  J.  la  razón  ín¬ 
tima  de  esta  publicación,  fruto  es¬ 
pontáneo  de  la  actividad  universi¬ 
taria,  ya  que  como  dice  él  mismo: 
«Una  universidad  no  se  aísla  como 
un  islote  perdido  en  la  inmensidad 
de  los  mares»,  busca  conexión  con 
sus  hermanos  en  la  ciencia,  para 
formar  la  comunidad  de  inteligen¬ 
cias  y  de  corazones. 

Basta  enumerar  algunas  de  las 
firmas  que  colaboran  en  esta  mag¬ 
nífica  revista  brasileña,  para  pen¬ 
sar  que  con  V erbum  ha  nacido  un 
impulso  de  alta  cultura  católica: 
Además  de  sus  directores,  P.  Leo¬ 
nel  Franca,  y  Eduardo  Lustosa, 
colaborador  este  último  muy  apre- 


v. 

ciado  de  Revista  Javeriana;  el  P. 
Paul  Siweck,  antiguo  profesor  de 
la  Gregoriana  de  Roma,  escritor 
de  fama  universal ;  Serafín  Leite 
S.  J.,  el  mejor  historiador  con  que 
cuenta  hoy  el  Brasil,  etc.  etc. 

*  *  * 

Minerva,  revista  continental  de 
filosofía,  es  bimestral  y  apareció  en 
mayo-junio  de  1944.  Bajo  la  direc¬ 
ción  de  Mario  Bunge,  pretende  ser 
«la  única  estrictamente  filosófica 
escrita  en  castellano».  Esfuerzo  de 
un  idealista  que  debe  luchar  en  un 
medio  bastante  apático  por  estos 
menesteres  desinteresados.  Por  eso 
afirma  en  su  primera  entrega:  «El 
éxito  de  la  empresa  que  inicia  Mi¬ 
nerva  depende  exclusivamente  del 
apoyo  que  encuentre  en  los  estudio¬ 
sos  y  amigos  de  la  filosofía».  La 
revista  suscita  la  discusión  por  la 
misma  amplitud  de  su  criterio,  y 
eso  es  precisamente  lo  que  buscan 
sus  directores.  Ojalá  que  no  se 
pierda  en  el  vacío  tan  laudable  es¬ 
fuerzo. 

*■  *  * 

Digesto  católico,  es  la  nueva  re¬ 
vista  que  el  C atholic  Digest  ha  em¬ 
pezado  a  publicar  en  castellano  en 
Buenos  Aires.  Es  una  revista  de 
revistas  por  el  estilo  de  Seleccio¬ 
nes,  donde  se  publican  los  más  in¬ 
teresantes  artículos  de  la  prensa  ca¬ 
tólica  del  continente.  En  los  pri¬ 
meros  números  se  ha  dado  prefe¬ 
rencia  especial  a  revistas  norteame¬ 
ricanas,  pero  los  editores  se  pro¬ 
ponen  ser  cada  vez  más  latinoame¬ 
ricanos.  Creemos  sinceramente  que 
esta  revista  llena  una  necesidad  de 
nuestro  tiempo,  y  deseamos  que  to¬ 
do  el  mundo  católico  de  habla  his¬ 
pana  muestre  su  interés  por  ella 
suscribiéndose  y  apoyándola  en  to¬ 
da  forma.  El  precio  para  Colombia 
es  de  $  3,00  al  año.  La  dirección  es : 
Digesto  Católico,  Avenida  R.  Sáenz 
Peña  730,  Buenos  Aires. 


(152) 


ro-tr 

—  -~  •>  A  A  ^  A  A 


>atlA«i»(ll4>*  <fc  dfc«fca>«H>  ^  <IV4fc  «vjfcufc 


Ca//e  10,  número  6-57  -  Teléfono  53-75 


Commentaria  in  Codicem  luris  Canonici 


Tal  es  el  título  de  la  obra  monumental  que  ha  co¬ 
menzado  a  publicar  el  B.  P.  José  MC  Uría  s.  j.,  doc¬ 
tor  en  derecho  canónico  y  Decano  de  la  misma  fa¬ 
cultad  de  la  Pontificia  Universidad  Católica  Jave- 
riana,  en  Bogotá.  El  autor,  conocido  ya  en  el  mun¬ 
do  jurídico  por  sus  obras  de  Filosofía  del  Derecho 
y  Derecho  Romano ,  emplea  en  ésta  de  modo  aptísi¬ 
mo,  el  método  exegético-histórico  de  tal  suerte  que 
no  se  contenta  con  declarar  amplia  y  lúcidamente 
el  sentido  de  los  cánones,  sino  que  presenta  la  evo¬ 
lución  histórica  de  cada  instituto.  De  aquí  que  no 
dude  el  P.  Uría  en  aducir  en  cada  paso  las  fuentes, 
con  lo  cual,  si  bien  resulta  la  obra  voluminosa,  pres¬ 
ta  por  otra  parte  un  buen  servicio  al  clero  hispano¬ 
americano  — a  quien  especialmente  se  dirige  la 
obra —  ya  que  no  abundan  en  nuestras  bibliotecas 
las  colecciones  de  fuentes  del  Derecho  Canónico. 
Por  su  método,  por  la  extensión  misma  de  la  obra 
y  por  su  claridad,  no  dudamos  en  calificarla  de 

monumental . 

El  l.er  tomo  completo  consta  de  800  páginas  aproximadamente 

De  estos  comentarios  solo  se  editaron  500  ejemplares 
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